De aventuras, tesoros, arte y tarjetas opacas
«Probablemente el 30% de todos los cuadros en galerías de arte, salas de subastas, incluso en museos, son falsos… ¿Te sorprende? Pues es cierto…»
Aloma, la nueva serie de Alfonso Font – que estrena primer álbum titulado El tesoro del temerario – promete muchas emociones y grandes dosis de denuncia social.
Nos explicaba el propio Font en esta entrevista que se había divertido mucho confeccionando las tramas de los tres álbumes que componen de momento esta saga y que le habían dado, también, mucho trabajo de documentación y comprobación detectivesca para ofrecer al lector “la máxima cantidad de verdad”.
Y es este aspecto el que más luce en un primer álbum que cumple con el peaje de tener que presentar a los personajes protagonistas y el entorno por donde van a transitar. En el seno de un argumento hitchcockniano o polanskiano, Alfonso Font introduce numerosos datos que – aunque parezcan inventados – son reales y contrastados. Hechos que nos demuestran que la corrupción, el blanqueo de capitales y la evasión de impuestos campan por sus anchas en todo el mundo, llevándose por delante cualquier jurisdicción nacional o cualquier tratado internacional y atropellando a cualquiera que ose plantarles cara.
Aloma y su tío Cyrus se dedican aparentemente a la restauración de obras de arte. En un taller de Barcelona guardan lo que queda de un galeón que podría estar relacionado con un tesoro. Unos matones tratan de descubrir, de cualquier manera y sin renunciar a la violencia, donde está escondida esta posible fortuna que ellos creen que existe. La muchacha y su tío recurren a la ayuda de un detective llamado Gerald Quer y sus pesquisas los llevan a Panamá donde Aloma le revelará su auténtica naturaleza…
Los dos protagonistas son algo tópicos, suponemos que en sucesivos álbumes adquirirán más profundidad y más matices. Aloma – un nombre con evidentes connotaciones literarias catalanas – resulta un personaje algo idealizado, pero que acaba siendo creíble gracias a los esfuerzos de su autor por humanizarla y darle volumen. El detective adopta un papel algo más rígido y esquemático, aunque sirve de intermediario con el lector que también desconoce todo el entramado de la falsificación artística y de la evasión de capitales. Las dos líneas argumentales están bien imbricadas y la presentación de los personajes es ágil y sin excesivas pausas discursivas. El argumento detectivesco está urdido con solvencia y las escenas de acción no son demasiado exageradas, resultando creíbles para unos personajes sin cualidades físicas sobrehumanas. En general, es un primer álbum prometedor que planta unos cimientos sólidos donde pueden edificarse nuevas aventuras.
En el aspecto gráfico, lo primero que salta a la vista es que quien tuvo, retuvo. Alfonso Font nos demuestra que está en plena forma, tanto narrativamente como artísticamente hablando. El autor de Cuentos de un futuro imperfecto nos ofrece en este primer volumen de Aloma unas páginas divididas en tres o cuatro tiras con un número variado de viñetas, de un tamaño irregular. Su definición de los personajes es ágil, algo teatral, pero al mismo tiempo rotunda. Los movimientos son expansivos y en todo momento tenemos la sensación que están persiguiendo algo o que los están persiguiendo a ellos. La definición del entorno es realista, detallada, creíble y no entorpece la lectura de la acción. La puesta en escena sabe ser sincopada cuando el argumento lo requiere y más pausada, sin ser morosa, cuando la trama se relaja. Font hace gala en todo momento de sus recursos narrativos y nos obsequia con todo tipo de encuadres, puntos de vista y angulaciones que nunca son superfluas, siempre con un sentido expositivo y clarificador.
El coloreado es quizás el punto más discutible del apartado gráfico de Aloma. El tesoro del temerario. El tratamiento del color es demasiado impersonal y no realza el excelente trabajo de Font, que además ha reducido el número de manchas de tinta para dar cabida a los colores. Los mejores momentos de la obra, en este aspecto, son los que se ubican en la isla de San José donde el contraste entre el azul dominante del cielo o el mar con el verde intenso de la vegetación produce escenas bastante atractivas.
En cuanto a la confección técnica y material de este primer tomo de la serie, a cargo de la editorial cARTEm Cómics, solo cabe decir que es excelente. El álbum tiene un tamaño generoso, es en cartoné, con el papel satinado, pero con pocos brillos y la reproducción es muy buena. En la parte final del volumen encontramos un avance de la segunda aventura, con algunas páginas originales sin colorear, y la portada. El precio del producto final es bastante competitivo.
Aloma. El tesoro del temerario de Alfonso Font es un thriller contemporáneo muy digno. La abundante carga de denuncia económica que el autor catalán introduce en su trama consigue enriquecer un producto de factura convencional, pero realizado con cariño, esfuerzo y talento. La extraordinaria capacidad de Font para combinar las escenas de acción con las más dialogadas, definidas con un arte exacto, maduro, pero fresco consigue que disfrutemos tanto de la peripecia aventurera como del mensaje social. Todo esto hace que esperemos las dos siguientes aventuras de Aloma y sus secuaces con un ligero cosquilleo de impaciencia…
Salut!
Lo mejor
• El savoir-faire del gran Alfonso Font.
• La excelente edición de cARTEm Cómics.
• Que, según el autor, las dos siguientes entregas son más divertidas.
Lo peor
• Un coloreado demasiado impersonal e industrial.
Guion - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.7
Denuncia
Estamos ante un thriller ágil y atractivo que no renuncia a la crítica social ni al espectáculo gráfico-narrativo