Edición original: Marvel Comics – agosto – noviembre – 1990 Edición España: Comics Forum – junio 1998 Guión: Fabian Nicieza Dibujo: Michael Bair Entintado: Mike Manley Color: Bob Sharen Portada: Rafa Fonteríz Precio: 995 pesetas (tomo en tapa blanda de 104 páginas)
En el año 1998, Comics Forum publicaba en España la nueva colección dedicada a Alpha Flight. Los héroes canadienses habían recuperado su sitio gracias al «vacío» dejado por los Vengadores y los Cuatro Fantásticos por obra y gracia de la maniobra editorial-comercial Heroes Reborn y después de tres años en barbecho (apareciendo puntualmente en la colección protagonizada por Lobezno de forma individual) volvían a la actividad. Un nuevo Departamento H refundaba al equipo y planteaba diversas incógnitas, reuniendo a viejos y nuevos personajes después de que el grupo fuera oficialmente disuelto y su primera cabecera, cancelada. Sin embargo, en España el certificado de defunción había llegado a los Alfalfa Light un par de años antes, en 1992 y con la mitad de la colección estadounidense inédita.
La historia de las publicaciones celtibéricas de las aventuras de Alpha Flight es también la de los mil y un experimentos para que una serie no desapareciera de las estanterías. La colección dedicada a las andanzas de Guardián y compañía es, probablemente, uno de los proyectos marvelianos más personales de la larga lista que conforma el currículum de John Byrne. Después de tantos años, hay que traer a colación y reivindicar la reflexión que José María Méndez hacía a la hora de glosar la relación entre autor y personajes y afirmar que los Alpha solamente alcanzaron su plenitud de la mano de un Byrne que se dedicó a hacer justo lo contrario que se esperaba de una colección grupal: disolver el equipo, darles cancha en solitario, cargarse a su miembro más popular… hasta que se aburrió y decidió cambiarle el puesto a Bill Mantlo, que a cambio le dejó expedita la colección dedicada a la Masa. Don Bill hizo un buen trabajo (al que tengo bastante cariño, porque fue mi primer contacto con la colección alfana) pero no dejó de ser una actividad de normalización. Mantlo redujo el número de personajes, cambió a algunos veteranos por otros de propia cosecha (unos pocos reciclados de un fallido proyecto para Epic Comics) y convirtió a Alpha Flight en un grupo como los demás que mantuvo –salvo casos puntuales- la premisa de ir a su bola. También hay que agradecerle que hiciera florecer definitivamente a Heather como líder del equipo; Byrne ya nos había demostrado la pasta de la que estaba hecha, pero ahora ya alcanzaba una condición equivalente a la del Capitán América en los Vengadores. Desde el punto de vista del empoderamiento femenino, los años ochenta fueron un período muy interesante, ya que los principales equipos marvelianos estuvieron comandados por mujeres que dejaban de ser el eslabón débil o la excusa para el rescate: Tormenta en la Patrulla-X; Susan Richards en los Cuatro Fantásticos; la Avispa en los Vengadores…, pero me estoy saliendo del asunto. Volviendo específicamente a territorio canadiense, hay que indicar que allí y entonces hicieron sus pinitos jovenzuelos jacarandosos como Whilce Portaccio o Jim Lee, hasta que don Bill también se marchó con viento fresco y dejó los bártulos literarios a James Hudnall, que prometía la recuperación de algunos viejos conocidos y un largo paseo extradimensional… que nos quedamos con las ganas de ver porque la versión española se había cancelado, después de haber recibido un inesperado oxígeno en la forma de su complemento.
Durante la segunda mitad de la década de los ochenta del siglo pasado, Forum había cancelado la colección dedicada al increíble Hulk. El coloso verde –embarcado en una larga aventura extradimensional de la mano de Mantlo, Mike Mignola y Gerry Talaoc- encontró refugio en la forma de aquellos denostados complementos con los que se alcanzaba la numeración de treinta y dos páginas (y que a veces implicaban la impresión en las hojas de la contraportada). En un momento del futuro, los caminos de la Masa y de Alpha Flight iban a cruzarse para que Byrne, Mantlo y compañía hicieran la maniobra trapecista de Koji y Sayaka en Mazinger Z. Durante un tiempo puntual tendríamos un «todo Byrne» pero aquello no duró mucho y la colección conjunta entró en barrena. En una maniobra que luego se repetiría hasta alcanzar la media docena de alianzas circunstanciales, la serie pasó a bimestral, presentando episodio y medio de héroes canadienses y uno completo de masivo. La cosa aguantó, pero condenó a las respectivas series a soportar un progresivo y creciente retraso (el cual se repetiría en las aventuras del Capitán América, de Thor y del Hombre de Hierro, pero ésa es otra historia). Disfrutamos de la etapa de Bill Mantlo porque, después de la espantada de Byrne y de la fase de transición de Milgrom, llegó a las páginas de Hulk un tal Peter David que, junto a otro tal Todd MacFarlane insufló nueva vida a la serie (e invirtió los papeles, convirtiendo al complemento en plato principal). Cuando el papá de Spawn se fue con la música a otra parte, el experimento se cerró dejando inédita en España las aventuras de los Alpha a partir del número septuagésimo tercero. Hulk tuvo más suerte, ya que en el período comprendido entre 1992 y 1997 se recuperó todo el material inédito, pero los canadienses (y su exiguo número de seguidores) se quedaron con las ganas.
Así pues, había que dar algo de “chicha” a la afición para que se reenganchase y a los últimos fichajes algo que sirviera para explicar qué era Alpha Flight. La solución pasó por recuperar Building Blocks, un arco argumental en el que el equipo, retornado de su paseo por realidades alternativas, debía recuperar su sitio haciendo frente a un gobierno canadiense que no les veía con buenos ojos y a un Omega Flight (sus viejos adversarios) que se habían convertido en agentes del gobierno de su Graciosa Majestad. Una vuelta a los orígenes combinada con la aparición de nuevos partícipes –un poco al estilo de lo que haría Steven Seagle años después para el volumen dos-. El responsable literario del invento no era otro que el ubicuo Fabian Nicieza, que con este trabajo hacía uno de sus primeros pinitos (recordemos que son tebeos publicados originalmente en 1990) y se aproximaba al área mutante (donde luego daría momentos de gloria a la feligresía). Suya fue la labor de contar en apenas cuatro números las historias necesarias para que se pudiera recuperar todo lo recuperable del pasado de los Alpha, lo que incluía rescatar a Eugene Milton Judd en su forma de Puck (con la aparición estelar del Amo, ese Vandal Savage destripado por alienígenas que creara Byrne) y, más difícil todavía, traer del mundo difunto a James MacDonald Hudson “Mac”, Arma Alpha / Vindicador / Guardián. Recordará la afición veterana que la muerte de Mac había sido el punto culminante del primer año de vida de la colección original. En un giro argumental de indudable sabor clásico, maese Byrne había traído de vuelta a Guardián, contando una historia digna de la edad de plata –la de la recuperación / relación afectuosa con unos seres jovianos de ¿Ganimedes, podría ser?- para luego darla con queso y orquestar una venganza de Omega Flight contra los Alphas. ¿Cómo resolver algo tan definitivo como haber volado por los aires? Partiendo de la premisa de que el engaño operado para justificar el presunto retorno del personaje tenía una raíz verdadera. ¿Cogido por los pelos? ¡Desde luego! Pero no más que otros regresos. Hablando de lo cual, también se aprovecha la ocasión para que Logan cuente a Heather que no murió en Dallas, con la consecuente mezcla de alegría y cabreo de esta última.
En la parte gráfica hay que indicar que Jim Lee volvió a la colección para dibujar las portadas, pero que los interiores corrieron a cargo de Michael Bair, un nombre relativamente habitual en la Marvel de principios de los noventa y que poco después ganaría cierto renombre al hacerse cargo de la parte gráfica de la colección dedicada a Daimon Hellstrom, pero que aquí demuestra especialmente su impericia para hacerse cargo de una colección grupal que, además, multiplica el número y variedad de sus participantes. Errores en las expresiones faciales, posturas imposibles, escorzos más que forzados… un verdadero cúmulo de disparates que resta mucho valor a una saga de importancia para la colección y gracias a la cual podría continuar durante un puñado de años más.
En conclusión, tenemos un producto dedicado a la afición alfana y a quienes quieran saber algo más sobre ese grupo que de cuando en cuando asoma el hocico aquí y allá.
Edición original: Marvel Comics – agosto – noviembre - 1990 Edición España: Comics Forum – junio 1998 Guión: Fabian Nicieza Dibujo: Michael Bair Entintado: Mike Manley Color: Bob Sharen Portada: Rafa Fonteríz Precio: 995 pesetas (tomo en tapa blanda de 104 páginas) En el año 1998, Comics Forum…