Brillantes destellos Jasonianos.
Con el paso del tiempo, los lectores de las historias del noruego Jason, seudónimo con el que firma sus trabajos John Arne Sæterøy (Molde, 1965), nos hemos acostumbrado a unos cómics en los que los géneros se entremezclan sin ningún tipo de pudor o cortapisa dando lugar a historias en los que personajes reales se ven envueltos en historias con elementos detectivescos, de ciencia-ficción o de terror. Esa misma capacidad para mezclar géneros sin ningún impedimento también está muy presente en las referencias culturales que se asoman por sus páginas de forma que en sus obras podemos encontrar alusiones de los más eclécticas que van desde Hergé a Sartre pasando por otras tan diversas como Star Trek o Dostoievski. Algo que se convierte en la principal prueba para ver que el autor de Siempre nos quedará Pamplona (Astiberri) nunca ha tenido en consideración la absurda separación entre alta cultura y cultura popular que prima entre los sectores culturales más snobs. Todo eso y mucho más es lo que nos encontramos en las diferentes historias que conforman Amanecer roto, el volumen que ideó durante el confinamiento por la pandemia que acaba de publicar Astiberri, al igual que sucede con todos sus trabajos publicados en nuestro país hasta la fecha. Un tomo en el que en cada historia confluyen las referencias culturales más improbables para conformar un conjunto en el que nunca habían estado tan presentes y tan variadas mediante pastiches y parodias de todo tipo que acaban por destilar la esencia más pura de la obra del historietista noruego afincado en Francia. Pero las historias son mucho más que un homenaje a esas evidentes inspiraciones y tienen personalidad propia, siempre marcada por su particular sentido del humor y un toque melancólico que ya es su propio sello de fábrica.
Amanecer roto está compuesto por varias historias de duración variable que abordan diferentes temáticas y géneros lo que provoca que sean bastante distintas entre sí, pero en las que prima el sentido del humor de Jason lleno de surrealismo e inteligencia. Un buen catálogo de lo que es capaz de hacer el noruego que se puede convertir en una buena puerta de entrada a su trabajo, pese a que a lo largo de su brillante carrera nos ha ofrecido obras más redondas como El Gato Perdido o Yo maté a Adolf Hitler. Aunque en algunas de las historias contenidas en el tomo nos reencontramos con personajes suyos como Athos, el protagonista de Chhht!, o la momia de La momia misteriosa, no conocerlos no resulta un problema para disfrutarlas.
Como suele ser habitual en los tomos que recogen varias historias, el resultado global es irregular con algunas más brillantes que otras, pero la sensación tras finalizar la lectura es buenísima sobre todo por haber estado ante unas historias en las que una de las pocas constantes es la capacidad para sorprendernos en cada nuevo planteamiento. Algo nada fácil, sobre todo cuando estamos ante un autor tan reconocible tanto en lo gráfico como su forma de contar historias. Esa es otra de las grandes virtudes de esta obra ya que vemos cómo va jugando permanentemente con el lenguaje del medio con propuestas tan interesantes como desligar lo que vemos en las imágenes de los diálogos para expresar los problemas de comunicación, un uso magistral de las elipsis en la tramposa y fascinante historia Perec, detective privado, pero también nos encontramos con una historia muda, otra escrita en verso o su una versión del Ulises de Joyce transformada en una historia de acción similar a las películas de Tarantino. Un resultado muy estimulante pese a volver a decantarse por una composición de página fija formada por cuatro viñetas y sus ya característicos personajes antropomorfos capaces de reflejar como pocos esa melancolía y vacío existencial que tan bien les vienen a las historias de noruego.
Entre la enorme cantidad de historias realmente brillantes que están agrupadas en este tomo habría que destacar, además de algunas ya citadas, la biográfica Me acuerdo o la divertidísima Sello VII, pero tampoco queremos destripar mucho más para no estropear todas las sorpresas que Jason ha encerrado en Amanecer roto. Un trabajo brillante y arriesgado que nos recuerda que estamos ante uno de esos pocos autores que se manejan a la perfección en las historias cortas y a los que se puede reconocer con solo ver una imagen de cualquiera de sus trabajos. En ellos siempre nos ofrece algo novedoso y atrevido, huyendo de las efímeras y volátiles modas del momento para seguir construyendo un universo tan personal como fascinante. Esperemos que siga produciendo obras con la misma regularidad que hasta ahora, ya que siempre es un placer encontrarse con su nombre en un cómic entre la enorme cantidad de obras olvidables que se publican cada mes.
Lo mejor
• Es un perfecto punto de entrada al particular universo creativo del autor noruego.
• El personal sentido del humor y el toque melancólico que siempre encontramos en las obras de Jason.
• La sensación de no saber con lo que te va a sorprender la siguiente historia.
Lo peor
• Al tratarse de una obra compuesta por historias cortas no todas brillan a la misma altura.