Animalismo hecho cómic
Para algunos, Animosity es una serie que empieza muy fuerte, con una propuesta muy original capaz de sorprender, pero que con el paso de los números se desinfla y se convierte en un cómic más. Para otros, la premisa de la que se parte es interesante, pero no se aprovecha de verdad hasta que la trama avanza, se desarrolla más a los personajes y se explora con mayor profundidad la situación planteada. Y luego están quienes, como en mi caso particular, consideran que Animosity tuvo un inicio extraordinario y ha sabido mantener el nivel desde entonces. Si algo queda claro, en todo caso, es que la serie no se ha mantenido estática indefinidamente. Al igual que los animales de su mundo, Animosity evoluciona para jugar con distintos elementos en cada tomo; pero siempre lo hace con su distinguida maestría, sin quedarse atrás respecto a su inicio, consiguiendo el equilibrio perfecto entre novedad y familiaridad.
El cuarto tomo de Animosity, publicado originalmente por Aftershock en el mercado norteamericano y por Planeta Cómic en España, continúa narrando las peripecias de Jesse, Sandor y demás amigos (y enemigos). Tras enfrentarse a dragones, ejércitos de abejas y otros variados peligros en su camino hacia San Francisco, Jesse es secuestrada. Sandor no se detendrá ante nada por recuperarla; pero de entre todos los obstáculos que deberá superar, quizás el más difícil sea su propio pasado.
Con guion de de Marguerite Bennett y dibujo de Rafael de Latorre, Animosity sigue siendo un desgarrador relato de supervivencia sobre la naturaleza del ser humano y la pérdida de la inocencia. En el mundo que nos presenta, donde los animales han «despertado», adquiriendo así niveles de consciencia e inteligencia similares a los del ser humano, temas tan trascendentales como el egoísmo, el amor o la religión están a la vuelta de cada esquina.
El desarrollo de la personalidad de Jesse es una de las pinceladas de mayor genialidad del guion de Bennett. Los cambios en la actitud del personaje se introducen magistralmente y de forma muy gradual. Cada pequeño evento que sucede a su alrededor tiene un calado palpable en su personalidad sin caer nunca en la brusquedad. Se consigue someterla a un cambio constante que añade interés sin que deje de parecer el mismo personaje que conocimos en el primer capítulo. De este modo, la fuerza del vínculo creado con el lector no disminuye.
Otro elemento de gran importancia sobre el que se cimenta la obra es su mensaje animalista. La propia premisa, que nos invita a pensar en las implicaciones morales de seguir tratando a los animales como tal en el caso de que adquirieran consciencia, ya parece tender hacia esa dirección. Sin embargo, esta declaración de intenciones tan directa se ramifica en detalles que se adentran con más precisión en las implicaciones reales de una situación así, tratadas desde distintos puntos de vista y derivando poco a poco a determinadas preguntas incómodas. Llegado a cierto punto, algunas diferencias que se hacían evidentes entre el planteamiento de la historia y la realidad comienzan a difuminarse.
«El despertar» también sirve para enfrentar a la sociedad tal y como la conocemos a situaciones límite y para preguntarse qué pasaría en una situación así; cuando todos los pilares que sostienen la forma de pensar y actuar de cada ser humano se derrumban; cuando la batalla por la propia supervivencia y una guerra a escala mundial contra el resto de seres vivos del planeta se convierten en lo único verdaderamente importante. ¿Hasta qué punto estarían las personas dispuestas a renunciar a sus valores? ¿Cuán fácil resultaría establecer un régimen fascista que solo contempla a sus miembros como herramientas para lograr el mismo fin común? ¿Cómo es posible suplir la pérdida de tu familia? Todas ellas son cuestiones en las que se hace inciso, siempre con el mismo objetivo en mente: que el lector se sumerja tanto en este mundo ficticio que, aunque sea por unos pocos momentos, tenga la impresión de que no lo es tanto; y que bajo esa ilusión, surjan dudas.
Claro que todas estas reflexiones no son ni mucho menos lo único de valor que tiene por ofrecer Animosity. Como producto de entretenimiento que es por encima del resto de capas, cumple igualmente con excelencia. El guion de Bennett es uno de esos que te agarra por las tripas desde el principio y no te suelta; capaz de sorprender, emocionar y ser endiabladamente divertido en todo momento. Utiliza un lenguaje simple, sin frases especialmente complejas ni florituras evidentes y no necesita más para conseguir todo lo que se propone, para crear diálogos absorbentes y provocar escalofríos con sus frases lapidarias.
El dibujo de Rafael de Latorre no se queda atrás. De él destacan dos apartados fundamentales: la expresividad y la pulcritud narrativa. Surcar sus páginas es una experiencia que combina belleza y crudeza y otorga a esta serie una identidad propia capaz de atrapar al lector. Se enfrenta también a la complicada tarea de dibujar entornos y animales de todo tipo; unos animales que, además, deben mostrar expresividad en sus rostros sin transmitirnos la sensación de estar viendo algo demasiado inverosímil que nos saque del relato. La composición de las páginas sigue una línea bastante clásica, pero no se aleja de la pulcritud narrativa previamente mencionada. Aunque no se hagan muchas piruetas narrativas, cada viñeta cumple con sus intenciones a la perfección.
En definitiva, este cuarto tomo de Animosity continúa la estela de lo que habíamos visto con anterioridad de la mejor forma posible. Mantiene un espectacular nivel en todo momento y cada vez sube más las apuestas narrativas sin dejar de lado su característico tono e identidad. Los nuevos personajes siguen interesándonos mucho con muy poco y los giros de guion sobre lo construido previamente se suceden sin parar, guiando al lector por un bosque de emoción e incertidumbre sin saber hasta dónde lo llevará.
Lo mejor
• La relevancia de los personajes.
• El mundo planteado y cómo se desarrolla.
• La historia no deja de evolucionar.
Lo peor
• Algunos de los eventos de este tomo pueden parecer algo precipitados.
Guion - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9.5
9
Evolucionado
Animosity sigue siendo una serie brutal. Su nivel se mantiene muy alto, sus cambios no decepcionan y las ganas de seguir acompañando a los personajes en su apocalíptico viaje siguen tan vigentes como en el primer número.