Aniversarios DC – 30 años de Millennium

El tiempo pasa y lo hace para todos, incluso para los comics. Hoy toca mirar atrás y recordar el evento que publicó DC hace 30 años.

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En 1985 se publicó la maxiserie de 12 números Crisis en Tierras infinitas. Era el primer gran evento de la editorial, el que estaba llamado a cambiarlo todo, siendo un punto de inflexión tanto para el propio Universo DC, como para la propia editorial. Un evento que aligeraba el Universo DC, eliminaba las Tierras Múltiples y reescribía el origen de muchos héroes y heroínas de la editorial. Un lavado de cara que funcionó a todos los niveles y que vino a instaurar la tendencia del evento anual dentro de la editorial.

Y es que no tardó mucho en aparecer el segundo evento, Legend (1986), mucho menos ambicioso que Crisis, pero fundamentado en presentar a los miembros de dos nuevas series regulares, la nueva Liga de la Justicia Internacional y el Escuadrón Suicida, así como de relanzar a la nueva Wonder Woman. Una miniserie donde los héroes se asentaban dentro del nuevo Universo DC y daba pie, a raíz de su éxito, a continuar lanzando nuevas iniciativas de este tipo. Si había funcionado dos veces, podría hacerlo una tercera vez.

A fin de cuentas, en DC estaban diseñando una estrategia de eventos regulares cuya relevancia iba más allá del mero trámite administrativo con el que cruzar las series y hacer ruido mediático a fin de aumentar las ventas. Cada evento tiene que tener unas consecuencias finales, más o menos profundas, pero debe ser relevante para todo el Universo DC.

Con Legend acabada a principios de 1987, hubo que esperar hasta 1988 para ver un nuevo evento correr entre las colecciones de DC Comics. Un evento del que celebramos hoy su 30 aniversario, y cuyo título es Millennium.

La serie central de Millennium está escrita por Steve Englehart (1947), un escritor que durante los años setenta gozó del éxito en Marvel gracias al Capitán América (1972-1975) y a Los Vengadores (1972-1975), así como en DC donde escribió el que para muchos es el Batman definitivo (junto a Marshall Rogers) entre los años 1977 y 1979. Englehart empezó trabajando como asistente de arte de Neal Adams en una historia para el Vampirella #10 (1971) escrita por Dennis O´Neil. No tardó mucho en recalar en Marvel, como corrector de pruebas, una joven promesa que podía servir de reemplazo cuando Gary Friedrich quería tomarse un descanso. Su labor llamó la atención de Roy Thomas que le dio su primera oportunidad escribiendo una historia de siete páginas para Monster on the Prowl #15 (1972). Englehart y Buscema lanzaron al mercado la colección Los Defensores (1972), trabajó en los citados Vengadores y el Capitan América en una de las sagas más recordadas por los aficionados en la que Steve Rogers dejaba las barras y las estrellas para adoptar la identidad del Nómada. En Marvel también trabajó intensamente en el Doctor Extraño y junto a Jim Starlin co-creó el personaje de Shang-Chi.

Tras un encontronazo con Conway del que hay varias versiones al respecto, relacionadas con la entrega de los guiones, Steve Englehart abandonó Marvel para alejarse de los comics y dedicarse a escribir novelas. Sin embargo, la editora jefa de DC Comics, Jenette Khan, supo persuadirlo para que fichara por DC. El trato fue que Englehart arreglaría la Liga de la Justica trabajando en ella durante un año, con el dibujante Dick Dillin. Paralelamente escribió ocho números de Detective Comics (#469-476) con Walter Simonson y Marshall Rogers. Permanecería en DC hasta el año 1981 tras escribir la miniserie Madame Xanadu diseñada para el mercado de venta directa. En 1983 regresa a Marvel para escribir la serie limitada de La Visión y la Bruja Escarlata, Los 4 Fantásticos, Estela Plateada (de nuevo con Rogers) y Los Vengadores Costa Oeste (Los Nuevos Vengadores en España). Paralelamente escribe para DC Green Lantern y el evento que nos atañe hoy y del que celebramos su aniversario.

Englehart destaca en su trabajo por ser un escritor capaz de captar la esencia del personaje y saber explotarla en nuevas direcciones. Su trabajo en Millennium, donde debía jugar con infinidad de personajes, podría considerarse uno de sus trabajos menos inspirados, pero aún no teniendo la calidad de sus dos predecesoras, tampoco es justo hablar de forma negativa y absolutista de Millennium.

En el apartado gráfico tenemos a Joe Staton (1948), un dibujante de trazo abrupto, con tendencia a la exageración anatómica, que se hace cargo de la serie semanal de forma muy orgánica, pues había estado trabajando con Englehart en Green Lantern. Staton empezó su carrera en Charlton Comics en a serie E-Man. Roy Thomas lo fichó para Marvel, pero Levitz acabó por tentarlo para que se pasara a DC Comics, editorial en la que firmó trabajos en las series de All Star Comics, Adventure Comics, Showcase (Powergirl, La Cazadora, Doom Patrol y los Metal men, fueron algunos de los personajes a los que dibujó en esta cabecera), la Legión de Superhéroes y Green Lantern, donde co-creó a los Omega Men junto con Marv Wolfman. Fue editor de First Comics durante tres años durante los ochenta y a su regreso a DC unió esfuerzos con Englehart en los Green Lantern Corps (fueron los responsables del cambio del título de la cabecera) y el evento Millennium.

Con el equipo creativo definido el evento arrancó con la llegada a la Tierra de un Guardián y una Zamaron, como emisarios encargados de seleccionar a un grupo de personas, 12 en concreto, destinados a convertirse en los nuevos Guardianes del Universo, ya que los originales se habían retirado a otra dimensión. Para ello reunieron a los héroes de la Tierra y los mandaron a localizar a los elegidos.

Sin embargo, de forma paralela, el culto Manhunter, formado por el primer intento de los Guardianes de formar un cuerpo de pacificación espacial, han encontrado la esfera donde Harbinger guardó todos los datos relacionados con los héroes de la Tierra durante Crisis en Tierras Infinitas. Con esta información privilegiada los Manhunter eran sabedores de la identidad secreta de todos los heroes y heroínas por lo que pudieron infiltrarse (mediante androides, humanos simpatizantes con el culto y humanos controlados mentalmente) en el entorno cercanos de los héroes o heroínas del poblado Universo DC.

DC impuso a sus autores que en sus colecciones debían mostrar a uno de estos agentes encubiertos, revelándose de forma inesperada, forzando a modificar tramas ya planificadas con meses de antelación en las series regulares afectadas. Hubo series en las que esta revelación funcionó muy bien, pero en otras simplemente fueron mostradas para cumplir con el expediente editorial, lo que motivó que el impacto de estas revelaciones fuera mucho menor del esperado por los editores.

Los héroes se movilizan y comienzan a buscar el planeta de los Manhunter para llevar el enfrentamiento a su terreno, mientras continúan buscando a los elegidos para evitar que puedan caer en manos del culto.

Millennium se diseñó de dos formas editorialmente. La serie central se publicó a lo largo de ocho semanas (enero-febrero de 1988), algo inédito hasta la fecha, mientras que en las series regulares de esos dos meses los héroes y heroínas tendrían que hacer frente a la revelación de tener a un Manhunter infiltrado entre sus filas, bien familiares o compañeros de equipo.

Al finalizar el evento el Guardián y la zamaron se sacrificaban para dotar de poderes a los elegidos que llegarían a tener serie propia bajo el título de los Nuevos Guardianes con guiones de Englehart y lápices de Staton. La serie no encontró su sitio en le mercado y acabó siendo cancelada en USA en su número 12.

En España se publicó siguiendo el patrón USA, sin recurrir a la periodicidad semanal, en el que se tenía una serie central mensual y una serie de especiales, también mensuales, numerados, en los que Zinco publicó aquellos tie-in más relevantes con la trama general. De esta forma se pudieron leer números de Booster Gold, Blue Beetle y Firestorm, El Espectro, Capitán Atom o Aquaman, series que no se publicaban en España y por tanto irradiaban un halo especial. Fueron 8 números centrales y nueve especiales a los que les acompañaron tres más donde se publicaron los primeros números de la citada serie Los Nuevos Guardianes.

Millennium respondía a la definición de evento y funcionaba como tal a muchos niveles. Su planteamiento estaba relacionado con acontecimientos anteriores en el Universo DC y su desarrollo acaba por tener consecuencias. Sin embargo, se publicó después de dos grandes eventos y las comparaciones con estos son inevitables, aun siendo obras con objetivos y planteamientos diametralmente opuestos desde un punto de vista creativo. Millennium queda como el patito feo de esta triada inicial (no es ni mucho un evento fallido, para eso estarían algunos de los que llegarían más adelante) con la que DC venía a dejar claro que lo de los eventos iba a ser algo regular, pues su trama, más allá de la sorpresa de alguno de lo agentes infiltrados de los Manhunter, no acababa de ser todo lo intensa que se espera de este tipo de obras.

Millennium responde directamente a la necesidad de DC por instaurar una tradición (a la que le seguirían Invasión, La Guerra de los Dioses, Armageddon, Underworld…) fiel al concepto de narrar un acontecimiento que implica a todo el Universo DC y cuyas consecuencias se dejan notar de alguna forma. El evento no puede ser solo un evento por sí mismo, editorialmente puede responder a aumentar las cifras de ventas, pero argumentalmente, en DC, se busca ir más lejos con los planteamientos y dejar huella, más o menos perdurable, de forma que el evento tenga efecto práctico en el Universo DC. Millennium acusa mucho el paso del tiempo, en el dibujo sobre todo por el nefasto color que se aplicó sobre los lápices de Staton, pero soporta con entereza estos 30 años con una solidez argumental simple pero eficaz que hacen de su lectura un pasatiempo elegantemente diseñado para el lector de hoy.

Millennium es un evento honesto en su propuesta, que no quiere ser más de lo que puede ser, con algunas líneas argumentales algo débiles, pero que no acaban por lastrar al conjunto por el trabajo de Englehart que sabe dar voz propia los personajes. Millennium se defiende con soltura y plantea una amenaza de considerable magnitud, con una secta, un ejército de robots rebeldes e infiltrados que aportan el sabor a las historias de antaño, donde todo era más simple. Y es que Millennium es fruto de su tiempo, de su momento editorial, donde las pretensiones eran muy distintas a las que se marcaron con los dos eventos que lo precedieron y que son las responsables del aire más simplón que acompaña a toda la obra.

La publicidad no podía ser más atractiva e intrigante.
UNA MIRADA SUBJETIVA

Tras el anterior texto en el que honestamente he intentado ser objetivo con la obra, toca hacer un inciso para hablar de ella desde un punto de vista más subjetivo, más personal adentrándome de lleno en lo que esta obra significa para mi persona como lector de comics hoy en día. Una opinión, ni mejor ni peor, al respeto que espero pueda servir para ayudarnos a reflexionar sobre si de verdad existe el evento malo o por el contrario se trata de cuando, y con cuando me refiero a edad, se lee un evento.

Esta es mi experiencia con Millennium.

No es la primera vez que lo menciono, pero Millennium fue el primer cómic de superhéroes que logró hacerme querer leer más. Llegué a este cómic por casualidad, en el recreo del colegio, pues un compañero (el recuerdo de ese día, querido Pablo, será eterno) lo trajo y lo pude ojear por encima. Allí se presentaba la historia de una amenaza de gran calibre y aparecían muchos personajes de los cuales no sabía absolutamente nada. Tenía 12 años y acababa de descubrir el cielo.

Recuerdo como devoré el primer número y me dejé llevar por la historia, mientras se presentaban ante mí los Green Lantern, uno parecía un hipopótamo, otra era de color rosa, otra naranja, había dos humanos… y ante la amenaza planetaria acudían multitud de héroes de los que solo sabía reconocer a Superman y Batman. Había viñetas en las que aparecían diferentes grupos, los Outsiders, la Liga, mientras otros acudían en solitario a la llamada de los anillos verdes. Allí estaban Booster Gold, Blue Beetle, Rocket Red, Halo, Metamorfo, Katana, Firestorm, Geo-Force, Nightwing, Flash… la lista era larga (aunque para mí fuera muy corta). Todo me gustó en aquel cómic, la historia, el dibujo, todo era interesante y apasionante y la amenaza de los Manhunter me resultaba terrorífica. Tanto me gustó todo aquello que me lancé a comprar el siguiente número, que no era el número dos, sino el especial en el que nos contaban historias paralelas relacionadas con la trama central.

Tuve que leer los correos y las explicaciones que Miguel G. Saavedra y Sergi Gras habían escrito en las contraportadas de cada número a fin de poder entender más de que iba todo aquello, pero la sensación de estar leyendo algo grande era indescriptible. Con doce años todo es más intenso, más apasionante, más grande, más increíble y Millennium era eso y mucho más.

Millennium no responde a un evento de calidad, pero para un muchacho de 12 años tenía calidad de sobra y funcionó en su propósito pues ganó un lector para Zinco/DC y por tanto las ventas se vieron aumentadas en al menos un ejemplar más al mes. Todo suena muy inocente, pero creo que es así como ocurren muchas cosas en la vida. Millennium supo encontrar en mí al lector ideal para su historia y dejó muy dentro la semilla de una afición que hoy sigue muy despierta y a pleno rendimiento. Una afición que me define como persona y que es parte de mi vida. Una afición que me hace feliz.

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Napoleon Wilson
Napoleon Wilson
Lector
3 agosto, 2018 16:15

Lo recuperé hace poco en el tpb USA que contiene solo la miniserie principal, mala decisión. Muchos sucesos clave transcurren en otras series y solo puedes «disfrutar» de los momentos de filosofía hippie de Englehart. Staton y Gibson realizaron un gran trabajo a los lápices, lo más reivindicable de un flojo evento.

alienigena100
alienigena100
Lector
3 agosto, 2018 17:15

Pues fue una saga muy entretenida llena de giros y acción. Y con unos tie-in a veces más interesantes que la serie central: aquel cruce entre Batman y Escuadrón Suicida, el final de los Outsiders, el espectacular final de la serie de Booster Gold y sobre todo la supersaga que se montó Byrne con Superman con una serie de cambios muy drásticos…Vale, que no es Crisis pero a nivel argumental tenía mas enjundia que Legends…

Paulo Hernando
3 agosto, 2018 18:42

Muy buen texto. Uno siempre le tiene cariño al comic que lo introdujo en esto. Te envidio porque te introdujese Dc jeje, yo me conforme con la saga del clon , y me quedan secuelas , colecciono actualmente ben reilly araña escarlata. Sin duda nuestras primeras lecturas condicionan la manera en la que sentimos el medio.

Juan Iglesia Gutiérrez
4 agosto, 2018 13:24

Excelente reseña Gustavo! Con perspectiva y sentimiento. Debo decir que nunca he leído Millennium por la manía que le tenía a Staton, al que ya soporté unos números en Green Lantern. A veces me planteo pillarla por completismo de sagas… pero me puede el bolsillo.
Entiendo lo que dices del primer cómic. En mi caso no fue el primero pero nunca olvidaré la sensación de leer el Crisis n ° 12 con 8/9 años allá por 1988/89, también porque lo dejó un amigo del cole. No entendí nada (dos Superman y Superboy???), no conocía a nadie («Bug eyed bandit»!!??) pero la sensación de peligro, la trascendencia del evento saltaban de las páginas. Fue increíble.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
5 agosto, 2018 12:50

El gran problema de millennium y de la visión que ha dejado es lo que decís, la comparativa con los grandes eventos anteriores. También se le achaca la poca relevancia posterior por el fracaso de los nuevis guardianes, pero eso ya es ajeno al evento en si. Los personajes con un pulido tienen su potencial. En general no es un comic magnífico pero si entretenido y hecho con oficio. Staton riene un buen nivel y Englehart… yo si fuese guionista, que me dijesen que en parte una afición a los personajes, a una editorial o a un medio es gracias a un trabajo que he hecho, sería motivo de más orgullo que un premio. Los premios son industria y moda, inspirar es otra cosa.

Saludos!