Aniversarios DC – 35 años del Contrato de Judas

Recuperamos esta sección buceando nuevamente en el archivo de DC Comics, recordando una de las mejores historias de los titanes.

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En mayo de 1984 tuvo lugar una de las mejores historias de todos los tiempos en DC Comics. Fue uno de tantos arcos argumentales legendarios acontecidos en la década de los 80, una época de prolifera creatividad, grandes cambios, sagas inolvidables y giros inesperados donde menos se lo esperaba el lector. Uno de estos tuvo lugar en la serie Tales of the Teen Titans, entre los números #42-44 y el Annual #3.

Contexto

El 1 de noviembre de 1980 salió a la venta The New Teen Titans #1, escrito por Marv Wolfman, dibujado por George Perez y entintado por Dick Giordiano. Los ya conocidos Kid Flash, Robin, Wonder Girl y Beast Boy (Changeling) unieron fuerzas con Cyborg, Starfire y Raven, unos personajes que habían sido presentados en DC Comics Presents #26 un mes antes. En aquel primer número ya apareció la amenaza de Grant Wilson, el hijo de Slade, cuya rivalidad con los titanes supuso el origen de la saga que estamos homenajeando. Esta fue la segunda serie del equipo como tal, tras el título Teen Titans que se publicó durante 53 entregas entre 1966 y 1978 con un parón de tres años entre el #43 y el #44. Este nuevo título, con nuevos titanes, se renombró en el #41 como Tales of the Teen Titans y vivió hasta el #91, en julio de 1988. Paralelamente, en agosto de 1984 salió a la venta The New Teen Titans vol. 2, continuando como The New Titans en el #50, llegando hasta 1996 tras 130 ejemplares.

Como vemos, los titanes tuvieron mucho peso en el Universo DC durante los años 80. Y es que la serie de Wolfman y Perez llegó a ser la cabecera más vendida de la editorial en aquellos años pre-crisis. Ambos autores formaron un tándem legendario, uno de los mejores equipos creativos de todos los tiempos. Supieron aunar bajo una misma formación un grupo de superhéroes bien compensado, partiendo desde el concepto de equipo de sidekicks llegaron a desarrollar unas personalidades propias, formando su propia idiosincrasia como colectivo, con sus propios villanos y sus historias bien trabajadas.

Leer un cómic de los titanes era enfrentarse un día a un número clásico entre héroes y villanos y otro día a una historia humana, interiorista, en la que se iba más allá de las propias aventuras y se exploraban los sentimientos de estos jóvenes personajes. En esta época vivimos el final del primer Robin y su transición hasta llegar a ser Nightwing con todo el debate personal que conllevó, romances como el suyo con Starfire (en una clara alegoría al amor interracial) y Cyborg y Sara, la boda de Donna Troy y Terry Long, un montón de historias humanas, muy maduras a pesar de estar protagonizadas por los personajes más jóvenes de DC. Para el recuerdo quedan los números #38 y #39, previos al Contrato de Judas. En el primero, ¿Quién es Donna Troy?, Dick Grayson investigaba el pasado de su compañera a petición suya, indagando en el misterio que encerraba el origen de esta amazona, el cual ha tenido varias interpretaciones con el paso de los años. Era un número detectivesco, de puro cine negro. El siguiente, Crossroads, tras desmantelar una estación en Alaska dedicada al culto de Brother Blood, Dick GRayson y Wally West dejaban el equipo. El primero para buscar esa nueva identidad y el segundo porque literalmente se retiraba de la actividad superheroica en ese instante. Todo ocurrió durante una reunión retransmitida por Terra, antagonista del Contrato de Judas, ante la atenta mirada de su cómplice, Deathstroke.

En unos años en los que la Liga de la Justicia contaba con una formación en la que no estaban los grandes héroes, viviendo aventuras protagonizadas por personajes de segunda fila bajo el sello del equipo más grande de DC, los titanes iban abriendo su propio camino. En aquel mes de mayo de 1984, en que empezó este interesante y fundamental arco, salió a la venta Justice League of America #226, con una alineación formada por Hawkman, Red Tornado, Ray Palmer, Elongated Man, Zatanna, Green Arrow y Black Canary. Son personajes muy queridos, pero no llamaban lo suficiente como mantener a flote una cabecera que vagaba sin rumbo y vivía de días mejores. Aún faltaban varios cambios de personajes, la llegada de la Liga de Detroit y mucho más hasta su cancelación tres años más adelante, pero ya no era un título de referencia. Ese lugar lo estaban ganando los titanes, a la vez que la Legión de Superhéroes, con Keith Giffen, título que también vivió sus mejores años en cuanto a ventas y popularidad en aquellos 80. Eran dos equipos que protagonizaron aventuras bien elaboradas, originales, que gustaron al público. Los legionarios vivían aventuras de ciencia ficción en un lejano futuro, mientras que los titanes lo hacían a pie de calle. Ambos equipos estaban formados por personajes a los que les quedaba mucho por aportar, prácticamente desconocidos para el gran público y a lo que no se les exigía mucho, pero que cumplieron con creces sus caminos de los héroes para entretener a los lectores durante mucho tiempo.

Para saber más de los titanes recomiendo escuchar el maravilloso podcast que publicaron mis compañeros Pedro Monje, Miguel Ángel Crespo, Mònica Rex, Jordi T. Pardo y Gustavo Higuero, con Carlos, de la librería especializada Fénix Cómics.

El contrato de Judas

No voy a encerrar el texto en las pestañas de spoiler, porque ¿es un spoiler si cuento algo de una obra que lleva 35 años publicada? No pero avisa de todas formas, porque siempre puede haber un nuevo lector, ¿no? Esta obra, por cierto, está incluida en el actual catálogo de ECC.

En el primer número veíamos a los miembros de los Titanes haciendo su vida, ajena a las superheroicidades. Donna Troy preparaba su boda con Terry. Vic Stone ayudaba a su novia Sara a cuidar a un grupo de niños discapacitados, llevándoles a patinar sobre hielo. Starfire, que seguía su relación con Dick, aún sin ser Nightwing, posaba para carteles cinematográficos ante el objetivo de su compañera amazona. Garth revoloteaba (literalmente) con sus comentarios jocosos y Tara, de quien Raven, que no salía de la torre, dudaba acerac de su honestidad, se mostraba reservada y con ganas de mejorar sus habilidades en las sesiones de entrenamientos. No había una aventura, sino una plasmación de la actualidad, mientras que en las páginas finales se mostraba la conspiración que estaba urdiendo junto a Slade Wilson, Deathstroke.

Tras un primer capítulo de situación, el segundo arrancaba a todo gas, con Slade atravesando la ventana de casa de Dick, atacándole como parte de su contrato con Colmena. En un cara a cara desigual, Dick conseguía escapar por la misma ventana, frenando su caída con sus dotes de acróbata y usando su chaqueta para detener el impacto al desgarrarla contra unos barrotes de una terraza. En su huida, entre la multitud, Slade le disparaba una vez, pero dejaba que se marchara porque había demasiados transeúntes. Una muestra del código de honor de un mercenario al que pagan para matar.

Durante la investigación de Dick acerca del estado de sus compañeros, puesto que era el último en ser atacado por Slade, conocía a Adeline y su hijo Joseph. Dick trataba de averiguar el paradero de todos los titanes, encontrándose con que nadie ha podido superar el ataque sorpresa de Deathstroke. Adeline le revelaba al ex Robin las verdaderas intenciones de Tara y su relación con el mercenario, dejando atónito al héroe. En las últimas páginas se presentaba el cuartel general de Colmena y se narraba, de manera breve, el origen y la intención de dominio del terrorismo global de la oscura organización.

Tales of the Teen Titans #44 es el número que contó por fin el origen completo de Deathstroke. A través de la narración de Adeline Kane, su ex mujer, conocíamos la formación militar de Slade, su destreza en el campo de batalla y el porqué de sus poderes. También conocíamos el origen de Grant y Joseph, sus hijos. Del primero ya sabíamos que había fallecido, del segundo descubrimos que era un mutante con habilidades de control motoras en sus oponentes. Además, es el cómic que supuso la primera aparición de Dick Grayson como Nightwing, con ese espectacular traje que mezclaba los ambientes circenses con la oscuridad de la influencia de Batman, por decirlo de alguna manera. Era un número que durante buena parte de sus páginas congelaba la intriga con la que había terminado el anterior, por culpa del espacio que se dedicaba a mostrar la transición de Slade de soldado perfecto a mercenario con moral. Sin embargo, a pesar del hastío que se puede sentir la primera vez que se lee por querer saber más de Colmena y los titanes secuestrados y menos de la juventud de Deathstroke (aunque habrá opiniones diversas sobre ese tema), acaba siendo un número clave. Por curiosidad, Dick revela que la decisión de convertirse en Nightwing está inspirada por la suma de todas las personas que han influido en él: sus padres, por la vida que le dieron; Batman, por cuidarle y convertirle en un héroe; Kory, por haber estado a su lado en los momentos difíciles…y Superman, de quien dice que le enseñó honor, generosidad y el verdadero significado de la palabra héroe, además de añadir que el nombre de Nightwing está basado en uno que él llegó a usar, un nombre de procedencia kryptoniana, pues era el nombre que Kal-El (y también el krytoniano Van-Zee) llegaron en unas aventuras acontecidas en Kandor.

La acción continuaba hasta su conclusión en el siguiente número, que no fue en la serie regular, sino en el Annual #3, publicado en julio de 1984. Y en él llegó la apoteosis final. Arrancaba con los titanes secuestrados apresados por los líderes de H.I.V.E., la Colmena, en una máquina que absorbía sus poderes y se volvía más fuerte conforme más energía iba adquiriendo, debilitando a los héroes hasta dejarlos al borde de la muerte. Mientras, Dick en su estreno como Nightwing junto al debutante Jericho, Joseph, el hijo menor de Deathstroke, quien se había unido a la causa al final del número anterior, iban penetrando en la fortaleza eliminando a los guardias hasta llegar a sus compañeros. Por el camino Jericho demostraba sus habilidades de control y posesión de cuerpos de sus rivales a través del contacto visual. Pero no conseguían el éxito que buscaban y eran apresados tras la irrupción de Terra, que resultaba ser un oponente más duro que los miembros de la colmena. En el momento en que los dos titanes iban a unirse a sus compañeros en la máquina que les chupaba la energía Deathstroke reconocía a su hijo y éste poseía el cuerpo de su padre, desatando el caos, liberando a los presos e iniciando una batalla campal.

Finalmente Terra, después de confesar a sus compañeros el odio que sentía hacia ellos, sin razón ninguna aparente, y transmitirles su deseo de matar y destruir con la única motivación de hacerlo, lograban frenarla y ella misma caía víctima de un derrumbamiento causado por sus propios poderes. Deathstroke, que había cumplido su contrato con la colmena, un contrato heredado de su fallecido hijo Grant el Destructor, Ravager, era reducido por su hijo y no intentaba impedirlo, después de haberse soltado una vez de su influjo y tras haber tenido un enfrentamiento con Cyborg en el que le seccionaba las manos con su espada.

La historia terminaba con el funeral de Tara, al que asistían todos los titanes y otros héroes, como Batman y su hermano Brion Markov, Geo-Force. Curiosamente, a pesar de que la joven repitió hasta la saciedad que odiaba a los titanes, a todos los héroes por no usar sus poderes para dominar y que lo hicieran para ayudar, por mucho que repitió que Deathstroke no la utilizaba, y que incluso él lo admitió, es enterrada con honores. Como una titán más. Y sus ex compañeros siguieron exculpándola de sus actos. Aún sabiendo que los había traicionado al dar sus identidades secretas Slade, ayudándole a capturarlos.

Terra, Tara Markov, resultó ser un personaje mucho más interesante como villana que como heroína. El uso de sus poderes de manipulación de la tierra y las piedras a su antojo, provocando seísmos y derrumbamientos, su carácter psicópata y retorcido le hacían una enemiga temible. Sus dotes de interpretación para camuflar su verdadera personalidad, engañando a sus compañeros, consiguiendo la información de ellos que necesitaba para sus propósitos fueron brillantes. Y su impacto en el equipo fue brutal. Los Jóvenes Titanes habían sido saqueados desde el interior, traicionados por una compañera a la que consideraban una persona humilde, sencilla, bondadosa. Alguien de quien jamás hubieran sospechado. Excepto Raven, que siempre percibió algo en ella pero nunca lo dijo, perdiendo la oportunidad de alertar al resto acerca de la naturaleza de Tara.

Rompiendo reglas, una mirada al pasado – Gustavo Higuero

A lo largo de mi recorrido como lector de comics de superhéroes me he encontrado algunas veces sobrepasado por la obra que estaba leyendo. No me avergüenza decirlo ni expresarlo, puesto que considero que son grandes momentos que atesoro con verdadero cariño. Un cariño especial porque son instantes en los que me encontré con un muro, muy alto, liso, sin grietas, sin posibilidad de escalada alguna, pulido y brillante, que me separaba de poder seguir avanzando, o eso pensaba, como lector. Un muro monolítico de obsidiana que se interponía entre la obra y mi inteligencia. La obra me retaba, la obra se reía de mí, esperando que pudiera acceder a ella y alcanzara un nuevo nivel en el infinito camino del aprendizaje de la vida.

Hay muchas obras que pueden estar en una lista y cumplir lo anteriormente expresado. Algunas lo están por su complejidad, por como fueron capaces de llevarme a lugares donde nunca había estado antes. Otras, por el contrario, eran simples historias lineales que, por alguna extraña razón, albergaban en su interior algo que fue capaz de resonar en mi interior de forma armónica. Otras fueron leídas a una edad en las que mi capacidad cognitiva distaba mucho de poder siquiera aspirar a arañar débilmente la superficie de lo que tenia entre manos. Sean del tipo que sean, hay una que se quedó especialmente grabada a fuego entre mis pliegues neuronales, Contrato de Judas, narrado en la serie de Los Nuevos Titanes de la mano de Wolfman y Perez.

¿Y como puede ser algo así? Pocas veces en una conversación casual entre aficionados sale a relucir este arco argumental cuando alguien enumera sus historias favoritas. Y sin embargo en mi lista sí que aparece.

Aparece por una sencilla razón, y es por como impresionó a mi joven mente leer algo que hasta ese momento parecía no formar parte de las historias de gente en mallas que había estado leyendo hasta entonces.

Llevaba poco tiempo leyendo de forma regular comics, Millennium, Excalibur, What If, la JLE, todos fascinantes, formativos, blancos y directos en su tratamiento, cuando llegaron a mis manos los números de los Nuevos Titanes de Zinco (Ver nota editorial abajo). Aquel grupo, formado por chavales, se estaban enfrentando a algo que no había visto hasta ese momento, la traición desde dentro de uno de sus propios miembros, que además se relaciona con uno de sus peores enemigos y con el que mantenía una relación. Aquello fue demasiado. Esa niña, Kara, aparentemente perfecta en su candidez infantil, se mostraba abiertamente activa a muchos niveles, fumando parcialmente desnuda, mientras Slade Wilson maquinaba con ella el siguiente paso de su diabólico plan.

Hasta entonces había leído sobre invasiones alienígenas, malignos robots infiltrados entre los héroes, dimensiones alternativas, hordas zombis, mutantes, pero los valores que yo había empezado a generar en mi mente, esos que parecían ser el andamiaje sobre el que toda historia de superhéroes se tenía que sostener, se empezaron a pulverizar. Aquello era algo inédito para mí. Inédito y absolutamente descorazonador. Los Titanes iban a ser destruidos desde dentro y para mí, con la mente ingenua, limpia, capaz de emocionarse con lo más sencillo y simplón, acabó destruyendo mi inocencia como lector. Los comics de superhéroes eran algo más, mucho más, podían entrar de lleno en la oscuridad del ser humano y a partir de ahí explorar un sinfín de posibilidades y los Titanes acaban de dejármelo absolutamente claro.

Luego llegarían más lecturas y obras tan poderosas como Watchmen o El Regreso del Caballero Oscuro, pero sin duda si fui capaz de poder mirar al nuevo y enorme muro de obsidiana que estas dos obras me plantearon como lector, fue gracias a ese cómic de superhéroes aparentemente normal, en el que se escondía algo absolutamente demoledor, titulado Contrato de Judas.

Muchos muros han ido cayendo y mucho seguirán apareciendo y si soy capaz de ir venciéndolos con mejor o peor fortuna es gracias a Contrato de Judas. Sin el trabajo de Wolfman y Perez tal vez no hubiera encontrado el valor o las fuerzas para encararme con otro tipo de historias, ni hubiera sido capaz de armarme con un buen piolet con el que ir haciendo mella en los muros. Entramos en el terreno de la especulación, pero si algo tengo claro es que Contrato de Judas marcó un camino y selló un destino en aquel joven que estaba empezando a leer comics de superhéroes.

Ese es el valor emocional de los comics que fosilizan sentimientos y emociones de forma eterna.

NOTA EDITORIAL

Merece la pena dedicarle unas líneas a cómo fue publicada por primera vez en España esta importantísima historia de los Titanes. Cuando Zinco emprendió la publicación del catálogo de DC en España se lanzaron al mercado una serie de colecciones, en formato agrandado, entre las que estaban Batman, Superman, Arion, La Cosa del Pantano, Atari Force, Omega Men, Camelot 3000, Flash y los Jovenes Titanes. Todas fueron puestas a la venta a lo largo de 1984 (el comienzo de las publicaciones de DC en España por parte de Zinco fue con la edición del cómic de la adaptación de la película Superman III), destacando la dedicada a los Titanes que gozó de una larga vida editorial, llegando hasta el número 50 (más un especial de verano), superando a Superman (que se conformó con 38 números) o a Batman (que se quedó en 20 números).

Primer número de los Titanes de Zinco.

No es necesario ser editor para darse cuenta de que la selección de los héroes era cuando menos algo curiosa, pero más lo es por la selección del material que se publicó. En los Titanes ocurrió algo verdaderamente insólito, puesto que, en cada grapa, de 36 páginas (por 95 pesetas, es decir menos de 0,60 céntimos de euro), contenía una historia completa de la serie USA The New Teen Titans (25 páginas), rellenado cada número con historias extraídas de anuales o, como ocurre a partir del número nueve, de la serie USA Tales of The Teen Titans.

Hasta aquí nada nuevo, puesto que era una de las practicas habituales de las editoriales del momento a la hora de publicar sus series mensuales. El problema surge precisamente en el citado número 9, momento en el que se comienza a publicar como complemento el arco argumental del Contrato de Judas.

Aquí empezó Contrato de Judas

Es decir, en la primera parte del cómic el lector podía leer historias de los Titanes publicadas en USA en 1980, mientras que en el complemento se publicaban historias de 1984. ¿Veis el problema? El lector español descubrió a lo largo de los números 9 al 21 de Zinco toda la trama de Terra y Slade mucho antes de tiempo, mientras leía historias previas en la que Terra ni siquiera formaba parte del grupo. (Terra llegó en The New Teen Titans #30). El factor sorpresa murió de forma abrupta y definitiva.

Los inicios de Zinco fueron complicados y no sería hasta la llegada de Sergio Pradera y Miguel G. Saavedra que la editorial cambiaria su rumbo editorial y empezaría a hacer historia con la adopción del formato USA, la inclusión de correos, noticias y secciones de intercambio de material entre lectores, la inclusión de que material USA se publicaba en cada número, así como la creación del formato prestigio y de superlujo, siendo sus años dorados desde 1987 a 1989. Podéis saber algo más de esta editorial en este artículo: Zinco/DC en los años ochenta.

Una curiosidad editorial que puede empañar un poco esa primera edición de una de las historias más transcendentales del grupo, pero que sin duda adereza de alguna forma, extraña eso sí, la historia que hay detrás de todo cómic a nivel editorial.

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Paulo Hernando
23 mayo, 2019 11:34

Grandisimo comic , buenisimo. Para ser redondo solo le falta que el traje de nigthwing de la conversion fuese el actual y no aquel diseño tan extraño que se sacaron de la manga, pero es un detalle que no empaña en absoluto la historia.

Jesús Lara
Jesús Lara
Lector
23 mayo, 2019 12:54

Pues Nuevos Titanes junto con Patrulla-X, Secret Wars Y Vengadores fueron los cómics con los que el amigos más antiguo que tengo me hizo iniciarme en la lectura. Me encantó, me sigue encantando y me encantará por hasta el infinito y más allá toda esta etapa. recordarla me trae a la memoria una etapa de mi vida en la cual no había más problemas que disfrutar de la vida (ya recién pasada la adolescencia mi vida fue como poco complicada por problemas serios de salud). Pero a lo que vamos el único pero que le pongo a la publicación de esta historia por parte de Zinco, es que comenzó en el número 9 de su numeración como complemento (del 1 al 8 publicaron de complemento los anuales 1 y 2) y con eso adelantaban como 30 números, con eso nos encontrábamos personajes y situaciones que particularmente a mi me dejaba un poco descolocado y casi al acabar la saga venían los capítulos donde se iban introduciendo esos personajes y situaciones como en el caso de Terra unos de mis personajes favoritos. A pesar de todo esto siempre he disfrutado mucho la lectura y re-lectura de esta serie.

huever
huever
Lector
23 mayo, 2019 13:12

Par mi, una obra maestra

Matches_Malone
Matches_Malone
Lector
23 mayo, 2019 13:29

¡Buenos días!
Un placer leeros, como siempre. Y quería aprovechar la ocasión para decir que el artículo que enlazáis al final, obra de Gustavo Higuero, es mi artículo favorito de Zona Negativa de prensa especializada del mundo mundial. Llevo leyéndoos la tira de años, desde dos mil cinco o así, y desde luego he leído un montón de artículos geniales, pero ese es el que más me gusta y a menudo vuelvo sobre él.
¡Bravo!

Mr. Cesar
Lector
En respuesta a  Matches_Malone
23 mayo, 2019 13:49

Estoy al 100% contigo, Matches. Mi despertar al cómic pijamero fue precisamente en 1984, con Zinco y los Nuevo Titanes. Sabiendo eso, cualquiera puede entender mi particular amor por esta colección, este grupo y esa editorial.

Y es que todo lo que rodea a Zinco desde 1984 hasta su cierre, para mi tiene algo de mágico y me encanta conocer sus historias tras bambalinas, entresijos no contados y «puñaladas traperas» (que las había y mucho en aquella época, sobretodo entre los correeros de Zinco y algún que otro «profesor» de Fórum), puesto que, en parte, fui espectador privilegiado. Algunos pensareis que no son más que «batallitas del abuelo», pero todos los que entramos en esta web hemos tenido «ese momento» de introducción a los cómics, sin el cual no estaríamos enganchados a este mundillo, y el mío fue en esta colección. Una época en la que entraba en la adolescencia (con lo que eso supone para un chico de provincias) y mi cabeza no paraba de asimilar novedades (estudios, relaciones con las chicas, ocio) más elaboradas.

Y como tú, Matches, ese artículo que mencionas sobre Zinco es de los pocos favoritos que atesoro de Zona Negativa (ese, el orden de lectura de Batman y alguna revista online que han publicado) y también gusto de releerlo de vez en cuando.

¡¡¡Larga vida a los Titanes de Wolfman y Perez!!!!

P.D.: en su día, he de reconocer que la lectura de «El Contrato de Judas» como complemento de la serie principal me dejó con el culo torcido, tanto por la complejidad de su argumento (visto desde la perspectiva de un chico de 14 años) como por la manera de publicar la saga (a trocitos en cada número), con personajes desconocidos, motivaciones aún por descubrir y la sorpresa de un dibujo mucho más elaborado y mejor entintado que el de los números a los que complementaba (lógico si piensas que pasarían muchos meses hasta poder ver cómo Perez mejoraba hasta niveles excepcionales). Aún así, no tengo más edición de esta saga que la publicada por Zinco, aunque estoy pendiente de hacerme con el tomo de Colección de Novelas Gráficas DC que recoge este arco…

Matches_Malone
Matches_Malone
Lector
En respuesta a  Mr. Cesar
23 mayo, 2019 14:26

Pues qué suerte tuviste, Cesar.
Yo soy del ochenta y ocho, por lo que la etapa Zinco la viví a rebufo y asistiéndola en sus últimos coletazos, heredando y completando la colección de mi padre y buzeando en La Feria del Libro (mi momento favorito del año) y en cajones de números atrasados.
Literalmente, aprendí a leer con el vol. dos de Batman de Zinco (que soñaba con completar, y logré mediante el regalo del último número que me faltaba por parte de mi primera novia, anécdota muy Peter Parker) y Batman: Hijo del Demonio fue mi primera lectura completa (¡ahí estaba Damian!).
Estoy seguro de que una de las grandes fortalezas de la Literatura como Arte es la capacidad colosal que tiene no sólo de sumergirnos en la narración, si no de transportarnos a la primera vez que tuvimos contacto con ella.
¡Que nos lo digan a nosotros!
Me ha gustado mucho leerte (icono de ¡ok!).

Gustavo Higuero
En respuesta a  Mr. Cesar
23 mayo, 2019 16:03

Igualmente tengo que agradecer tu palabras, Mr. Cesar. Por lo que me toca y añadir que sigo dándole vueltas a hacer una segunda parte con la que cerrar e recorrido editorial de Zinco y DC.

Gustavo Higuero
En respuesta a  Matches_Malone
23 mayo, 2019 16:01

Matches, me sacas los colores con tus palabras. Te estoy enormemente agradecido por ellas. Sin embargo, nada de esto tendría sentido sin vosotros. Mil gracias por leernos.

Zinco dejó una gran huella en muchos lectores. Sus años dorados fueron el 87-89, pero si su contribución, sus fallos y aciertos, fueron determinantes para crear el mercado que tenemos actualmente.

huever
huever
Lector
23 mayo, 2019 14:21

a ver si se anima ecc a sacar una colección con los titanes de wolfman y perez en un formato decente y a un precio razonable–tengo ganas de ver a la autentica raven , no a la gotica adolescente de hoy en día….

Ein
Ein
Lector
23 mayo, 2019 17:54

Hija de su tiempo.

alienigena100
alienigena100
Lector
23 mayo, 2019 19:20

Imaginaos yo que, solo leía Marvel y solo conocía a Batman y Superma de DC, como aluciné cuando compré el número 16 de Nuevos Titanes de Zinco. ¿Quiénes eran esos personajes tan coloridos? ¿Flash tiene una versión Kid? ¿Wonder Girl, en serio? Personajes nuevos, uniforme llamativoscon historias muy diferentes a lo que antes había leído: ¿La Colmena? ¿Esta tal Starfire enamorada de un agente infiltrado? Y de complemento, la primera aparición de Terra.
Y todo con ese dibujante que nunca antes había visto y ese nombre tan raro: ¿George Pérez? Todo un acontecimiento para mi!!

_kam1kaze_
Lector
24 mayo, 2019 14:31

Que grandes recuerdos