Aquaman Núm. 8

 

Edición original: Aquaman núms. 26 a 29 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: Jeff Parker
Dibujo: Netho Diaz, Paul Pelletier
Entintado: Ruy José, Sean Parsons, Andrew Hennessy, Norm Rapmund
Color: Andrew Dalhouse, Wil Quintana, Jeromy Cox, Rain Beredo
Formato: Rústica, 96 págs. A color.
Precio: 8,95 euros

 

Aquaman es un héroe con muchos matices, profundo y lleno de posibilidades a la espera de un guionista que entienda lo que esconde tras la aparente capa superficial de personaje sin mucho potencial. En varias ocasiones, desde que fue creado en 1941, ha gozado de alguno de esos guionistas capaces de ver las múltiples capas que Arthur Curry y todo su entorno poseen. Dos ejemplos de ello son Peter David y Geoff Johns (aunque hay dos o tres guionistas más que pueden engrosar esta lista de privilegiados). Si el primero exploró senderos nunca antes recorridos con el protagonista, el segundo nos enseñó a ver todas esas capas y matices que esconden esas mallas verdes y lo malo es que ambos guionistas pertenecen al pasado del Aquaman. Johns nos dejó en el anterior número y en este debuta un titubeante Jeff Parker que no termina por tomarle el pulso al personaje.

Johns nos dejó a Aquaman más regio que nunca, independientemente de su no condición real por línea de sangre, definido tanto como monarca como superhéroe. A perfilado a Arthur como un líder nato, acostumbrado a dar órdenes y tomar decisiones, muchas veces cuestionables, pero necesarias, un Aquaman más tridimensional que nunca.

Y aquí es donde Jeff Parker ha fallado.

La labor a la que se enfrenta es complicada pero no por ello imposible ya que tienen mucho material con el que trabajar y muchos conceptos por explorar, pero no parece que este muy interesado en hacerlo, aunque sí que se vislumbra una clara línea continuista en cuanto al trabajo de Johns.

En este número Aquaman se enfrenta a la amenaza del Criptozoide, un colosal monstruo marino, lidiando tanto con las presiones de Atlantis como con las de los científicos de la Base Tritón instalada en sus dominios. Todo esto lo lleva a buscar un momento de paz en su hogar terrestre donde sufrirá el robo de su tridente que terminara desencadenando la llegada de los Hijos de los Gigantes y de alguien mucho peor…

Estamos ante un número que sirve a Parker para tomarle el pulso al personaje. Hay una batalla épica, un retorno al pasado, se avanza más en las tensas relaciones entre humanos y atlantes, su condición de rey sigue siendo cuestionada… continuista pero fallido en cuanto a que no es capaz de meternos en la historia como si conseguía hacerlo Johns. Parker da sus primeros pasos de manera tímida, con miedo, como si la sombra de Johns fuera demasiado grande y no aporta al personaje nada suyo.

Lo más interesante son los flashbacks al pasado de Arthur donde nos muestra el peso que ya por aquel entonces cargaba sobre sus hombros y el tremendo sentimiento de culpa que ello le acarreaba. Pero aun así no deja de ser un recurso ya utilizado por Johns en su etapa que Parker mantiene acertadamente. De todas formas se echa en falta algo más de su cosecha ya que en este número, donde se encartan sus primeros cuatro números al frente de la colección, hay tiempo para poder marcar algo más el terreno y dejarnos entrever por donde va a mover al personaje.

Algo que lastra irremediablemente este número es el apartado gráfico. Si en el anterior teníamos a Paul Pelletier dando lo mejor de sí mismo, en este número el dibujo se reparte en demasiadas manos. Y no me estoy refiriendo al lápiz, que sigue en manos de Pelletier con la ayuda de Netho Díaz, sino también a la labor de los entintadores que es donde parece no tener fin la lista de los que ponen su talento, o falta del mismo, al servicio del lápiz.

La irregularidad de ambos dibujantes solo puede deberse a la intervención de Ruy José, Sean Parsons, Andrew Hennessy, Norm Rapmund y otros tantos coloristas, Andrew Dalhouse, Wil Quintana, Jeromy Cox, Rain Beredo. La falta de uniformidad queda patente hasta para el ojo menos entrenado y termina por afectar a la lectura.

No es que sean malos dibujantes, Pelletier se ganó mi respeto en el anterior número, lo que ocurre es que su trazo se ve tan alterado por el trabajo de cuatro entintadores que no hay continuidad en el estilo.

Globalmente no es un número fallido. Un número donde el guionista está aprendiendo a llevar al personaje, muy influenciado por Johns, al que debe hacer suyo. No se trata de destruir lo anterior sino de usarlo. Si bien es cierto que tan malo es un guionista que llega a una colección y barre con todo lo anterior, obsesionado por dejar su huella, como el que llega y no es capaz de aportar algo nuevo al personaje y se dedica a continuar el camino marcado. Es pronto para poder valorar el trabajo de Parker en estos primeros cuatro números incluidos en este tomo, pero sí que se intuye la necesidad de algo nuevo o el interés por la colección puede caer en picado.

Un número aceptable, entretenido, lleno de épica, donde se nos muestran ya varias líneas argumentales, pero que deja un sabor agridulce por esa sensación de falta de personalidad. No es necesario emular a Johns, no es posible hacerlo, cada autor es único en lo bueno y en lo malo y Parker debe encontrarse a sí mismo para poder encontrar la corriente oceánica por la que quiere llevar a Aquaman a partir de ahora.