Los fans de la fantasía épica asociamos una serie de nombres con nuestro género y nuestros personajes favoritos. Barry Windsor Smith. John Buscema. Gil Kane. Boris Vallejo. Frank Frazetta. Curiosamente, pocos incluirán a Joe Kubert en esta lista, quizás porque nunca dibujó a Conan.
Y escribo “curiosamente” porque Kubert dedicó muchas páginas de su extensísima bibliografía a la fantasía heroica. Tarzán. Tor. The Viking Prince. Y, por supuesto, Hawkman, que es de lo que hemos venido a hablar. «¿Cómo?» dirán algunos. «Hawkman es un superhéroe, no un guerrero de tiempos perdidos.» A esta replica intentaré responder en el espacio de este artículo.
Hawkman (Carter Hall) apareció por primera vez en Flash Comics #1 (1940), en una historia escrita por Gardner Fox y dibujada por Dennis Neville. Todos los elementos básicos de la mitología del personaje están ya presentes en esta primera (y muy redonda) historia: el Egipto antiguo, la reencarnación, el metal Nth, Shiera, Hath-Set…
«¡El metal Nth no es un conductor! Repele la electricidad gracias a la fuerza de la gravedad.» Como vemos en la imagen superior (la primera entrada en acción de Carter), Hawkman tenía un conocimiento más que dudoso de electromagnetismo, pero tampoco hay tanta distancia con las locuras que Scott Snyder hizo con el concepto de Metal Nth casi ochenta años después. Sea como sea, el aspecto de nuestro hombre halcón bebía de la iconografía “flashgordoniana” de Alex Raymond, rasgos de ciencia ficción pulp que se aprecian en las portadas que Joe Kubert dibujó antes de acometer su primera redefinición del personaje.
En Flash Comics #85 (1947), Kubert convirtió el casco de Carter en la icónica máscara de halcón que todos conocemos y amamos. Una máscara, por cierto, que no tardó en caer en desuso. En Flash Comics #98 (1948), la máscara de Hawkman (y la de Hawkgirl) dejó paso a una capucha amarilla.
No hará falta ni decirlo, pero el Hawkman de la Edad de Oro tiene poco que ver con la fantasía heroica. Estas historias revisten poco interés (salvo para el club de amigos de la entomología superheroica), pero, y es un pero importante, permiten estudiar la evolución de Kubert. El dibujante permaneció en el título hasta el último número, cada vez más suelto en las composiciones y los efectos dramáticos.
Y ahora viene una parte de la historia que seguro todos os sabéis. A principios de los cincuenta los superhéroes de la Edad de Oro desaparecieron del mapa. Hawkman y Hawkgirl, por supuesto, desaparecieron con ellos. Kubert se dedicó durante una buena temporada a dibujar proyectos personales, como el mencionado cómic de fantasía prehistórica Tor. Un comic, por cierto, con dos particularidades destacables para la época: fue de las primeras colecciones en experimentar con el 3D y, más importante, una de las primeras series donde su autor disponía de los derechos de publicación sobre el personaje y su mundo.
De modo que a nadie debería extrañar que Kubert decidiera, a mediados de los setenta, continuar su publicación en DC, editorial en la que llevaba produciendo obras maestras desde finales de los cincuenta. Entre ellas, los cómics del Sgt. Rock con guiones de Robert Kanigher o The Brave and the Bold #34 (1961), es decir, la primera aparición de Katar Hol y Shayera.
La historia (escrita por Gardner Fox) nos presenta a dos exploradores del planeta Thanagar (primera mención al planeta, por cierto) de misión en la Tierra. Casualmente (un detalle deliciosamente edaplatense) los uniformes de la policía de Thanagar son muy similares al traje del Hawkman de la Edad de Oro. Por supuesto, a los thanagarianos les gusta tanto la Tierra que deciden quedarse a vivir aquí.
Fox clava la relación, cómica y juguetona, de los nuevos Hawkman y Hawkgirl, inmersos en una especie de triángulo amoroso (aunque tiene poco de amor el tonteo que se trae Katar con Mavis Trent) a lo Stan Lee. Pero el que brilla es Kubert, con diseños de página muy atrevidos y virtuosos, y unos dibujos que captan perfectamente la belleza y la majestuosidad del hombre y la mujer voladores.
Hawkman y Hawkgirl ocuparían las páginas de The Brave and the Bold durante los dos números siguientes. Reaparecerían en el #42 (las entregas entremedias se dedicaron a las aventuras del Task Force original y de Cave Carson, estas últimas dibujadas también por Kubert) y volverían al hiato en el #44. Es decir, que el grueso del trabajo de Kubert con Katar Hol consta de apenas seis números (#34-#36 y #42-#43). Pero un genio necesita poco más para construir una leyenda.
Estos seis números constituirán una auténtica delicia para los amantes de la Edad de Plata. En líneas generales, Gardner Fox utiliza con sencillez y eficacia el algoritmo narrativo establecido en la primera aparición de los halcones: Katar y Sayera se establecen como protectores de Midway City, colaborando con la policía en diversos casos relacionados con supervillanos, mientras Hawkman lucha por mantener al pájaro dentro de la bragueta.
En el #42, Katar y Shayera vuelven a Thanagar, lo que permite al lector disfrutar de los diseños de Kubert, tanto en la parte urbana del planeta como en sus zonas salvajes.
En el #50, The Brave and the Bold se convertiría en la colección de team-ups que todos asociamos con el título. Hawkman se unió a la Liga de la Justicia de América en noviembre de 1964, pero unos meses antes (en enero) lucho junto a Aquaman en The Brave and the Bold #51, en una historia dibujada por Howard Purcell.
Esta exposición coincide en el tiempo (no por casualidad) con la primera colección que llevaba por título el nombre de nuestro héroe. En Hawkman #1 (de mayo de 1964) Gardner Fox y Murphy Anderson practicaron lo que hoy llamaríamos un soft-reboot.
En efecto, Katar Hol y Shayera vuelven a Thanagar y convencen a su supervisor de que los métodos policiales de la Tierra son mucho más apropiados para la criminalística que las tácticas thanagarianas, de modo que consiguen quedarse en nuestro planeta con el pretexto de estudiar a nuestra avanzada policía.
La serie no tuvo demasiado éxito y se canceló con el #27. A partir de The Atom #38, las dos colecciones se fusionaron (durante siete entregas) en el título The Atom and The Hawkman. Curiosamente, la visión gráfica que Kubert aportó en las portadas de dos colecciones es la que ha pervivido en el tiempo (gracias, sobre todo, a Geoff Johns, quien por cierto escribió un nuevo número de esta colección clásico en el marco de La Noche más Oscura).
Quizás sea exagerado decir que esa impronta nace de sus portadas. ¡Pero qué portadas! Aquí van algunas de las mejores:
¿Pertenecen estas historias al género de la fantasía heroica? Rotundamente no. Pero el dramatismo y la fuerza expresiva de sus portadas han convertido a Hawkman (al menos dentro de mi cabeza) en un héroe de fantasía. Una demostración del peso que puede tener el arte de un hombre, si este arte es único y apasionado.
Kubert solo dibujo los interiores de dos números de esta andadura, y no hay más que comparar su trabajo con el de (por otro lado muy correcto) Murphy Anderson, ilustrador de las cinco entregas restantes. Un aspecto iconográfico que siempre me ha encantado de Hawkman es su máscara: los grandes ojos de halcón atraen tu atención, pero, si te fijas, te darás cuenta de que esos ojos quedan a la altura de la frente. Debajo de la capucha hay un rostro ensombrecido y amenazador. Kubert capta este aspecto del personaje a la perfección. Mientras que Murphy Anderson…bueno…¡hace que se le muevan los ojos de la máscara!
Después de la cancelación de The Atom and Hawkman, el diminuto héroe vivió su particular epopeya de fantasía heroica en Sword of the Atom, una maravilla de Gil Kane que esperamos poder reseñar pronto por aquí (ni nos atrevemos a soñar con su reedición en España).
Hawkman, por su parte, vivió la 1ªGuerra Rann-Thanagar y Joe Kubert volvió a dibujar a este gran personaje una vez más. Fue en las portadas de All-Star Squadron, serie de Roy Thomas (quien había escrito, curiosamente, el último número de The Atom and Hawkman), donde el guionista enamorado de la Edad de Oro recuperó a Carter Hall…hasta la llegada de Crisis en Tierras Infinitas.
Pero eso es otra historia, y deberá ser contada en otra ocasión…
…y algo así debió pensar Kubert en 2012, cuando decidió obviar todo lo que DC había hecho con Katar y Shayera para volver a contar el origen de SUS personajes en el primer número de Joe Kubert Presents. ¿El resultado? Simplemente magnífico.
Kubert aplica toda su genialidad y toda la experiencia de décadas en este, uno de sus últimos trabajos (lo que demuestra, quizás de manera indirecta, el amor que profesaba por Katar Hol). Hawkman se convierte en el héroe pulp, en el Tarzán, el Flash Gordon, que siempre ha sido. Kubert lo reviste con la gravedad, la gracia y el fatum de la mejor fantasía heroica.
Ojeando las páginas de ese Joe Kubert Presents y otras obras cercanas en el tiempo sorprende la elegancia y peso del dibujo. Sin saber quién era Kubert es difícil creer que ese dibujo venga de un octogenario.
No por nada era un genio 🙂
Muy buen artículo, Pablo. A mi parecer, un elemento que incentiva esta conexión entre Hawkman y la fantasía épica es el armamento al cual siempre ha estado asociado. A diferencia de, por ejemplo, Adam Strange que siempre ha sido caracterizado como fiel a su pistola láser, Hawkman, y Hawkwoman, siempre han estado asociados, en prácticamente todas sus versiones y orígenes, a armas más propias de la época medieval, como su clásico lucero del alba (el mazo con púas).
¡Gracias, Willi! Y buen aporte lo de la maza. No lo había pensado. Y desconocía que se llamaba así (esto le da un doble sentido al nombre del Lucifer deceita).