Y este viento, el Ardalén, que viene del otro lado del océano, llega cargado de recuerdos de otras vidas… de otras muertes.
Aprovechando que en los próximos meses podremos disfrutar de El pacto del letargo la última obra de
Sabela trata de reconstruir la vida de su abuelo, al que no conoció porque abandono a la familia para buscarse la vida en Cuba a principios del siglo XX. En una de las pocas cartas que la familia conservo hacía referencia a un compañero de un pueblo de las montañas lucenses. Así que viaja allí con la esperanza de encontrar a alguien que lo conociera. En la taberna del pueblo le hablan de Fidel, un anciano que es el único superviviente de la inmigración al caribe de la primera mitad del siglo XX. Apodado El náufrago es un hombre de memoria fragmentada que vive con los fantasmas y recuerdos de un pasado con pasajes irreales. La relación de amistad con Sabela acabara despertando la desconfianza de algunos habitantes del pueblo.
Según las creencias populares, el Ardalén (del galego ar do alén traducido como aire del más allá) es un viento ábrego que sopla desde el mar hacia tierra adentro que se origina en las costas americanas y llega la suroeste de Europa tras atravesar el Océano Atlántico. Llena las tierras del interior de olores a mar, a sal, a yodo y reaviva la llama de recuerdos olvidados. Es de esos recuerdos de lo que trata principalmente Ardalén, pero no solo de lo que recordarnos también sobre lo que olvidamos. Es una historia de viaje reales e imaginarios en la que las fronteras entre ambos se desdibujan y terminan por entremezclarse. Los dramas personales y familiares de los personajes se mezclan con una historia similar a un cuento de hadas de manera que se crea una historia que se te graba en el corazón y de esas de las que no te olvidas y te acompañan mucho tiempo. Es una historia ficticia pero que bebe de muchos hechos reales, que podríamos englobar en el realismo mágico, es mezcla entre el realismo más descarna dado con pasajes fantásticos, pero que sirven para potenciar la historia y, aunque suene paradójico, anclarla a la realidad.
La novela gráfica funciona como la caja de recuerdo familiares, en la que, gracias a las fotos, cartas y los objetos que contiene nos vamos formando una idea del pasado tanto de Fidel como del abuelo de Sabela. Poco a poca vamos discerniendo qué parte de los recuerdos de Fidel, son verdad y qué parte es pura fantasía. Para reforzar esa sensación en la obra están incluidos documentos oficiales como informes médicos, judiciales y policiales que arrojan luz al pasado de los personajes principales y nos permiten ir separando la realidad de la ficción. Esos documentos, que también sirven para que el lector pueda llegar a pensar que estamos ante una historia real, además sirven para separar los distintos capítulos, un recurso muy habitual en otro de los grandes autores europeos como es Enki Bilal. La historia transcurre sin necesidad de grandes golpes de efecto ni giros insospechados y nos lleva, paso a paso, a comprender el mundo de Fidel. Un mundo que en los pinceles de Miguelanxo Prado luce tan poético, sugerente y luminoso que sería un pecado no perderse en él, porque muchas veces es mejor vivir un poco alejado de la realidad, que en una realidad que no nos deje soñar.
Antes hemos dicho que el principal tema de Ardalén es la memoria, pero no es el único, ya que también vemos otros, en mayor o menor medida, como la construcción de la identidad, la soledad de la vejez, el estigma que acarrea la locura, el drama que supuso, y sigue suponiendo, para muchas familias la emigración o la desconfianza a los forasteros. Pero además es un canto a lo rural, al mar y a la belleza de naturaleza, en especial a la de Galicia. Y es que, aunque suene a tópico, el escenario tiene una importancia vital en el transcurso de la trama, con esos bosques que se confunden con el mar y de los que no nos sorprende que pueda salir ballenas, peces y todo tipo de animales acuáticos.
El eje de la historia son las conversaciones entre Sabela y Fidel, dos personajes muy bien definidos y tremendamente interesantes, al igual que todos los que aparecen en la obra, sean reales o imaginarios. Quizás el personaje secundario más interesante resulta ser Tomás, que encarna las habladurías, la desconfianza al extranjero y las envidias que se encuentran en todas las comunidades. Tiene muchos de los grandes defectos del ser humano. En personaje tremendamente realista y amargado en contraposición a Fidel y a Sabela, que no han permitido que la vida les amargue.
Gráficamente es una obra impresionante, hace muchos años que Miguelanxo Prado tiene un estilo consolidado y muy personal. En esta obra invirtió más de tres años en los que hacia 8 páginas al mes y ese tiempo está se ve reflejado en el resultado final que es irreprochable. Como en todos sus trabajos narrativamente es impecable, con una composición de página sencilla, pero con el ritmo perfecto para este tipo de historia, lo mismo que sucede con sus diseños de personajes que siempre están dotados de expresividad. Pero como en todos sus trabajos a color lo que más impacta es el maravilloso uso que hace de este. No solo por lo bien que capta las atmosferas y ambientes, ni por la luz que hay en sus bosques y mares, sobre porque usa el color como una herramienta narrativa, deja que nos cuente las emociones que los personajes. Ardalén contiene alguna de las secuencias más bellas que ha dibujado Miguelanxo Prado y nos dice mucho del mimo que hay en cada una de ellas.
Miguelanxo Prado nació en A Coruña en el año 1958. Sus inicios en el cómic están en los fanzines que se hacían en Galicia a finales de los años setenta. Posteriormente se marcha a Barcelona donde publica en el fanzine Zero, junto a otros autores como José María Beroy, Pascual Ferry, Antoni Garcés, Das Pastoras o Mike Ratera. Posteriormente se introduce en el mercado de las revistas de mediados de los años ochenta. Podemos ver sus trabajos en revistas como Creepy, Comix Internacional, Zona 84, El Jueves, Cimoc o Cairo posteriormente recopiladas en álbumes como Fragmentos de la enciclopedia délfica, Crónicas Incongruentes, Startos, Quotidianía Delirante, Tangencias o Manuel Montano, todos publicados por Norma. Con la crisis de las revistas de finales de los ochenta, pasa a trabajar en otros campos como la animación, es uno de los diseñadores de la serie de Dreamworks Men in black, y la ilustración, pero sigue publicando cómics, aunque con menos asiduidad de la que sus fans querríamos. En 1992 aparece Trazo de tiza su primera obra larga que le vale varios premios como el de la mejor historieta extranjera en la edición de 1994 del Festival de Anguleme. El año siguiente aparece Pedro y el lobo. En 2003 colabora en el especial de Sandman: Noches eternas con los más granado del cómic mundial. Su siguiente trabajo es La Mansión de los Pampín por la que obtuvo los premios a las mejor Obra y al Mejor Guión, en el Salón del Cómic de Barcelona de 2005. Los siguientes años los dedico a la película de animación De profundis en la que se encargó de la dirección, el guion, el dibujo, el diseño gráfico y visual y la producción, posteriormente apareció la versión en libro ilustrado. En 2012 publicó Ardalén y hasta 2016 no vimos su siguiente trabajo Presas Fáciles. Entre medias aparecieron dos volúmenes de Papeles Perdidos que recuperan historias cortas. En este 2020 aparece Amani, un cómic infantil, una faceta de su trabajo más desconocida, pero que lleva cultivando desde los años noventa. En las próximos meses veremos El pacto del letargo, primera parte de la Trilogía del Trisquel. Además, desde 1998 es el director de Viñetas desde o Atlántico uno de los mejores salones del cómic de España.
La edición de Norma es espectacular con un gran diseño, tapa dura y una reproducción muy buena. Como extras vienen unas notas sobre el proceso de realización de la obra y de los lazos que la unen a su película De Profundis.
Voy a acabar la reseña con una pequeña nota personal. La relectura de Ardalén me ha tocado especialmente, de la misma manera que me paso la primera vez que la leí en 2013, ya que mis padres son gallegos y de pequeño veraneaba en una aldea de la provincia de Lugo junto a mis abuelos. Tanto los paisajes como la forma de hablar me han transportado a aquellos días recordando a muchas personas que ya no están, pero que siguen vivos en mis recuerdos. Las palabras de Fidel, Sabela, Celia o Ramón resuenan en mi cabeza con sus voces y eso es algo que para mí no tiene precio y es mérito de Miguelanxo Prado al que solo me queda darle las gracias desde aquí.
Guión - 9.5
Dibujo - 9.5
Interés - 9.5
9.5
Recuerdos
Miguelanxo Prado firma un trabajo que trata sobre la memoria y la identidad lleno de poesía y con algunas de las mejores páginas de su extensa producción. Un cómic imprescindible.
Maravilloso comic y gran reseña