Cuba es uno de los países cuyo régimen político supone un mayor número de opiniones diversas relacionadas con la gestión de sus líderes, podemos resumir estas en tres grandes grupos: los del no enfocado desde distintas perspectivas ideológicas, los del sí, que también son diferentes pero suelen estar vinculadas al comunismo, y aquellos a los que les produce un dilema en tanto que defienden un ideal de democracia rotundo pero ven en Cuba unas características que otros países del mal llamado tercer mundo jamás han tenido, características vinculadas por ejemplo a la educación o la sanidad, es decir, a la base sobre la que se construye esa igualdad social que se clama desde estas posiciones democráticas y que apenas un puñado de los muchos regímenes políticos dictatoriales de la historia de la humanidad han intentado dar a sus ciudadanos. Con esto tampoco se puede obviar que el régimen cubano ha cometido algunas graves desigualdades no solo al no respetar las opiniones políticas eliminando la libertad de opinión de una posible oposición, algo normal en una dictadura, sino también por no respetar algunas cuestiones que hoy en día fundamentan cualquier sociedad igualitaria, un ejemplo es el encarcelamiento de homosexuales y su discriminación social. Un gran dilema sin duda, pero, independientemente de la opinión que cada uno pueda tener sobre el país, siempre está bien contextualizarlo en sentido histórico con un pequeño recordatorio de lo que fue el régimen de Fulgencio Batista, una época de la que “detestable” es lo mejor que se puede decir desde cualquier punto de vista que respete lo más mínimo la vida. Arde Cuba trata sobre el momento del cambio, el fin de unos y el principio de otros, y lo hace tomando una perspectiva, a mi parecer, muy sana, muy abierta y muy interesante, con una actitud crítica claro que sí, pero más en el trasfondo que en la historia.
Agustín Ferrer Casas presenta una nueva obra con Grafito Editorial, un autor cuya carrera demuestra su valía con obras junto a otros autores (Gandhi, El maestro de la vida, La nueva era del sueño o, más recientemente, De muerte) y especialmente en sus obras propias (Las apasionantes lecturas del Señor Smith, Cazador de sonrisas y Cartas desde Argel) todas ellas debidamente recomendadas en el inicio del cómic y es que, por lo que he visto de Grafito Editorial, sus ediciones son muy cuidadas, no solo en calidad de formato y papel sino también en los detalles que introducen a manera editorial, solo hay que pararse a mirar las solapas o la información de la edición, físicamente hablando, es un gran trabajo que los lectores agradecemos.
La historia que el autor nos plantea es sumamente interesante, nos encontramos con personajes reales en situaciones reales, no solo los figurantes como Fidel Castro, Ernest Hemingway (con referencias a España incluidas) o el entorno de la revolución ya en su punto final sino que los propios protagonistas son el conocido fotógrafo Frank Spellman que acompaña al más conocido aun Errol Flynn (a este no hay que presentarlo ¿verdad?) en su viaje a Cuba, esto es real, no solo el señor Flynn viajó al país del caribe y conoció a Castro sino que dedicó parte de su filmografía a la citada nación. Lo que no es real es toda la historia en sí ya que Agustín Ferrer Casas fantasea dentro de la realidad para ofrecer en Arde Cuba un relato lleno de aventuras y conspiraciones que nos logra dejar una sonrisa continua en la cara a pesar de que no todas las situaciones son graciosas, en su guión consigue que el lector quiera constantemente leer más y saber más de estos personajes.
La historia comienza con Frank Spellman y Errol Flynn viajando a Cuba para lo que supuestamente era una búsqueda de localizaciones para películas pero que enseguida nos enteramos que en realidad se trata de una entrevista que un arruinado Flynn pretende hacer a Fidel Castro para luego venderla a un medio norteamericano, con la consecuente negativa del fotógrafo que estaba cansado de retratar la guerra tras su paso por España y la Alemania nazi. Esta ligera mentira lleva al autor a hacer un retrato de la época de la revolución y los distintos actores sociales que allí estaban instaurados. Empezamos con la corrupción policial instigada por la mafia que se había asentado a base de apoyar al gobierno de Batista, un gobierno del que hasta los norteamericanos quieren alejarse de forma oficial, cosa que nos enteramos por un agente de la CIA, las empresas estadounidenses también tienen su papel con intereses económicos en el país que pretenden negociar con Fidel Castro y su panda de “barbudos”, todo ello nos lleva a ese fiel reflejo de las muchas y diversas posturas que allí había sobre lo que estaba pasando en la primera parte del tomo representada en forma de reuniones de los interesados con los protagonistas los cuales intentan convencerles para que representen sus intereses frente a Fidel, es la parte más divertida en el sentido gracioso del que antes hablaba.
La segunda parte empieza con la supuesta entrevista y con un importante cambio en el tono, ya que la historia ya pasa a estar protagonizada por Frank Spellman con el conocido comandante revolucionario Camilo Cienfuegos como secundario, es una parte más cruda ya que refleja la guerra, el peligro y la muerte que les perseguirá durante muchas páginas en las que vemos la crueldad y el miedo inherente a toda revolución violenta, pero también es una parte en la que el autor nos mantiene enganchados con una buena dosis de acción. El desenlace, del que no hablaré para que podáis disfrutarlo, tira más de la conspiración pero estando a la altura de lo anteriormente narrado.
Un punto muy bueno que tiene esta edición es el añadido final en el que se muestra un texto que, primero, nos cuenta las diferencias entre la realidad y la ficción, pues Spellman no fue el fotógrafo que acudió junto a Errol Flynn para realizar la entrevista, entrevista que sí se realizó por cierto. También nos ofrece, en segundo lugar, los datos reales y documentados sobre algunas partes de la historia de la revolución cubana, haciendo hincapié en la figura de Camilo Cienfuegos, con lo que cualquier lector que desconozca la historia puede obtener un relato muy completo.
¿Y qué podemos decir del dibujo? Sensacional, la construcción de las viñetas es sublime, la manera en que se sale de ellas es un añadido perfecto, y la calidad del dibujo está a la altura del guión, a mi ya me enamoró en la primera imagen del barco velero, pero la narrativa, como lleva la acción, la expresividad de las caras y, mucho, el color consigue un conjunto espectacular, con un regusto muy clásico que encaja perfectamente con la temática. Con todo ello, Arde Cuba resulta un cómic muy recomendable que se disfruta de principio a fin, una obra a tener en cuenta.
Arde Cuba
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 8.5
8.7
Notable
En Arde Cuba, Agustín Ferrer Casas mezcla realidad y ficción dando como resultado una obra redonda.
Igor, eres consciente de que ya lo había reseñado un compañero de ZN? https://www.zonanegativa.com/arde-cuba/
Q no tengo queja, eh? menos para un comic como este, pero me ha extrañado…