Arrow, Primera Temporada [Análisis]

Esta noche, a las 22:30, Antena 3 estrena Arrow, la reciente serie de ficción sobre Flecha Verde, el conocido arquero de DC, y no hay mejor manera de tratar su llegada que repasando la primera y única temporada de esta serie que llegó con el punto de mira en la frente y ha conseguido amedrentar a los más feroces rivales. A medida que la serie se iba acercando a su estreno estadounidense y las imágenes y vídeos promocionales se iban acercando, el tono oscuro (verde oscuro) de la producción iba calando más y más hondo. Y es que pese a lo que pueda pensarse de Flecha Verde, uno de los superhéroes más dicharacheros y simpáticos, lo suyo no es el drama por el drama y el nolanismo, seamos francos. Claro que la vida le ha golpeado duro, quién no recuerda los 70 y sus dramas sociales de jeringuillas y traición, pero está bien lejos de ser un héroe atormentado. Pues bien, lo que Arrow nos presenta es un Batman que cambia el negro y las orejas de murciélago por el verde, las capuchas y el rimmel corrido, pero sacando de la coctelera tota la pretensión de postín y dejando el ocio puro y duro. ¿Y sabéis qué? No le sienta nada mal. La fidelidad en tono a las queridas historias del arquero más famoso del cómic es prácticamente nula, aunque estén bañadas en múltiples guiños y el trasfondo sea similar a las últimas publicaciones. Por si alguien está perdido, a modo de resumen, Arrow nos presenta a Oliver Queen, un moderno dandy multimillonario de Starling City que, tras sufrir un accidente de barco en el que su padre muere, queda encerrado en una isla desierta que le cambiará de por vida. Y es que esa isla no estaba tan desierta como parecía en un principio, y la supervivencia extrema perfilará sus habilidades marciales y su puntería a un nivel prácticamente sobrehumano, y lo más importante: le hará madurar, dejando de ser el niñato engreído cierrabaresque era para volver a la civilización siendo un implacable justiciero enmascarado que pondrá su vida al completo servicio de los débiles de la ciudad, quitando del medio a todo aquel que ose hacer de SU ciudad su coto de inversiones. Si Gotham es de Batman, Starling City es de Flecha Verde. Posesión y protección total.

Antes de nada, poco o nada queda, todavía, de las tendencias izquierdistas y el tono político del cómic original. Y digo todavía porque esto no ha hecho más que empezar, y aunque estemos ante una serie de la CW, se aleja ligeramente (a trompicones, todo sea dicho) del paradigma de la cadena y quién sabe si en las futuras temporadas tengamos a un Flecha Verde más similar al del cómic, rechazando la riqueza y la vida opulenta en pro de los más desfavorecidos. En conclusión, que no pretendáis encontraros con los férreos dogmas sociales del Flecha Verde original, pues aquí no se atisba ni pizca de ellos… aún. ¿Qué por qué nombraba con ahínco a The CW? Pues porque es la CW, y eso conlleva ciertas clausulas en el contrato. El punto más destacable de todas sus producciones es el romance. Al igual que convirtieron Smallville en un Al salir de clase en Kansas, Arrow no se queda corto en su ración del pastel empalagoso. Prepárense para triángulos amorosos imposibles, celos, planos cortos de besos, pectorales musculados congestionados por las flexiones previas, y horas y horas de metraje dedicado en exclusiva a relaciones que poco o nada aportan e importan al espectador de nuestro perfil. El objetivo es el público femenino estándar, perdonen la generalización, y Arrow no falla. El romance videoclipero está a la orden del día, quizás no en tanta magnitud como otras de sus producciones, pero el sello CW está presente. Otro punto que chirría y mucho es la presentación de una ciudad del más alto nivel, donde la jet set más sibarita y las estrellas se codean en un mundo de luces de neón, coches caros, alfombras rojas y… ¿no hay otra cosa? De cara al final se nos presentará el barrio marginal de los Glades, donde los delincuentes sarnosos tienen más estilo que un pijo estándar y los callejones oscuros brillan por su ausencia. En Starling City el glamour se palpa a todas las esferas, y el supuesto aire decadente que debería tener brilla por su ausencia, restando verosimilitud a una serie con un protagonista como Flecha Verde. Que por cierto, es Flecha Verde es un apelativo que no aparece en esta primera temporada, siendo el alter ego de Oliver Queen conocido como El Vigilante, en un intento de nominar al héroe más adelante, cuando se consolide como figura del orden y las causas justas. Como héroe, vaya, ya que hasta ahora no deja de ser un saltimbanqui que trae de los nervios a la policía y causa el terror entre los multimillonarios, pero aún está lejos de ser un icono social, un símbolo de su causa.

En otro orden de cosas, como ya anunciaba antes, la serie –o al menos esta primera temporada, claro- es un Batman Begins televisivo. Ya no en narración, pues los orígenes de un héroe forjado a sí mismo no pueden distar mucho en guión al fin y al cabo (presentación del trauma -> decisión -> forjado de armas/traje -> ensayo y error -> consolidación), y más todavía comparando dos tan similares como Batman y Flecha Verde. La similitud viene en tono: tono oscuro, realista, un gusto por el drama gratuito y la traumatización del protagonista excesiva. Oliver Queen es un hombre atormentado, que no duerme por la noche por un pasado que le persigue, y que no es persona, es una máscara justiciera andante que nunca volverá a ser feliz, y cada capítulo se esfuerza por dejarlo patente. Al que le guste Nolan, va a encontrar en Arrow un producto, salvando las distancias (enormes distancias en formato y meta), de corte parecido. Se nos pone en las narices una justificación obligatoria ante cualquier situación, birlando al héroe ese halo de suerte o simplemente licencia de cómic, un formato en el que quizás no hace falta explicar todo para que cuaje. ¿Es negativo este punto? No. A quien escribe esto personalmente no agrada la nolanización y la ausencia de licencias favorecedoras del héroe en cada capítulo, algo tan típico del cómic de superhéroes, pero es la moda, ¿no? Después de la trilogía del murciélago, la otra estrella en el horizonte de Arrow es Perdidos. A base de flasbacks, inconexos al principio y totalmente lineales después, se nos mostrarán los años que Oliver Queen pasó como náufrago en una isla del Pacífico (a priori bebiendo la historia puramente del Flecha Verde: Año uno de Andy Diggle y Jock) la cual le llevó a ser lo que es ahora. No sólo en premisa la influencia de la serie de JJ Abrahams es palpable, sino que el formato también. La llegada a una isla aparentemente desierta, en la que empieza a sucederse una retahíla personajes a cual más extraño/místico y una suerte de misterios los cuales descolocan al espectador y a base de cliffhanger puro y duro el tapiz se va cerrando, resultando todo, gracias a dios, en una historia rutinaria, acorde a la serie, pero no por ello menos emocionante. ¡Y con la invitación estelar de uno de los cazarecompensas más conocidos del universo DC!

Y es que Arrow no escatima en guiños, del mismo modo que no lo hizo Smallville, aunque en este caso da en el clavo tanto o menos, si es posible. La fidelidad brilla por su ausencia, y el amor a calzador bañará las referencias (this is The CW!), pero la sonrisa y el chute de vanidad friki que provocan estas cosas están aseguradas. La Cazadora, Felicity Smoak, Deadshot, Deathstroke (este levantará ampollas, yo aviso) y muchos más, con el tortazo inicial de una Canario Negro que no tiene nada de ello. El elenco deceíta es grande, y todos los que rodean las páginas de Flecha Verde, su microverso, tienen un lugar asegurado, aunque nos os vaya a gustar a todos. No obstante, es un producto único, cercano y alejado del cómic al mismo tiempo, que lo toma como influencia y respeta pero no copia, del mismo modo que se hace con casi todas las producciones audiovisuales actuales. Y así debería ser, brindando al espectador una nueva y única visión del personaje que le pueda gustar más o menos, pero por lo menos despierte el juicio propio. Y ya que hablamos de personajes, toca hablar de actores. Y madre mía qué actores… Sin duda alguna, el punto flaco de Arrow es su calidad interpretativa, rozando el ridículo, estableciendo un nuevo escenario en el reino de la inexpresividad. Si todos nos veíamos venir que Stephen Amell había sido elegido por sus pectorales y no por sus dotes interpretativas, las sospechas se confirman en el primer segundo de Arrow, y el resto de secundarios no acompaña, salvándose de la quema, y por poco, algún nombre como Colton Haynes, quien encarna a Roy Harper (¿Speedy? Ojalá), o Willa Holand, quién es la hermana de Oliver, Thea. El cualquier caso, lo desastroso de las actuaciones no empaña un producto como Arrow, donde tampoco se nos presenta un gran abanico de situaciones dramáticas posibles.

En cuanto a la acción, que esto es una serie de superhéroes y acción, no lo olvidemos, hay y mucha. Aunque en algunos capítulos en el núcleo de la temporada los minutos dedicados a las flechas y los tiros escatimen, el nivel se mantiene decente, mostrando al espectador unas más que aceptables coreografías dignas de la gran pantalla. Eso sí, repetitivas. Los golpes y la dirección se repiten a lo largo de la temporada, pero como ya digo, esto por buscarle un “pero”. Flecha Verde dispara a diestro y siniestro. Flecha Verde se ríe en la cara de los matones con pistola y los grupos de asalto con fusiles automáticos. Flecha Verde se conoce todos los atajos por los tejados de la ciudad. Flecha Verde tiene un arsenal de flechas que van de la flecha gancho a la flecha abridora de cerraduras electrónicas. Flecha Verde apaliza a cualquiera en un combate cuerpo a cuerpo. Flecha verde no falla. Nunca. Es el mejor y al espectador no le va a quedar duda. En conclusión Arrow es entretenimiento puro y duro. Coge lo mejor de varias influencias que no esconde y hace una serie con un target muy amplio, como dictan los cánones de su cadena, que atraerá a los fans del cómic, a los profanos que sólo quieran ver la nueva serie de acción y a sus novias que busquen el romance adolescente. Es una serie que promete y mucho, con un margen de mejora todavía muy amplio y en la que ya se ha forjado una Flecha Verde nuevo, sacrificado y oscuro, con gusto por la sangre, que seguro nos va a traer muy buenos momentos. No se le puede pedir mucho más a una serie predestinada como esta, y si uno no olvida que estamos ante televisión evasiva basada en el universo DC, descubrirá una serie muy divertida, actual y repleta de guiños. Una revisión del héroe que se ha ganado a los más escépticos capítulo a capítulo, flechazo a flechazo.