Una «ficción herstórica” ambientada en la Florencia del siglo XVI
«Al final veo que todos ven solo a una mujer en mí y, por eso, me tratan de manera diferente.»
Todas las historias están contadas. Todos hemos escuchado esta máxima en algún momento cuando entramos en el terreno del debate en torno a la creación, la imaginación y la concepción de nuevos relatos. Pero nuestra actualidad desmiente – en parte- esta máxima. ¿Pueden haberse contado ya todas las historias posibles si hasta bien entrado el siglo XX estas se han abordado siempre desde un mismo punto de vista? Durante gran parte del devenir histórico las mujeres -por no hablar de otros colectivos minorizados- no han podido tener acceso a una educación en igualdad de condiciones al de sus homólogos masculinos y, en consecuencia, su acceso al campo de las artes -como a tantas otras profesiones- les estaba prácticamente vetado. En la cultura siempre ha habido un corte de tipo clasista en muchas de sus esferas y en su propio consumo, pero también ha habido un corte en lo relativo al género e identidad sexual.
Es difícil aún hoy en día luchar contra una tradición que ha perdurado durante siglos. Las pruebas están al alcance de cualquiera que las busque y quiera comprenderlas. En 2019, el Ministerio de Cultura de España hizo público los resultados de un estudio en el que se evidenciaba que en 2018 únicamente un 32% de publicaciones editadas en nuestro país fueron de autoría femenina. Este solo es un dato de otros muchos que se podrían poner para atestiguar una situación que, si bien ha ido mejorando paulatinamente, aún tiene mucho camino por recorrer y no pocas barreras por derribar. En conclusión, todavía hay muchas historias pendientes de ser contadas. Tantas posiblemente como realidades sociales de las que podamos hacernos eco.
Aunque esto también tiene sus condicionantes culturales en cada país y disciplina. En lo relativo al cómic, la presencia de la mujer también ha sido condenada al ostracismo durante décadas en Estados Unidos y Europa, pero Japón es un mundo aparte y desde casi el origen del manga las autoras siempre tuvieron -citando la famosa obra de Virginnia Woolf– «una habitación propia». Fuese esté más o menos grande y limitado por el espacio de la demografía shōjo, las autoras tenían una manera de dar a conocer su voz a los lectores y aficionados. La situación de la mujer en Japón a nivel histórico dista de ser ni mucho menos ejemplar puesto que sus condicionantes sociales son en muchos casos paralelos al de otras latitudes, pero al hablar de manga las diferencias y matices con el cómic americano y europeo están ahí.
En general, el mundo del cómic hoy también se ha sumado al interés por incorporar a la mujer al medio y generar productos que se molestan en acercarse al público femenino y sus realidades. Esto ha alimentado un cambio de perspectiva y la aparición de historias desde enfoques que antes eran ignorados y/o desconocidos. Se le ha dado la vuelta a algunos rancios arquetipos y se han comenzado a producir historias más inclusivas y diversas que han tenido un correspondiente movimiento de mentalidades más conservadoras. El cómic japonés, con los deberes hechos sobre la participación de las autoras en este campo desde hace décadas, ha dado también un paso adelante en los últimos años con propuestas más críticas, incisivas y personales. Este es el caso de la presente e interesante Arte de OHKUBO Kei.
Este manga se podría considerar una “ficción herstórica” que su autora sitúa en la Florencia renacentista del siglo XVI. Nos cuenta la historia de Arte Spalletti, una joven de origen noble cuya principal afición es la pintura y el dibujo. Su sueño es dedicarse profesionalmente a esta disciplina y aprender de los grandes maestros de su época, pero su condición de mujer supone un obstáculo para ello ya que este es un oficio que se considera en manos de hombres. Pero después de la muerte de su padre, su principal benefactor, y ante la insistencia de su madre de casarla y obligarla a dedicar su vida a su esposo y sus futuros hijos, Arte escapa del hogar familiar para acabar convirtiéndose en aprendiz en el taller de un joven pintor llamado Leo.
El contexto de la obra permite a Ohkubo crear una aproximación a la realidad de la mujer en dicha época en tanto sujeto político y social, pero también en su relación con el mundo del arte. Y esto además nos lleva a poder establecer paralelismo con la actualidad, tanto en lo que a las reivindicaciones igualitarias se refiere como al del propio oficio de mangaka con el que Ohkubo ve similitudes en cuánto a esfuerzo de trabajo, voluntad artística y relación con los mecenas y/o editores en uno y otro caso. El peaje a pagar son ciertas convenciones y licencias respecto a la actitud y relación entre sus personajes y que tienen más que ver con la sociedad japonesa que con la mentalidad europea del llamado Siglo de los Descubrimientos.
En contraposición, y salvando este detalle, su autora realiza una cuidada ambientación histórica que nos adentra en las calles de Florencia, moviéndonos desde los opulentos palacios de la nobleza al interior de los talleres y gremios artísticos. Esto alienta otra de las facetas más interesantes de la obra: el trabajo divulgativo y didáctico que realiza sobre el oficio, los utensilios y técnicas de los artistas renacentistas. En ese sentido, estructura e intenciones nos puede recordar a propuestas como Bakuman de OBA Tsugumi y OBATA Takeshi y Blue Period de YAMAGUCHI Tsubasa por esa voluntad de acercarse al hecho mismo del proceso creativo y descubrir los quebraderos de cabeza y sinsabores de su día a día. Es a través de la protagonista de Arte que se nos van dando pinceladas -nunca mejor dicho- sobre la realidad del oficio de artista durante el Renacimiento europeo y que enriquecen mucho la lectura de este manga.
Pero si Arte retrata algo mejor que esto en su obra es la misoginia y el machismo propia de la época y las circunstancias de la mujer en la misma, planteando cuestiones -como apuntábamos antes- que todavía siguen vigentes -para nuestra tristeza- en el mundo contemporáneo. Todo esto lo aborda Ohkubo de una manera abierta y nada tendenciosa, mostrando distintos puntos de vista que van más allá de la visión de su protagonista y su particular realidad. Es la contraposición de la situación de Arte con el mundo masculino en el que pretende medrar y el contraste con otros personajes femeninos con los que se irá tropezando a lo largo de su epopeya, lo que hace que este manga mantenga en su transcurir un discurso bien planteado y con el que no es difícil sentirse identificado.
No estamos pues ante una mera historia de autosuperación como tantas hemos leído en el cómic japonés. Arte tiene tres principales virtudes que su autora equilibra perfectamente: su recreación histórica, su fresco punto de vista y, por supuesto, el calado feminista que atesoran sus páginas. Son estos ingredientes lo que la convierten en una propuesta prácticamente única en su especie. Porque, si bien es cierto que las autoras siempre han tenido un espacio en el manga, no es menos cierto que hasta hace muy poco era poco habitual encontrar historias con una verdadera vertiente de crítica social. Un aspecto que se podría rastrear en publicaciones de corte más underground, pero que es más extraño encontrar en una obra de corte más generalista. Eso hace aún más interesante a Arte, porque podríamos describirla como un slice of life que pone su foco en su peso divulgativo y didáctico eludiendo un elemento de romance que aunque está presente, no es atractivo principal de la historia.
En relación al apartado gráfico, Ohkubo hace gala de un trazo realmente detallado y preciosista, muy adecuado para situarnos y contextualizar la obra. Es notable la investigación que reflejan sus páginas, tanto en lo que tiene que ver con personajes y vestuario, como en lo relativo a su ambientación. No hay un gusto paisajístico realmente cultivado en ella, pero con unas pocas referencias y un foco permanentemente centrado en sus personajes, consigue recrear la ilusión de estar recorriendo las calles de esa Florencia del siglo XVI. La propuesta también elude el habitual blanco y negro de muchas publicaciones manga para introducir unos grises que le dan mucho cuerpo al dibujo y una cierta sensación de grabado que funciona especialmente bien a la hora su recreación de algunas obras pictográficas. El arte dentro del arte podría ser otro aliciente para adentrarse en esta propuesta.
Arte se comenzó a serializar en 2013 en la revista Monthly Comic Zenon de Tokuma Shoten y en la actualidad lleva dieciséis tomos recopilatorios en el mercado japonés. En 2020, se estrenó una adaptación al anime realizada por el estudio Seven Arcs y dirigida por HAMANA Takayuki. En España se convirtió en una de las primeras apuestas de Arechi Manga junto a títulos hoy ya clásicos de su catálogo como Baltzar. El arte de la guerra de MICHITSUNE Nakajima y Magical Holy Shit de Souryu. La edición -de la que ya podemos encontrar nueve volúmenes a la venta- resulta un buen ejemplo del cuidado y calidad habitual que Arechi pone en su labor editorial y que le ha permitido en muy poco tiempo hacerse un hueco en las librerías y las estanterías de los aficionados.
La traducción de Arte corre a cargo de Juan Francisco González Sánchez que teniendo en cuenta la dificultad que esta obra puede ofrecer en términos de investigación realiza un trabajo ejemplar que nos permite disfrutar sin estridencias de esta ficción histórica. La guinda a una obra con muchos puntos de interés y que solo el peso de su propio éxito podría acabar por pasarle factura. Una lectura que por su componente didáctico, su manera de reflexionar sobre el proceso creativo y por el espacio que ofrece al papel de la mujer en el mismo y en la sociedad, puede adscribirse a públicos muy variados y diversos que pueden extraerle distintas e interesantes virtudes y alicientes a la historia. Y es que en el mundo del arte, y en este ancestral oficio de contar historias, quizás no esté todo dicho todavía.
Lo mejor
• La labor didáctica y divulgativas en relación al proceso creativo.
• La perspectiva de género que nos ofrece la obra.
• El detallismo del trazo de Ohkubo.
Lo peor
• Algunas convenciones y licencias que nos remiten a la sociedad japonesa y no a la Florencia del siglo XVI.
• Una ambientación que podría dar mucho más juego.
• La candencia de publicación que nos deja siempre con ganas de más.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.2
¡Puro arte!
Ohkubo nos atrapa con una emancipadora “ficción herstórica” ambientada a principios del siglo XVI en Florencia que aborda a un mismo tiempo cuestiones relacionadas con el proceso artístico y con el papel que la mujer ha jugado históricamente en ella. Un slice of life con un gran peso divulgativo y didáctico y un elemento de romance que no es atractivo principal de la historia.