Una de las historias más recordadas del primer volumen de Astrocity es aquella en la que se establecía una suerte de relación sentimental entre Samaritano y Justicia Alada. En aquel número también se perfilaba el carácter de Justicia Alada como una especie de símbolo y justiciera feminista. En este décimo tomo de Astrocity, Busiek vuelve a retomar todas estas cuestiones.
No es que el comic de superhéroes le haya dado mucha importancia al feminismo a lo largo de su historia. Es evidente que hasta bien entrado el siglo, la mayoría de personajes femeninos en el mundo de los superhéroes representaban a) un ama de casa o comparsa del héroe principal b)un recurso cómico c) un trasunto sin fuste del héroe principal, cuyo cometido vital parecía ser enseñar un poco, solo un poco, el pecho y las piernas.
Por supuesto, existen ciertos puntos de inflexión en la representación de la mujer dentro del clásicamente chovinista mundo del superhéroe con mallas. La revolución feminista de los años 60 condujo a que Marvel intentara dar visibilidad a este movimiento, con resultados, vistos en perspectiva, un tanto ridículos. Pensemos en Valquiria, por ejemplo, con su revelador traje y sus copas al estilo Madonna.
Ejemplos más interesantes y representativos pueden encontrarse fuera del mainstream, en las obras de Aline Kominsky Crumb (musa del underground sesentero), Wendy Pini (pionera de la representación femenina dentro del fantástico con Elfquest) o Debbie Drechsler (autora del desgarrador La muñequita de papá). No obstante, la mayoría de fans siguen considerando que el mayor icono femenino del comic americano es Wonder Woman, un personaje creado por un hombre con una preocupante afición al bondage y la sumisión.
Y pese a todo, es necesario decir que con el paso de los años Wonder Woman se ha convertido en un símbolo realmente válido del cambio. Y no gracias precisamente a la película, sí no gracias a la labor de algunos esforzados guionistas que han comprendido el potencial mítico de Wonder Woman. Entre ellos Mark Waid, Paul Dini, Alan Moore…y Kurt Busiek.
Busiek entiende que el carácter de Wonder Woman es el carácter de las antiguas diosas lunares de la Grecia arcaica. No es una guerrera, no es una defensora, no es una justiciera y por supuesto no es una super-heroína. Wonder Woman es una guía, un espíritu, el espíritu de la verdad que no muestra a los hombres lo que son, sí no que les indica lo que podrían llegar a ser.
En el mundo de Astrocity, Justicia Alada es un trasunto evidente de Wonder Woman. Los esfuerzos de ambas están dirigidos a construir un mundo mejor para las mujeres; pero a diferencia de Wonder Woman, Justicia Alada debe responder ante una autoridad superior. Es complicado luchar por un ideal, pero es aún más complicado transformar los ideales para construir algo mejor. Muchos grandes hombres y mujeres han caído en los infiernos en este proceso. Eso es precisamente lo que ocurre a Justicia Alada en esta recopilación, cuando su nueva relación con Samaritano y la entrada en una de las escuelas para mujeres que dirige de un chico provoquen una polémica sin precedentes.
Para cerrar el tomo, Busiek nos regala dos joyas. En la primera de ellas, conocemos a La Hechicera Suprema de Astrocity y su escudera particular. El segundo número auto-conclusivo es particular por varios motivos.
Los profundos bosques oscuros es la primera historia que no dibuja Brent Anderson. Graham Nolan (legendario ilustrador de Batman) se encarga del apartado gráfico de este maravilloso cuento. Y la palabra “cuento” no es gratuita. El cambio de tono en esta fábula acerca de la imposibilidad de cambiar es evidente, y recuerda poderosamente a las maneras y al estilo de Fábulas.
Con sus diferentes aproximaciones a su criatura, Busiek sigue siendo inmune a todo excepto a su épico destino: mostrarnos que el comic no es un monolito, sí no un diamante con infinitas facetas.