Edición original: B.P.R.D. Hell on Earth Vol. 5: The Pickens County Horror & Others TPB, Julio 2013, Dark Horse Comics.
Guión: Mike Mignola, Scott Allie.
Dibujo: Jason Latour, Max Fiumara, James Harren.
Color: Dave Stewart.
Formato: 152 páginas a color editadas en rústica.
Precio: 19,99 $
Resulta sorprendente que llevemos ya cinco tomos del segundo volumen de BPRD, los subtitulados Hell on Earth. Sumando los ejemplares de cada arco argumental, la serie se ha convertido probablemente en la más longeva editada por Dark Horse, con más de cien números a sus espaldas. Y su calidad e interés no sólo no disminuye, sino que a base de volantazos en forma de nuevos personajes, la trama continúa viento en popa, totalmente recomendable. Traspasando la centena entonces, este tomo en cuestión, a priori de transición, presenta tres aventuras que amplían el universo de la agencia para la investigación de lo paranormal.
Es paradójico que sean las otras dos historias y no la que no da título al tomo, donde radiquen los puntos altos de esta recopilación. Si The Pickens County Horror es una amena historia de vampiros, que preconiza la participación de esta raza en el infierno que se ha desatado en la tierra, y por tanto, semilla que crecerá en las tramas posteriores, algo me dice que tanto The Abyss of Time como The Transformation of J.H. O´Donnell jugarán un papel importante en historias futuras.
Mignola logra, jugando con los propios clichés que una y otra vez ha desgranado en la serie, divertir y emocionar con una historia de casa encantada en The Transformation of J.H. O´Donnell, donde el personaje que da título al relato se convierte en un secundario que ojalá gane protagonismo. El lugar común que supone ver a Hellboy a cachetazos contra un demonio protector de una casa encantada resulta la base rítmica para la melodía que supone la verdadera historia del doctor O´Donnell, un experto en literatura ocultista que será testigo de un aquelarre de espectros que le cambiará la vida. Y digo que ojalá gane protagonismo porque augura una nueva vuelta de tuerca al tema de la posesión desde una perspectiva kafkiana. Eso, en medio del holocausto que está narrando Mignola puede resultar otra alegría para nuestros sentidos. El trazo audaz de Max Fiumara sirve como campo de pruebas para la futura serie en solitario de Abe Sapien. Y el dibujante no sólo cumple, sino que despliega un estilo tan particular que el propio Mignola debe haberlo tenido claro para cederle las riendas de su creación. Y todos contentos. A medio camino de la expresividad del manga y bebiendo del estilo animado de tipos como Enrique Fernández, aunque supongo que el argentino desconocerá a este magno autor español, Fiumara diseña sus viñetas con la alegría de quien está jugando a su juego favorito. Una delicia para los ojos, que se distancia un tanto de la norma sucia de los títulos del universo Hellboy, pero siempre para bien. Otro acierto para la factoría Mignola.
El tercer título en cuestión también supone la confirmación de otro dibujante que viene para quedarse. Y qué dibujante. James Harren llena las páginas con su capacidad para el detalle y su festín de diseños, emparejándole con el gusto europeo. Su historia sobre Gall Dennar, un hombre de las cavernas que debe luchar contra las primeras representaciones de los dioses primigenios que pueblan el universo Hellboy, bien podría haber sido editado en formato álbum con portada de cartoné. Zombis famélicos y alucinados, tribus prehistóricas luchando por sobrevivir y nigromantes invocando criaturas de otras dimensiones, amplían también el citado universo Hellboy hasta el tiempo antes del tiempo, donde los Mamuts deambulaban majestuosos y el hombre aún luchaba con palos y piedras.
Librerías ocultistas poseídas por extraños cultos, la investigación truncada de la Historia de los Vampiros de Norteamérica, los primeros vestigios del Infierno en la Tierra durante la época prehistórica, no-muertos de todo tipo, momias y espectros en un tomo repleto de lo mejor que caracteriza la ya extensa obra como argumentista de Mike Mignola. El creador de Hellboy no parece dar signos de desfallecimiento, desarrollando sus mundos de manera incansable. Este tomo es un ejemplo perfecto de ello.
Yo quiero cien números más.
Entre las fabulas y la bureau hoy siento nostalgia de estas dos grandes colecciones. Empecé el «collection» de «Plague of foguees» y su longevidad y precio me hacen retrasar la adquisición de nuevos tomos. Sin duda una excelente lectura. Entretenimiento de calidad.