Algo se está cociendo bajo los guijarros…
«…no me acuesto con tu árbol genealógico. Cuando te miro a los ojos, no busco la mirada de tus padres»
El período vacacional de verano, para quienes puedan disfrutarlo, suele ser un buen momento para recuperar lecturas que dejamos aparcadas durante el año laboral. En esta mini sección nos ocuparemos de algunas obras que no tuvieron espacio o que se quedaron sin reseña debido a la vorágine de estrenos de cada temporada.
Y empezamos con Bajo los guijarros, la playa de Pascal Rabaté, una historia interesante y muy original que resume casi todas las principales virtudes de este autor francés que tan buena impresión nos produjo con su excelente La debacle, reseñada aquí.
La acción de Bajo los guijarros, la playa trascurre en Francia durante el final del verano de 1962, en el ficticio pueblo termal de Kertudy. Albert el joven preuniversitario de una familia de tradición militar se queda unos días más en la residencia de estío, mientras sus parientes regresan a la habitual. Faltan quince días para que ingrese en la academia militar. En la misma situación están Francis y Edouard que van para empresario y juez, respectivamente. Los tres jóvenes deciden pasar los quince días de libertad familiar bebiendo en la playa y holgazaneando, pero la primera noche conocen a Odette, componente femenina de una curiosa banda de ladrones, que les cambiará completamente la vida, sobre todo a Albert…
La historia se estructura en torno al contraste entre la ordenada y sofocante vida burguesa de los jóvenes protagonistas con la clandestina precariedad de los delincuentes que conocen. La colisión de estos dos universos paralelos se produce a través de Odette y Albert, a causa de la atracción sexual y del amor. La fascinación que ejerce la chica sobre el joven aspirante a militar consigue que se replantee su planificada, aburrida y ordenada existencia para vivir según sus necesidades más íntimas. El futuro que le espera es incierto, pero lo que tenía previsto – bajo la asfixiante supervisión de su familia y entorno social – era castrante e inadecuado.
Pascal Rabaté nos describe unas situaciones algo ligeras, en ningún momento pone énfasis en el enfrentamiento entre Albert y su entorno, no nos muestra con toda su crudeza la opresión parental, ni las consecuencias de la emancipación. Se fía de la capacidad del lector para rellenar algunas lagunas que existen en los pasajes más violentos, más represivos y consigue conservar casi en todo momento un tono de aparente levedad, que redunda en el aspecto global de relato veraniego. La ligereza del tono consigue que dejemos la última página con una sonrisa, pero impide que la obra nos deje un poso profundo y duradero en nuestra memoria.
Otro aspecto más metafórico y abstracto de esta obra consiste en la descripción del ambiente pre revolucionario que comienza a gestarse en Francia a principios de la década de los sesenta. Si bien es cierto que el llamado Mayo del 68 fue un levantamiento obrero, por mucho que la cultura occidental lo haya disfrazado de happening hippy, no deja de ser cierto, también, que cierta parte de la burguesía imperante en la época, especialmente la más joven, se estaba cuestionando la vigencia de una sociedad cerrada y represiva que nacía de una terrible y traumática experiencia bélica mundial. Las mentes y los espíritus más inquietos empiezan a renegar de los corsés autoritarios y anacrónicos del establishment imperante en el país galo para buscar caminos alternativos, tanto social como laboral y artísticamente, unas propuestas diferentes que se expresarán de manera radical en las calles en la primavera y verano de 1968 y que acabarán imponiéndose a base de realidad social e histórica.
En esta obra, utilizando una anécdota aparentemente menor, Rabaté describe perfectamente este inicio de choque de generaciones, esta colisión de culturas y de formas de entender la vida. Desde el mismo título, el autor francés nos ofrece los primeros indicios de unos cambios sociales y políticos globales que transformarán el mundo occidental de la segunda parte del siglo XX.
En el aspecto gráfico es donde Pascal Rabaté acierta de lleno para realizar uno de los mejores trabajos de su carrera. Con un estilo más naturalista, menos delirante que en La debacle, el autor francés aborda un relato coral, donde los personajes están bien definidos y donde las situaciones respiran veracidad y exactitud.
El artista divide sus páginas en un esquema alternativo de tres o cuatro tiras con dos o tres viñetas cada una. Solo en contadas ocasiones usa cuadros más grandes, que ocupen una porción mayor de la plancha y lo reserva para momentos culminantes o de introducción.
La narrativa es original, atractiva, legible y exacta. Destacan unas páginas mudas perfectamente coreografiadas y con elementos poco comunes como generosos ángulos picados – casi cenitales – e imágenes subjetivas.
La descripción física de los protagonistas es nerviosa, primando lo expresivo a lo descriptivo, subrayando algunas características más predominantes de cada personaje para hacerlo único e irrepetible. El entorno está perfectamente delimitado, el paisaje es casi minimalista pero contiene lo esencial, siendo la descripción del mobiliario y atrezo – tan relevante en la trama – uno de los grandes aciertos del apartado gráfico.
Tanto las escenas nocturnas como los contraluces son muy evocadores y están resueltos a base de densas manchas de tinta negra y nerviosos pero armónicos rayados manuales. La inclusión del color, muy apagado y uniforme no aporta un valor narrativo significativo al conjunto, pero constituye un adorno delicado y evocador.
En cuanto a la realización técnica y material del libro a cargo de Planeta Cómic, Bajo los guijarros, la playa es un álbum en cartoné, de un tamaño no muy generoso, pero que no impide la correcta lectura de la historia. Está aceptablemente impreso y con cuenta con un buen papel. No contiene ningún extra, ni escrito ni gráfico, y su precio es bastante aceptable si tenemos en cuenta los episodios inflacionistas que estamos viviendo.
Con Bajo los guijarros, la playa el autor francés Pascal Rabaté consigue describirnos el malestar, aún embrionario, de una parte de la sociedad francesa que derivará en la explosión social del Mayo del 68. A través de un episodio casi trivial y de una experiencia de superación individual, el artista de Ibicus nos transmite una rebeldía incipiente llena de presagios y motores de cambio.
Si, como nos ha pasado a nosotros, la lectura de esta hermosa propuesta ha dejado paso a otras de más apremiantes, aprovechen estas semanas de ralentí para darle una oportunidad. Bajo su aparente ligereza esconde argumentos de gran peso.
Salut!
Lo mejor
• La excelente realización gráfico-narrativa de Rabaté.
• La originalidad de su planteamiento.
• La atmósfera, perfectamente descrita.
Lo peor
• Que puede resultar algo liviana.
Guion - 8
Dibujo - 9
Interés - 8.5
8.5
Premonitoria
Una obra muy interesante que, bajo una apariencia ligera y aspecto formal delicioso, nos describe un malestar que se convertirá en una tormenta histórica