La editorial sorprendió a propios y extraños el pasado octubre, durante 22º Salón del Manga de Barcelona, cuando anunció la edición de
Todos pensamos en la jugada arriesgada la de la editorial trayendo no sólo una, sino tres obras, de un autor completamente desconocido en occidente. Y hablo de toda esta parte del mundo porque, a fecha en la que escribo estas líneas, no he encontrado ninguna publicación europea o americana que edite a Umezawa. Hay que tener valor.
Bajo un cielo como unos pantis es el primero de una serie de dos volúmenes que recogen todos los cuentos escritos y dibujados por Shun Umezawa desde 2001 hasta 2015. La edición original japonesa, publicada por
Nacido el 13 de diciembre de 1978, Shun Umezawa debutó de manera profesional en las páginas de la Weekly Young Sunday de la editorial
Los relatos de Umezawa nos muestran la cara menos conocida de la sociedad japonesa; esa capa de polvo incómodo que el país nipón trata de esconder, cuidadosamente, bajo una preciosa alfombra de progreso y bienestar social que a todos se nos antoja ideal.
Todos sabemos que Japón puede hacer gala de una cultura higiénica ejemplar, presumiendo de tener algunas de las ciudades y calles más limpias del planeta. También son famosos sus bajos niveles de delincuencia pese a que su capital, por ejemplo, es la segunda conurbación más poblada del mundo superando los 39 millones de habitantes. El transporte, efectivo y puntual, es otro de sus orgullos junto a su férreo protocolo social de respeto, abanderado por el arigatō (gracias), el sumimasen (lo siento/perdón) y sus diferentes grados de reverencias a la hora de presentarse. Tampoco debemos obviar, por supuesto, que el país del sol naciente se encuentra entre las cinco primeras potencias mundiales gracias a su elevado poder económico.
Pese a todo lo utópico que pueda parecernos, Japón tiene -como cualquier país y sociedad- una cara menos amable que hemos podido conocer estos años atrás. Pese a su poderosa economía, sus cómodas y limpias ciudades, su baja delincuencia o su alta esperanza de vida, Japón se encuentra entre los diez primeros países desarrollados con la tasa de suicidios más alta.
Aunque en contra de la errada creencia popular no llega a cifras altamente alarmantes como las de Groenlandia, el suicido se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza para Japón durante las últimas décadas. A este grave problema social anteceden otros, como la reclusión social (al lector le sonará el término Hikkikomori), las jornadas laborales extenuantes y los números tabúes que condicionan a la sociedad nipona, entre otros problemas.
Uno de esos principales tabúes es el sexo. A muchos japoneses les cuesta intimar y así, mientras que la autosatisfacción y el consumo de pornografía sube, los niveles de natalidad bajan y las relaciones sociales se vuelven cada vez más frías.
Por supuesto, todos estos datos los hemos podido conocer en esta parte del mundo a través de producciones audiovisuales o editoriales ajenas a Japón. Los japoneses no suelen ser autocríticos (por lo menos de manera abierta) y difícilmente admitirán este tipo de problemas. Llega el momento de hablar de conceptos como
Podríamos decir que Honne simboliza la opinión y el pensamiento individual verdadero (el auténtico deseo), mientras que Tatemae hace referencia a las obligaciones sociales y a las opiniones acordes al pensamiento general (el deseo impuesto). Así pues, cuando las palabras que salen del individuo no coinciden con las de sus verdaderas intenciones (Honne), hablamos de Tatemae.
Esta actitud es un pilar fundamental de la sociedad japonesa y para ellos, lejos de resultar hipócrita (lo que puede parecer a ojos de un occidental), es necesaria. Saber discernir entre estos dos términos y aplicarlos en las ocasiones oportunas está considerado como una auténtica virtud. Los japoneses prefieren mantener la armonía y, como resultado de sus continuos protocolos, prefieren ocultar la verdad o directamente esquivarla.
Es difícil encontrar un manga contextualizado en la sociedad japonesa contemporánea en el que veamos, explícitamente, el consumo de drogas o escenas sexuales (incluso entre individuos del mismo sexo, algo lleno de prejuicios en Japón pese a la aceptación de los contenidos homoeróticos en la industria del ocio sexual), pero las viñetas de Umezawa nos muestran estos tabúes sin pudor alguno.
Este primer volumen recopila cuatro relatos del autor y aunque desconocemos la fecha original de cada uno, todos ellos respiran temas de rabiosa actualidad.
El primero de estos relatos, de título homónimo y divido en dos capítulos, nos presenta a un peculiar trío de estudiantes de secundaria que afrontarán temas como el acoso escolar, la discriminación hacia las personas con discapacidades psíquicas y la ocultación de la auténtica orientación sexual. El miedo hacia una situación de emergencia inminente, encabezada por un bombardeo bajo la amenaza de guerra por parte de países como Corea del Norte, también está presente y le sirve al autor como una metáfora crítica hacia las preocupaciones que la sociedad japonesa tiende a exagerar.
En el segundo relato,
El cuarto y último relato,
Juzgándolos en retrospectiva, los relatos incluidos en este primer volumen de Shun Umezawa plantean una serie de temas, maneras y problemáticas sociales que ruborizarían a cualquier japonés. El acoso, las relaciones enfermizas, la xenofobia o la sumisión son problemas reales que no pueden ser combatidos con la hipocresía. Umezawa critica el Tatemae (deseo impuesto) y saca a relucir el Honne (auténtico deseo) en cada una de sus historias.
Escribir relatos es más cómodo que contar historias largas; pero un buen relato tiene que gestionar bien su ritmo, presentando una introducción efectiva, un desarrollo claro y un desenlace notable. Umezawa demuestra que domina los elementos narrativos del género de manera notable y no decepeciona en este sentido.
El principal atractivo de sus cuentos son, sin duda alguna, los personajes. En Bajo un cielo como unos pantis nos encontramos con individuos incompletos, solitarios y marginales, que luchan por mantener la dignidad ante un mundo que los denigra y los maltrata.
En el aspecto visual, Umezawa hace gala de un dibujo expresivo, notable y actual. Las escenas sexuales, así como las violentas, pueden resultar altamente explícitas y lo raro de la mezcla de temática puede hacer que el lector se extrañe ante lo que pasa por sus ojos. No obstante, la extrañeza de este manga invita a que sea leído, resultando adictivo y entretenido.
En cuanto a la edición, ECC ha cumplido con sus estándares y nos ofrece un buen trabajo. El presente tomo contiene 224 páginas en blanco y negro con buena impresión y maquetación de lectura cómoda. Las referencias que hace el autor a la cultura pop -tanto nacional como internacional- son frecuentes, pero quedan perfectamente enmarcadas por la notable traducción que se ha dado a la obra. Mención especial a las sobrecubiertas, idénticas a las de la edición original, de colores atractivos y diseño excelente.
La esencia de Bajo un cielo como unos pantis es ácida y extraña, pero rabiosamente real. Estamos ante una obra alternativa que funciona como un duro retrato de ciertos temas y sectores de la sociedad japonesa actual, con el que se denuncia la falta de individualidad y de libertad emocional en ámbitos como el escolar, el laboral o el de las relaciones íntimas.
El Japón tradicional de la pausada y armoniosa ceremonia del té contrasta de manera violenta con el Japón acelerado y solitario de hoy. Algo chirría entre medias, y ese sonido es el de los gritos silenciosos de muchos individuos a los que Shun Umezawa da voz, desde el underground japonés más excitante y contestatario.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Excelente introducción a los excitantes y críticos relatos de Shun Umezawa, uno de los autores más interesantes del manga alternativo actual.
Esta no es una obra fácil, es sucia, deprimente, incómoda. Pero es necesaria. Es necesaria para ver esa cara oculta de la sociedad, la de los discriminados, los diferentes, los que Japón no quiere que conozcas.
A mi los relatos que mas me gustaron fueron «Caos en las aulas» y «Paisaje con Watanabe»
Una valoración muy acertada, David. Opino igual en cuanto a la esencia de la obra.
‘Caos en las aulas’ es orgásmico, insisto, muy divertido. ‘Paisaje con Watanabe’, por otro lado, es tremendamente siniestro y tierno a la vez.
No tenía controlada esta obra, pero parece que habrá que echarle un vistazo.
Totalmente recomendada, Raku.
Pásate por aquí y cuéntanos qué tal si le das un tiento.
Donde la puedo encontrar para leerla en español?? Si alguien sabe ,se lo agrdeceria 🙂
https://www.ecccomics.com/comics/bajo-un-cielo-como-unos-pantis-3430.aspx
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