Entre baños y recuerdos.
«Esta historia no está basada en hechos reales. Todo lo contrario, son recuerdos.»
Aunque su primer cómic El regreso del Hombre Pez (Glénat) apareció en 2009, no es hasta el año 2017 cuando
Los baños era un tipo de local que apareció en España en los años setenta en zonas costeras y con una población de pocos recursos de España donde las playas estaban muy sucias y eran poco seguras para bañarse. En ellos se combinaban una piscina con todos los equipamientos con un restaurante. Baños Pleamar era uno de esos locales. Estaba situado en Badalona y era propiedad de la familia de Isaac Sánchez que no solo se limitaban a regentarlo, también vivían en él. La historia se desarrolla entre finales de los años ochenta y principios de los noventa y en ella podemos ver un fiel retrato de su familia, en particular, de su padre y su madre, que se convierten en el eje que vertebra la historia del resto de los miembros de la familia. Su padre era un antiguo cantaor, aficionado al culturismo de espíritu libre y su madre una antigua monja gallega hija de falangistas. Una combinación curiosísima que da lugar a un microcosmos único dentro de los Baños Pleamar. Isaac Sánchez nos va desgranando el día a día familiar que, pese a todas sus particularidades, sirve como un reflejo certero de la sociedad de la época con el que todos los que vivimos en esos años nos podemos identificar y reconocer lugares comunes haciendo que la historia transite de manera natural desde lo particular a lo universal. Aunque la obra no entra a realizar una crítica profunda de esa realidad ni analizarla, ya que no es lo busca su autor, su objetivo es hacer un homenaje a sus padres a través de sus recuerdos.
Como dice la cita que encabeza esta reseña y que abre la novela gráfica en Baños Pleamar no nos encontramos ante una historia con una estructura lineal y que busca reflejar la vida de la familia del autor de manera fiel y minuciosa, lo que tenemos son un compendio de recuerdos y como sucede con ellos no siempre se ajustan a la realidad, ya que siempre tendemos a idealizarlos para quedarnos solo con lo mejor. El autor badalonés tampoco tiene un especial interés en los detalles, lo esencial son las emociones que están ligadas a esos recuerdos y que le permiten hacer un precioso homenaje lleno de amor por su familia y, en menor medida, por la cultura a la que accedió en su infancia a través de series de dibujos animados, películas, cómics, música o videojuegos, que alimentaron los primeros cómics que dibujo, introduciendo algunas de aquellas páginas en la obra.
Aunque en un principio puede parecer que estamos una obra que nos puede recordar a otros cómics apegados a la realidad que nos hacen viajar a la época en la que transcurre la historia como La casa (Astiberri) de Paco Roca, Todo bajo el Sol (Salamandra) de Ana Penyas o Siempre tendremos veinte años (Norma) de Jaime Martín, Isaac Sánchez le da a la obra un toque de realismo mágico que la aleja un tanto de esos otros cómics de carácter más documental y nos recuerda que estamos viendo la vida de los miembros de su familia a través de los ojos del niño que fue. Esos ojos que nos hacen ver a nuestros padres como gigantes perfectos y no acaban de ver la cruda realidad convirtiendo a los habituales yonkis de aquellos años en vampiros o a los delincuentes callejero en villanos sacados de la serie de dibujos de Las tortugas ninja. Esa ingenuidad también se puede ver en la forma de retratar a sus padres y su familia, cuyos problemas siempre están contados desde el cariño, en particular algunas de las más que cuestionables decisiones de su madre. Sin duda, ella es personaje más complejo y el que más le habrá costado escribir. Sobre todo, después del giro que se produce en la última parte de la novela gráfica, que se convierte en la parte más interesante y emotiva. La obra quizás peque de ser algo sensiblera, pero hay que recordar que el autor nos está desnudando sus sentimientos por sus seres queridos y es imposible que no se vea el amor que les profesa.
Gráficamente estamos ante la mejor obra de Isaac Sánchez hasta la fecha, aunque es posible que no alcance la espectacularidad de sus anteriores trabajos mucho más llamativos, pero en esta ocasión demuestra un mayor dominio del medio y una mayor versatilidad. Al ser un trabajo de corte más intimista la obra tiende más a unos primeros planos resueltos con una enorme pericia, ya que lo importante es que veamos las emociones de los protagonistas. Además, durante la obra vemos como emplea varios estilos gráficos diferentes. El principal realista, aunque con un toque caricaturesco, pero también vemos uno que es heredero de la escuela Bruguera que usa para contarnos el pasado de sus padres, otro muy abocetado para la escena inicial, además de páginas en las que introduce fotos reales que emplea en la parte final de una manera realmente brillante. Esa mutación de estilos también se produce en la composición de página que va variando para responder a lo que demanda cada escena, entre las que también hay que destacar las que contienen elementos fantásticos que están muy bien resueltas y sobre todo la parte final de la obra que, sin duda, es la mejor resuelta en todos los aspectos, también el grafico.
Dolmen hace una buena edición con una reproducción buena y un diseño que sigue la senda marcada en otras obras recientes como El diablo y el señor Twain.
Baños Pleamar es una novela gráfica que supone un arriesgado giro en la carrera de Isaac Sánchez del que sale airoso firmando una preciosa historia llena de recuerdos familiares que sirve como reflejo de una época y bellísimo homenaje a sus seres queridos.
Lo mejor
• El amor que refleja en la obra Isaac Sánchez por su familia.
• El reflejo de la realidad social de principios de los noventa.
Lo peor
• Que los prejuicios sobre el autor eviten que los lectores se acerquen a este trabajo.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.2
Recuerdos
Isaac Sánchez nos relata la historia de su familia en una novela gráfica creado a través de los recuerdos del niño que fue en la que no hay espacio para la amargura.