Auge y caída de en Matallada
«¡Esta ciudad tiene una tarea difícil de cumplir para mostrarse digna de la benevolencia del Caudillo!»
Barcelona. Alma negra es un álbum hermoso pero algo descompensado. Más que resentirse de la compenetración de sus múltiples padres; Denis Lapière y Gani Jakupi al guion con Rubén Pellejero, Martín Pardo y Eduard Torrents al arte, la historia padece por tiempo que ha necesitado en realizarse, unos 8 años y, también, por los cambios de rumbo que ha experimentado el proyecto. Estamos ante una obra que contiene numerosos momentos hermosos, trágicos, terribles y emocionantes, pero que nunca acaba de fluir armónicamente, le falta ritmo y cohesión interna.
Carlos Moreno Vargas es un joven adolescente barcelonés que tras la Guerra Civil Española se dirige a Francia para establecer un modesto canal de contrabando. Su padre tiene un colmado en la ciudad condal y guarda un oscuro secreto. En la capital catalana se están produciendo una serie de asesinatos de carácter sádico y sexual que ponen en jaque a la policía franquista. La primera víctima de este asesino en serie fue la madre de Carlitos que vio su cadáver entre las ruinas de un bombardeo.
Barcelona. Alma negra narra la dura ascensión vital de un hombre torturado por su pasado, que progresará socialmente usando la violencia y el crimen, pero cuya caída toma tintes de liberación. Además, y quizás es lo más interesante del relato, nos ofrece un certero retrato de una época, la del franquismo que abarca del final de la Guerra Civil hasta la muerte del dictador, vista desde un punto de vista criminal, empresarial y social, aspectos que muchas veces se entrecruzan y acaban irremediablemente unidos.
El protagonismo de Carlos Moreno es absoluto, pero los personajes femeninos, Paula, Eva y Jocelyne atraen todas las miradas. Son mujeres de muchos matices, llenas de humanidad que quizás hubiesen merecido un recorrido más amplio en esta historia.
En el aspecto gráfico, la obra presenta un aspecto inmejorable. Se nota que la consigna del equipo artístico de no abusar de las postales turísticas ha calado a fondo. La ambientación es modélica, eficaz, llena de matices pero sin entorpecer la correcta lectura de la trama. Los personajes están perfectamente caracterizados, son creíbles y evolucionan de una manera orgánica y acertada. Pellejero juega con sus miradas para puntuar las escenas. El miedo, el odio, la pasión, la tristeza o la ira están perfectamente delimitados en los ojos de los personajes y sus rostros expresan mucho más que 1000 palabras.
La narrativa es clara, concisa y sin muchos aspavientos. Todo está perfectamente medido y algunas secuencias, como la llegada de policía Santos al lugar donde va a encontrarse con el asesino en serie, están resueltas de una manera ejemplar. En general, las escenas mudas son de un atractivo innegable.
El coloreado es austero y funcional. Privilegia los colores sepia y ocre para las escenas más antiguas y resalta con rojos y naranjas tenues las escenas más contemporáneas. Lo más llamativo y brillante a nivel cromático es la atractiva portada.
La edición técnica y material del libro, a cargo de Norma Editorial, es modélica. El álbum es en cartoné, tiene un tamaño muy generoso, está bien impreso y cuenta con un papel excelente. No contiene ningún tipo de extra adicional, ni escrito ni visual, y su precio es alto, como casi todos en estos tiempos que corren. Podemos encontrar tanto una versión en castellano como en catalán.
Barcelona. Alma negra es una historia hermosa, a ratos apasionante, que no despega por completo debido a una falta de ritmo interno, de una fluidez narrativa entre los distintos episodios de la obra que nos desconcierta y nos acaba dejando una sensación de frustración. La rocambolesca vida del protagonista y sobre todo el contexto histórico en que se desarrolla el relato nos atrapa, pero echamos en falta más espacio para conocer en profundidad a algunos personajes y para entender mejor algunas situaciones.
En cambio el final es hermoso. Gani Jakupi tenía muy claro como concluir esta epopeya. Acaba con la muerte del dictador, con el “Españoles, Franco a muerto”, porque según el guionista: “Muerto el perro, muerta la rabia”. Pero a Rubén Pellejero no le resultó tan fácil terminar. Confiesa que le costó mucho encontrar la forma de dibujar el gesto final de Carlos, como plasmar su última expresión… porque no debe ser nada fácil dibujar la sonrisa de quien lo ha dejado todo atado y bien atado.
Salut!
Resumen de la presentación de la obra a cargo de Gani Jakupi, Rubén Pellejero y Martín Pardo.
Lo mejor
• La descripción de una época pretérita, pero aún palpable en nuestros días.
• El arte de Pellejero para expresar sentimientos profundos a través de los rostros.
• La factura artística del conjunto. Especialmente la ambientación.
Lo peor
• La falta de cohesión interna y fluidez de la historia.
Guion - 7.5
Dibujo - 9
Interés - 8
8.2
Creíble
Una obra irregular, con grandes momentos y un trasfondo histórico muy interesante