El término inglés “alien” se utiliza para referirse a cualquier criatura que procede del espacio exterior, esto es, un extraterrestre o un alienígena. Sin embargo, también tiene otras connotaciones más sutiles. Lo alienígena es también lo desconocido, lo extraño, lo que no nos resulta familiar, lo que parece fuera de lugar. En ese sentido, el término puede emplearse para designar a una persona que habita en un país que no es el suyo propio, es decir, un inmigrante. No es extraño, por tanto, que la cultura popular haya abordado el tema de la inmigración desde la óptica que proporciona la ciencia ficción en más de una ocasión. Barrier, serie de cinco números realizada por Brian K. Vaughan, Marcos Martín y Muntsa Vicente, es un drama poco convencional sobre la violencia, las barreras arbitrarias que nos separan y la inmigración ilegal con un giro de ciencia ficción. Se trata de una historia sobre cruzar barreras; algunas de ellas físicas y mundanas (como la barrera que cierra la frontera de un país), pero otras mucho más abstractas (como las barreras del lenguaje que limitan la comunicación y nos mantienen aislados). En palabras del propio dibujante, “[Barrier es] una historia sobre las barreras que levantamos entre nosotros y el viaje necesario para comprender que todos compartimos un mismo destino”.
Publicado como cómic digital sin DRM en la página web de Panel Syndicate entre diciembre de 2015 y julio de 2017, Barrier ofrece una propuesta singular por tratarse de un cómic que mantiene sus diálogos en el idioma natal de cada personaje sin ofrecer traducción alguna. Esto hace que la obra intercale dos idiomas (tres, si contamos el peculiar idioma alienígena) de forma intencional para tratar uno de sus temas principales: las dificultades para comunicarse con aquellos que son distintos a nosotros. Por este motivo no ofrece sus textos traducidos, ni siquiera como notas al pie. Es más, la obra asume que el lector va a tener problemas para entender al menos una parte de los diálogos y cuenta con ello de forma implícita. ¿Qué mejor forma de lograr que el lector empatice con la situación de los personajes protagonistas que obligarle a experimentar una situación similar desde su casa? El propio formato de Barrier sirve para reforzar su temática de una manera muy inteligente.
Barrier llegó en un momento muy delicado en el que el debate social sobre la inmigración ilegal estaba a la orden del día en Estados Unidos gracias a la incendiaria campaña presidencial de Donald Trump. La idea seminal de la obra tuvo que ser anterior a los descabellados discursos sobre la construcción del muro en la frontera mexicana de Trump, pero es cierto que los autores supieron capturar el sentir general de una parte importante de la sociedad en ese momento y plasmarlo en su cómic. Quizá simplemente supieron aglutinar viejas ideas que han estado presentes desde siempre en nuestras vidas, pero la obra se percibió como algo tremendamente contemporáneo y apegado a esos días oscuros de la historia americana. Frente a esa oscuridad, Barrier ofrecía un cierto atisbo de esperanza. Aunque no sea tarea fácil, cualquier barrera se puede derribar: los muros caen, las distancias se recorren, los lenguajes se descifran y la comunicación encuentra un terreno común.
El protagonismo de la historia está compartido por dos personajes muy diferentes: un hombre y una mujer, ella americana y él hondureño. Ella habla en inglés, él habla en español latino. Ninguno de los dos conoce bien el idioma del otro.
Liddy es una mujer de mediana edad de Pharr, Texas, una ciudad fronteriza que limita con México. Liddy cuida de su rancho en solitario, aunque sabemos que estuvo casada anteriormente. Su vida es gris y monótona, carente de alicientes. Un día, después de encontrarse la cabeza terriblemente mutilada de uno de sus caballos, empieza a temer que uno de los cárteles mexicanos quiera usar sus tierras para sus actividades ilegales, ya sea el contrabando de drogas o la introducción de inmigrantes ilegales. La solución que le ofrece una de sus conocidas pasa por recurrir a la ayuda de un grupo local de aficionados a las armas y amantes de la bandera confederada, la bandera del odio racial y la supremacía blanca. Tras un incómodo encuentro con el líder de dicho grupo, Liddy rechaza la posibilidad de contar con ellos y toma sus propias medidas de protección: cava una zanja junto a la cerca que delimita su propiedad.
Óscar es un hombre, también de mediana edad, que procede de San Pedro Sula, en Honduras. Óscar es un inmigrante ilegal que trata de llegar a Estados Unidos, donde espera encontrar trabajo como jardinero gracias a la insegura promesa de un conocido lejano. Se insinúa que en algún momento tuvo un pasado violento, aunque no se nos ofrecen muchos detalles al respecto. Óscar vive en una permanente huida hacia adelante y no tiene intención de regresar. Su único objetivo es cruzar la frontera y llegar a Estados Unidos cueste lo que cueste, arriesgando su vida cuantas veces sea necesario porque en realidad ya no le queda nada que perder.
Óscar acaba llegando hasta el rancho de Liddy, donde cae a la zanja excavada por esta y se rompe una pierna. El primer encuentro entre ellos es tenso, pero pronto la tensión deja paso a la sorpresa cuando ambos empiezan a levitar en el aire. Uno de los empleados de Liddy había asegurado que la mutilación de aquel pobre caballo que habían encontrado debía ser obra de alienígenas y su teoría, aparentemente descabellada, resulta tener algo de verdad. Así, Óscar y Liddy son abducidos por una gigantesca nave procedente de otro mundo y transportados al espacio exterior como muestras recogidas por estos “exploradores” de más allá de las estrellas.
Conviene no desvelar mucho más sobre el argumento para no estropear las sorpresas a los lectores que aún no conozcan Barrier. Baste decir que a partir de ese punto la historia muestra a Óscar y Liddy tratando de hacerse a la idea del lugar en el que se encuentran y buscando la forma de volver a casa… si es que existe alguna, claro. Para ello no solo tendrán que superar la obvia barrera del lenguaje, sino que también tendrán que enfrentarse juntos a lo desconocido, lo extraño, lo alienígena.
Es importante recalcar el cuidado que pusieron los autores en todos y cada uno de los aspectos de esta obra. Nada es casual, sino que todo es fruto de una decisión meditada y de una documentación previa. Por ejemplo, Óscar podría haber sido un personaje procedente de cualquier ciudad sudamericana, pero se eligió San Pedro Sula por haber sido considerada la ciudad más peligrosa del mundo. De hecho, las estadísticas de esta ciudad son realmente aterradoras. Sólo en 2014 se produjeron 1.317 homicidios en San Pedro Sula, una ciudad que entonces tenía 769.025 habitantes. Esto supone una tasa de 171,20 homicidios por cada cien mil habitantes. De forma solapada se nos está comunicando que la raíz misma del problema de la inmigración se encuentra en la violencia. ¿Quién no querría huir de un lugar en el que 171 personas de cada cien mil acaban asesinadas de forma violenta?
El cuidado por el detalle se traslada también al lenguaje usado por el personaje. En alguno de los textos de Brian Vaughan que acompañan a los números llega a mencionarse que Marcos Martín consultó con la embajada de Honduras para asegurarse de que las expresiones y el vocabulario empleados por el personaje eran fieles a la realidad del país. Esto le confiere una naturalidad y una autenticidad a la historia que se percibe incluso aunque el lector no sea capaz de comprender la mitad de los términos utilizados. Por supuesto, este exhaustivo trabajo de documentación se extiende al resto de diálogos del cómic y un buen ejemplo podría ser la conversación entre los operarios de radar del NORAD que detectan la presencia de la nave alienígena: toda esa jerga técnica debe ser producto de la consulta y la documentación.
En un gesto de humildad, Brian Vaughan confesó en el texto que sirve como epílogo al quinto y último número que Barrier era en gran medida un mérito de Marcos Martín y de Muntsa Vicente. Lo cierto es que la obra se sustenta con intensidad en el trabajo de ambos, que alcanza una simbiosis ultraterrena. Recordemos que en el momento de abordar la realización de Barrier, Marcos Martín ya había pasado por la experiencia de dibujar The Private Eye, por lo que ya tenía experiencia en el manejo de las páginas de formato apaisado de Panel Syndicate (adaptadas al soporte digital en el que se iban a leer esos cómics). Otro detalle importante es que para entonces Albert Monteys ya había comenzado la publicación de su ¡Universo! en la web, que sin duda tuvo que ejercer cierta influencia sobre el artista. Las soluciones gráficas que ofrecen algunas páginas de Barrier evidencian una mayor comodidad a la hora de trabajar en el formato apaisado y las composiciones demuestran una inventiva incluso mayor que la que desplegó en The Private Eye, que ya fue considerable.
En cuanto al trabajo de Muntsa Vicente, se puede decir sin riesgo de ser exagerado que en algunas páginas el color no parece de este mundo. Siempre es importante la colaboración cercana entre dibujante y colorista para alcanzar un aspecto gráfico homogéneo en el que dibujo y color contribuyan en la misma media a construir la narración. Marcos Martín y Muntsa Vicente no sólo son compañeros de trabajo, sino que también son pareja, y eso es algo que se transmite de alguna forma en su obra. Las aportaciones de ambos parecen ir siempre en la misma dirección y el color tiene muchas veces un sentido narrativo. De hecho, es sorprendente la manera en la que el color se utiliza como artefacto narrativo en el cómic. El viaje de la nave alienígena a través del espacio, por mencionar uno de los usos menos evidentes del color, se transmite en esencia mediante un uso muy inteligente de unas formas geométricas muy simples y el color que se muestra entre ellas. En pocas palabras, dibujante y colorista forman un equipo tan bien compenetrado que el trabajo de uno eleva al del otro.
Ya puestos a colmar de alabanzas el apartado gráfico, sería necesario mencionar la sublime secuencia del primer número, en la que se transmite de una forma fantástica tanto el paso del tiempo como la reducción de la distancia entre los personajes. Esto se logra mediante la colocación de una viñeta central que separa una viñeta situada en el lado izquierdo (que muestra a Liddy) de una viñeta situada en el lado derecho (que muestra a Óscar). Esta viñeta central va variando de color y de tamaño a medida que pasan las horas y se reducen los kilómetros que separan a ambos personajes, hasta el momento en que ambos finalmente se encuentran. Es una solución gráfica tan simple como efectiva, que además aprovecha el lenguaje único del cómic. Aunque es fácil imaginar cómo sería esa misma secuencia en otro formato (el audiovisual sería el más evidente), está claro que en el traslado se perdería gran parte de lo que la hace especial.
Otro punto fuerte de Barrier es el diseño de los alienígenas, que logra transmitir una sensación muy peculiar: es lo suficientemente parecido a seres terrestres que conocemos como para que resulte ligeramente familiar, pero al mismo tiempo es totalmente ajeno a nosotros. Observar a estos seres produce la misma sensación que observar a uno de los muchos inmigrantes con los que convivimos en nuestro día a día, pero elevada a su enésima potencia: por una parte, los reconocemos como seres parecidos y cercanos a nosotros, pero por otra nos resultan extraños, desconocidos, poco familiares y, en una palabra, alienígenas. ¿Casualidad o decisión meditada? Probablemente lo segundo. Después de todo, Barrier no deja de ser un drama sobre la inmigración ilegal con una pátina de ciencia ficción por encima.
Que las naves espaciales y los seres alienígenas no te lleven a engaño: esta es por encima de todo una historia dramática. Algunas secuencias resultan devastadoras y generan una respuesta emocional muy fuerte en el lector. Es fácil conectar con los dos personajes protagonistas, en especial después de haber sido testigo de sus muchas vicisitudes a bordo de la nave, de ahí que las revelaciones sobre su pasado provoquen tanto impacto. ¿Qué pasó con el marido de Liddy? ¿Por qué huyó Óscar de su país? Las respuestas a estas cuestiones no son un plato fácil de degustar. Además, el cómic se reserva los momentos más duros para su tramo final, cuando la empatía hacia los personajes está en su punto más alto. Es más, el giro argumental más hábil de Barrier consiste precisamente en hacer que el lector logre empatizar incluso con los personajes más inesperados, los más extraños e inhumanos. En efecto, con los alienígenas.
Esta obra cuenta con algunos momentos dignos del recuerdo, como esa viñeta en la que Óscar muestra al fin el contenido del cuaderno que le ha acompañado a lo largo de todo su viaje o esa otra en la que Óscar y Liddy unen sus manos ante lo que creen que es el final. Nos encantaría comentarlas todas, pero es preferible que sea el propio lector el que las descubra y las experimente por sí mismo.
No obstante, como otros trabajos anteriores de Brian Vaughan, Barrier simplemente presenta sus temas sin acabar de posicionarse del todo. Esta no es una adorable fábula en la que se derriban todas las barreras y humanos y alienígenas acaban entablando una hermosa amistad… pero tampoco es una obra pesimista que muestra la imposibilidad de superar dichas barreras y la alienación infinita. Barrier es bastante más complejo que eso. La conclusión de su historia ofrece cierta esperanza, desde luego, pero también deja muchas dudas en el aire. El final muestra que, en efecto, es posible triunfar sobre las barreras del lenguaje y alcanzar cierto grado de comprensión, pero esa victoria es una victoria pírrica en la medida en que nuevas barreras aparecen para sustituir a las anteriores. Los seres humanos nos pasamos gran parte de nuestra existencia erigiendo esas barreras, ya estén compuestas por alambre de espinos o por palabras. Algunos de nosotros incluso consagramos nuestra existencia a la construcción de muros que nos separan unos de otros. Un muro puede caer, sí… pero hay tantos y tantos por derribar…
En resumidas cuentas, Barrier es un cómic excepcional y su lectura es altamente recomendable. La forma en la que todos sus elementos contribuyen a reflejar la temática que trata es asombrosa, su apartado gráfico es delicioso y los acontecimientos que muestra, además de dar lugar a una interesante historia de ciencia ficción, dan pie a un constructivo debate sobre la violencia, la comunicación y, sobre todo, el problema de la inmigración ilegal. Quizá las obras culturales más importantes sean aquellas que, desde la fantasía, nos llevan a observar la realidad de nuestro mundo con otros ojos. Barrier es una de ellas.
Los cinco números de Barrier se encuentran disponibles en formato digital en la web de Panel Syndicate y pueden comprarse por el precio que decida el lector (de 0 euros en adelante). Existe una edición impresa realizada por Image Comics, que ofrece los cinco números de forma individual. Los autores han expresado en algún momento su voluntad de que esta obra no sea recopilada en tomo físico, aunque The Private Eye acabó siéndolo y por lo tanto siempre existe la posibilidad de que Barrier siga sus pasos en el futuro. En cualquier caso, los números siempre estarán disponibles en su edición digital.
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9
8.8
El trabajo de Brian Vaughan, Marcos Martín y Muntsa Vicente en Barrier es una buena muestra de que en ocasiones el conjunto es superior a la suma de sus partes. Barrier es un cómic excelente con una narrativa gráfica apabullante, pero también es un cómic significativo en el aspecto temático. Este drama sobre la inmigración ilegal recurre a la ciencia ficción para enseñarnos que es posible llegar a comprender incluso al más alienígena de entre nosotros.