Bartleby, melancólico defensor del libre albedrio.
«Preferiría no hacerlo»
Durante casi la totalidad de su carrera en el mercado francobelga
La historia nos transporta a la ciudad de New York a mediados de siglo XIX, en concreto a una oficina de Wall Street, allí trabaja un abogado de éxito para el que trabajan tres personas. Turkey y Nippers como copistas de sus documentos legales y Ginger Nut, un joven aprendiz les sirve de chico de los recados. El aumento de su carga de trabajo hace que tenga contratar a otro empleado y el elegido es Bartleby, un hombre delgado, pulcro, educado y discreto. Los primeros días parece un empleado modélico, aunque gris y melancólico, que realiza sus tareas de manera muy diligente, pero todo cambian cuando el abogado le solicita que participe junto a sus compañeros en la verificación de que las copias de los documentos son exactamente iguales. La respuesta de Bartleby es: «Preferiría no hacerlo». Una frase que va repitiendo a cada tarea nueva que le encargan y convirtiendo cada negativa una en una discusión absurda y estéril. Lo que provoca la estupefacción y el desconcierto del abogado, ya que no le da ninguna otra explicación para su inacción y posteriormente va dejando de tener interés en nada de lo que sucede a su alrededor, declinado cualquier oferta de ayuda que le hace su jefe. Al que sitúa ante un enigma imposible de resolver, que hace que el abogado, el verdadero protagonista de la historia, se termine por cuestionar todos sus valores y creencias, además de cuestionarse las reglas del juego de la sociedad en la que vive, lo mismo que les sucede a los lectores.
El relato de Melville ya había contado con adaptaciones a otros medios como el cine, la televisión, la radio o incluso la ópera, pero que nunca había sido llevada el cómic, o por lo menos no de manera reciente. Y conociendo el texto original es fácil comprender el porqué, puesto que se trata de una obra muy poco visual y en la que apenas hay acción, ya que prácticamente transcurre en su totalidad en la cabeza del narrador y en su oficina. El autor murciano lleva la historia a su terreno prescindiendo de la primera persona en la que esta narrado el relato y de la larga introducción en la que el abogado presenta a sus otros ayudantes para centrarse en Bartleby y el conflicto que genera. Para hacer la historia más dinámica Munuera opta por hacer el abogado interactúe con otros personajes explicándoles su problema con Bartleby mientras recorre la ciudad, lo que además de agilizar la obra le permite mostrarnos como era Nueva York a mediados del s. XIX. Una urbe gris que convierte a sus habitantes en pequeñas hormigas, piezas prescindibles del cruel engranaje que representa la actividad económica de una ciudad y un sistema despiadados.
El relato nunca ha tenido una interpretación muy clara ya que es bastante críptico, en el que caben casi tantas interpretaciones como lectores, en particular a la hora de conocer los motivos que llevan a Bartleby a actuar como lo hace, ya que aparentemente está inmerso en una rebelión sin reivindicaciones, sin enemigos y sin compañeros de lucha. Sin embargo, en esta adaptación Munuera nos transmite de manera más clara uno de los mensajes principales de la obra: la puesta en duda de las convenciones sociales del momento, sobre todo el sistema capitalista. El personaje de Bartleby, alguien que voluntariamente decide autoexcluirse de la sociedad, contrasta con el mensaje que le transmite al abogado el hombre vestido de negro que le acompaña en sus paseos que es un firme defensor del statu quo para mantener a toda costa el poder establecido sin ningún tipo de cambio. Una lucha entre el mundo de las ideas que representa el escribiente y el materialismo del resto. En medio de ambos se haya el abogado que pretende actuar correctamente, pero que es arrastrado por los convencionalismos sociales. Sin embargo, su contacto con el escribiente le sirve para modificar algunos de sus pensamientos y salir del placido acomodamiento en el que transcurría su vida.
Gráficamente estamos ante un trabajo soberbio en el que Munuera vuelve a demostrar porque es uno de los autores más exitosos del mercado francobelga. En esta obra mezcla con una enorme habilidad el realismo de la ciudad con unos personajes caricaturescos en la tradición de la escuela de Marcinelle y la animación de Disney. Algo que le sirve para que Bartleby tenga una mirada que nos hipnotiza y a la vez nos lo muestre como alguien frágil, solitario y desubicado, pero también para mostramos la atmosfera de una urbe imponente dibujada con sumo detalle, aunque posee con una capa de irrealidad que nos hace pensar que es capaz de engullir cualquier sueño y esperanza. Para lo que es pieza clave la paleta de color usada por Sedyas, colorista habitual del murciano en sus últimos trabajos. Los tonos azulados de la ciudad cuando llueve o es invierno contrastan con los ocres y sepias de las escenas de interior, lo que potencia la atmósfera de cuento que tiene la adaptación.
Astiberri hace una gran edición, el tomo se completa con un prólogo escrito por Philipe Delerm, un epilogo escrito por Alex Romero y una galería en la que podemos ver bocetos e ilustraciones previos de la obra.
Munuera hace una enorme adaptación de uno de los mejores relatos que ha dado la literatura mundial, llevándolo a su terreno y ofreciéndonos su propia visión de la obra, algo esencial en una buena adaptación, puesto que tiene que dejar ver la personalidad artística de ambos autores. Como en el original no cae en la tentación de responder a qué impulsa a Bartleby a comportarse como lo hace, algo que queda a nuestra deliberación como lectores. Munuera ya era un autor más que consolidado, pero con este trabajo ha dado un salto en su trayectoria que estamos ansiosos de ver hacia donde le dirigirá en un futuro.
Lo mejor
• Lo bien que Munuera extrae la esencia del cuento, pero haciéndola suya para que funcione como cómic, pero sin alejarse del mensaje de Melville.
• La representación de Wall Street, una selva de edificios gris y plomiza
Lo peor
• Preferiríamos no decirlo, además no hay nada malo.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Esencia
Munuera consigue hacer suyo el relato de Melville para ofrecernos una magnifica adaptación que conserva toda la esencia del original.
Munuera hace tiempo que es uno de los grandes, y este trabajo sigue mostrando su evolución y mejoría; un álbum muy bueno en todos los aspectos. Por cierto, en la ficha os habéis confundido con los datos del formato…
Lei ese cuento hace un par de años y todavia lo recuerdo. Pero debo ser uno de esos lectores que le dio otra interpretación porque de resistencia al status quo poco tenia el titular de la historia. No era heroico ni quijotesco siquiera y mas bien era un enigma para el protagonista. Creo que se parecia más bien al cuervo del poema de Poe.