Una vida rota por la violencia e ignorancia.
«No es un suicidio, es un asesinato social.»
Los lectores de cómic conocemos a
La novela gráfica ha sido publicada para coincidir con el pasado martes 17 de mayo, Día Internacional contra la LGTBIfobia, una fecha que nos recuerda que esos colectivos siguen siendo atacados a diario. Y no es una realidad que sufren lejos de nuestras fronteras ya que en España siguen siendo víctimas de una sociedad enferma y con mucho camino por andar. Por desgracia en los últimos años esa violencia no se ha reducido, al contrario, ha ido a más espoleada por los discursos de odio que generan partidos de extrema derecha abiertamente LGTBIfobos que cuentan con la miserable complicidad de otras fuerzas políticas que dicen ser de derecha moderada y centro. Pero no es un problema únicamente político, ya que este mensaje de odio se puede ver en redes sociales, medios de comunicación y en organizaciones católicas que hacen campañas en autobuses con el objetivo de generar odio hacia lo que no entienden, algo que va en contra de todo lo que supuestamente defiende su fe. Curiosamente todos ellos se jactan de ser defensores de la libertad, pero lo que son es propagadores de odio y responsables directos de toda la violencia que se ejerce contra los miembros de esos colectivos y otros contra los que también lanzan sus soflamas. Es evidente que hace falta una ley que proteja a las personas de esos colectivos, pero también que se actúe con firmeza en contra los que propagan esos discursos de odio y quienes ejercen la violencia. Y sobre todo hace falta empezar a educar en empatía, tolerancia y libertad, para que casos como el de Alan no se vuelvan a producir y que hagan que esos infames discursos no calen en la sociedad.
No es la primera vez que Boldú hace un cómic de denuncia de los crímenes que genera el odio puesto que hace unos años ya nos había relatado la vida del poeta Miguel Hernández junto a Ramón Pereira en La voz que no cesa. Ambos fueron víctimas de la ignorancia y la sinrazón y su muerte es una desgracia irreparable. Por eso es tan importante que sus vidas y lo que sufrieron no caigan en el olvido, algo a lo que ayudan obras como esta que sabe entremezclar la labor de concienciación, con el reflejo veraz y muy realista del dolor que Alan sufrió, pero desde la sensibilidad que hace que los lectores consigan empatizar con la historia. Pese a todo la lectura nos deja con un poso de esperanza en un futuro mejor para cualquiera que no entre en la absurda y estrecha definición de lo que la sociedad considera que es normal.
A lo largo de las páginas de la obra vemos el proceso por el que Alan va aceptando su sexualidad, mientras se debe enfrentar a un entorno tremendamente hostil con quienes se alejan de la “normalidad” sufriendo en primera persona el bullying y la incomprensión de las instituciones. A lo largo de las páginas de la obra vemos como la nula preparación de los profesores y los directivos hace que no vean, o no quieran ver, lo que está sucediendo y se preocupen más de tapar los problemas que de solucionarlos. Esa estrechez de miras ante el bullying también la sufre Alan cuando comienza su transición chocando con problemas burocráticos, de una administración que en lugar de hacer las cosas más fáciles a los ciudadanos se pierde en procedimientos obsoletos. Unos problemas que deben afrontar cada día las personas trans, pese a que ahora parece que hay una intención desde el Gobierno de dotarles de los mismos derechos que al resto de ciudadanos, aunque con la oposición de los de siempre. Ojalá se preocuparán de sí mismos en lugar de tratar de dictar como deben vivir los demás. Todas esas violencias cotidianas se convierten en el caldo de cultivo que lleva a Alan al límite, algo que sigue sucediendo a diario.
Como en todos sus cómics el estilo de Boldú es perfectamente reconocible al primer vistazo, con sus páginas llenas de texto y un blanco y negro heredero del underground de los años setenta en el que prima la expresividad de sus personajes. Sin embargo, en esta ocasión podemos ver un esfuerzo para hacer la historia más accesible para los lectores menos habituales de cómics, para lo que opta por elementos que no suelen aparecer en sus trabajos como las viñetas separadas por calles en gris y una narrativa y composición de página más cercana a la del manga para que se acerque a la obra todo tipo de público.
Como es habitual Astiberri hace una buena edición y opta por un precio muy ajustado que esperemos consiga acercar esta obra a la mayor cantidad de público posible. Ojalá esté disponible en todos los centros educativos.
Con Bat Alan Ramón Boldú nos ha ofrecido un cómic diferente a lo que nos acostumbra, pero que se convierte en un trabajo excelente y un precioso homenaje a Alan y que pese a la dura y triste historia que nos cuenta deja un poso de esperanza.
Lo mejor
• La sensibilidad y crudeza con la que Boldú relata la historia de Alan.
• El mensaje de esperanza que transmite la obra.
Lo peor
• El enorme fracaso social que supone que obras como esta sigan siendo necesarias.
Guión - 8.5
Dibujo - 7
Interés - 10
8.5
Boldú firma un relato que desde la sensibilidad y la capacidad de reflejar la realidad de un autor inmenso busca concienciar y denunciar la violencia que tuvo que sufrir Alan.
¿Por qué no de menciona directamente al partido del cuarto gyn-tonic?
Bueno a mi me da igual Seguiré siendo el tonto del pueblo y lamentandome de lo woke que es el mundo para un tio tan machote como yo.
Hola! Entre en la reseña porque de entrada la obra me parecia interesante. Pero entre las imagenes que ilustran la entrada me llamo la atencion el lenguaje que emplean los personajes, concretamente lo de que la loncha te la puedes meter por donde te quepa. Me chirria mucho porque parece un lenguaje de otra generacion anterior a la que retrata. Esto ocurre mas veces a lo largo de la obra? Es que me saca un poco de la historia y seria un factor de peso para decidirme a hacerme con el o no.
Sobre la cuestion de los permisos… Lo logico es pedirlo. Al margen de eso, he leido sobre casos muy extraños, pero basicamente se resume en que primero DC tiene que enterarse. La mayor parte de obras por pais o enfoque o target estan por debajo del radar. Que no hagan negocio y sobre todo sean lucrativas, porque querran su tajada. Que no haga competencia con su propiedad (por ejemplo, vender camisetas con el logo de Batman por tu cuenta) aunque sea por dos duros. Que consideren que no suponga un daño para su marca con independencia de lo anterior.
A partir de ahi, DC ha hecho desde hacer la vista gorda con commisions de artistas hasta perseguir a escuelas.
Hola, en ZN no hablamos de política, si no de cómics y galaxias cercanas. El autor de la reseña no ha mencionado a ningún partido político ni pretende desviar el debate. Te conminamos a ti y a Justiciero que el tema político muera aquí.
«Me parece muy bieno no hablar de política en ZN para no desviar el tema comics, pero que se aplique la norma a todos, redactores inclusive.»
JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Sí, buena excusa… El tema es que tenemos aquí una reseña de unas 1.000 palabras, el extracto que comentas tiene unas 50. Pero eso es lo único que habeís comentado, además de lo del tema de DC Comics que parece que estéis deseando que denuncien al autor para que no pueda publicar esta historia…
Por lo demás, lo de siempre, entradas dedicadas a cómics que hablan de malos tratos, de homofobia, cuestiones transgénero, racismo, etc; muchos de ellos con una vertiente biográfica, a los que invisibilizáis con vuestros comentarios por sentiros atacados a saber porqué. Lo que personalmente me parece una falta de respeto muy grande -no ya al redactor que ha dedicado su tiempo a redactarlo- sino hacía esas historias y a las personas que ellas hablan de su realidad. Al menos, un mínimo de pudor y abstenerse en estos casos de comentar si lo único que tienes que aportar es una pataleta y/o desvelar -¡oh, sorpresa!- el sentido de tu voto.
P.D: Lo que comenta Diego en esas líneas es una realidad y afecta directamente a la historia de este cómic, por lo tanto eludir el tema sería absurdo porque es obvio que los partidos de derechas están en contra de reconocer ciertos derechos a algunos colectivos (cosa que a estas alturas no saber ver solo puede calificarse de negacionismo). Eso no es hacer política, es describir el vaso. Hacer política es dejar un comentario y sin venir a cuento para decirnos a quién votas, hablar de propaganda woke y todas esas chorradas cuando no estás de acuerdo con otras realidades y formas de pensar.