Batman: Condado de Gotham… oh, fantástico, Steve Niles. Batman aporreando a vampiros, o zombies, o alguna amenaza sobrenatural, con personajes planos y argumento ramplón sin ningún aliciente. ¿Qué podemos esperar de algo así? ¿No podría contentarse Niles con seguir haciendo cosas personales en vez de tener que imponer su estilo a personajes ya asentados? Demasiados prejuicios, vale, pero hay algunos guionistas a los que se les ve venir a un kilómetro. Esto va a ser un desastre desde la primera a la última página.
¿O no?
Batman: Condado de Gotham
Edición original: Batman Gotham Couny Line #01-#03
Guión: Steve Niles
Dibujo: Scott Hampton
Primeros pensamientos al abrir el cómic: “Je, Steve Niles. Ya verás como sale algún zombi.” Tal cual.
¿Sabéis el comic que, pese a tener un guionista encasillado y monocorde, un argumento no muy prometedor y un dibujo mediocre acaba resultando ser una lectura atractiva e interesante? Pues estamos ante uno de estos extraños y sorprendentes casos. Condado de Gotham empieza como una historia bastante sólida de Batman en su versión más detectivesca, con un primer número bien estructurado que consigue enganchar gracias a la efectiva presentación de los delitos, las dudas que arroja la trama y la truculencia de la atmósfera, que llega a encajar bien con el protagonista. El desarrollo de la investigación está muy bien llevado y narrado, aunque en algunos casos se echa en falta algo más de agilidad en los diálogos o las secuencias, que resultan un poco vacías.
En cualquier caso, sería un ejemplar notable por sí mismo: es agradable leer buenas historias del Batman detective, y Niles consigue escribir una bastante competente, interesante y con una resolución que, si bien puede resultar previsible para los más avezados lectores de género negro, resulta sorprendente. Por otra parte, es interesante ver cómo la historia da sus primeros pasos sin elementos sobrenaturales, como si fuese a ir por derroteros distintos a los que nos tiene preparados el guionista, pero de forma que podamos olernos que hay algo más detrás de todo esto. Es eficaz a varios niveles: para poner en situación, para contar una historia entretenida y para presentar los elementos del arco argumental. Hasta aquí todo va bastante bien.
A partir del segundo número es cuando empiezan a introducirse elementos sobrenaturales, y la verdad es que hay algunos mucho, mucho mejores que otros. Los mejores, sin duda, son los que se basan en el terror psicológico, la angustia y el delirio, aquellos que transmiten la impresión de que todo se está desmoronando alrededor de Batman sin que éste se de cuenta. Alfred extrayéndose un gusano de la oreja es una de las imágenes más impactantes que recuerdo, y refleja muy bien la idea que tiene Niles de ir construyendo una atmósfera terrorífica. Sin embargo, hay otros elementos mucho más burdos que despiertan poco o nada de interés. La mencionada escena de Alfred (y un par más que ponen los pelos de punta) es mucho más eficaz a la hora de crear ambiente e inquietud que Batman dándole de tortas a un zombie. Los zombies molan mucho cuando se trata de un fenómeno global que supone un cambio en la organización mundial, cuando funcionan como una especie de experimento social forzoso y brutal, el desencadenante de una nueva forma de vivir. Cuando no son más que carne en masa atacando a un personaje que sabemos que no va a morir pasan a ser un coñazo equivalente a la Mano, Hidra o cualquier montón de inútiles, con el agravante de que son lentos, no tienen profundidad y ni siquiera resultan divertidos.
Se ve que Niles quiere aportar unas cucharadas de terror directo, a la americana, de sustos y momentos impactantes, pero no funciona. No funciona por una narración irregular que fracasa a la hora de retratar las amenazas con todo el impacto que deberían, no funciona porque no dejan de ser zombies aplastando a un protagonista inmortal, y no funcionan porque si las comparamos con cualquiera de las secuencias que priman la intriga sobre el susto, estas últimas salen perdiendo. Es uno de los puntos más flojos y superfluos de la historia.
Otro aspecto es el viaje introspectivo y personal de Batman, dirigido por otros personajes secundarios correctamente caracterizados dentro de lo que se suele hacer con ellos. Sin embargo, aparte de alguna que otra conversación aceptable, no aportan demasiado a la historia: como ya he dicho, no dan mucho juego, su papel de guías espirituales está bastante visto, y uno de ellos hace de Deus Ex Machina de forma descarada, para rematar. Sencillamente, no son necesarios. Ahora bien, el “viaje” en sí mismo no es una mala idea, y lleva la idea de redención un poco más lejos que el resto de guionistas. Explicar cómo lo hace supondría destripar el cómic, así que solo diré que es una idea bonita, que encaja muy bien con el personaje, y eficazmente contada. Cabe señalar que toda esta etapa del tomo está inmersa en una atmósfera distinta que puede resultar confusa y pesada, pero el contenido de la trama lo compensa.
El dibujo es aceptable pero no sobresale en ningún punto. No es especialmente detallado ni atmosférico, y su trazo tosco viene bien en algunas viñetas pero hace que otras tengan un aspecto desordenado y grueso. Narra adecuadamente secuencias muy distintas de contenido diverso, pero el conjunto resulta pobre, frío, carente de personalidad.
En suma, Condado de Gotham es una historia que da más de lo que podía esperarse. El interesante comienzo tiene una estructura atractiva y elementos de sobra para enganchar al lector, y la atmósfera sobrenatural y angustiosa de los otros dos ejemplares da lugar a muchos momentos realmente conseguidos y a una reflexión interesante sobre el personaje. Mis expectativas eran realmente bajas, así que ha sido una sorpresa francamente agradable: pese a algunos errores o aspectos mejorables, estamos ante una lectura recomendable.
¡Y eso ha sido todo por esta semana! Nos vemos la que viene, con grapas de Panini/Marvel. ¡Sed felices!
Apuesto mi colección entera de comics a que sí.