Mirar al pasado parece que, en ciertos momentos, es un error, un ejercicio banal con el que poder llenar un espacio vacío en el presente. Un vacío que en este caso se manifiesta abiertamente en la necesidad de generar nuevas historias, tras ochenta años, de Batman. Sin embargo, mirar a ese pasado no es sino una forma de recuperar lo que hace posible que se pueda celebrar ese aniversario, gracias a lo cual se puede disfrutar hoy de algo que fue creado en 1939.
Para esta ocasión King se rodea de dos dibujantes, de estilos diametralmente opuestos, no solo en trazo, sino en narrativa y puesta en escena, con los que dar forma a la historia Un Hombre Mejor, donde los lápices son del gran Matt Wagner y el segundo arco, muy enraizado con el de Wagner, titulado, Bestias de Carga, en el que el peso gráfico recae en las manos de Tony Daniel.
En la primera historia, gracias al estilo de Wagner, todo destila clasicismo puro, sin estridencias, sin poses forzadas, sin nada que no este al servicio de la narrativa más pura, pues el objetivo de contar algo de la mejor forma posible queda patente en todo momento por el grafismo del que hace gala Wagner.
King por su parte se centra en Dick Grayson y como en una historia del pasado y del presente que discurren en paralelo, nos muestra cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Una trama sencilla pero certera que deja claro que Dick ha sabido dejar atrás la ira y el odio, para, sin dejar de creer, seguir luchando contra el crimen. Su carácter afable, alegre, desenfadado, capaz de reírse de todo y todos es el contrapunto a un Bruce que continúa acarreando a sus espaldas la muerte de sus padres incapaz de crecer y evolucionar como persona. Una historia de contrastes que sabe a poco, pero que sirve para entender porque Dick es diferente a todos los demás miembros de la batfamilia. Una historia que se centra en los detalles y que esta llena de matices relevantes alrededor de la figura de Dick.
Un número unitario que esta imperceptiblemente cosido al siguiente arco y que sirve de nexo de unión emocional con el lector para lo que está por llegar.
El siguiente arco es en el que King mira al pasado para traer al presente a un villano de Batman con el que enfrentarlo en un duelo de titanes, una lucha de voluntades, más allá de la fuerza física, el entrenamiento y la determinación inquebrantable. Un villano del que no se puede decir nada para que la sorpresa este asegurada.
Sin detenerse en los detalles, King desgrana una historia que pivota sobre Grayson de nuevo en un doble papel de activador de la trama y desencadenante de los acontecimientos que han de llevar a Batman a un estado emocional extremo. El guionista de Omega Men dedica tiempo a mostrarnos a un Bruce que sigue dolido por lo ocurrido con Selina y que se centra más que nunca en su objetivo de luchar contra el crimen. Un objetivo en el que ya no hay espacio para nada más y se torna obsesivo y enfermizo, que no es sino una imagen simplista de Batman, peri que se muestra funcional y eficaz para el propósito del escritor.
King aprovecha este escenario para mostrar a un Batman reducido a su esencia más pura, demostrando porque es el mejor detective del mundo (aunque el escritor haga trampa y se salte el proceso deductivo), con un poder físico descomunal y una voluntad que supera los limites humanos. Un Batman que emociona y que si no lo hace más es por el irregular trabajo de Daniel que no logra transmitir toda la fuerza y furia del trabajo de King. Este guion en manos de Fabok, Janin o Reis, por poner unos ejemplos, hubiera ido directamente a golpear en la sien al lector y quedar atrapado en el recuerdo para siempre.
No se debe confundir este trabajo de mirada al pasado con nostalgia, puesto que lo que en estos números hace Tom King, no se limita a girar la cabeza a los años ochenta, sino que hace uso de lo de antaño para atrapar al lector de hoy mediante el uso de algo que muy probablemente le marco en su día como lector e impresionar al nuevo lector que quiera descubrir lo que en aquella década se fraguó alrededor del personaje. Y es por ello por lo que King prescinde del contenido político de la historia primigenia, desterrándolo por anacrónico e innecesario, centrando su atención en unos personajes que demuestran haber superado la barrera del tiempo hasta llegar a nuestros días.
Unos números donde King se muestra menos ambicioso pero más intenso, despojándose del lastre que implica querer profundizar en cada situación, para dejar espacio a algo mucho más visceral y directo.
Definitoria.
Guion - 8
Dibujo - 7
Interés - 8
7.7
Un trabajo elegante e intenso, sobre lo contado en Batman en los años ochenta. Una historia visceral, cargada de fuerza a la que solo le falta un dibujante más solvente para impactar del todo al lector.
aVanzar
Aparte de eso muy buena reseña, yo también me emocioné con la historia que dibuja Wagner. Daniel es directo heredero de los 90’s… y no, no lo digo como un halago.
Mil disculpas. Error de tecleo y de no repasar. Gracias por el aviso.
Y si, Daniel sigue atrapado en el los años 90. Una pena, ya que de vez en cuando se le ven destellos de potencial que nunca acaban de florecer.