Batman All Star Núm. 1-5 (Renacimiento)

 

Edición original: All-Star Batman núm. 1-5 USA .
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión:Scott Snyder.
Dibujo: John Romita Jr..
Entintado: Danny Miki, Tom Palmer, Sandra Hope, Richard Friend.
Color:Dean White.
Formato: Grapa, 24-32-48 págs. A color.
Precio: 1-2,75-3,25 euros.

 

Batman es un personaje polifacético y versátil como pocos. Su faceta heroica, la de detective, la de luchador enmascarado, la de loco, la de cínico obsesivo, la de hombre de negocios, la de hombre asustado, la de solitario, la de padre… Batman puede con todo y así lo ha demostrado a lo largo de todos estos años desde 1939. Puede con todo menos con historias donde la decepción empieza en la primera página y no lo abandona hasta la última. Una decepción correosa, árida, al rojo vivo, humeante, llena de alambre de espino que lacera, lentamente, tejido blando y que cuesta entender cuando uno, sorprendido por lo que está leyendo, mira una y otra vez la portada para recordarse que está leyendo una historia escrita por Scott Snyder y dibujada por John Romita Jr.

Pero vayamos por partes y aclaremos todo esto.

Con Renacimiento Batman goza de tres series directas, Detective Comics, Batman y All Star Batman. Por supuesto luego están la Liga de la Justica y la Liga de la Justicia de América y de forma tangencial Supersons… Pero si centramos la atención es sus series principales podemos notar que entre ellas hay un abismo de calidad. Si con Detective Comics la crítica es unánime, con el Batman de King la cosa ya se dispersa más, pero llegando a All Star Batman, al menos en este primer arco argumental de cinco números, el descalabro es mayúsculo.

All Star Batman arranca con Batman sumido en un viaje a un reformatorio, acompañado de Dos Caras, mientras lo intentan cazar infinidad de villanos por la recompensa que Harvey Dent ha ofrecido por la muerte de Batman. Y hasta aquí se puede comprar este argumento, pues parece tener en su interior un germen interesante que merece la pena descubrir. El primer problema que se nos presenta es la confusa narrativa a la que nos somete Snyder desde el principio. Busca llenar un hueco de la infancia de Bruce Wayne y Harvey Dent y para ello orquesta este circo donde los villanos aparecen y desaparecen para lucimiento personal de Batman, mientras todo se maquilla con una sedo terapia psicológica alrededor de la citada infancia de los dos protagonistas de la trama. Snyder nos mete en un metrónomo de golpes, laceraciones, lesiones, roturas óseas, ligamentos distendidos y castigo extremo en una road movie forzada a cada viñeta donde nadie parece comportarse de forma fiel a lo que le caracteriza. No es que se trate de una evolución inherente a las circunstancias de la historia, sino que de manera artificial el guionista retuerce a Batman / Bruce de tal forma que cuadre dentro de lo que nos quiere contar. Y eso es hacer trampas.

El segundo problema al que nos enfrentamos es lo poco que esta historia logra llegar a interesarnos. Todo lo que sucede es como si pasara en otra dimensión, ajena a nosotros, en la que sabemos que lo que pasa no nos va a afectar de ninguna forma. Y es que no hay emoción en esta historia y por emoción no hablo de escenas intensas, que si las hay, sobre todo gracias a Romita, sino al sentimiento que despierta esta historia en el lector. Aquí todo es frío y carente de vida. Sin sentimiento de por medio no hay historia que valga. Se pierde todo, hasta el mero espectáculo, hasta la más simple de las exigencias a cualquier historia que es ser entretenida.

Estos dos problemas acaban conformando esa decepción que se instala en las entrañas y llega a llenar de bilis nuestra garganta. ¿Cómo es posible que Snyder nos haga esto? Su conocimiento de Batman es mucho más profundo de lo que aquí nos presenta y parece que todo este circo solo responde a las exigencias de Romita Jr. No resulta muy complicado imaginarse a ambos autores hablando durante la hora de la comida, un jueves cualquiera de hace un año, mientras miran sus platos con una ensalada césar, comentar de forma jocosa:

Snyder: ¿Y si nos marcamos una serie juntos para Renacimiento, John?

Romita: Claro, por qué no. Ya he dibujado a Superman y me gustaría mucho trabajar con Batman.

Snyder: Genial.

Romita: ¿Sabes? Con Johns no pude dibujar lo que me gustaba, ya sabes que él llevaba ese plan suyo en la cabeza y me tuve que doblegar a sus exigencias.

Snyder: Sin problema. Tu dime que quieres hacer que yo me encargo del resto.

Romita, termina de masticar, mira al techo, remueve un poco su ensalada, mira a Snyder, cierra los ojos, medita unos instantes y finalmente dice:

Romita: Me gustaría poder dibujar a un montón de villanos de Batman. Me gusta Dos Caras, pero no quiero centrarme en los de siempre, ya sabes, el Joker, Mr. Frío, el Sombrerero… ¿Crees que podrás hacerlo?

Snyder: Claro, amigo, cuenta con ello.

Ambos terminan sus ensaladas, piden un café, charlan un rato más sobre sus vidas y lo mucho que les gusta Batman y un tiempo después llega a nuestras manos esta historia en al que Snyder orquesta una sinfonía cuyo objetivo, por mucho que lo maquille, no es otro que darle cancha a Romita para que se luzca y dibuje a una enorme cantidad de villanos del Hombre Murciélago.

Que Romita Jr. se luzca no es malo, al contrario, se agradece ya que el Romita Jr. de estos números está soberbio (salvo alguna que otra aberración anatómica), con escenas espectaculares, cargadas de dramatismo visual, no narrativo, y todo un despliegue pirotécnico de violencia y sangre alrededor de Dos Caras y Batman.

Sin embargo, no todo puede ser descrito de esta forma ya que, si por un lado tenemos la historia Yo, mi peor enemigo, por otro tenemos una historia de complemento que gira alrededor de Duke y que salva con creces este descalabro. Esta historia, también escrita por Snyder, es la antítesis de lo que ocurre en la historia central. Aquí Snyder está centrado en lo que nos quiere contar y busca darle un sentido al personaje de Duke. Para ello nos narra una historia con Zsasz como villano y una investigación pura y dura en la que Duke es el protagonista absoluto.

La Rueda Maldita está dibujada por Declan Shalvey, un artista más comedido, tanto en composición como en estilo, que John Romita Jr. Su trabajo es muy revelador por su sencillez de línea, sobre todo cuando uno salta a esta historia desde el exceso visual de Romita, en la que todo está puesto al servicio de la historia. Snyder aquí tiene un objetivo mucho más elevado y es dar una nueva capa psicológica al personaje de Duke y construye toda una trama para ello. Nada está supeditado a nada y aquí lo que importa es lo que se nos cuenta y como se nos cuenta. Todo está donde debe estar y cuando debe estar, resultado una lectura sincera y directa, sin trampas, que acerca más al lector al personaje de Duke.

Cinco números muy decepcionantes, donde se salva la citada historia de complemento, y que nos hacen desear un cambio de equipo creativo para mantenernos en la serie. Afortunadamente eso ocurre en el siguiente número y dicen que todo va a mejor. Esperemos que así sea.