Sean Murphy es uno de esos pocos dibujantes tocados con la virtud de ser capaces de encarar proyectos en solitario y lograr producir obras de enorme calado. Un ejemplo de ello es su Punk Rock Jesus, un trabajo completo, en crudo blanco y negro, donde el dibujante se lanza a contar una historia reflexiva, cautivadora que mira sin vergüenza alguna a grandes cuestiones de nuestro tiempo. Su estilo de dibujo resulta tan atractivo que hipnotiza a los sentidos que, abrumados, no pueden sino dejarse llevar por sus arriesgadas composiciones de página, su acertado control del ritmo y el uso de la línea recta para crear viñetas de extraordinaria belleza visual. Por eso no es de extrañar que los medios especializados miraran con entusiasmo el anuncio de que se iba a encargar de escribir y dibujar una miniserie de ocho números dedicada a Batman… o tal vez no.
Murphy pronto dejó muy claro que este trabajo no era sobre Batman y que la historia no está contada dentro del actual canon del personaje, sino en una Gotham muy similar, pero distinta, con los mismos problemas, pero con unas más que aparentes distorsiones que la alejaban de la que conocen los aficionados al Hombre Murciélago. Murphy centra su atención en el Joker y lo hace ser el héroe de la historia, eje central sobre el que todo pivota y desencadenante de toda la trama que se va desentrañando a lo largo de los ocho números que la forman. Ocho números que estuvieron, mes a mes, en lo más alto de las ventas de DC, dejando claro que su planteamiento recibía el calor de los lectores.
El dibujante de El Resurgir, nos lleva a una Gotham donde Batman ha ido demasiado lejos en su cruzada contra el crimen y donde el Joker se erige como su única esperanza. Una Gotham que ve en el Cruzado de la Capa a su peor enemigo y le cuelga el cartel de héroe al que antes fue encerrado por asesino. Una Gotham donde el principio del fin parece que ha llegado y nada parece poder pararlo… salvo el Joker.
Y sobre este cambio de roles, Murphy, construye su historia cual fortaleza, jugando con infinidad de conceptos de la mitología de los personajes, llenando cada página de guiños a lector atento, al tiempo que va desarrollando a estos nuevos protagonistas de tal forma que se pueda ir sintiendo como ganan en tridimensionalidad a medida que sus vidas quedan expuestas en la miniserie. El espejo que usa el dibujante no ejerce un gran efecto distorsionador, sino que se limita a dar un reflejo de lo que los aficionados a Batman ya saben de su héroe, de forma que todo resulte novedosos al mismo tiempo que familiar.
Sin embargo, Murphy, tampoco puede ser considerado un orfebre de las palabras y abusa de forma masiva de ellas para recalcar ciertos aspectos de la historia que se ve incapaz de plasmar visualmente. Largos diálogos, discursos que repiten de forma machacona ciertas ideas, remarcan que el dibujante de American Vampire no acaba de saber transmitirnos el brutal cambio que quiere vender a los lectores. Un defecto que para nada nubla al conjunto, pero que se hace notar demasiado en algunos momentos, desvirtuando ciertos aspectos de la trama. Joker es Jack Napier, y lo recuerda con creces, una y otra vez, sin dejar espacio para que sea la trama la que venda de verdad al personaje, en una historia bien construida, que juega a ser algo más de lo que puede ser, al no saber exponer adecuadamente alguna de sus ideas. Ideas que Murphy asume no sin cierto riesgo, pues es necesario recorrer ese camino si de verdad se quiere que la historia funcione como debe. Un truco que permite que el lector comulgue con piedras de molino que, y aquí radica una de las grandes fortalezas de este trabajo, pasan desapercibidas en todo momento. Ideas que Murphy fuerza demasiado para que se ajusten a su propósito y que pierden cierta elegancia en su ejecución.
El Caballero Blanco juega a meterse en la cabeza de sus dos protagonistas, mostrándolos como dos antagonistas, dos caras de una misma moneda, algo evidente tras años y años de relación tóxica entre ambos. Algo que ya se encargaron de reflejar a la perfección Alan Moore y Brian Bolland, en una de las mejores obras de disección psicológica de estos dos personajes, La Broma Asesina. Murphy no busca imitar, pero se siente la inspiración que hay detrás por como se refiere Batman al Joker y como el Joker vive obsesionado con la figura del Caballero Oscuro.
El microcosmos que Murphy ha logrado construir, aún con sus puntos flacos, se muestra sólido, robusto, competente, para poder soportar nuevos acercamientos. Acercamientos que quedan muy bien definidos a lo largo de la historia y que el dibujante y guionista se deja abiertos de cara al futuro.
La obra se desarrolla de forma vertiginosa, abrumando en cada página por su enorme potencia visual, pues Sean Murphy despliega todo su arsenal gráfico, apoyado por un sensacional Hollingsworth en el color, para plasmar toda esa energía eléctrica que parece crepitar alrededor de cada página. La fuerza, el dinamismo, la intensidad de cada trazo, viñeta y composición hacen que la lectura de Caballero Blanco sea un ejercicio plenamente satisfactorio, al ser el apartado gráfico el tupido velo de terciopelo que se encarga de disimular la irregular exposición de ideas. Un trabajo que resulta doblemente interesante por ello, ya que aquí las lagunas del guion quedan adecuadamente parcheadas por un dibujo soberbio, que fortalece y añade robustez a una obra que se erige por encima de sus debilidades para resultar extraordinariamente sólida en su conjunto. Y es que no hay fuerza en la soledad, verdad, ¿Bruce?
Guion - 8
Dibujo - 9.5
Interés - 9
8.8
Grandiosa.
Murphy logra captar la mitología del personaje y plasmarla en ocho números de enorme calidad. Intensa, novedosa, impactante y llena de referencias, así es el Caballero Blanco, una obra a atesorar.
Muchas gracias por la critica, coincido sin lugar a dudas con la calificación.
Eso si, ya que no compro más grapas desde hace un buen rato, espero con ansias el tomo recopilatorio de ECC.
Coincido con la critica. A murphy se le notan las limitaciones como guionista, tiene buenas ideas y las plasma regular . Esto hace que no terminen de ser creibles, o entenderse organicas, ciertas reacciones de personajes secundarios sobre todo. O bien se va entonando o bien el lector se va olvidando por las virtudes del comic, porque es mas evidente en los primeros numeros. Con todo , bastante disfrutable , desde luego me tienen ganado para la continuacion.
Murphy dibuja increiblemente bien y tiene grandísimas ideas, pudiendo comparársele con el Mark Millar superheroico en ese aspecto. No obstante, pienso que las virtudes del cómic se quedan ahí. Como le ha pasado a Millar gran parte de los últimos 10 años, pese a introducir elementos muy interesantes, la sensación final es que casi todo está desaprovechado y vacío. Eso sumado a que los diálogos, a diferencia de los de Mark, por momentos son bastante farragosos, hace que terminar de leer esta obra haya sido una tarea más dura de lo que uno desearía. Un cómic más del Murciélago y su némesis que en mejores manos podría haber sido un tesoro.
Para mí una obra fallida. Empieza con una premisa e ideas interesantes (los primeros números son magníficos) recogiendo conceptos previos pero yendo más allá… pero cerca del ecuador de la serie pasa a contar otra cosa, con situaciones poco o mal desarrolladas, diálogos no muy brillantes, convencionalismo acomodaticia y un final anticelulítico que te deja preguntándote la necesidad de hacer este viaje definición tan prometedor más allá del paisaje. Porque el dibujo muy bonito. Lo esperable en Murphy. En fin, que con un guionista colaborando podría ser una joya. Yo lo recomendaría únicamente por el grado de interés del comprador por el apartado gráfico
Acabo de leerlo, me gustó mucho, sugiere muchas ideas que quizás no aprovecha del todo luego, pero un cómic para releer. En cuanto al nivel gráfico, soberbio