Batman: Detective Comics #15

Reseñamos el Detective Comics 15. Ram V continúa a las guiones de una de las sagas más largas de Batman.

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Edición original: Detective Comics núms. 1076-1080 USA (DC Comics, 2023-2024)
Edición nacional/España: Batman: Detective Comics núm. 15/ 40 (ECC Ediciones, 2024)
Guion: Andy Diggle, Ram V, Dan Watters
Dibujo: Francesco Francavilla, Dustin Nguyen, Aaron Campbell, Liam Sharp, Juan Ferreyra, Christopher Mitten, Jason Shaw Alexander, Mike Perkins, Caspar Wijngaard, Karl Mostert, Hayden Sherman
Color: Dave Stewart, Triona Farrell, Ram V, Liam Sharp, Juan Ferreyra
Traducción: Felip Tobar Pastor
Realización técnica: Gustavo Martínez
Formato: Rústica. 176 páginas. 21,50€

Aviso de Spoilers: El artículo que sigue a continuación desvela detalles argumentales importantes sobre el contenido del cómic. Y en éste pasan cositas.

¡Huele a remontada!

«Se acabó. Batman ha muerto.»

Continúa la macrosaga de Ram V en Detective Comics. Contra viento y marea, sin lamentarnos apenas por los cambios de dibujante, el guionista de La Cosa del Pantano avanza a paso lento en su enorme mosaico de la Gotham más gótica, subterránea, arcana e inabarcable. En este caso, estamos en el arco titulado Batman-Forajido. Muy sugerente.

El gran hallazgo de Ram es saber dar a Gotham un estatus de personaje real, y no el consabido tópico que hemos dicho mil veces. Aquí la ciudad es un ente palpable, un ser vivo, gigantesco, un animal salvaje, iracundo, de respiración caliente, que exuda peligros arcanos.

La batalla entre los Orgham y Batman son como guerras de chiches entre el pelaje de la bestia imposible que es Gotham. Meros parásitos, adictos a la sangre envenenada de la ciudad.

Bien es cierto que los Orgham representan la enésima creación de un “gobierno” subterráneo en Gotham que aplica un dominio violento y letal a la ciudad. Batman, como no, desafía a esa familia en una guerra en muchos frentes. Los Orgham están arraigados en las entrañas de la urbe a muchos niveles. Forman parte ya del alma de este animal despiadado que es Gotham.

Los Orgham debutaron en el 1062 de Detective de la mano de Ram V. Estamos en el 1080 y la cosa no tiene atisbos de llegar al final. Por lógica, nos vamos acercando a un hipotético desenlace. El guionista ha estructurado esta saga como si fuera una ópera. Cada capítulo forma parte de un segmento de una obra operística. Bueno, en este tomo llegamos al intermezzo. No hace falta haber estudiado italiano o bel canto para saber que estamos en el ecuador.

La comparación con la opera no es meramente estructural. Esta etapa es ampulosa, grandilocuente y algo vacía. Lo del viaje y las alforjas. Pero antes de intuir el final, hay que reconocer que esto va de un viaje. Hay que disfrutar del trayecto, contemplar el paisaje. En este caso peleas, drogas, violencia, venganza y mucha crueldad.

En este tomo, y ahora empezamos con los spoilers en serio, vemos a Batman en las mazmorras de los Orgham, víctima del Arzem el veneno quema-cerebro. Éste no puede doblegar la voluntad del murciélago. De todas formas, el objetivo final es ahorcarle en “la plaza del pueblo”, en una ceremonia aberrante.

Selina se dedica a reclutar un equipo entre el catálogo de personajes de Batman para rescatar a su amado. James Gordon, Montoya, Ivy, Cassandra Cain, Katanna… forman la parte más o menos esperable y convencional de aliados habituales. Hiedra apena aporta un apoyo químico pero trascendental. Cada uno forma parte del plan en mayor o menor medida. Pero no se trata de un macrogrupo que ataca a cara descubierta. Y se agradece. Los miembros de este equipo son como un itinerario para llegar a la meta: salvar a Batman.

El plato fuerto del Cat-Team lo forman Mr Freeze, con sus propios intereses y Jean Paul Valley que se enfunda su disfraz de Batman. Puede parecer algo forzado y pegote, pero tiene su lógica. Si queremos penetrar en la piel del monstruo y extirpar a los parásitos, nada mejor que un Batman quirúrgico, un Batman con cuchillas. Además que nada más arcano y vengativo que el mismísimo Azrael.

El plan se va… “desplegando” lentamente, como un mecanismo de relojería. Culmina con Selina lanzándose al rescate. Falla. Batman es ahorcado.

Fin.

Muere el héroe.

¿Alguien se lo cree?

Evidentemente, no.

La gracia está en ver como saldremos de ésta. Una hipótesis es que haya habido un cambiazo (Batman es ahorcado con la máscara) y sea Bruce el habitante del traje del Batman noventero. Otra que hayan ahorcado a un Orgham o a un cualquiera.

No, el ahorcado es Bruce. Selina dejó que fuera ahorcado y gracias a un veneno e Ivy ralentizó su cuerpo hasta dejarlo en estasis. Luego robó el cuerpo. Como dice la gata “No entiendo de rescates. Soy una ladrona. Lo mío es robar.”

El giro sorprende. Hace que el lector veterano sienta un leve cosquilleo. Ram ha sabido darle el tono, el ritmo y la estructura narrativa necesaria para hacer que uno quiera pasar las páginas y saber que narices pasa. Puede que sea el momento más “comercial” de la etapa de Ram V, pero es muy disfrutable, porque no deja de tener su punto serio, pomposo y elaborado. La mezcla funciona muy bien. El truco de ilusionismo nos ha hecho picar. Esta vez sí.

Si bien es cierto, que poco más nos queda. Batman salvado por una mezcla de amor y veneno. Esa relación adictivamente tóxica entre Bruce y Selina cristaliza en este bello rescate. Esto es el guion: belleza, poesía, impacto… pero poco por debajo. La trama de los antiguos y poderosos Orgham da para mucho más, pero Ram aquí funciona al revés. Hay más forma que contenido y mensaje.

El dibujo por parte de Jason Shawn Alexander (una curiosa mezcla entre Bisley y Sienkiewicz) le da cierta uniformidad al tomo y mucho empaque a las escenas más impactantes, a los planos más escandaloso y extremos (Batman drogado, el ahorcamiento)… sin embargo está por debajo del que es el referente absoluto de esta etapa: Rafael Albuquerque. El dibujante inicial.

A pesar de todo, Alexander la representa de forma espectacular la ominosidad y salvajismo latente de la iracunda criatura llamada Gotham. Su estilo sucio, húmedo, opresivo y angustiante es el punto fuerte de sus páginas. Los dibujantes como Alexander sufren de cierto acartonamiento narrativo, pero en este caso se consigue un equilibrio muy eficaz.

Por otro lado, continuamos con las minihistorias de complemento de Dan Watters. Empiezan a hacerse algo cargantes, reiterativas y poco interesantes. No da la sensación que aporten lo suficiente (por el momento) para interrumpir la lectura de la trama de Ram V. Parecen que ya forman parte de un trabajo funcionarial, que están allí simplemente para cumplir el compromiso con el lector, pero se atisban las pocas ganas entre los dos lados de la página (la editorial y los lectores) con el consabido y molesto baile de dibujantes de estilos dispersos. Alguno hay interesante, pero por ahora no nos llevan a mucho más. Dan cierta profundidad psicológica en algún momento, nos sitúan en el estatus actual de algún personaje y pretende captar nuestro interés en las tramas subterráneas de la colección.

Este tomo nos deja mucho mejor sabor que el anterior. Igual alguien le ha dado un tirón de orejas a Ram. Aceptamos el reto y esperamos que el despliegue de la que se supone que es la segunda parte de la macrosaga (en la que entramos ahora) nos de lo que nos han estado prometiendo hasta el momento: un desenlace digno de la grandeza de Gotham.

Lo mejor

• En la historia principal empiezan a pasar cosas tangibles.

Lo peor

• Haber tardado tanto en llegar a aquí.

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