El murciélago y los problemas
«…Nos vamos al galope»
Casi siete meses después de la publicación de la última entrega de la colección llega el número 24, fundamental en la configuración de la etapa y estancia en el título por parte de Peter Tomasi. Teniendo presente lo acometido recientemente en Guerra del Joker (en la que ha participado la propia Detective Comics, si bien no en rústica sino en la grapa homónima del evento), cabe preguntarse cómo ha sido la vuelta. ¿Ha habido cambios necesarios por fin en la misma? ¿Cómo valoramos, meses después, aquel tomo 23?
La principal carencia del cómic, adelantada en la reseña de los números anteriores, se encuentra fundamentada en la falta de aspiración o interés a la hora de construir la historia. Falta épica, emoción y drama. En su mayoría, son aventuras ligeras, agradables, pero sin ningún tipo de recorrido o contenido que el lector vaya a recordar en el futuro. Esta precisión no es en su absoluto únicamente reprochable a su escritor (del que hablaremos a continuación), sino también a DC y la posición a la que ha reducido la colección en los últimos años, limitada a una situación cómoda de comparsa de la principal, sin identidad o desarrollo propio.
El tomo 23 consta, por un lado, de la conclusión del arco presentado en el anterior y, por el otro, una historia protagonizada por Harvey Dent. La primera, con Scott Godwleski al dibujo y David Garon al color, finaliza sin mucho acierto con la trama de la secta nórdica. Prepara el encuentro final con estilo, centrándose en lo puramente detectivesco, pero resulta confusa y atropellada una vez el enfrentamiento final se produce. Por su parte, sí presenta intimidad en los momentos en los que Bruce Wayne se despoja del uniforme, con Peter Tomasi elaborando un sentido homenaje hacia Alfred.
En segundo lugar, tenemos a Dos Caras. La presentación de la historia es notable, incidiendo en el aspecto más controvertido de su naturaleza como villano: la indefinición de su humanidad. Brad Walker dibuja un hombre atormentado con un diseño que, sin salirse de lo clásico, resulta inquietante y adecuado. El color de Brad Anderson, uno de los mejores de la industria, aporta vigor a la construcción de los escenarios, la acción y sus personajes. Particularmente, por el rojo que impera en muchas de las viñetas. No obstante, una vez introducida, la trama resulta anodina, parca en detalles y continuista. No destaca o aporta aspecto novedoso para la colección, lo cual, como ha sido adelantado, ha terminado por ser un mal endémico para la misma.
Para el tomo 24, no hay equipo artístico único. En el primer número, el 1028 USA, tenemos a Nicola Scott y Patricia Mulvihill (color). En lo relativo al guion, Peter Tomasi ofrece una aventura ligera de venganza, siguiendo el rastro de un policía montado al que sus compañeros han dado por muerto. No dista de lo ofrecido con anterioridad. Tiene un arranque interesante pero pierde en el tramo final por una resolución tramposa. El dibujo es, en su mayoría, solvente, con un punto notable en un aspecto. En concreto, a la hora de captar la personalidad de Bruce Wayne. Transmite una sensación inquietante, oscura, que encaja bien con la situación vital del personaje, lamiéndose aún las heridas provocadas por la Guerra del Joker. Por el lado contrario, yerra en lo relativo al diseño del villano y sus gestos faciales en el encuentro final que, habida cuenta de la falta de coherencia narrativa de la revelación, ofrece una conclusión incompleta y poco estimable.
Para el siguiente, el escritor (en compañía esta vez de Kenneth Rocafort, así como de Daniel Brown al color) se centra en desarrollar una de las tramas principales que nacen del conflicto con el payaso: la desafección de la ciudadanía por los superhéroes y la traslación de esta a la política. El dibujo vuelve a ser correcto, con un estilo distinto que el de sus predecesores pero con el mismo resultado. Inspirado en los momentos más reposados, en los que prima el diálogo, y, por el contrario, menos a la hora de trasladar la acción. Tenemos a un nuevo personaje, Christopher Nakano, baluarte de la campaña contra los vigilantes de Gotham. La falta de interés en el personaje es rotunda, al no presentar características que pudieran individualizarle; con discurso comodín y un único elemento peculiar en su anatomía que no funciona como eje vertebrador de futuro en modo alguno.
Por fortuna, el tomo finaliza con Pagar con sangre. Este marca una línea discordante con las anteriores historias en niveles de calidad; por el dibujo y color,en primer lugar, a cargo de Bilquis Evely y Mat Lopes (responsables de Supergirl: Woman of Tomorrow). Desde el comienzo, con un tono naranja terrorífico ahogando la viñeta, fruto de una pesadilla, hasta el final, variando el estilo y los colores para tres momentos concretos. Supone, a su vez, un gran momento de inspiración para el escritor de Batman y Robin, acertando particularmente en el monólogo interior de su protagonista.
Un aspecto positivo, por su parte, se encuentra en las portadas. Tanto en las propias a cada número (siendo la del 1019, de Rafa Sandoval y Jordi Tarragona, una de las más destacables) como las alternativas de Lee Bermejo. Son trabajos relevantes y que dan buena cuenta del talento tan extraordinario que tenemos en las colecciones superheroicas.
Un último paso, cada vez más cerca del final de etapa, en el que prima la irregularidad y la falta de intenciones, viéndose estas carencias suplidas en momentos concretos por la inspiración ocasional de su escritor y el talento innegable de los distintos artistas involucrados.
Lo mejor
• El dibujo del número final.
Lo peor
• La falta de ambición e interés en la serie.
DECEPCIONANTE
Guion - 5.5
Dibujo - 7
Interés - 5
5.8
Dos tomos irregulares que nos acercan al final de etapa
Ahora que ya se cierra su etapa se puede hacer balance del paso de Tomasi por la franquicia. Podria enumerar sus arcos con sus altos y sus bajos, pero seria algo largo y tedioso. En vez de eso dire que Tomasi para mi paso de ser alguien brillante a ser un simple artesano. No es algo despectivo. De hecho me cae simpatico atendiendo estrictamente a su labor. Lo veo como un «vieja escuela». Le preocupa la continuidad, intenta rellenar sus agujeros. Toma elementos de trabajos previos suyos y de otros, lo quw supone respeto a la labor de los creadores que le precedieron y a la trayectoria del personaje. Caracteristicas que le limitan en la editorial actual.
En esta etapa en Detective, una suerte de homenaje a Brave and the Bold en gran parte, es muy descriptivo: historias intrascendentes quw solo buscan entretener, algun desarrollo que otros ignoran o deshacen (Mrs Frio) y constantes injerencias editoriales. Esta es la segunda historia de Dos Caras con ambiciones que se carga la editorial. Tal vez Tomasi se deje caer una tercera vez y le dejen trabajar a gusto. O tal vez no!
Hola, Drury Walker! Efectivamente, como dices, no ha sido una estancia brillante. Me interesa ver por donde irá la carrera de Tomasi a partir de ahora, después de una (para mí) muy decepcionante etapa. Es una incógnita. Un saludo.
Me parecio leeros que iba a hacer una serie para una independiente, si no me falla la memoria.
Entiendo tu decepcion. Si comparas este Detective con su etapa en Batman y Robin (al menos hasta «la gran quemadura») es un bajonazo. Pero si lo comparas con el que creo que es su primer arco con Batman (descontando la etapa en Nightwing) que es la mini de Blackest Night, ahi ya tienes un compendio de sus virtudes y vicios. Su comparas con eso ya ves hasta sus wtf marca de la casa…
A mi este Detective me parecio un homenaje de ByB de Haney, que el reconocio como una de las lecturas de infancia que le hicieron aficion a Batman en particular y al comic en general. Pero son comics muy del monton, muy para la parroquia, algun apunte interesante pero nada que brille. A simple vista un trabajo puramente alimenticio. Es que Haney era mucho Haney, no es tan facil hacer lo que hacia y como lo hacia!