Supongamos, por un momento, que El Contraataque del Caballero Oscuro no es una obra maestra. Bajo esta suposición estamos ante una obra difícil, con un dibujo que podríamos definir como feista y con una historia caótica y llena de acción que podría llevar a un lector poco avispado a pensar que está leyendo la majaduría de un tipo al que la opinión pública nunca le ha importado demasiado. Ahora supongamos, también por otro breve momento, que efectivamente es una maravillosa obra maestra. Quizás veamos su dibujo como algo distinto, algo así como una parte tan intrínseca a la obra que subyace en su esencia, con sus pequeños errores y sus quizás más pequeños aciertos, pero con un estilo inconfundible que, de un modo y otro, no puede dejar indiferente a nadie. Desde esta perspectiva, también es posible que veamos en su guión un tremendo cúmulo de mensajes subliminales y referencias que se evoca como un gran homenaje a los superhéroes y, como no, como una historia fantástica donde el rol del Caballero Oscuro y todos los secundarios se eleva hacia el más puntero de los niveles.
El Contraataque del Caballero Oscuro continúa con la historia de ese Batman revolucionario que el propio Frank Miller nos presentara quince años antes en la imprescindible The Dark Knight Returns. Tres años después de fingir su muerte, el propio Bruce Wayne está listo para llevar a cabo su loca revolución al mundo y, destrozar, de una vez por todas, el podrido sistema que los gobierna a todos y los tiene adormilados. Y así es como el guionista y dibujante vuelve a hacerse pasar por profeta para meternos de lleno en un mundo que, por desgracia, es cada vez más reconocible en el nuestro. Un mundo en el que los superhéroes se creen muertos, el Presidente de los Estados Unidos es un holograma sin que nadie lo sepa y donde las noticias las dan presentadoras desnudas. Así, estando más cerca de Un mundo feliz que de 1984 pero con rasgos evidentes de ambas obras literarias, en el mundo de El Contraataque del Caballero Oscuro parecen evidentes las razones por las que un millonario como Bruce Wayne ha decidido encauzar tal cruzada.
La obra es una clara secuela de El Regreso del Caballero Oscuro, pues bebe de su universo y su senimiento, pero lo cierto es que estamos ante una obra que funciona por sí misma. Frank Miller tiene la capacidad aquí de contentar a dos tipos de lectores: los que nunca leyeron la primera parte (espero que pocos) y los que la disfrutaron. Las explicaciones, a pesar de lo caótico a veces del lenguaje, son claras y concisas y los personajes están tan bien retratados que no es necesario saber como ha ido la primera entrega. Incluso Carrie Kelley es casi un personaje nuevo al que no hace falta presentar. Y además, el universo en el que se basa, ese futuro horroroso que Miller nos pinta aquí, tiene un carisma distinto que en la anterior parte, mostrándonos un futuro más deprimente, posiblemente siguiendo las tendencias naturales de “degeneración”
Y al ser una obra tan suya misma, tan independiente a pesar de ser una secuela, sucede que no es tan fácil compararla con la primera. Pero claro, es inevitable y hay que aventurarse a ello. En primer lugar, se nota que Miller no tenía tantas cosas que contar en esta segunda parte. Sólo hay que ver como ese primer rescate a Ray Palmer, que vive aventuras al más puro estilo Beowulf en un vaso de agua, está repleto de tantas escenas de acción casi como las que tenía la primera obra al completo. Acciones sin diálogos, enormemente didácticas y raras (al dibujo lo atenderemos más adelante) donde la acción, más que los diálogos o las descripciones, es la parte principal. Y no es necesariamente malo, por supuesto, sino que denota que esta obra va por otros derroteros.
Se intuye también un mensaje más claro que en la primera parte. Es, quizás, menos emocional aquí la historia de este Batman revolucionario que quiere cambiar el mundo. Algunos dirán que el mensaje aquí es más simplista, que quizás Miller quiso simplificar la obra y hacerla más accesible para los lectores, pero da la impresión de que la historia de “derribar el régimen establecido a puñetazos” requería de un corte más cinemático, con más acción y menos crítica social que, aunque intrínseca, se nota más incisiva.
Es una obra más macarra, si cabe, que The Dark Knight Returns . Es también más violenta y sangrienta, menos sutil, pero no por ello más pobre en detalles. El Caballero Oscuro Contraataca tiene un microverso reconocible, donde los presentadores de televisión no tienen tanta importancia pero nacen alucinantes metarreferencias como las Superchix o las reacciones de un público que asiste a las sangrientas y enormes batallas como el que se asoma hoy a un espectáculo televisivo.
Pero si hay algo en lo que El Caballero Oscuro Contraataca supera a la obra que la precede es, sin lugar a dudas, la riqueza en los personajes. Empezando por el genial retrato de Bruce Wayne que el escritor y dibujante americano hace en esta obra, profundizado y radicalizando aún más si cabe la postura de este viejo revolucionario que odia el mundo. Es más viejo, igual de sabio y mucho más radical y eso se nota desde un primer instante. Su figura es casi impercetible en lo visual pero omnipresente en lo narrativo. Es el Bruce Wayne definitivo. Es tan perfecto que su radicalidad no sorprende a nadie, ni al lector más conservador del personaje. Es, a mi juicio, uno de los retratos más reales que se han hecho de un personaje superheroico en la historia del cómic.
Y no sólo Bruce Wayne. Carrie Kelley, esa excelente y dócil Robin que veíamos en la primera parte, es aquí un personaje magnífico mucho más desarrollado, donde su relación con Bruce Wayne –el gran punto débil de la primera parte– es más intensa que nunca y donde su papel de Cat Girl no pasa indiferente en ningún momento. Es más, me cuesta pensar en algún personaje que me dejase indiferente y no consigo divisarlo ya que Frank Miller puede pecar de muchas cosas, pero sus personajes son de una complejidad apabullante. Ese Barry Allen viejo y bromista, ese Dick Grayson venido a menos siguiendo la estela del Joker, la amazona Wonder Woman como contrapunto amoroso del estruendoso Superman o ese Plastic Man completamente desternillante son magníficos ejemplos de como crear un plantel de personajes interesantes que aportan a la obra más de lo que un secundario debería pero sin hacer sombra al protagonista. Todo ello sin haber mencionado a un genial Oliver Queen que, de forma muy natural, es el escudero de la revolución de Bruce Wayne y tiene la oportunidad de brillar con luz propia.
Brilla también de forma independiente la magnífica relación entre Clark Kent y Bruce Wayne. Esa extraña amistad, forjada a base de años de incontables batallas y echa pedazos por distintos sentimientos: revolucionarios y reaccionaros. Una relación que sigue presente desde la priemra entrega y supone santo y seña del tebeo. Una amistad que Miller entiende a la perfección y la explota durante todo el tebeo, viendo lector impasible como se continúan peleando a pesar del amor que siente el uno por el otro. También hay aquí uno de los puntos negativos de la obra: la razón por la que Superman es el arma secreta del gobierno. Creo que había más razones posibles para entender esa postura que el hecho de que la ciudad de Kandor estuviese aprisionada por Brainiac. Hubiera apostado por algo más político o sentimental, como lo que mueve a Bruce Wayne y no algo tan evidente. En un cómic tan de sentimientos, es un detalle que queda fuera de lugar.
Frank Miller establece en el cómic una reflexión muy interesante: el papel de los superhéroes en torno a la política. Si algo nos hemos acostumbrado a ver es cómo los poderes políticos y la gente aplauden normalmente a los superhéroes, al menos en el lado más mainstream. Aquí, se plantea el hecho de para quién trabajan y por qué. También reflexiona sobre la degeneración de la sociedad, con esas chicas supersexys que se visten de superhéroes o ese presidente americano que es un holograma y que, a sabiendas de ello, un personaje llega a comentar algo así como ”¿A quién le importa si el presidente existe o no? ¡Es un gran americano!.
El punto polémico del cómic es su dibujo. Algo que evidentemente no se puede obviar en un análisis de la obra. Pero, ¿sabéis qué? He llegado a apreciarlo. Es cierto que se pueden decir muchas cosas, como el hecho de que parezca más de un fanzine que de una obra destinada a venderse por miles o que es caótico en cuanto a su estudio anátomico o de movimiento. Estoy de acuerdo. No voy a negar de que es un dibujo difícil de ver, ciertamente caótico y muy, muy feo en algunas ocasiones donde el personaje que sale en la viñeta es poco más que un monigote. Sin embargo, a medida que pasan las páginas, uno llega a ligar el dibujo con la obra de tal manera que le parecen inseparables. Llamadme raro, pero no podría concebir El Contraataque del Caballero Oscuro con los dibujos de Jim Lee o Stuart Immonem.
El trazo es macarra, imperfecto, degradante y sucio. Es algo así como el estudio de anatomía de la obra en sí misma. Incluso el color, aunque con influencias pop es caótico e irregular, digno de un principiante de Photoshop que comienza a toquetear con el color digital –algo plausible en aquella época–. Pero tiene algo que engancha, que hipnotiza. Quiero creer que hay un simbolismo y no un Frank Miller en decadencia en esa figura de Batman completamente desfigurada mientras le pisa la cara a Lex Luthor o en ese estampado horroroso que pulula por el traje de Cat Girl. Quiero ver a una Wonder Woman poderosa y guapa de la que Superman está completamente enamorado y, aunque no la veo entre esas líneas tan cuadradas y deformes, sí que pienso que El Contraataque del Caballero Oscuro no sería ella misma sin esas splash pages cuadradas y difíciles de ver que plantea el autor.
Si me preguntaran si El Contraataque del Caballero Oscuro me parece una genialidad, no sabría que responder. Podría decir que el guión me apasiona y me hipnotiza y que he llegado a querer un dibujo que en las primeras páginas casi me hace cerrar el libro. Podría decir también que Frank Miller no estaba en su mejor momento y que su predecesora y otras obras del autor son mucho mejores. Podría decir muchas cosas y seguramente me las discutirían. Pero eso es lo que tienen las obras maestras: nunca son del gusto de todos.
Siempre que se hace un análisis de esta obra,cuando llega el apartado de color,me parece que se es muy injusto. Lynn Varley hizo esos tonos tan saturados y esos efectos tan de «principiante de photoshop» a propósito. Para destacar aún más el cambio generacional del comic,el paso de color tradicional al digital. Exágerando los excesos del programa,pero siempre de manera contenida. Alguién con una técnica y conocimientos como ella no habría hecho «eso» así si no lo hubiese querido. Además de sentar las bases de lo que hoy es el tipo de coloreado de muchas obras. Recordad los primeros tiempos del color digital,todo eran brillos y volúmenes innecesarios que no pegaban con el dibujo,Varley hace un color plano con una paleta muy saturada pero también muy equilibrada,en cierta manera es un homenaje a los colores chillones de los primeros años de los comic books.Además de romper radicalmentre con los tonos que había elegido para el DK1. es muy inocente pensar que alguién capaz de hacer el color de 300 o de Elektra lives again,pierda toda técnica y criterío por cambiar de herramienta de trabajo.Intencionalidad ante todo. Hoy en día se nota su influencia en coloristas tan punteros como Matt Hollingsworth. Esta obra es dificil de analizar,porque está cargada de muchas intenciones,no solo tratan de contar una historia rupturista y no continuista,sino de poner patas arriba el medio,la narrativa,la composión,el coloreado. Una obra más dirigida (Y digerida) por autores que por lectores. En muchos aspectos,Miller y Varley se adelantaron casi 10 años a la oleada indie que ahora causa «furor» en el comic de superheroes.
Me gusta tu puntualización scarlet spider, mucho. Es quizás el punto que peor he sabido explicar en mi reseña (son tantas cosas que…) así que como complemento me quedo con tu comentario.
Un saludo!
Aunque puedo ver e incluso compartir lo que comentas del color, creo que puede que tanto Miller como Varley se pasaron de listos con esta obra.
Aunque me gustó, fue pese a esas «genialidades» que intentaron meternos. Toda la obra está plagada de «grandes lecciones» al cómic de la época. Pero cuál Cervantes moderno resulta que el público de la época no estuvo listo para entenderlas.
Igual es porque no supieron hacer ver al consumidor lo que querían criticar (Waid lo consiguió sin problema) o igual es que intentaron apuntarse a la moda de los chavales con el tacto de unos «padres del siglo pasado».
No soy irónico, de verdad que lo miro y remiro, y no estoy seguro de la respuesta.
Como principiante en la lectura de comics- y aun lo soy, pues soy principalmente un lector de Batman que poco a poco va ampliando sus conocimientos del universo dc- hace años me guíe por los mejores y peores comic de Batman que publico zona negativa; entre los peores ocupaba el segundo puesto este DK2, lo cual hizo que desestimase su lectura -a pesar de encantarme El regreso del señor de la noche- y asumiese la opinión mayoritaria. Es ahora con la eminente publicacion del primer número de The Dark Nigth: Master Race, cuando me he animado a la lectura de DK2, y aunque solo he leído su primer tomo de tres, me ha parecido muy interesante, con una impresión parecida a la que refleja Tomas: revolucionarios vs reaccionarios (y que al igual que en el Regreso del señor de la noche, existe un metalenguaje bajo esa misma premisa)
Estupendo análisis de Tomas y a la espera de la reseña de Dk3.
Pd: Espero que las partes que me faltan no me decepcionen y coja con ganas Dk3. Y lo del dibujo, pues lo dicho, uno se acostumbra, pero es feo, feo. ¿Puede ser que con el paso del tiempo y dejando el hype que presentó tras su primera parte y su eterna comparación, Dk2 se aprecia de manera diferente, observando mas sus tremendos aciertos en lugar de hacer hincapié en su errores/dibujo/color?
Totalmente de acuerdo con el asunto del color. Es así a propósito. Y hay que decir más, es un estilo que creó escuela entre el cómic no mainstream. Lynn Varley puede hacer lo que le de la real gana, porque es una genia del color.
Lo que a mí me llamó la atención, en comparación con el DK1 (además, obviamente del dibujo y el color) es que los diálogos se reducen a la mínima expresión, siendo uno de los recursos más habituales de Miller (junto con las voces en off). Es obviamente, otro estilo, pero en escenas como la de Palmer en la placa petri encajan a la perfección.
Definitivamente es un tebeo a leer varias veces, especialmente si te gusta DK1, porque el enfoque es muy, muy diferente.
Nunca he entendido el desprecio (hasta odio) que esta obra suscita en mucha gente, y con el tiempo he llegado a entender que no es a la obra en sí (que como ha dicho Tomás en su magnífico análisis, es dura y difícil visualmente, y con muchas capas argumentales muy sutiles qué pueden escaparse a primera vista)
Lo que la gente crítica es al propio Miller, o mejor dicho a sus ideas políticos. Hay una parte del fandom qué ni admite ni perdona que el autor tenga unas ideas diferentes a las suyas, y que se siente «engañado» porque lo que en un principio y durante muchos años creyó que era una burla ob parodia a una ideología, era sencillamente las ideas políticas del autor.
Personalmente cuando lo leí hace muchos años (en esta edición de Norma sacacuartos) flipe en colores porque no me creía que ese Miller era el mismo que había hecho El retorno del Caballero Oscuro, lo leí y lo olvidé convenientemente, pero años y relecturas después me han hecho apreciarlo y ver parte de lo que el autor quería expresar y que tan bién ha apuntado el compañero.
No es una obra maestra ( eso queda reservad o a la primera parte) pero le da 10 vueltas a cadi cualquier cosa que se haya hecho con Batman en los últimos 10 años.
No estoy de acuerdo. Los colores políticos de Miller salieron bastante después de esta obra, y ya le habían caído leches hasta en el cielo de la boca.
Lo de si es una buena o mala obra ya te lo diré cuando lo tenga claro
Yo no soy de criticar políticamente a Miller, pero esta obra me parece un desastre porque contradice con lo de Luthor y Brainiac el espíritu mismo del DK-I y muchas de las reacciones de los personajes me parecen esquemáticas y excesivamente simples (hablo de memoria, así que a lo mejor me equivoco en los personajes, pero recuerdo una pelea dialéctica entre Green Arrow y Question que me pareció un tanto vergonzante).
Visualmente tampoco tengo problemas con ella, Miller es un buen dibujante aunque sea feísta y ya apuntaba su deriva desde el esquematismo en su línea hasta el feísmo en el libro de conversaciones con Eisner.
Fue una gran decepción en su momento y siempre me ha parecido un tebeo del montón, de esos que salían en la línea Elseworlds sin pena ni gloria. Si no llevase el nombre de Miller creo que ni nos molestaríamos en recordarlo.
A mí eso, sabiendo de las ideas de Ditko, me parece una genialidad.
A mí no, me pareció una discusión bastante mal llevada. Ditko lo hacía mejor en Mr. A.
Ditko se lo tomaba en serio hasta el extremo y Miller se lo toma a modo de coña.
Mal hecho, hay que sacar las antorchas y no andarse con medias tintas. Ahora, bromas aparte, me sigue pareciendo flojo y lo grande de DK-I, que era que el mundo necesitaba un batman por culpa de la propia gente (que no sabía formar una sociedad sin un referente ético claro al que intentar parecerse pero que no fuera un pelele buenista como superman o un señor de la guerra nihilista como el líder de los mutantes), se lo carga al sacar a Luthor y Brainiac como responsables. Esa contradicción interna entre ambas obras, que es la base de DK-II, la simplificación del conflicto y la descompensación, tanto en trama como en ritmo, que le veo al intentar hacer una historia de la liga clásica y posmoderna a la vez hacen que todo me chirríe y que no pueda valorar positivamente este tebeo ni como continuación, ni como parodia ni como historia por sí misma.
Pues yo sigo horrorizado y mis ojos vuelven a sangrar solo de recordar este DK II…
En estos 14 años desde que lo compré y lo leí por 1ª vez, he intentado releerlo en varias ocasiones, para ver si la relectura y el paso del tiempo mejorar la experiencia, pero nunca acabo el 1er volumen…
Gracias por la reseña, Tomás, en este caso no estamos de acuerdo
¿Mal cómic? –> Ni de coña.
¿Peor que El Regreso del Caballero Oscuro? –> Es su secuela y eso se nota.
¿Debería de tenerla en mi bliblioteca? –> Ya estás tardando, insensato.
¿Miller es un mercenario y nos saca la pasta? –> Es una obra imprescindible para entender al autor y eso debería bastar.
Y es que la obra que hoy analiza Tomás no es de esas que te dejan indiferente. Aunque, para ser sinceros, he de reconocer que DKR es de mis tebeos favoritos y en el momento que me enteré de que había una continuación, con el mismo equipo y personajes, no cupe en mi de gozo. Eran tiempos donde Internet aun no es lo que es hoy en día y la actualidad comiquera no era tan fácil de seguir. Así que imagina cómo te sentirías si descubrieras que el cómic que te alucinó cuando tenías 16 añitos tiene una segunda parte… DESEANDO PILLARLO AUNQUE CUESTE UN PASTÓN (es en este punto donde doy gracias a Norma por su política de precios –modo ironic off–).
En el Contraataque del Caballero Oscuro, Batman pasa casi a un segundo plano, y Miller desarrolla un nuevo universo, una Tierra paralela muy rica en conceptos (Supergirl es la hija de Superman y Wonder Woman) y escanarios (Braniac y Luthor están que se salen).
En cuanto al asunto del «DIBUJO FEO» que se está comentando, esta secuela ofrece un estilo gráfico muy diferente con respecto a la obra original, y eso se debe a que Miller ya había «evolucionado» su dibujo, y se encontraba mucho más próximo a las obras de aquellos años (Sin City o 300, pero incluso me atrevería a decir que también Ronin), y más lejos de sus etapas más recordadas (como en Daredevil). El Frank Miller dibujante que os váis a encontrar es el Frank del s. XXI. Y es que, a pesar de algunos momentos inspirados, sus formas parecen mucho más bocetadas y sus splash pages impactan mucho menos.
En definitiva, como comenté el otro día en un hilo relacionado con DK III, esta obra me hace disfrutar como un enano y no me averguenza reconocerlo, pese a la mala fama que ha arrastrado durante todos estos años.
¡¡¡¡Y a la espera de la tercera parte!!!!
Coincido con la entrada y los acertados comments que apoyan esta maltratada obra (sería interesante leer las lindezas masivas que se le brindaron entonces) de carácter transgresor y anticipador que nos dejó a todos con el culo torcido. Aún así sigue sin parecerme muy consistente, y está más cerca de ser el patio de juegos de un genio que su obra cumbre.
Recuerdo ojearlo en la tienda y me dio mala espina,eso sumado a que su última saga de Sin City me decepcionó,decidí pasar de él.El miedo a que ensombreciera una primera parte que esta entre mis comics favoritos me ha hecho pasar de él desde entonces.Una estupidez que a lo mejor soluciono algún dia,pero entre ‘Crisis en Tierras Infinitas’,’Kingdom Come’,’Hijo Rojo’…vaya,que tengo bastantes lecturas pendientes de DC.
Efectivamente, el dibujo es horroroso de lo grotesco que trata de resultar, como si de una versión afeada y completamente lisergica del Unverso DC se tratara.
Los héroes son reconocibles pero tiene ese «pero» desproporcionado que los hace anacrónicos, irreales y extraños.
La gente de la calle directamente son caricaturas y garabatos de colorines que viven en un mundo de pesadilla irreal.
O eso, o que Frank Miller decidió pasar olimpicamente de dibujar y solo entregó garabatos a prisa y corriendo, para cobrar, lo que prefiráis….
En cuanto al guion, deja claro que es una continuación que no una secuela: esto es, que coge una historia ya cerrada y empaquetada en si misma, para hacer una nueva basándose en la misma.
No es la historia crepuscular de Batman, sino el retorno de la JLA en un mundo de pesadilla donde los poderes ruinosos (encarnados en Luthor y Brainiac) se han hecho con el control, doblegando, destruyendo y manipulando héroes.
Solo Batman y su BatClan prosigue la lucha reconquistando la realidad e imponiendo un mundo mejor…. esto es, la típica historia de heroes venciendo a la oscuridad.
No es mala historia y se nota un trato mas personalizado de los personajes y el universo DC por parte de Miller, quien da su propia versión de los personajes en este universo particular que creo hace décadas.
Hasta qui todo correcto, peeerooo es una obra inferior a lo que puede ofrecer, sobretodo si tenemos en cuenta la anterior obra en la que se basa.
En DK I vemos a un Batman olvidado (Brainiac/Luthor no le han hecho nada, le dejan a su bola, al contrario que el resto de los héroes, lo que me parece una seria contradicción), que vive en una sociedad sin héroes y que va cada vez peor, peor por la mezquindad de sus habitantes, la corrupción de sus políticos y la decadencia de sus valores, esto es, que son los propios ciudadanos quienes se han buscado esta situación, no ningún ente oscuro.
Esto es, tenemos una obra oscura y creíble o al menos desmitificadora del mundo superheroico, con dura crítica social (Ronald Reagan, tú si que fuiste un supervillano real…)
En cambio aquí, en DK II, nos encontramos con un relato del retorno de la JLA (a un mundo que parece ser incapaz de vivir sin ellos) derribando a los corruptos e iniciando un gobierno para todo/as pero limpiando las parte oscuras de los heroes que se presentaban en la primera parte (¿Superman vendido a los intereses Yankis? Nooo, le estaba obligando el malvado gobierno… y Green Arrow recupera su brazo con una prótesis…) y, sobretodo, el tono crepuscular, con un Batman oxidado por la falta de entrenamiento y la edad avanzada, que en cambio aquí parece que se ha sumergido en la fosa de Lázaro para recuperar toda su vitalidad…porque sino no me explico los saltos y cabriolas del final de esta historia.
No es mal cómic, se puede leer, pero no llega al nivel de calidad argumental y mucho menos gráfico de DK I, en un Frank Miller flojo de los últimos años.
Tiemblo por ver que hace en DK III…..
«Tiemblo por ver que hace en DK III…..»
Tranquilo. Dos o tres portadas, y ya las has visto.
En DKIII poco va a hacer porque está Azzarello detrás y su participación es testimonial. Me preocuparía más de la escasa habilidad de Brian de escribir superhéroes.
Sobre DKII, una gamberrada. No creo que el guión tenga grandes ínfulas sino que Miller se lo tomó como un divertimento. El dibujo, feísta hasta el extremo en el trazo, es cierto, pero aún se saca unos cuantos trucos narrativos (nadie entiende la narrativa de una escena de accion tan bien como él). Del color, añadir algo al comentario de Scarlet Spider es innecesario.
Buena reseña.
En mi experiencia personal cuando lei este cómic quede muy decepcionado más que por el guión por el dibujo que me pareció horrible (en esos años era seguidor del dibujo clásico, de Ross, jim lee u otros que brillaban en espectacularidad). Consideraba que la historia era entretenida de hecho lo termine y me gusto, tiiene sus fallos e inconsistencias que no afectan el mi entretenimiento.
De hecho siempre me planteé el por que no re-dibujarlo..
Los años pasaron y más tebeos pasaron, que luego el dibujo no me molestaba le daba un toque único a una historia de un batman más under-ground, que un dibujo tradicional de tebeo no hubiese cuajado del todo, lo haría generico, quizás me hubiese gustado unos fondos más cuidados o mejor realizados.
Lo unico malo es que este tomo no tiene un precio tan under-ground…..
Señores por favor… El fanatismo se debe dejar de lado.
El cómic es malo para no decir horroroso en toda su expresión. Un guión flojo, un dibujo terrible y cuando hablo de dibujo hablo también de secuencias de viñetas y de composición de las páginas que parecen hechas por el pie izquierdo de un tuerto esquizofrénico.
Este cómic es todo lo que no se puede hacer. Es la suma perfecta del desastre enmarcado por el apocalípsis mismo, si cuando lo leí acabé con siquiatra luego de quedar casi ciego.
Si sólo faltó que hiciera las tintas el bueno de ROB! para alzar esta obra en la cúspide de lo peor de la historia de DC.
Es malo con ganas.
Siempre teniendo en cuenta que hablamos de Frank Miller, no es Brandon Choi, Scott Lobdell o el recurrente ROB!… Esto simplemente fue una mala broma para los fans.
Más allá de algunos prejuicios contra Miller ya entonces plenamente asentados (el reduccionismo ‘Mamá-Moore, progre, bueno, tolerante’ frente a ‘Papá-Miller, carca, malo, violento reaccionario’ funciona desde principios de los noventa), más allá de eso, digo, otro factor que influyó mucho en contra de este cómic fueron los quince años que lo separaban de la primera parte.
Todo el mundo tenía ese referente mitificado -justificadamente- en el cabeza y lo que se esperaba, sin pararse mucho a pensarlo, era una especie de quinto tomo continuador del DK1, casi sin solución de continuidad, y, por supuesto, con el mismo tono, mensaje y estética. Eso no era posible en ningún caso y si Frank Miller se lo hubiera llegado a plantear hubiera estado destinado al fracaso, porque ni él era el mismo que en 1986, ni lo eran sus lectores ni, sobre todo, el medio comiquero; un medio que había dado un salto cualitativo hacia la adultez, la complejidad y la amargura, gracias entre otras obras a su DK1. Lo que en los 80 era sorpresivo en 2001 era un estándar donde resultaba muy difícil diferenciar el grano de la paja.
Eso Miller lo entendió perfectamente, y ni por un momento intentó repetir la misma jugada, sino tirar directamente por la parodia más punqui. Mejor o peor, eso es discutible, pero (bien)intencionado y, sobre todo, original. Nada que ver con las barbaridades que se pudieron leer por aquella época sobre que se había olvidado de dibujar o que era un cerdo que se reía de sus lectores.
definitivamente hay una tendencia un poco preocupante en lo que atañe a la defensa de determinados excesos que, voluntarios o no, han sido parte de la historia del genero, pero que no me parece debido que sean encumbrados como estandartes de calidad, así creo que es el caso con esta secuela, siento que cierto subjetivismo apreciativo no dbería precipitarse demasiado, y muchas veces en cietos ámbitos se me hace preocupante que no se puedan establecer ciertos criterios que sean capaces de diferenciar entre los aportes de calidad que agregan una nueva dimensión al medio, de los excesos y sobreestilizaciones que no son sino una movida casí promocional que se queda como represetantes ignominiosos de una época, y en esta seríe el exceso, de forma explicita, no fue sino una mala interpretación de lo que había funcionada tan bien en la entrega original, y como es que ahí era mucho más funcional al ritmo y sensación de progresión y escalamiento que proveía su lectura, había sutileza, contención, buen gusto y sobre todo, coherencia y sentido narrativo en lo que respecta a como Miller empleo el arte en aquella historia, lo que se podría interpretar como excesos ahí no eran tales, porque venían en los momentos precisos en los que el punto de todo el asunto era el contraste entre lo más sobrío y lo más surreal, donde narrativamente se ofrecía un justificación y convergencía de factores que estallaban en esas gloriosas escenas que marcaron epoca, esa es una instancia que en esta ocasión es totalmente ausente, en cambio se recae a lo que en norteamerica bien se denomina como «shock value» que es más inmediato, efectista, pero infinitamente más pobre y menos memorable, y quiero recalcar que digo esto con la mayor imparcialidad, sin ser en lo absoluto un hater de Miller por sus inclinaciones políticas delirantes, ni mucho menos una apologeta de Moore cuyas convicciones tampoco son muy afín a las mías, pero para m criterio, desde que el primero termino sin city no ha ido sino degradandose hasta convertirse en una autoparodia hiperbólica de lo que antaño había sido lo mejor, más carácteristico y original de su estílo, y esta obra en particular se me hace como el mayor punto cúlimine de ese descenso en el nivel de calidad (bueno…hasta holy terror claro esta, en donde realmente llegó ha trascender el fondo y llegar a niveles no conocidos de falta de calidad) y no es que no entienda el fenómeno de valorizar trabajos que ya tienen su tiempo y fueron inmerecidamente menospreciados en su día, pero creo que es necesarío poder distinguir cuando uno disfruta algo por el hecho de ser de baja calida (cómo una película clase B por ejemplo) y tratar de racionalizar esas experiencias cómo si lo que se esta disfrutando sea poco menos que el david de miguel angel no entendido ni reconocido por sus coétaneos,hay casos y casos y TDKSA no es un ejemplo de obra maestra incomprendida, en lo absoluto, es un mal cómic, pero divertido debido a lo hilarante de sus excesos, precisamente por ser malo, tan exagerado y ridiculo cómo muchas de las obras más recientes de su autor, pero que no llega a los niveles insultantes de otros de sus trabajos (lo cual me parece la principal causa de su «revalorización» por parte de cierto publico), pero tampoco eso lo hace nisiquiera merecedor de ser considerado medianamente aceptable, a pesar de que tenga su cutlo de seguidores, pero como ya he dicho, esa es una tendencía que también (tanto así como los mismos artistas que van decayendo) ha llegado a ciertos extremos, no esta demás mencionar que hay personas que piensan que Ron Liefeld fue poco menos que el Jack Kirby de su generación