Un Batman sin inspiración
«Alguien está segando las vidas que he salvado»
A estas alturas poco se puede decir de Tom Taylor que no sea ya de dominio público entre los aficionados a los cómics de superhéroes. Sus trabajos convencen por su cuidada caracterización, un desarrollo intenso, con un marcado interés por la parte emocional de los personajes y un desarrollo de tramas dinámicas y atractivas. No es de extrañar que trabajos como Injustice, DCSOS, Nightwing, Superboy Hijo de Kal-El o el Escuadrón Suicida despierten admiración, mientras esperamos que se publique en nuestro país Dark Knight of Steel, y en Marvel se acercan a la conclusión de su Edad oscura, toca encarar la reseña de la miniserie en la que Taylor se hace amo y señor de los designios de Batman.
Alrededor de la figura de Taylor siempre se ha especulado, entre los aficionados, con la idea de que escribir a Batman sería una buena idea. Parece ser un personaje, que en manos del escritor de Hellblazer, podría mostrar nuevas facetas. Taylor, de forma más o menos general, no se ata a una sola editorial ni a una serie regular, salvo excepciones. Se siente cómodo en miniseries y etapas cortas. Tal vez por eso no se le haya podido ver en las series del murciélago y ni se les espera en breve. Sin embargo, si toma las riendas de este proyecto en el que coloca a Batman en un momento temporal de su vida con cierto regusto crepuscular, con el fin de contar una historia de venganza tamizada a través de las consecuencias de los actos de Batman en su cruzada contra el crimen, en las que el pasado de Bruce colisiona con su presente.
Resulta, por tanto, una premisa interesante, un punto de partida que suena bien a los oídos y que despierta el interés a la hora de leer como se desarrolla. Para la ocasión, Taylor se ve acompañado por los lápices de Andy Kubert, al que hacía tiempo que no se le podía ver en DC, que aporta un dibujo que resulta fresco para el conjunto de la obra.
El resultado del trabajo de Taylor resulta muy irregular. Y es que tenia que llegar el momento en el que algún trabajo de Taylor no acabara de funcionar. ¿Las razones? Muy sencillas. Estamos ante un trabajo que apenas posee rasgos indicativos del ADN de Taylor como escritor.
Taylor se fabrica un Batman a la medida para contar la historia, añadiendo a su alrededor elementos de su propia mitología con el fin de que resulte más reconocible. Juega con el pasado formativo de Bruce, nos posiciona en un indeterminado momento vital de Batman (aunque aquí hay que señalar que si data la edad de Bruce en Francia, en una terraza en el Louvre, lo que permite hacer cuentas al lector que sepa que las pirámides de cristal del museo se inauguraron en 1989. Esto, unido a que aparece otro edificio significativo de Bruselas, que tras la reforma que le dio el aspecto que tiene en la actualidad, abrió sus puertas en 2009, lleva a pensar que estamos más allá del 2022 por el físico que muestra Bruce en la historia), para colocar las piezas de tal forma que todo lo cuadre y no se vea atrapado por la continuidad del personaje.
No hay nada de malo en hacer algo así, no es el primer guionista que lo hace, ni será el último, pero en el caso de Taylor lo que consigue con esta maniobra es la de crear una atmosfera de irrealidad que aleja el lector de la historia. La mezcla de conceptos de continuidad, con su evasiva carrera en el tiempo para evitarla, no acaban de cohesionarse de manera orgánica y el conjunto acaba por mostrar grietas en el desarrollo de la trama.
El escritor apuesta todo a un Batman monolítico, sin apenas fisuras, que mira al pasado con la misma obsesión con la que vive el presente y encara el futuro. Esta falta de grietas es casi exagerada porque, aunque sea Batman, el trato que ha recibido en otros momentos por parte del escritor en otros trabajos nunca ha resultado tan frio y poco cercano al lector. Ese distanciamiento con el protagonista acaba por pasar factura a Batman El Detective.
La obra no tiene problemas de ritmo, ni la historia resulta aburrida, al contrario, se lee de manera muy dinámica y lo que cuenta entra fácilmente. El problema es cuando uno se detiene a analizar con cuidado la propuesta y descubre que no hay donde poder sustentar una aventura de un Batman con años y años de experiencia, atrapado en una trama de venganza poco inspirada. Taylor juega también a introducir elementos nuevos en retro continuidad con la intención de dotar a la historia de un componente de sorpresa que no funciona como tal. La revelación apenas tiene consecuencias para el lector, puesto que apenas aporta valor adicional a la trama y, por tanto, sino aporta, no importa.
Batman El Detective lo que si tiene es un acabado visual que impacta. Puede que Kubert ya no tenga colgado del cuello el emblema de autor de moda, pero su talento y buen hacer se puede respirar en cada página. Su composición y narración se ajusta al tempo de la trama, con momentos espectaculares y una más que cuidada atención al detalle en lo que a las localizaciones europeas se refiere.
Taylor no ha logrado tomarle el pulso en solitario al Caballero Oscuro. Su propuesta resulta fallida, aunque sea un cómic del personaje que en muchos momentos brille por encima de los muchos que se publican de Batman en la actualidad, pero viniendo de Taylor se espera mucho más. Una obra errática, con poca caracterización en lo que a los personajes se refiere, que apuesta todo a una reducción simplista de una historia que podría haber generado muchas más ondas de choque emocionales en los lectores.
Lo mejor
• La atención al detalle que exhibe la obra.
• El dibujo de Kubert cumple con creces lo que se espera de su reputación.
Lo peor
• El aparente desinterés de Taylor por construir una obra más sólida.
• Lo errático que resulta todo.
Guion - 5.5
Dibujo - 8
Interés - 6
6.5
Errática propuesta.
Batman El Detective se ve fagocitada por un trabajo de Taylor que apenas tiene alma. El guionista no logra insuflar de sus mejores características como escritor un trabajo que se siente vacío y sin inspiración.
Taylor y Kubert. Batman. Miniserie de futuro triston, fuera de continuidad. Por que esto no es Black Label ?
El primer numero es el mas flojo, por dos motivos: una aparicion de Caballero Fantasma algo absurda y… batman. Porque la serie intenta sacar emotividad de un Batman de carton piedra, mas cercano a su version de Escuadron Suicida que del annual de Alfred (ta.bien con amenaza de drones, curioso). Lo mejor un Ducard que es demasiado simpatico y blanqueado, cuando deberia swr un bastardo.
Tambien curioso. Batman aprende que no puede hacer las cosas solo y es bueno pedur ayuda… Cuando ya esta con Escudera, Caballero, la Red… E incluso Ducard. En fin…
A mí también me decepcionó, además que me pillé las grapas cardstock USA y le tenía muchas ganas por el planteamiento y los autores.
En fin, mala cosa las expectativas. Aún así la idea de la secta antibatman no está mal y los cómics se dejan leer, pero poco más.