Batman Inc. La Estrella del Demonio.

 

Edición original: Batman incorporated núms. 0 a 6 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: Grant Morrison
Dibujo: Andrés Guinaldo, Chris Burnham, Frazer Irving
Entintado: Andrés Guinaldo, Chris Burnham
Color: Nathan Fairbairn, Frazer Irving
Formato: Cartoné, 176 págs. A color.
Precio: 17,95 euros

 

Tras el relanzamiento del Universo DC, Morrison aún tenía cosas que contarnos de Batman y su particular acercamiento a la figura del murciélago. Concretamente de ese nuevo concepto que había empezado a desarrollar en la serie Batman Inc. Y que ahora se disponía a terminar para deleite de unos y sufrimiento de otros.

Y es lo que tiene Morrison, que emociona por igual en lo negativo que en lo positivo. Sus trabajos son siempre atrevidos, diferentes y para nada convencionales, adentrándose en terrenos que para otros guionistas son totalmente yermos.

Lo primero que uno puede apreciar cuando se acerca a este cómic es que está leyendo el juguete de Morrison. En esta serie no vamos a tener a un Batman convencional, detective, centrado en su cruzada contra los bajos fondos de Gotham. Aquí tenemos a un Batman internacional, gestionando activos por todo el mundo con el que seguir hostigando al crimen. Por lo tanto uno puede llevarse una decepción si de primeras llega a la serie desconociendo el planteamiento de la misma.

Este primer tomo es desconcertante. Va de menos a más. Una curva que parece diseñada a propósito con exquisita precisión. Morrison corre un enorme riesgo al plantear la trama de esta forma, exigiendo al lector paciencia en la lectura. Cada página va rompiendo una especie de bloqueo mental y la luz va filtrándose entre nuestras neuronas.

Lo primero es superar la decepción inicial comentada. Una vez comprendes que no estas ante un cómic de Batman al uso todo resulta mucho más sencillo. Morrison nos bombardea con los diferentes personajes que conforman ese conglomerado mundial. Cada uno se presenta en una página, dos a lo sumo, pero es suficiente para que te atrapen con su enorme personalidad. Esa manera de meter un personaje y que te importe es brillante. No son personajes desconocidos para el lector de la anterior serie, están Caballero y Escudera, pero aparecen de una forma que no importa si eres nuevo o no, te interesa lo que Morrison te está contando.

Lo segundo que se rompe es como Morrison desgrana la historia. Siguiendo esa empinada rampa que es empezar abajo e ir subiendo la intensidad de la situación, el guionista es capaz de ascender lentamente jugando con los tiempos de la misma. Va disgregando cada dato que nos da de forma que nos cueste darle forma al conjunto. Sabes lo que estás leyendo, pero no se es consciente de todo lo que has leído hasta que llegas al final de este recopilatorio.

Morrison saca de su zona de confort a los lectores y lo lleva siempre en direcciones diametralmente opuestas a lo que uno puede esperar del personaje con el que esté trabajando. Aquí levanta un telón de terciopelo a nivel mundial como amenaza en la sombra, para después mostrarnos que la enormidad de la organización es algo de otro calibre. Se trata, por tanto, de que Batman debe elegir entre el todo y la nada, el dolor y la culpa que le fuerce a tener que preguntarse si su egoísmo será más fuerte que su sentido común racional.

Retorcer a un personaje como Bruce Wayne, recto, honesto y obsesivo, fiel a sí mismo y su cruzada, con tintes de locura bien direccionada y obligarle a probarse a si mismo de la forma más dura, no es sino una muestra de la intensidad que este tomo atesora en su interior.

Estamos ante una descarga emocional. El principio de un final que se intuye duro y dramático.

Morrison viene acompañado de un dibujante con toques más que directos a Frank Quitely. Su puesta en escena y ritmo narrativo recuerda enormemente a este dibujante, incluso sus proporciones, siendo el rasgo que más lo diferencia que las mujeres que dibuja no resultan tan andróginas como las de Quitely. Estamos hablando de Chris Burnham.

Puede parecer que todo lo anterior sea una crítica, pero en absoluto lo es. Puede que no estemos ante un estilo de dibujo diferente y personal, pero su trazo cumple de manera perfecta. Su trabajo es más que correcto, siendo en muchos momentos brillante, al ser capaz de aportar ese punto de oscuridad malsana que esta historia precisa. Su capacidad para el detalle, su innovadora forma de mover los planos y un desarrollo no lineal de las viñetas lo convierten en el compañero perfecto de Morrison.

También tenemos una breve intervención de Andres Guinaldo, cuyo estilo más limpio y claro no se ajusta tan bien al tono general de la trama. Guinaldo se esfuerza por acoplarse y logra engranar lo suficiente como para que sus páginas no resulten un pegote añadido al conjunto de la obra. Tal vez un dibujante más sucio de trazo hubiera resultado más adecuado, pero el talento de Guinaldo es innegable, por mucho que esta no sea la colección para sus lápices.

Una forma diferente de ver a Batman y su entorno. Una historia profunda contada con enorme talento, que se juega el todo por el todo al ir creciendo en intensidad. Una desarrollo minucioso que hacen de este segundo volumen de la colección una obra mucho más redonda y cerrada que el primer planteamiento de Morrison en el primer volumen.