Batman: Infectado

 

Edición original: Batman: Legends of the Dark Knight #83-84 (DC, 1996).
Edición nacional/ España: Batman: Infectado (Norma, 2002).
Guión: Warren Ellis.
Dibujo: John McCrea.
Color: Digital Chameleon.
Formato: Tomo rústica, 56 págs.
Precio: 850 pts.

 

El británico Warren Ellis es uno de los grandes escritores del mercado USA, como demuestran excelentes tebeos como Planetary, Transmetropolitan, Global Frequency o Fell, pero también es verdad que brilla más intensamente -o eso me parece a mí- cuando comanda sus propias criaturas, verbigracia, en los casos citados. Cuando alquila su pluma, los resultados suelen estar por encima de la media, ¿qué duda cabe?, incluso en proyectos peregrinos como Tales of the Witchblade, pero su mordaz inventiva está, por lo general, amansada. Es lo que pasa en este Infectado, su primer encuentro con Batman que resulta ser, a la postre, su debut en la compañía DC Comics.

El argumento de Batman: Infectado se puede resumir en un par de frases. Dos armas biológicas escapan de su confinamiento militar y recalan en Gotham City, donde siembran el terror en las calles. Batman habrá de enfrentarse a estos mortales soldados de bioingeniería para salvar la ciudad que ama.

Aunque la sinopsis no lo delate, es claro que aquí Ellis sigue la senda de Frank Miller, en particular de Batman: Año Uno, rescatando al repelente S.W.A.T. llamado Branden y copiando incluso los chascarrillos del mayordomo Alfred sobre los perjuicios de la falta de sueño en el «amo Bruce». Pero Ellis también le ha echado un ojo al Daredevil: Born Again, concretamente al epílogo de Nuke, aquel supersoldado empastillado que venía a ser el reverso oscuro del Capitán América (y así se decía). Infectado toma estas esencias y, por entretenido y eficaz que sea el relato, habremos de convenir en que las devalúa. El trabajo del inglés no es ni la sombra del de Miller, por mucho que estas apropiaciones, derivaciones y homenajes se vean con simpatía y no como lo que, en el fondo, son: una herejía o una parodia.

Al dibujante John McCrea, popular por sus colaboraciones con Garth Ennis en The Demon y Hitman, le ocurre más o menos lo mismo. Su Batman parece reminiscente del de Norm Breyfogle, con esa capa de vuelo inverosímil que ríanse de Todd (Spawn) McFarlane. Su estrambótico sentido de la anatomía, que a veces parece imitar los torsos poderosos «made in Mignola» (Hellboy), enrevesa y crispa la fisonomía de los personajes. La criatura soldado, por cierto, se diría un diseño pensado para Kelley Jones, o sea: un adefesio grimoso que no hubiera desentonado en el elenco de la primitiva Cosa del Pantano (la original de Len Wein y Berni Wrightson). Como corresponde a la moda de los tebeos noventeros, la narrativa se articula en amplios paneles, lo que explica que la media por página ronde entre las tres y las cinco viñetas, anárquicamente organizadas, por supuesto.

Pese a todo ello, y sin obviar que estamos ante un producto básicamente menor, el tebeo entretiene, es innegable. Los puristas pondrán el grito en el cielo al ver al Señor de la Noche empuñando una pistola, un guiño al mediocre Año Dos perpetrado por Mike W. Barr, Alan Davis y el citado McFarlane. También el duelo en la presa despertará asociaciones (¿Cuántas veces el Joker, Dos Caras o el que sea han intentado envenenar los depósitos de agua de Gotham City?). James Gordon anda por ahí encendiendo la Bat-Señal y eso es casi lo único que hace. En este caso Ellis se ha saltado el patrón Miller, restituyendo el rol pre-Crisis del comisario como comparsa fiel y gris del cruzado de la capa.

Como curiosidad, este tebeo en dos partes fue el primer cómic de DC en estar disponible online en su página web. En España fue publicado en 2002 en un único volumen formato «Prestige» cortesía de Norma Editorial.