Edición original: DC Comics.
Edición nacional/ España: Planeta DeAgostini.
Guión: Yoshinori Natsume.
Dibujo: Yoshinori Natsume.
Formato: Tomo C6, rústica con sobrecubierta, 208 páginas en B/N.
Precio: 6’95 €.
Que Batman es un icono de la cultura popular eso no lo puede negar nadie. Todos, de alguna u otra forma hemos oído hablar de él o hemos visto alguna adaptación de su persona en cómics, películas, videojuegos y un sinfín de productos culturales donde el hombre murciélago es el protagonista. Su figura, su personalidad y sus cualidades han ido variando de guionista en guionista, y cada dibujante le ha dotado de un nuevo rasgo de personalidad. Creado por los estadounidenses Bob Kane y Bill Finger, y siendo propiedad de DC Comics, este superhéroe sin superpoderes también llegó al país del sol naciente a través de la serie de televisión de los años 60 (cosa bastante rara, ya que Japón era un mercado donde no se emitía nada relacionado con los superhéroes americanos) y estalló la batmanía. Gracias a la serie, Batman fue absorbido por la cultura nipona hasta el punto que Jiro Kuwata publicó un manga basado en el personaje, titulado Batmanga (1966). Obra de la cual tenemos una reseña aquí mismo.
Más tarde en el año 2000, Kia Asamiya involucraba de nuevo al caballero oscuro en una aventura en pleno Tokyo donde enigmáticamente existían imitadores casi clónicos de sus enemigos que morían sin razón aparente. Una historia publicada inicialmente en Japón que luego fue recopilada en una edición de tapa dura en Estados Unidos, llamada Batman: El hijo de los sueños.
Después, en 2008, y bajo edición americana por DC Comics, el hombre murciélago cobró vida en manos de otro japonés. Esta vez el afortunado fue Yoshinori Natsume, quién creó el manga del que hablamos en esta reseña. Batman: La máscara de la muerte mantiene toda la esencia oriental en el formato del cómic (edición tankōbon, sentido de lectura oriental…) y en la propia historia (máscaras hannya, onis…). Un producto con una carga oriental enorme para un target muy concreto, el lector de manga occidental.
La historia empieza con una presentación clásica del personaje de Batman: su lucha contra la criminalidad en Gotham, la muerte de sus padres y su búsqueda de venganza encubierta por la idea de justicia. Todo comentado con brevedad para dar paso a la trama principal, donde un Bruce Wayne agobiado con unas pesadillas recurrentes, comenzará una relación empresarial con una entidad japonesa llamada Agurama. Desde la llegada de esta empresa, se inician una serie de asesinatos por la ciudad donde el modus operandi de las muertes será dejar a sus víctimas sin rostro. Estos hechos, harán enfrentarse a Bruce con su propio pasado, sus múltiples identidades y sus propios miedos para descubrir quién está detrás de todas las muertes, llevando al propio protagonista a dudar de si él mismo es el culpable y si su pasado en Japón tiene algo que ver con todo esto. Una historia sencilla, fácil de predecir pero bien hilvanada.
El dibujo de trazo fino y sencillo, a veces cambia en las escenas de acción a un línea más trabajada y detallista o a un estilo más cercano al boceto, dependiendo de la intencionalidad del momento. La construcción de la página es muy común al igual que las perspectivas. La narrativa varía de ritmo de una manera muy acertada, jugando con los saltos temporales o los momento de ensoñación. La construcción psicológica de Batman es bastante atinada, incluyendo elementos de la cultura popular japonesa antes mencionados para darle más credibilidad y profundidad al personaje. Un rasgo a tener en cuanta es el símil que hace el autor entre la silueta de Batman y la de un oni, punto de inflexión que utilizó Natsume para desarrollar la historia. No deja de ser un manga sencillo de corte shōnen pero bien cerrado, en general correcto, que entretiene pero no engancha y menos si uno no es fan del caballero oscuro como lo es un servidor.
De su autor, poco se sabe. Nacido en Hiroshima en 1975, Yoshinori Natsume es un mangaka, creador, de a parte de esta obra, de Togari, manga que se resume en: “Érase una vez un demonio. Él quería ser humano. Pero, para eso hace falta tener corazón. Así que, para conseguir uno el demonio se comió a varias personas, a él no le importaba hacerlo porque no tenía corazón”. De la que también tenemos reseña en la web.
En resumen, una obra en el limbo entre géneros que seguramente será descartada por los más puristas, siendo una lectura entretenida pero nada destacada.
Guión - 6
Dibujo - 5.5
Interés - 5.5
5.7
Una obra en el limbo entre géneros que seguramente será descartada por los más puristas.