Batman Nº18

Un ejemplar interesante aquejado de un exceso de paja

 

Contiene: Batman #19, Detective Comics #19
Guión: Scott Snyder y John Layman
Dibujo: Andy Clarke, Greg Capullo
Formato: Comic-book, 64 páginas
Precio: 4,50€

 

Veo a Burke y Gordon dibujados por Greg Capullo y pienso inmediatamente en Sam & Twitch. No sé si será intencionado. La escena que da comienzo a la historia es retorcida sin ser grotesca ni violenta, tensa sin exagerar, y consigue que odiemos a Wayne. Sí, a Wayne, para los que no lo habéis leído. Un buen ejemplo de cómo Snyder sabe ser siniestro y sutil al mismo tiempo: el modo en el que Wayne conversa con la rehén y los policías es el de un monstruo cruel, no el de un matón con ínfulas o el de una caricatura de villano. La buena mano del guionista se percibe hasta en los detalles más pequeños, hasta en las líneas de diálogo que podrían parecer menos relevantes. ¿Más ejemplos de lo retorcido que es? El villano al que se enfrenta Batman en la furgoneta. De apariencia macabra y exagerada, con una obsesión por lo bello y lo delicado, como ver a la Parca hablando de poesía, como contemplar al payaso Pennywise deleitándose con Mozart. Snyder tiene, además de talento, algo muy oscuro dentro de esa apariencia de no haber roto un plato en su vida. Y por eso los detalles que tanto abundan en el guion de Batman se disfrutan tanto.

Los diálogos con Alfred que siguen a la acción (una de cal superheroica y siniestra, otra de arena de pausadas conversaciones) son tan buenos como la breve secuencia de Batman haciendo de detective: sucinto; nada espectacular, aunque apropiado. La tensión de la escena siguiente se diluye por lo previsible de su resolución y… francamente, Capullo es capaz de más en lo que respecta a la primera aparición del villano. De mucho más. La escena resulta hasta un punto graciosa, si me apuras. En cualquier caso, es un buen número que tiene un poco de todo lo que hace a esta serie un imprescindible en el panorama: combates intensos con villanos inquietantes, acción en dosis adecuadas, sin redundar ni aburrir; conversaciones bien conducidas, escenas y líneas inteligentes, un equilibrio muy conseguido entre lo superheroico, lo siniestro y lo policial/detectivesco y un buen dibujo que complementa al guion muy completo y entretenido. Snyder y Capullo le tienen la medida tomada a la colección, al personaje, a cómo hacerlos evolucionar a ambos. Saber que van a permanecer dos años más en la serie es una de las mejores noticias recientes, pues están haciendo un trabajo sólido número tras número. Cuando terminé, sin duda habrán dejado una etapa para el recuerdo.

En lo que respecta a Detective Comics, la historia de Manbat está bien conducida, aunque no está exenta de fallos, y graves. En primer lugar, la amenaza de los murciélagos gigantes nunca termina de tomarse en serio, partiendo de la base de que no les vemos hacer nada grave. En serio, ni siquiera rayan un coche si no se les provoca primero. El esfuerzo de John Layman en definirlos como criaturas salvajes que no tienen una maldad intrínseca se vuelve contra el guion cuando caemos en la cuenta de que la amenaza no es tal, sino tan solo una molestia menor. No hay muerto, no hay un destrozo. Solo hay un montón de murciélagos grandes gritando y volando. Gotham pasa por cosas peores cada noche. Layman podría haberlos escrito causando graves destrozos, como lo haría una estampida; o incluso chupando la sangre de algún transeúnte, presos de un impulso animal que no pueden controlar. Sin embargo, se presentan al lector como arrojados a la cara y se da por sentado desde el principio que son un gran peligro, aunque no se ofrezca ningún motivo para que merezcan esa consideración. Hay un momento en el que podría reflejarse lo peligrosos que son… y se echa a perder no mostrando la resolución de una escena. Lo que con una amenaza creíble hubiese supuesto un inquietante vacío para que el lector lo llenase con su imaginación se convierte en una conclusión anticlimática, que deja indiferente.

El desarrollo de la trama tiene un buen ritmo, mostrando distintos puntos de vista (el de los ayudantes de Batman, el de Kirk y su esposa, que como no podría ser de otro modo tiene cuerpo de modelo de lencería, pues el uniforme de la nueva DC es una camiseta en la que se lee “No Fat Chicks” o algo igualmente maduro), todo ello con una narración adecuada. El giro argumental no es tal, fruto de un foreshadowing demasiado obvio, y el resultado del mismo se limita a una pelea sin consecuencias, sin alicientes, que se resuelve de forma típica y carente de interés. Tampoco es que pudiese dar mucho más de sí, aunque se hubiese agradecido alguna sorpresa, algún elemento inesperado, algo que convirtiese el combate en algo más que “pelea genérica Nº46”. La resolución, pese a ser un poco abrupta y esperable, es apropiada. El componente trágico se pierde un poco al no conocer demasiado al personaje, aunque quizá se desarrolle a través de su mujer. El dibujo es bueno, aunque sería de agradecer que los murciélagos tuviesen un aspecto diferente unos de otros, por aquello de la variedad. Las poses pueden pecar de estáticas, aunque en general el nivel es más que aceptable y funciona bien con la historia, sin llegar nunca a lo notable pero sin caer en lo pobre.

Las historias cortas son irregulares. La de Francince, la esposa de Kirk, es decente, con una escena muy inquietante que hace más por el relato que todo lo demás. No da demasiada profundidad ni al científico ni a su mujer, aunque el hecho de que ella sea partícipe y cómplice de sus experimentos la hace ser algo más que un simple ornamento y da una dimensión retorcida a su relación que la hace más interesante. La historia de Bane y sus Secundarios Sin Gracia es… bueno, una historia de Bane pegando a gente mientras sus Secundarios Sin Gracia escuchan y hacen poses. Pasando. El último relato podría haber hecho algo por dignificar a los murciélagos gigantes, o hacerlos amenazadores, o algo, y en vez de eso deja bien claro que en ninguna página los vamos a ver hacer otra cosa que chillar y ser derrotados, ya sea a puñetazos o a tiros. Pues vale. El duelo de los Pingüinos (no puedo creer que acabe de escribir esto) avanza lento no se sabe adónde. Veremos. Y la última historieta es el clásico soliloquio de personaje corriente que se encuentra con Batman y habla de ello de forma muy reflexiva.

A este ejemplar de Detective Comics le sobra la mitad, francamente. Todo lo relativo a los murciélagos gigantes y a Manbat es aceptable si se pasa por alto lo previsible que resulta y lo poco amenazadora que resulta la amenaza, pero el tenue, muy tenue buen sabor de boca que podría haber dejado se va al cuerno con el Listerine de unos relatos inanes, que no encierran la menor sorpresa en ellos, carentes de todo interés. Si nos centramos en la colección en sí, Detective Comics no es en líneas generales una mala lectura, aunque tampoco hace méritos para destacar. Emparejada con Batman, la diferencia es abismal. Detective Comics es el amigo “majo” que acompaña al guaperas carismático. Sí, ese amigo cuya única virtud es no tener ningún defecto grave, pero al que tampoco le adorna ningún talento en particular. Un pan sin sal. Bajo la sombra de su colega ingenioso, atractivo y talentoso, su ausencia de puntos fuertes resulta aún más evidente y palpable.