La máscara hace la cosa
«… a partir de ahora tu decides lo que eres»
Un hombre sin memoria es un hombre sin pasado. Un hombre sin pasado puede ser otro hombre, tener otra vida, ser otra persona, una mejor persona.
Esta premisa es la que subyace a Batman Pigmalión. Una historia de Batman con Guillem March como autor completo.
ECC ha recopilado los capítulos de este episodio del hombre murciélago publicado originalmente en Batman: The Brave and the Bold (#6-8). En esta colección se da la oportunidad a grandes nombres para que muestren sus versiones de diferentes personajes de DC o para que demuestren su habilidad como autores completos. ECC ha tomado la decisión de no publicar la colección, si no que recopila los diferentes capitulos en tomos únicos, como ya vimos en el caso de Superman y la Orden de la Lámpara Negra y veremos en Batman/Joker: La Carta Ganadora.
La decisión tienes sus pros y sus contras, sin embargo, esta edición hurga en la polémica de formatos y precios (16,50 euros por 80 páginas, tapa dura). ¿Hace falta un formato tan “bonito” que “sobrehinche” el coste con la que arrecia? El tema es cansino pero inevitable y lastra lo que realmente nos debería importar: hablar del cómic, del contenido, del trabajo del autor, etc. Y es que el pueblo es soberano y si la mayoría de comentarios sobre las novedades de DC tratan del coste de los cómics y de las decisiones editoriales que los encarecen, es que la preocupación de los lectores se ha desplazado a su bolsillo. Y eso es un lastre para las ventas. Se tiene que notar y la decisión de mantener la facturación subiendo precios parece una huida hacia delante con un solo final posible: el colapso.
Dicho esto, hablemos del autor.
Guillem March (Palma de Mallorca, 1979) es el autor completo de este tomo (si exceptuamos la historia final con guion de Paul Dini). Autor precoz y autodidacta, March es además un dibujante polivalente que ha realizado desde tiras cómicas hasta obras completas para el mercado franco-belga, además de superhéroes, principalmente para DC.
Su primer trabajo publicado para DC Comics fue también su debut en la industria del cómic estadounidense(2008) Joker’s Asylum: Poison Ivy y posteriormente trabajó en otros títulos entre ellos Batman, Detective Comics, Azrael: Death’s Dark Knight, Oracle: The Cure, Gotham Gazette y Gotham City Sirens, que es probablemente su trabajo más reconocido.
A pesar de su edad tiene ya una larga trayectoria, lo que con su polivalencia de estilos, le convierten en un autor poliédrico. Su estilo abarca desde hasta elementos realistas y detallados como corresponde a la tradición superheroica a elementos más cartoon con virutas de manga. Esta variedad le otorga una enorme capacidad para adaptar su estilo a las necesidades de la historia.
Esto se refleja en Batman: Pigmalión. Una historia superheroica que contiene una gran variedad de matices temáticos y que toca múltiples palos, desde el drama y la tragedia, hasta el amor y la ternura, pasando por la acción superheroica pura.
¿De qué va pues el cómic de marras?
Una madre soltera (enfermera) con una hija (la mayor fan de Batman según se autoproclama) se encuentra con un hombre disfrazo de murciélago herido y amnésico en su balcón. La niña le explica a este Batman como ser Batman, con lo que él va recuperando poco a poco la memoria. La historia va avanzando conectando con elementos característicos de la leyenda de Batman (la muerte de los padres, Catwoman, la relación con Gordon). Un ejercicio de conexión y confusión, ya que el hombre amnésico no es Batman, es un delincuente que se disfrazó del héroe para cometer sus fechorías.
March nos hace un poco de trampa: Juega con el lector y el conocimiento que tiene éste de Batman. Sin embargo, la naturalidad y la frescura con lo que lo hace nos sirve para avanzar en la historia y aceptar (será que los lectores de superhéroes no hemos tragado con carros y carretas) la propuesta del autor.
Porqué ahí está el punto fuerte del guion de Guillem March.
Un guionista especializado, un escritor profesional, nos hubiera ofrecido una historia más empacada, correcta, cerrada y menos “tramposa”. Nos hubiera dado más pistas. Pero hubiera sido algo más artificial, procesado, hermético, frío y “de plástico”.
La gracia de Batman – Pigmalión es la naturalidad, la espontaneidad y la alegría con la que cambia de registro y nos traslada de una historia centrada en una niña dulce y encantadora, a la turbia ambigüedad de Catwoman, para luego sumergirnos en la historia de amor entre el Batman falso y la madre, desembocar en acción y puñetazos, mientras subyace el misterio de quién es este Batman.
El apartado gráfico es sobresaliente. March nos ofrece un Batman oscuro, urbano, húmedo y nocturno pero agradable, bonito, con mucho detalle sin escatimar un trazo bello. El autor tiene la capacidad de limpiar la “línea” para que nuestros ojos se vayan hipnotizados al aspecto más importante de la viñeta o de la página.
Narrativamente March muestra su madurez, se explica con claridad meridiana, usando los recursos necesarios para explicar bien la historia sin sobrecargarlo de piruetas y virguerías. La madurez no solo se muestra en conocer las técnicas si no en usarlas con el único fin de explicar la historia de la manera más eficiente posible.
También hay que destacar la capacidad del autor para tratar la complejidad de tantos temas como la culpa, la redención, el perdón y el amor, sin querer sobreexplicar, siendo sintético y exacto. Puede que la explicación esté en la celebre concesión mallorquina. Ves a saber.
En definitiva, se trata de un cómic de Batman muy agradecido, agradable, entretenido, que gustará a los fans del género y del personaje. No queremos quemar a Guillem, pero agradeceremos que se prodigue un poco más por estas lides.
Lo mejor
• La espontaneidad y la frescura de Guillem March.
Lo peor
• Bueno, ya cansa el tema pero el precio.
• La edición tiene alguna página borrosa.
Interesante
Guion - 7.5
Dibujo - 8.8
Interés - 8
8.1
Cómic muy aprovechable y entretenido.
Ha sido una experiencia muy agradable. Si tuviera que definirlo en una palabra sería eficaz, tanto el guión de March (bastante solvente) como el de Dini (con el que puede mirarse de tú a tú en este tomo). El dibujo de March, además de la narrativa (Dimeo, ejem ejem) tiene una factura más trabajada y menos feista que el visto en Joker, por ejemplo. Lo que es una mejora. Mucho mejor que la fantasmada de «La carta ganadora» de King/Gerads, pero eso es otra historia.
Y ahora: reflexión viejuna. En mi época, cuando leíamos una serie, ésta tenía un tono, unas tramas, una ambientación… Un alma. De vez en cuando había un gran evento o un número con una visión que removía todo, y eso lo hacía más impactante. Ahora estamos en historias río y eventos sin fin en el que los personajes tienen que ser intensos. Todo es trágico, epatante, iconoclasta… Todos los meses Gotham (o el mundo, o el universo!) está al borde de la destrucción, los héroes enfrentándose y rompiendo líneas rojas… En las que no hay ninguna consecuencia. Al final lo que es especial hoy en día son historias como ésta, los ladrillos que hacen el edificio, no los acabados brillantes a lo Calatrava.
Y el precio… Ay, el prECCio! Pero en este tomo reconozco que no me dolió después de leerlo.
Saludos y gracias por la reseña!
100% de acuerdo contigo. a mi me parece un comic bastante entretenido, pero con ese precio es para fans del personaje y del autor (como es mi caso).
las reflexiones viejunas son muy bienvenidas enla sección de DC.
Gracias por comentar.
El precio es para matarlos, pero la historia no es nada del otro mundo. Si en lugar de ser de Guillem March, fuera de un autor cualquiera de Texas, no se hubiera editado en nuestro país. Son unas páginas más, de una serie contenedor, en la que la tapa dura le viene muy grande.
estoy de acuerdo con que hay cierta tendencia a sobrevalorar los autores españoles (siempre intento moderarme en este sentido y a veces me paso en sentido contrario) y en lo del formato, sobre todo por el tamaño y lo q encarece el precio.
Hemos perdido de vista que el cómic es un entretenimiento popular (esencialmente, aunque sea un producto industrial/cultural y alguno sea una obra de arte universal). No creo que muchísima gente pagase entre 40 y 50 euros para poder ver exclusivamente una temporada de una serie. La primera edición de un cómic debería ser «de batalla» y barato. Ediciones especiales o de lujo o un DC Icons de Guillem March metiendo esto con una entrevista, algún boceto o una retrospectiva… Cómo por ejemplo el tomo de Juez Dredd contra Juez Muerte de la competencia pues ya es otro tipo de producto. Este formato es un encarecimiento artificial que esquilma a un público cautivo (mi caso, aquí) y disuade a un público potencial (mi caso en Supes y la orden de la lámpara)