Batman y Robin: Batman contra Robin

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1997
 

Edición original: Batman & Robin 7 – 12 USA; DC Comics.
Edición nacional/ España: Noviembre 2012; ECC Ediciones.
Guión: Grant Morrison.
Dibujo: Cameron Stewart, Andy Clarke.
Entintado: Scott Hanna, Dustin Nguyen.
Color: Alex Sinclair, Tony Aviña.
Formato: 168 páginas a color, encuadernado en cartoné.
Precio: 17,50 €.

 

Que Grant Morrison es un iluminado, no es algo que debería pillarnos por sorpresa. Que un cómic suyo suele ser un salto mortal sin red, es algo ya cotidiano. Y que siembre sus historias de universos alucinados o que tienda hacia la meta-ficción, también. Lo que sí debería dejarnos con la boca abierta, es que en su larga trayectoria en Batman haya decidido ir más allá. En pos de la particularidad y buceando en los más de setenta años de vida del personaje, el escritor escocés desarrolló una odisea rimbombante y extrema, donde gran cantidad de conceptos del pasado fueron remozados, con el fin de alejar al cruzado de la capa de la imagen grim and gritty tan en boga los últimos ¿treinta años ya? Semejante peripecia conllevó riesgos y el resultado se hizo notar en arcos más logrados que otros. Y sobretodo en las iras del fandom más sangrante. Pero no cabe duda que Morrison fue capaz de crear una saga totalmente personal, a años luz de lo narrado con anterioridad y con evidentes intenciones de quebrar el status quo. No compres limones, si no te gusta la acidez.
Y después de tropecientos números, llegamos a la serie propia de la pareja formada por Dick Grayson y Damian Wayne. A su segundo volumen, para ser exactos. Si el anterior tomo sentaba las bases del tono a seguir por la colección –esto es: tensión entre la pareja protagonista, presentación de nuevos villanos, universo más colorista en las formas pero más tétrico en el fondo, etc.-, este segundo volumen se vuelve a asemejar más al tono de la colección madre. Ahí están de nuevo los pozos de Lázaro, las maquinaciones de Talia Al Ghul, las posesiones corporales, los remanentes de Zur En Arrh, el ejército de Man-Bats, la estridencia de los nuevos villanos, etc. Será quizá también debido a la incursión de personajes como Knight y Squire o la subtrama del pasado de la familia Wayne, pero es evidente que lo que en un principio parecía un nuevo enfoque tonal con respecto a lo narrado en la serie principal, con sagas autónomas y personalidad propia, no es más que un volantazo hacia el cauce primigenio de las andanzas del cruzado pre saga R.I.P. Y esto, como es evidente, supondrá un problema para los detractores del Morrison más psicotrópico. Y es que parece que ya no importa cómo afecta a Grayson vestir el manto del hombre murciélago, sino que el patriarca Wayne vuelve a ser el centro de todas las miradas. Aunque no esté de cuerpo presente.

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¿Funciona entonces esta trama? Por un lado sí y por otro no. Artista del cliffhanger y equilibrista del ritmo, Morrison plantea situaciones y diálogos de cierto interés -lo que se traduce en entretenimiento- con puntos de giro que confunden la narración, a veces como meros golpes de efecto que no volverán a aparecer para ser desarrollados. Lo que nos lleva a recordar los contras de los tebeos del escocés. Que sí, los hay. La mente de Morrison padece de una cantidad ingente de ideas. Y todas parecen querer desfilar por las paginas de sus cómics. A la vez. Cuando esto está bien hilado, el autor logra joyas como las que ya conocemos. Cuando no, el peligro de batiburrilo argumental es demasiado acuciante. Es decir, las ideas están ahí, es evidente, pero la mayoría o no son suficientemente desarrolladas o desaparecen sin más, dando una sensación de producto inacabado. Aunque bien es cierto que este mal es peor en el siguiente tomo. Y algo que se le debería evitar al escritor –editores, haced vuestro trabajo- es el uso a mansalva de las elipsis y los diálogos explicativos. Esto también resulta más evidente en el tomo siguiente, donde una serie de clímax son resueltos en off o en boca de personajes que lo narran en vez de mostrarlo. Y eso hace que el tebeo se llene de cacofonías que diluyen la intensidad de las tramas y deje una sensación de coitus interruptus.

En el apartado gráfico, muy difícil lo tenían los sustitutos para llegar al estratosférico nivel de Frank Quitely y muy fácil para superar al torpe Phillip Tan. Aquí, como en el tomo anterior, tenemos un dibujante para cada arco argumental. Y la diferencia de estilos –mal endémico del título y quizá del cincuenta por ciento de series del mercado- es algo molesta. Del dibujo dinámico y redondeado de Cameron Stewart –el curioso dibujante de Seaguy- al estático y rancio trazo de Andy Clarke. Mientras el primero trata de darlo todo, el segundo parece empeñado en hacernos apartar la mirada gracias a un abanico de expresiones que parecen dolores constantes de estómago. Vamos, de todo un poco, como en botica.

¿He resuelto tus dudas sobre si pillar o no esta continuación del excelente volumen anterior? A pesar de los pesares expuestos, yo lo he disfrutado. Me he divertido, sobretodo con el primer arco argumental. Sí, tendré algo de masoquista, pero, incluso en aquellos más chapuceros, siempre hay algo en los tebeos de Morrison que merece la pena su lectura.

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Mr. X
Mr. X
Lector
23 enero, 2013 8:48

Muy de acuerdo con la reseña. Soy un gran fan de Morrison, pero su Batman -en cualesquiera de sus encarnaciones- no me parece lo mejor que ha hecho ni de lejos. Es entretenido, efectista y, vale, si superior a la media -pero es que la media es bastante baja-… Y, por si fuera, poco, el baile de dibujantes es bastante penoso (aunque ninguno llega al nivel criminal de los New X-Men dibujados por Kordey, todo hay que decirlo). Es una pena que tras Quitely no se quedara Cameron Stewart, que es un dibujante que se adapta bien al estilo de Morrison y que, personalmente, me encanta tras verlo por primera vez en esa -injustamente, creo, semiolvidada- obra maestra que es el Catwoman de Brubaker.

Sres de ECC, ¿por qué no una reedició de su JL -esa si que es una de sus obras magnas y un must have para cualquier pijamero que se precie- más manejable que la de Planeta, quizás dividida en dos o tres tomos?

Por cierto, por curiosidad, ¿estáis siguiendo Happy? ¿Qué tal?

nascitturuss
nascitturuss
Lector
23 enero, 2013 22:24

Morrison es uno de esos guionistas, que como todos, tiene sus aciertos y defectos. Es mas propenso a ciertos estilos que otros o se desarrolla mejor en unos ambitos que otros.
Sin embargo, como se acierta en la reseña, con esas luces y sombras, se disfruta con cualquier lectura de Morrison. Desde su obra metaficcional, como El Asco, Invisibles o Flex Mentallo, hasta la obra superheroica, en el mas pleno sentido de la palabra, con su JLA o sus New X-Men. Y entre ambos extremos colocaria su Doom Patrol o Animal Man.
En definitiva es uno de los pocos autores que se mueve en todos los ambitos y registros pero del que siempre saldras sarisfecho. Sin embargo, esta coleccion que tiene sus altibajos adolece de la marcha de Quitely, fiel escudero, y hace que el producto final se resienta. Las historias buenas se sostienen aun con un grafismo de corte bajo, como demostro en Animal Man, pero una ausencia de Quitely con arcos argumentales medios, hace que este tomo sea irregular. Mas lo fue con el anterior a mi juicio. Pero se trata de Morrison.

Sobre Happy, para mi me parece una obra intermedia entre su salida de DC y la llegada a nuvos terrenos creativos. Siempre interesante en sus propuestas.

r7varola
r7varola
Lector
24 enero, 2013 13:34

 Soy fanático a muerte de Batman, pero con la etapa de Morrison no pude. Me bajé después de Batman RIP y leí una cosa que otra, pero no puedo con el tono de sus historias, cada vez se puso más colorinche y se alejó de los cánones básicos de Batman. Por eso respiré aliviado cuando su influencia en la franquicia decayó y apareció Snyder con su espectacular obra en Detective Comics, pues demostró que se pueden contar grandes historias del murciélago manteniendo el tono de novela negra o policial. 

La segunda parte de la estadía de Morrison en Batman me sonó a fuegos artificiales y nada más y cometió el error de tratar de adaptar la franquicia a sus gustos personales más que él adaptarse al personaje que estaba escribiendo.

Odinson70
Lector
24 enero, 2013 17:44

Morrison y sus idas de olla….

Este tomo contiene historias normalitas, mucho ruido y regular de nueces.

Una edición muy barata, por cierto….gracias ECC (Estoy Cobrandoos Caro)

Daniel Gavilán
25 enero, 2013 8:08

 Hombre, tanto como gustos personales… lo que trató Morrison fue congeniar las distintas versiones que ha tenido el personaje, desde el justiciero urbano de la edad de oro hasta el delirio pop de la silver age, pasando por el pulp de los setenta, el grimm and gritty de los noventa y el noir de los 2000. Coincido en que su andadura es irregular y que partes de la misma como Batman RIP son un desastre. 

Pero en general me gusta la forma en la que envuelve al cruzado de la capa con grandes ideales y plasmarlo en toda su grandeza, razón por la cual me cuesta disfrutar de otras etapas más sesgadas en las que se pierde una parte importante de la esencia del personaje como puede ser la de Snyder. Este tomo por ejemplo incluye una de cal y una de arena, pero reune las virtudes que me hicieron reconciliarme con su etapa, creando una mitología propia en torno a Dick Grayson y aprovechando la relación entre este y Damian de forma maravillosa mientras daba forma a ese gran misterio irresoluble al que se enfrentaban en la mansión de los Wayne. Quizás no sea una etapa perfecta, pero si la considero una de las más interesantes y estimulantes que haya tenido el personaje desde que lo reinventara Frank Miller.