Siempre es una buena noticia recibir obras que suponen un soplo de aire fresco en un determinado género, relatos que sean valientes y se desmarquen un poco de lo habitual para sorprender y cautivar a partes iguales. En España estamos acostumbrados desde hace un tiempo que estas gratas sorpresa en el mundillo manga nos lleguen directamente desde Asturias, preciosa tierra en la que Milky Way Ediciones tiene su centro de operaciones. Y si cogemos la exquisitez y el buen ojo que suelen tener desde Milky Way para licenciar historias que nos dejan boquiabiertos y le sumamos la retahíla de premios que este manga en concreto lleva recibiendo desde que fue creado por Paru Itagaki, el resultado no puede ser otra cosa que soberbio. Llegaba hace unos días
Como digo, Beastars ha sido un pelotazo tremendo para la editorial Akita Shoten y en especial para Paru Itagaki, su autora, desde que vio la luz en el año 2016 en las páginas de la revista Shuukan Shōnen Champion. Esta ópera prima de Itagaki irrumpió como ninguna gracias a un argumento fresco, un despliegue de diseño original y bien ejecutado y muy buenas ideas implícitas que fundían un tono noir y otro escolar en un manga que no se parece a nada de lo que hayáis leído anteriormente. Este año 2018 ha sido el de consagración para la obra y para su creadora, cosechando el premio
Ahora bien, muchas veces los premios y los gustos nipones no tienen porque coincidir con la realidad, así que, ¿realmente se merece Beastars toda esa fama, bombos y platillos a la hora de llegar a nuestro país? La respuesta es simple después de leer su primer tomo: un rotundo y contundente sí. Beastars pone sobre la mesa una apuesta valiente y sincera de su creadora, que nos maravilla con un rico mundo de fantasía muy bien concebido y poblado de personajes interesantes en lo argumental, y deslumbrantes en lo visual. Todo un envoltorio que entra por los ojos desde su maravillosa portada pero que termina de conquistarte cuando te has sumergido en el mundo de la Escuela Cherryton, que mezcla los elementos más dispares a caballo entre la novela negra y el ambiente escolar y que juega a la perfección con la temática de que nada es lo que parece a primera vista.
¿De qué trata en sí Beastars? Pues el argumento, como digo, es algo que parece bastante típico, pero que sin embargo juega con los contrastes, algo que va a ser una permanente en todo el manga, en el que Itagaki juega con una deliciosa y constante dicotomía. Beastars nos sitúa en un mundo de fantasía en donde los seres humanos no existen como tal, y todos sus habitantes son animales antropomorfos al más puro estilo Zootrópolis o Blacksad. En concreto vamos a conocer a un nutrido grupo de personajes adolescentes que atraviesan la recta final de su vida escolar en la Escuela Cherryton, una prestigiosa academia que prepara a sus alumnos para ser lo mejor de lo mejor en cada campo. El principal rasgo característico de la academia es la convivencia en paz y armonía de distintos grupos de animales, tanto carnívoros como herbívoros. O al menos eso es lo que dice la teoría, pues la Escuela Cherryton, como cualquier escuela en la que hayamos estado, tiene sus grupos y jerarquías sociales, y la popularidad o la carencia de esta no es la única brecha que surgirá entre un alumnado compuesto por un abanico tan amplio y heterogéneo de especies.
Sin embargo, pese a sus más y sus menos, y teniendo en cuenta que ser depredador o presa no tiene nada que ver, en principio, con el estatus que puedes tener en Cherryton, la vida en la escuela parece transcurrir con normalidad, con los jóvenes animales dedicándose al estudio y a las típicas actividades de los clubes extraescolares, tan habituales en los mangas de este corte temático. O al menos todo parece así, normal y habitual, hasta que un horrible crimen se produce en el campus: la alpaca Tem, uno de los más destacados miembros del club de teatro de Cherryton, aparece asesinada por lo que parece ser uno de sus compañeros carnívoros. A partir de ese instante todo parece centrarse en nuestro protagonista, Legosi, un gran lobo gris, que se convierte en el principal sospechoso de la desaparición de Tem para sus compañeros.
Pero en el fondo, Legosi no es tan fiero como lo pintan, y pese a su carácter soñador, melancólico y en ocasiones introvertido, se esconde un animal con un corazón de oro, capaz de sentir más empatía que ninguno hacia sus compañeros y el único que parece entender que cada uno tiene su propio drama. Sin embargo su apariencia amenazadora, y ese carácter que mencionaba, que le hace parecer un bicho raro ante los demás, hará que casi todo el mundo en Cherryton se deje llevar por las apariencias y no deposite nada de confianza en él. Legosi en principio está más que acostumbrado a ser el blanco del resto, pero tras un desafortunado encuentro con Haru, una coneja enana, sus instintos de depredador despertarán por primera vez, haciendo que Legosi tenga que luchar contra ellos y contra su propia naturaleza.
Con este punto de partida iremos conociendo un gran elenco de personajes, en un reparto bastante coral donde cada una de las piezas muestra su propia psicología, sus propios dramas y alegrías, su desarrollo único, convirtiendo Beastars en un manga ciertamente interesante desde el punto de vista del reflejo de la vida escolar, todo ello enmarcado dentro de ese espíritu noir y la investigación sobre el asesinato de la alpaca y los daños colaterales que va a suponer para el resto de animales que conviven en Cherryton.
Como comentaba anteriormente, Beastars es un manga que se mueve como pez en el agua en los terrenos de lo dicotómico y en la necesidad de no fiarnos de las apariencias, porque engañan. Así, desde un primer momento, el lector que se acerque a esta gran obra de Itagaki sin saber mucho de la misma, se fijará en el detalle que más llama la atención, y es ese mundo que gira en torno a los animales antropomórficos que hemos visto recientemente en obras ya mencionadas (Zootrópolis, Blacksad…). Sin embargo, una vez abres el tomo te encuentras una amalgama temática y tonal que sigue lanzando reminiscencias a las ya mencionadas anteriormente, a otras como Fábulas, a los típicos shônen escolares con su dosis de humor y enredos amorosos/amistosos… Pero solo eso, reminiscencias, porque aunque recuerde a muchas cosas, realmente Beastars es algo único, tanto en concepción como en desarrollo. Es más que evidente ese toque a lo novela negra protagonizada por animales que veíamos en Blacksad, ya que el tomo abre con un crimen. Es también claro que hay toques a Fábulas, los cómics de Vertigo creados por Bill Willingham, especialmente en esa combinación de fantasía y decadencia, en la intronspección de sus personajes y la naturalidad y humanidad con la que muestran y aceptan (o no) sus virtudes y defectos. Está también presente que vemos rasgos similares a Zootrópolis con ese plantel de personajes entrañables y carismáticos, la química que surge de sus interacciones, las pequeñas gotas de humor. Y sin embargo, todo es tan diferente…
Confieso que cuando abrí por primera vez este primer tomo de Beastars esperaba encontrarme una obra mucho más ligera, de unos animales con forma humana que tienen sus hilarantes líos en una escuela. Y confieso también que una vez leído, estoy abrumado por la cantidad de matices que Itagaki ha sido capaz de introducir en esa premisa. Porque sí, Beastars es en el fondo un manga escolar con las aventuras y desventuras de un grupo de adolescentes salpicado con gotas de un crimen de cine/novela negra, pero el enfoque y tratamiento psicológico que hace de los personajes, los paralelismos y metáforas que utiliza para comparar una situación fantasiosa con la cruda realidad y, sobre todo, la enorme melancolía que despierta la lectura de sus páginas, me ha dejado boquiabierto. Esperaba un tono mucho más alegre y mágico, y sin embargo me encuentro un ambiente de cierta decadencia y resignación, de humanidad en el más crudo y cruel sentido de la palabra. Un realismo sin precedentes para una historia protagonizada por unos simpáticos animales.
Como digo, la melancolía es quizá la piedra angular que vertebra el tono y ritmo narrativo de Beastars, algo que encaja a la perfección con la actitud de Legosi, su protagonista, un personaje que parece vivir al margen de todo lo que ocurre a su alrededor para precisamente evitar que eso le afecte. No solo este, todos los personajes tiene su propio drama interno, y tiene que luchar consigo mismo y con su entorno para ser capaces de encajar y aceptar su propia naturaleza. Como digo, en el manga se itera mucho sobre la idea de las apariencias, de los prejuicios, de la discriminación. E Itagaki lo hace de una manera cruda, pero elegante, utilizando la premisa de que cuando algo no es humano como tal no nos afecta, en principio tanto, para lanzar dardos envenenados a muchos de los problemas que los escolares, y la gente en general, tienen que superar en cualquier parte del mundo. Esa “lucha” que hay en Cherryton entre carnívoros y herbívoros nos lleva irremediablemente a pensar en los conflictos raciales, religiosos, culturales, de género, de sexualidad… Tantos y tanto problemas que se generan por la incapacidad de los humanos de ponerse en la piel del otro, por ser incapaces de no prejuzgar, de no interesarse en conocer un poco al prójimo para descubrir que, oh sorpresa, en realidad no es tan malo como creía, y que de hecho puedo aprender de él y compartir mucho.
Esta crudeza y realismo choca frontalmente con la idea inicial de encontrarnos con unas animalillos inocentes, ya que esa inocencia pronto se ve turbada por lo que más suele trastocar la vida de un joven de 17 años (que son los que tienen la mayoría de los personajes): las emociones, los sentimientos y, sobre todo, los instintos. Y es que Beastars narra muy bien ese proceso de cambio, esa etapa confusa en la que la persona tiene que comenzar a comprenderse a sí mismo y a construir quién será en un futuro, poner los cimientos de lo que será el resto de su vida. De este modo, Itagaki pone a la mayoría de sus personajes a preocuparse por su estatus, por los conocimientos e hitos que obtienen de cara a un futuro trabajo, por su felicidad, por el amor, por la amistad, por la sexualidad… Lo hace de una manera realista, y a veces sutil, especialmente en el último de los temas, donde hace un magnífico paralelismo entre esa sexualidad y los instintos, dando lugar a escenas realmente interesantes y plagadas de simbolismo y con una apabullante carga gráfica, especialmente las protagonizadas por Legosi y Haru.
Es bastante impactante ver esos primeros compases en los que Legosi tiene que preocuparse por primera vez en la historia de su instinto animal, y lo duro que es para él tratar de calmarlo, de ocultarlo al resto. Podéis establecer aquí el paralelismo que queráis con las pasiones de las personas, o, porque no, con su sexualidad. Es fantástica la soltura narrativa que demuestra Itagaki para narrarnos la crisis de identidad que comienza a abrirse paso en su protagonista, teniendo que enfrentar quién es en realidad con quién tiene que ser para encajar en la sociedad. Algo evidente y visible en Legosi, que es el personaje que más muestra de sí mismo en este primer tomo, pero que es aplicable al resto del elenco, ya que la mangaka ha hecho un genial trabajo de creación y de reparto de pesos argumentales para lograr un reparto tremendamente coral, en el que cada personaje tiene su importancia, sus matices, sus tonos de gris y su historia. Todo ello apoyándose en la premisa de que los personajes zoomorfos son entendibles para todas las culturas, haciendo que el choque oriente-occidente quede menos acusado tras reconvertirlo a los códigos mezclados del shônen escolar y el noir.
Decía antes que la melancolía es quizá el sentimiento que más despierta la lectura de este manga, pero también hay otros, especialmente la ternura y el lirismo. Y ahí es donde choca con sus referentes más acusados, ya que mientras que el Blacksad de Díaz Canales y Guarnido y las Fábulas de Willingham presentan ese tono deprimente, sucio, opresivo, rudo, tan del estilo de Hammett o Chandler, Beastars nos muestra un temática similar, pero un tono mucho más preciosista, en ocasiones rozando el simbolismo lírico tanto por el argumento y las reflexiones de los personajes, como por el trabajo visual que logra el arte de Itagaki, todo un deleite para la vista. Es un estilo bohemio, que en ningún momento pretende ofrecer una visión esperanzadora pero que tampoco llega a caer en la decadencia, quedándose en un término medio que vuelve a hacer referencia a esa melancolía que mencionaba antes. Es un dibujo sucio, lleno de trazos, pero no oscuro. Da la sensación de luminoso por ese lirismo visual, pero tiene demasiados matices grises como para considerarlo puro. Y me gusta que Itagaki haya concebido un diseño así, porque va como anillo al dedo al mensaje que quiere lanzar con su obra, en la que nada, ni argumento ni personajes, es absoluto. Todo es relativo y depende del cristal con el que lo mires y, una vez más, las apariencias pueden despistar.
Iremos analizando y desgranando esta espectacular obra en los siguientes tomos, pues este primero no deja de ser una introducción, pero he de reconocer que ha sido una de las pocas veces que, aun yendo con las expectativas por las nubes por la cantidad de premios y reconocimientos que traía la obra y lo mucho que me había gustado el aspecto visual y artístico, la realidad ha superado con creces lo que esperaba. Considero que Beastars es uno de los mangas imprescindibles que hay ahora mismo licenciados en nuestro país, tanto por su originalidad, como por su arte, por el mundo concebido por Itagaki y por el magnífico plantel de personajes. Un argumento sólido y creativo, que parte de premisas ya conocidas pero desarrolladas con un genio insólito, usando el arte para empastar todo y crear emociones y sensaciones en el lector, con diálogos naturales y espontáneos que fluyen a la perfección junto al dibujo en las viñetas… Y todo ello en una trama que esconde bajo su inocencia y ternura un melancólico y crudo relato sobre la hipocresía, los efectos que tenemos en los demás y los demás en nosotros, el dilema entre corazón y cerebro, la construcción de la propia identidad en relación al entorno, las apariencias, las pretensiones… Beastars es un manga rompedor, que llega para quedarse con el trono sin lugar a dudas, y que pinta a ir en un tremendo in crescendo desde este apasionante primer volumen. De momento la serie sigue abierta en Japón, con 9 tomos publicados, así que ya iremos comentando por aquí el desarrollo de Legosi y compañía, y maravillándonos con el saber hacer de una sorprendente Paru Itagaki que ha creado uno de los comics más arolladores y potentes que he tenido el placer de leer.
Valoración Final
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9.5
9
Arrollador y sorprendente debut de Paru Itagaki con un melancólico relato protagonizado por animales antropomórficos y un toque noir que no debería faltar en ninguna estantería. De lo mejor que ha licenciado Milky Way Ediciones, y ya es decir.
Rubén q sepas q te odio, pero mucho mucho, si ya le tenia ganas a Beastars después de leer tu reseña se han multiplicado por mil esas ganas 🙂
Jajaja ese odio sano por aumentarte las ganas es que estoy haciendo bien mi trabajo 😉 Es la típica obra que tiene pinta de encantarte por lo que sueles leer de manga, así que estás tardando en echarle en guante. ¡A mi me ha dejado asombradísimo!
¡Qué gran reseña, Rubén! Cuando leí el comentario en los «destacados del mes» pensé que se trataba de una versión manga de la excelente Blacksad, pero gracias a tu reseña veo que esto va para otro lado, con una sensibilidad muy particular. Gracias por tu análisis de la obra. Ya tiene asegurado un lugar en mi desbordante biblioteca.
Muchas gracias por la reseña! Me pasa lo mismo que a Raúl, pensaba comprarlo, pero ahora debo.