“Quiero un hombre, ¿Me oyes? ¡No un niño que le tiene miedo a todo!”.
Y en medio de este precario hábitat, aparecen de la nada unos animales salvajes que van invadiendo progresivamente las calles, los parques y las plazas de la ciudad y se erigen en la principal amenaza de unos habitantes completamente inconscientes, que intentan vivir su existencia en una burbuja, evitando artificialmente los sobresaltos; siempre aparentando una falsa normalidad.
Bestias salvajes se centra en los problemas sociales y personales de tres adolescentes; los citados Lola y Josh además de Gizmo, un grafitero que llena las paredes con arte de inspiración africana. Los jóvenes pugnan por dejar la edad infantil y empezar a inscribirse en el mundo de los adultos que son los que se comportan como las auténticas bestias salvajes, relacionándose entre ellos con unos prejuicios de clase absurdos y con una violencia desaforada hacia los invasores del reino animal y, sobre todo, hacia las personas más débiles. Esta situación de desequilibrio pondrá a prueba el amor y la amistad del trio y les causará sus primeras heridas graves, tanto físicas como emocionales.
En este trabajo, Loïc Godart expone un planteamiento original y sugerente que desarrolla con bastante eficacia, pero que acaba rematando con cierta ingenuidad. La figura de Georges, el padre de Josh, se convierte en un estereotipo que va evolucionando de una manera irreal y que al final tiene un comportamiento absurdo; demasiado simplista, teniendo en cuenta la complejidad de los conflictos expuestos. En general están mejor retratados los niños y los adolescentes que los adultos, a los que el autor no acaba de plasmar de una manera completamente creíble.
En el aspecto gráfico, el trabajo artístico y narrativo de Loïc Godart es original e interesante. Algunos citan al maestro del expresionismo austríaco Egon Schiele como una de sus referencias y otros hablan del ilustrador británico Ronald Searle. A mí su estilo me recuerda poderosamente al, a menudo olvidado pero siempre eficaz, dibujante norteamericano Jeff Purves de cuando se encargó de los magníficos guiones de Peter David para la serie El increíble Hulk. El autor, por su parte, cita a Jean Giraud de Blueberry y a Enki Bilal de La trilogía de Nikopol como los principales responsables de su vocación artística.
Curiosamente, al leer esta historia de Godart, he recordado a una serie de finales de los ochenta que en francés se titulaba Broussaille y que aquí se llegó a publicar con el nombre de Cabello Loco. El primer álbum se tituló Las ballenas públicas y, dotado de un tono amable que le imponían sus autores Bom y Frank Pé, presentaba un escenario urbano cercano al sueño donde la presencia de los animales servía de catalizador para la trama. Bestias salvajes podría considerarse como un cruce entre el universo violento y mestizo de Mutafukaz y la ingenuidad onírica de Broussaille.
Godart divide habitualmente su página en una cuadrícula bastante libre de tres tiras con dos o tres viñetas cada una. Sin embargo, este esquema lo altera en varias ocasiones para ofrecernos viñetas más grandes donde nos enseña momentos en los que los protagonistas experimentan situaciones críticas o para mostrarnos escenas urbanas llenas de acción. En otras ocasiones planifica la página con múltiples cuadros que descomponen la acción y ralentizan el relato.
El dibujante de la miniserie Bang! domina de manera correcta la anatomía humana. Los rostros de sus personajes tienden a ser muy parecidos y maneja una gama reducida de expresiones faciales, sin que esto sea un hándicap para la lectura y el correcto reconocimiento de los protagonistas o secundarios. Su diseño de los decorados y de los exteriores urbanos es rico, variado y coherente y se convierte en uno de los principales alicientes gráficos de la obra, además tiene una apreciable destreza con el color con el que describe atmósferas y resalta momentos de tensión emocional. En su paleta predominan los tonos del verde para las secuencias diurnas y del violeta para las nocturnas. En cambio el rosa lo utiliza para enfatizar los momentos de mayor tensión o violencia.
Loïc Godart (1980) nació en la región parisina, pero cursa estudios superiores de arte en la École Émile Cohl de Lyon. Tras diplomarse en 2002, empieza su carrera como autor de cómics y en 2005 es cuando se publica su primer álbum titulado L’anatomiste, una obra que cuenta con Nicolas Tackian y Stéphane Miquel como guionistas y que publicará Soleil Productions. Después de este debut ambicioso – con una obra de setenta y ocho páginas – Godart se foguea en diversos proyectos colectivos como Paroles de Verdum (2007) o Project Bermuda (2007-2009) para los que realiza sendos relatos cortos. Sus siguientes trabajos publicados son: Bang! (2010-2012), una serie de dos tomos con guion de Jean-Christophe Deveney que edita Akileos; Le joueur (2010), una adaptación de la novela de Fiódor Dostoievski a cargo del guionista Stéphane Miquel y que editó Soleil Productions. L’oiseau chante comme le lui permet son bec (2014), que es una historia auto conclusiva de 64 páginas que Godart realiza en solitario y que publica Akileos. Este mismo año publica otra vez junto a Stéphane Miquel otra adaptación literaria, en este caso se trata de Au cœur des ténèbres de Joseph Conrad y la edita también Soleil Productions. Junto al guionista Nicolas Courty, escribe Le Gecko (2018), una historia que dibujará Tristan Josse y que publicará Akileos y finalmente el año pasado publica Les bêtes sauvages, una obra personal de la que es autor completo y que en Francia salió bajo el sello de Ankama Éditions.
La edición de esta obra a cargo del sello Nuevo Nueve Editores es muy correcta. El álbum es en tapa dura, tiene un buen papel y está bien impreso. El tamaño es adecuado e incluye una galería de ilustraciones del autor. El precio está dentro de los márgenes razonables para una obra de este estilo que consta de 96 páginas.
Estamos ante una historia interesante, bien llevada y que, sin embargo, acaba siendo rematada de una manera timorata y frustrante. Los planteamientos iniciales que Loïc Godart nos ofrece en su relato exigen un final mucho más intenso, más crítico y coherente. El camino emprendido por Lola, Josh y Gizmo daba para mucho más y la forma en que concluye nos deja un sabor agridulce que impide un disfrute completo de la obra.
A pesar de todo, con Bestias salvajes, el autor francés se ha ganado el derecho a que estemos muy atentos a sus próximos trabajos.
Salut!
Guion - 7
Dibujo - 7
Interés - 7.5
7.2
Apocado
Un relato atractivo que se queda un poco corto
