Sienkiewicz como dibujante completo
«Eres dos personas distintas, o tres… no, que sean cuatro… o más… y estás tan loco que no sabes ni quién eres»
Tercer volumen de esta Biblioteca Caballero Luna y por fin llegamos a lo que muchos lectores estaban esperando: Bill Sienkiewicz comenzará, a partir del #9 a finalizar sus trazos él solo con regularidad sin la ayuda o asistencia de un entintador. Es cierto que de aquí al final de su etapa en El Caballero Luna (#33, entintando los lápices de Kevin Nowlan), Sienkiewicz no será siempre autónomo pero al menos sí lo será la mayor parte del tiempo. Además de los #1 y #3, que se incluían en el tomo 2 de esta colección, el ilustrador nacido en Pennsylvania se entintaría a sí mismo en los #9-15, 22-26 y 28-30.
A nivel de historia, el guionista Doug Moench afianzará el tono de la colección en este volumen, que incluye los #4-10 de la colección original, publicados en 1981. Esto tendrá una parte buena y una mala que desgranaremos más adelante. El #4 es el más interesante por lo que se refiere a la historia de Marc Spector, puesto que Moench «retconea» parte del origen del personaje. Los que conozcan la primera aparición del Caballero Luna en Werewolf by Night #32 (incluido en el #1 de esta Biblioteca Caballero Luna), recordarán que el héroe nació como un antagonista del Hombre Lobo que protagonizaba aquella serie setentera. El Caballero era contratado en calidad de mercenario por un grupo de individuos llamados “El comité”, cábala tipo sociedad secreta mil veces repetida en los cómics Marvel. Moench era consciente que su #1 del Caballero Luna parecía contradecir esta primera aparición puesto que en Werewolf by night #32 era el Comité quienes le daban su traje y armamento. El guionista, haciéndose un poco trampas al solitario, decide contar ahora que Frenchie, el asociado más fiel de Marc Spector, se había infiltrado en el Comité y era quien les había proporcionado el traje y el resto de aparataje “lunar” del héroe. Una idea un tanto cogida por los pelos pero que al menos conseguía resolver esa contradicción.
La historia propiamente dicha de este #4 se centra en cómo el Comité contrata a una troupe de mercenarios/asesinos para acabar con Spector habida cuenta de su traición ocurrida en Werewolf by night #33. En el #5, el Caballero Luna persigue a dos ladrones de bancos a lo que parece ser una casa encantada a las afueras de la ciudad. Igualmente autoconclusivo es el relato que ocupa el #6, en el que el héroe se ve envuelto en una trama policiaca-vudú en Nueva Orleans. Más interesante es el díptico que conforman los #7-8 (y sus magníficas portadas de Sienkiewicz) en el que unos terroristas envenenan el suministro de agua de la ciudad causando alucinaciones en masa al conjunto de la población. De nuevo dos partes dedica Moench (#9 y 10) al primer team-up villanesco en la serie, en este caso con Bushman y el Hombre de Medianoche haciendo equipo frente al Caballero Luna.
Comparado con la mayoría de colecciones Marvel, Caballero Luna era una opción, para el lector de la época, con personalidad propia. Moench crea un elenco de secundarios interesante, sobre todo Marlene, la novia del protagonista, y juega hábilmente con el rol de “personalidades múltiples” del personaje. Y lo pongo entre comillas porque leyendo estos cómics, parece bastante claro que el guionista escribe a Marc Spector más como un actor que interpreta a otros personajes que como un individuo con algún tipo de problema psicológico. El principal problema que arrastra este primer año de la colección es la naturaleza episódica e incluso formulaica de la serie. Moench abusa del esquema “monstruo/loco” de la semana sin apenas subtramas o desarrollo de personajes a excepción de ciertas pinceladas cuando aborda el pasado de personajes secundarios como Frenchie. Los guiños a elementos de terror como la casa encantada o los hombres lobo son más eso, guiños, que elementos sustanciales de las historias que aquí se cuentan.
Como comentábamos al inicio de esta reseña, el punto fuerte de este volumen es disfrutar de un Sienkiewicz que, esta vez sí, va desarrollando ese estilo tan potente y particular que le ha hecho famoso. Para bien o para mal, Sienkiewicz es un autor cuyo estilo se diluye muchísimo en el del entintador que le toque. Los números de este tomo en los que es entintado por Klaus Janson tienen un clarísimo “aroma” al Daredevil de Miller que el mismo Janson se encontraba entintando en esa misma época (nota curiosa, el propio Frank Miller firma la portada del #9 americano que se incluye en este tomo). Cuando es Frank Giacoia quien finaliza los dibujos de Sienkiewicz el efecto en este caso es más demodé, acabando en un estilo claramente setentero. Sin embargo, con Sienkiewicz a los mandos, la cosa es muy diferente. La composición de página se va haciendo poco a poco más atrevida, los fondos se diluyen en pos de una narración en la que la atmósfera lo absorbe todo (ver la lluvia del #9). Al dibujante le faltaba algo más de un año para desarrollar todo su potencial en la colección pero la dirección estaba clara y la iremos siguiendo en estas reseñas en las próximas semanas.
Lo mejor
• Sienkiewicz, al fin, experimentando sin cortapisas
Lo peor
• La repetición de esquemas por parte de Moench