Edición nacional / España: Big Man Plans, Colección Evolution Comics, septiembre 2016, Panini Comics.
Guión: Eric Powell, Tim Wiesch.
Dibujo, tinta y color: Eric Powell.
Formato: 120 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 16 €.
Big Man Plans es una salvajada. Como tal te lo habrán vendido y créeme que no te están dando gato por liebre. Si te gustan los tebeos más violentos de Ellis, Aaron o especialmente Ennis, aquí estarás a gusto, pues la obra casi a dos manos de Eric Powell y Tim Wiesch navega por aguas similares. Lo mejor de todo es que el título sí, es agresivo, y lo justifica de sobra con la clásica mezcla de necesidad de venganza y evidente conmiseración hacia el protagonista. Pero sí, hay algo más. Big Man Plans no suelta su caudal de hemoglobina por el mero hecho de hacerlo, por el disfrute visceral de esa bendita hostia bien dada y a tiempo, aunque también, sino que es el resultado de un proceso de viaje a las alcantarillas por parte de su autor principal. Pero luego volvemos a eso.
Big Man Plans es una historia de venganza, como dije, una que sale de las entrañas, aunque si bien parece un tanto exagerada en el primer acto, las piezas de la trama se van desvelando a tiempo para que el dolor que siente su protagonista florezca en el corazón del lector. Y es entonces cuando el tebeo alcanza su cénit: la sangre, los golpes, ya no son una gracieta más para el mundo descerebrado en el que vivimos, sino que el lector acompañará desde entonces al enano vengador en su cruzada, aunque sepamos que, como él, no acabaremos bien. Así, la espiral de violencia se justifica de una manera hard-boiled, como un cliché perfecto del noir más salvaje, ese por el que deambulan personajes al borde de la ley, de pasado negro como el asfalto, donde el crimen es una manera que se antoja inevitable para poder sobrevivir a los dramas personales. Pero Powell y Wiesch saben que su personaje no navega por aguas de lo cool, no fuma cigarrillos cuyo humo evoca formas sugerentes a su alrededor ni su masculina agresividad se ve recompensada por estallidos de libido húmedo de féminas despampanantes. El protagonista de Big Man Plans pertenece a esa estirpe maldita de personajes tristes por deformes, cuya angustia ha moldeado su carácter. Este, veterano del Vietnam, perteneciente a un comando invisible, una suerte de black ops para misiones especiales, se ha curtido en el asesinato justificado por la guerra y su perspectiva del valor de la vida, otro cliché, cambia al volver a su hogar y descubrir qué es lo que le ha pasado al amor de su vida. Su mente, enajenada tras años de burla y desprecio, guerra y masacre, hace aquello que lleva años avisando: reventar en un estallido de violencia. Y ay de quien se cruce en su camino.
Cuenta la leyenda que Powell y Wiesch concibieron esta historia en el momento más bajo por el que ha pasado el creador de El Bruto. Powell malvivía mendigando, alcoholizado, durmiendo cuando podía en el sótano de Wiesch. Viviendo como vagabundo sintió en sus carnes el rechazo social, lo que significa ser invisible, un paria en el último escalafón de la sociedad. Big Man Plans parece ser que nació como terapia a lo anterior, como una manera de exorcisar los demonios del alcohol y de recuperar el norte. De ahí, claro, no podía nacer una historia amable, por supuesto, sino algo malparido, vomitado desde las entrañas. Y violento y trágico como solo puede serlo la vida. Por esto funciona tan bien un tebeo que cuenta algo tan manido como la venganza de alguien de quien se han reído, porque refleja la sinrazón del odio a lo distinto y la lástima de lo injusto, y lo enseñorea de manera perversa con el gusto por la sangre, como digo, y la descarga salvaje sobre el agresor. Y Powell y Wiesch no se andan con chiquitas. Su menudo protagonista está dispuesto a transformar en algo físico todo el dolor de su pérdida. Y lo que hace y como lo hace solo está pensado para dar rienda suelta a esa rabia contenida tanto tiempo. Y para ello, claro, como no podía ser de otra manera, no hay redención posible.
Powell se regodea así en lo anterior con unos lápices menos limpios a lo que nos tiene acostumbrados, como si en sus manos pesara la prisa de apoderare de esa sensación catárquica de contar algo que te afecta de veras. Su visión de la figura, con ese pie en la caricatura, viene y va aquí, como si quisiera alejarse de ella cuando debe acometer las escenas violentas, pues parece que existe cierta necesidad morbosa en reflejar el dolor a través de cierta precisión en el trazo, como si fuera un alumno aplicado de una academia de dibujo, una malsana, cuyos modelos fueran cadáveres torturados. Hay cierto gore, por tanto, pero sin la carga paródica afín al género. Hay dolor, hay imágenes tan gráficas como pueden llegar a serlo. Y aquí, funcionan.
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7
7
Salvajada con corazón
Muy fan de la tan mal tratada (aquí en españa) el bruto. Esto será compra segura, así que gracias por la recomendación!
Lo leí ayer y, desde luego, funciona. La premisa es muy simple, pero a partir de esta, tanto el guion como las ilustraciones están muy elaborados retorciéndola. El rollo gótico americano me ha recordado, más que a otra cosa, a los cómics de Fernando de Felipe.
Una curiosidad que no he visto mencionada en ninguna reseña es que los autores utilizan como guía la Comedia del Arte italiana, con ese arlequín que lleva el prota en la camiseta y la pintada final explicitando la referencia.