In Priest we trust
«Yo soy la guerra»
Jim Oswley también conocido por su nombre artístico Christopher Priest es una veterano guionista de todos conocido que ha desempeñado también tareas de editor (fue el descubridor de Peter David) y ha colaborado en las grandes editoriales. Su larga trayectoria es un curioso ejemplo de regularidad. Si bien, dentro del mainstream podríamos decir que es un autor de culto ya que suele tocar temas complejos y adultos como conflictos raciales o geopolítica.
Uno de sus mejores trabajos es el que realizó sobre el villano tuerto, del eterno archienemigo de los Titanes, Deatshtroke. Unos 50 números que le dieron una dimensión poliédrica al personaje, barnizándole con tintes de leyenda en una colección muy recordada. Algo curioso en una gran editorial como DC.
El eco de esa etapa ha dejado poso en los lectores. Nos salen chispitas de los ojos cuando vemos el nombre de Priest en una cabecera. Y con razón. El guionista de Black Panther (otra etapa legendaria) suele cumplir con creces.
A todo esto llega (llegó el año pasado de hecho) la película de Black Adam. Eso implica ciertos movimientos editoriales, reediciones, protagonismo en la continuidad, etcétera.
Con buen criterio DC decide sacar una maxiserie del kahndaqiano con Priest como guionista. Será un producto oportuno y puede que oportunista, pero lo más probable es que no dejará indiferente a nadie.
Y eso es lo que tenemos. El tomo que ha sacado ECC con la mitad de la serie permite bucear en los conceptos del autor, leer y releer, ver el desarrollo de las ideas, darle continuidad a las diferentes líneas argumentales. Se trata de un cómic bastante difícil de seguir con una ración mensual de 24 páginas.
Al igual que en Deathstroke (aunque quizás un poco menos) se trata de una serie muy intensa, con diferentes argumentos, bastante coral y muchos niveles de lectura. Las tramas se cruzan, luego se separan, vuelan solas para volver a cruzarse. Los diálogos son extremadamente densos, se pueden destilar cantidad de ideas de ellos.
Priest escribe un cómic adulto con aventuras cósmicas (el enfrentamiento con el falso Darkseid), trama policial, política internacional, trama introspectiva (con la asunción de la mortalidad por parte de Adam) conflicto racial e incluso (quizás la más floja) el nacimiento de un nuevo héroe con toques de comedia.
Algunos elementos parecen claramente un trabajo de encargo (White Adam) pero otros son pura marca de la casa.
Black Adam comparte protagonismo con su alter ego Theo Adam, de hecho prácticamente conforman dos personajes diferentes con líneas argumentales casi paralelas. Por un lado tenemos al superhéroe o antihéroe más antipático y borde de DC peleando hasta la extenuación con esa intensidad que le caracteriza. Priest le da la personalidad de una bola de demolición. Sin sutilezas. No en vano Johns ya nos dejó claro que se trata de un ser de mentalidad milenaria viviendo en una época que no entiende. Lo que vemos en el cómic es como Black Adam sufre una infección cósmica, una especie de gangrena mortal. Debe buscar su heredero, proteger su legado.
Theo es un hombre de este mundo. Arrogante y fanfarrón (no hay piedad para los Adam) que le permite a Priest conectar con el tipo de tramas que le interesan como son las de fuerte complejidad política. En esta parte del tebeo vemos las intrigas políticas, la diplomacia y las negociaciones a nivel estadista que Theo establece y que nos ubican en un universo superheroico “realista”. Priest nos da una lección de como compatibilizar este tipo de tramas con aventuras superheroicas y luchas titánicas.
El tercer protagonista es Malik White, o sea, White Adam. Heredero de BA es el elegido para continuar su legado, lo quiera o no. Malik es un estudiante en prácticas de medicina, de raza negra, inteligente y extrovertido al que le cae el manto del héroe. White Adam y por tanto Priest no dejan de pasar la oportunidad del tópico de que la bondad se asocie al color blanco. Al guionista se le ve más procedimental, más de oficio, en esta trama pero no deja de ser interesante ya que inevitablemente se mezcla con el resto de historias.
Como en toda colección nueva tenemos invitados especiales como Demon, Detective Marciano o el inevitable sube-ventas Batman que se enfrenta al kahndaqiano con la espectacular armadura que le diseñó Miller para vencer a Superman.
En el apartado gráfico tenemos al granadino Rafa Sandoval. El autor está en un momento de madurez interesante. Su dibujo de la figura es siempre proporcionado, ajustado y académico. Los personajes se desenvuelven con soltura, el movimiento es realista sin caer en la rigidez de los autores más minuciosos. Sandoval además despliega una capacidad asombrosa para dibujar cualquier lugar y objeto, ya sea un tribunal, un callejón o la sala de un hospital.
Todo esto está muy bien pero en lo que realmente destaca es su capacidad narrativa. La estructura de página es muy original, reventando cualquier tópico y usando diferentes tipos de viñetas en función de lo que se esté narrando. Las páginas tiemblan ante la intensidad de las peleas, las viñetas se resquebrajan por la potencia de los puñetazos. En cambio, sí debe tratar una reunión la página se estructura para transmitir monotonía y quietud y darle más peso al texto.
Los planos además son ricos en picados y contrapicados, originales en los escorzos. Todo sin que se desmonte ningún personaje ni ninguna figura. Mención especial recibe el entintador Jordi Tarragona.
El dibujo de Rafa Sandoval no resta, ni suma al guion de Priest, más bien lo multiplica, lo potencia. El trabajo de ambos autores es una combinación explosiva y está al servicio de hacer el mejor cómic posible.
Colaboran también en el apartado gráfico Jose Luís y Eddy Barrows realizando algunos rellenos.
Nos quedamos por tanto con un gran sabor de boca y las ganas de leer la continuación y ver cómo se resuelven, desenredan y enredan más todavía algunas tramas, pero sobre todo de disfrutar de la intensidad de este viaje espectacular y de la espesor temática de Priest.
Lo mejor
• La riqueza temática y la forma de tratarla.
Lo peor
• Seguramente pasará por debajo del radar dado el alud de novedades que saturan el mercado.
Muy bueno.
Guion - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.7
Priest y Sandoval escriben uno de los mejores cómics de Black Adam.
