Black Mask, la editorial y sus series

Nos metemos de lleno en la editorial Black Mask Studios. Un recorrido por su origen, destacando algunas de sus series.

2
2927

WELCOME TO BLACK MASK STUDIOS: Bringing the punk rock ethic to comics. Co-founders Brett Gurewitz, Steve Niles and Matt Pizzolo, Black Mask supports creators telling awesome & important stories.

Así nos invitan desde Black Mask Studios a meternos en sus mundos, pero ¿qué significa esto?. Para poder entenderlo tenemos que ir al 17 de septiembre de 2011, donde comenzaron las protestas que se conocieron como Occupy Wall Street, iniciando un movimiento en contra de la acumulación de riqueza por un grupo pequeño de personas y agrupando a gente de diferentes ideologías. Para que nos entendamos, algo así como el 15-M en España. Aquí es donde entra la figura de Matt Pizzolo, un artista muy ligado al mundo audiovisual (productor, actor, guionista, director…) que decide realizar un cómic, una antología sobre lo que allí estaba ocurriendo y con autores de primera fila bajo el título Occupy Comics: Art & Stories Inspired by Occupy Wall Street. Para ello se empezó un proyecto en Kickstarter buscando fondos, pero esto no acabó saliendo como se tenía previsto y es en este punto cuando aparece Black Mask Studios.

Para sacar ese cómic no se acude a una editorial existente sino que se crea una nueva. Así, en 2012 aparece la que aquí nos ocupa, creada por el propio Pizzolo con otras dos personas. Al primero de ellos lo conocemos bien por estos lugares, se trata de Steve Niles, autor de importantes obras del mundo del cómic como 30 días de noche o Criminal Macabre, cuya obra se ha desarrollado en su inmensa mayoría dentro de editoriales independientes. El segundo es el más famoso de todos, Brett Gurewitz, también conocido como Mr. Brett, guitarrista fundador de la banda Bad Religion, productor y dueño de Epitaph Records, la discográfica independiente más importante dentro del Punk-Rock (o Hardcore Melódico) que lleva a grupos como NoFX, Rancid o Pennywise y de la que salieron exitosas bandas como The Offspring o Rise Against. Los tres unen fuerzas para crear esa editorial que pretende “llevar la ética del Punk-Rock a los cómics”, de hecho los canales empresariales que se usan para la publicación son los de Epitaph Records, pero, como decía antes, ¿qué significa esto?, pues cuidar a los autores, sus derechos y los productos culturales que salgan de ahí, siguiendo esa máxima de repartir la riqueza que promulgaba el movimiento Occupy, pero esto viene de más atrás. El mundo del Hardcore en Norteamérica siempre estuvo muy ligado al D.I.Y. (Do it yourself) que viene a decir que las personas pueden ser autosuficientes para hacer las cosas por sí mismos sin depender de terceros, sobretodo de grandes empresas, promoviendo la importancia de los trabajos artesanales y estando muy ligados al arte. En el mundo de la música esto se convirtió en una encarnizada lucha contra la temible industria discográfica en los setenta, ochenta y noventa, que acaparaba los grandes medios (desde radios hasta locales de conciertos) y que tuvo bastante éxito, dentro del underground, a base de crear un circuito de pequeñas empresas y convirtiéndose en un modelo alternativo muy viable, de hecho hoy algunas de las grandes bandas lo siguen a rajatabla como Nine inch nails o Pearl Jam, haciendo todo ellos, hasta las discográficas en las que editan son suyas, como hiciera Mr Brett en los ochenta para sacar los discos de Bad Religion. Estos ejemplos musicales nos dan una muestra de lo que se pretende con Black Mask, hacer un hueco en la industria del noveno arte para autores que quieran publicar cosas diferentes y cuyo nombre no es suficiente para entrar en otras independientes de mayor fama, dejando que los artistas mantengan sus derechos. Si este modelo sirvió para la música en el momento en que las discográficas eran una de las dos industrias culturales más importantes del mundo, generando miles de millones, y los grupos, aun así, se quedaban en algunas de las independientes, puede funcionar en el mundo del cómic. Ni que decir tiene que las obras que se publican aquí están muy politizadas, aunque según va creciendo la editorial va disminuyendo ese trasfondo hasta llegar a algunas en las que apenas se atisba un poco de crítica social, eso sí, al igual que el movimiento Occupy, las visiones que se dan son diferentes entre sí.

Así, en 2013 se publica ese primer número de Occupy Comics, que llegará a tener tres, y los autores no son precisamente desconocidos, allí participaban Ales Kot, Joshua Dysart, Art Spiegelman, Alan Moore, J. M. DeMatteis, Mike Allred, David Lloyd, Jimmy Palmiotti o Ben Templesmith entre muchos otros, cuyas ganancias fueron donadas. Ese mismo año se lanzan a la venta otras tres miniseries que marcarán el estilo de la editorial, colecciones cortas de entre 4 y 6 números, de temática muy variada pero (casi)siempre con un importante fondo. De hecho pocas de ellas serán continuadas. En cierta manera su formato es una mezcla del modelo estadounidense y el europeo, son como los álbumes de aquí pero sus capítulos se distribuyen en grapa como es habitual en ese mercado, y no hay dos iguales. De esas otras tres series llama la atención sus autores o temáticas, así está Liberators, escrita por Matt Miner y que luego tendrá una segunda serie en la que aparecerán los músicos de Earth Crisis, conocido activista pro-derechos de los animales, y dibujada por el español Javier Aranda, 12 reasons to die, protagonizada por miembros de Wu-Tang Clan, o Ballistic, dibujada por Darick Robertson, autor de grandes series como The Boys o Transmetropolitan.

La cosa cambia en el año y medio siguiente, en ellos se publican quince miniseries nuevas con nombres conocidos como Grant Morrison, Ben Templesmith o los propios creadores Steve Niles y Matt Pizzolo (al final esto no deja de ser un lugar para publicar sus obras propias), así como otros por conocer, Lonnie Nadler, Zack Thompson o Matthew Rosenberg. A día de hoy Black Mask cuenta con un buen puñado de historias en su haber, cortas y muy interesantes en su mayoría, que por desgracia están inéditas en nuestro país, a excepción de There´s nothing there, sacada a la venta el pasado mes de octubre, en sus novedades de noviembre, por Norma Editorial y cuya reseña podréis leer hoy mismo en Zona Negativa. De momento aquí se pretende destacar un puñado de series de la editorial, que han sacado a lo largo de su vida y que han llamado la atención en nuestra redacción, pero eso no quiere decir que el resto no, lo cierto es que Black Mask puede presumir de tener buen gusto y hacer cómics muy recomendables.

SERIES

The Dregs, por Lonnie Nadler, Zac Thompson y Eric Zawadzki

En el año 2017 Black Mask presentaba una obra que llegaría a ser considerada de lo mejor del año en lo que a material independiente se refiere, una miniserie de 4 números llamaba la atención entre la gente más metida en el medio, su nombre era de The Dregs y sus autores bastante desconocidos por aquel entonces, Lonnie Nadler y Zac Thompson. Esta obra les servirá para darse a conocer y empezar a hacer trabajos de bastante calidad por otras editoriales como Aftershock o Marvel, llegando a dirigir un evento mutante en esta última. En el dibujo tenemos a Eric Zawadzki, autor muy interesante que había publicado unas pocas obras en el mercado independiente, siendo esta la segunda para Black Mask.

La historia nos sitúa en una zona de la ciudad de Vancouver que lleva el mismo nombre que da título a la obra, y comienza con una escena muy explícita en la que vemos a unos hombres troceando y despiezando a un vagabundo, como si se tratase de un animal listo para convertirse en comida, un principio que ya muestra que la serie tendrá algo de terror y no será apta para todos los estómagos. Lo que hacen muy bien los autores es conseguir meternos en la piel de una persona sin hogar, el protagonista, que ejerce de investigador buscando el paradero de un compañero desaparecido. Este misterio se una a conspiraciones, paranoia, drogas y un constante aura de miedo para componer una trama criminal con un fuerte trasfondo político y social, aunque el mayor crimen es que una obra de esta magnitud no se haya publicado aun en España, más aun con las referencias al Quijote.

Come into me, por Lonnie Nadler, Zac Thompson y Piotr Kowalski

Poco más de un año desde The Dregs, Lonnie Nadler y Zac Thompson sacan una nueva serie, también limitada a 4 números, dentro de la editorial que les dio el primer empujón, en este caso con Piotr Kowalski a los lápices (autor de adaptaciones como The Witcher o Bloodborne) y repiten éxito en sentido cualitativo haciendo otra de las mejores series independientes de la temporada. En este caso nos narra una historia muy diferente, más personal y menos social, en un genero de terror conocido como Body-horror, pero la obra no tiene que envidiar nada a la anterior.

Sebastian Quinn es un científico que ha encontrado la forma de meter la mente de una persona en el cuerpo de otra, haciendo que ambas puedan compartirlo, y busca financiación para sacar adelante su empresa, ofreciendo este producto con fines médicos para clientes con mucho dinero, pero no le va muy bien. Becky es una mujer con ojo para los negocios y ganas de experimentar, por una buena suma los dos acaban en el cuerpo de Sebastian, todo parece sensacional, una experiencia única, saber qué siente otro, sus recuerdos, manejar otro cuerpo, pero algo oscuro hay detrás, alguien oculta algo y ahí es donde comienza el terror. “Vivimos en la era de compartir”, pero ¿hasta dónde debemos llegar?. Los autores tratan un buen puñado de temas en este cómic, desde la privacidad o la división cuerpo y mente hasta fuertes dilemas morales en torno a la muerte, con una atmósfera claustrofóbica que engancha desde la primera hasta la última página. Una obra que ha pasado desapercibida demasiado tiempo y que desde aquí no nos cansaremos de recomendar.

4 kids walk into a bank, por Mathew Ronsenberg y Tyler Boss

Otro de los conocidos de Marvel ha tenido su momento en Black Mask con esta miniserie de 5 números, lanzada a la venta los últimos meses de 2016, se trata de Mathew Ronsenberg, ¿cómo?, ¿el autor responsable de una de las peores etapas de los X-Men?, pues sí, y no está aquí por su nombre sino por sus capacidades. 4 kids walk into a bank tiene un guion estupendo que nos aleja de la visión que tenemos de Rosenberg, no es algo nuevo, lo cierto es que el autor ya había desarrollado alguna miniserie en Marvel bastante interesante, como la de los Nuevos Mutantes o la del Hombre Múltiple, pero lo que aquí nos ofrece dista mucho de cualquier imagen mental que nos podamos hacer. El arte de Tyler Boss también ayuda, un dibujo maravilloso que nos introduce de pleno en la vida de estos cuatro jóvenes que, sin quererlo, se meten donde no deben.

La obra comienza con los protagonistas bien metidos en una partida de rol (aunque todos los números hacen referencia al entretenimiento de la juventud de los 80/90) y, poco a poco, se va viendo el reflejo de la realidad. Su primer número está más destinado a narrarnos el día a día, sus problemas familiares, sus virtudes y vergüenzas así como que son víctimas de bullying en su colegio, hasta que unos matones de verdad entran en su vida. Con un buen equilibrio entre el humor y el drama, Ronsenberg y Boss realizan una historia que no tiene desperdicio, haciéndonos empatizar con cada uno de ellos, muy distinguibles y con su encanto, aunque con Paige como principal protagonista y personaje muy bien trabajado. Eso sí, el final, al igual que las anteriores series, no nos dejará indiferentes.

The Wilds, por Vita Ayala y Emily Pearson

Vita Ayala ha demostrado este 2019 ser una autora a tener en cuenta, con series como Livewire para Valiant, pequeñas historias en DC o Prisionero-X en Marvel no cabe duda que se ha hecho un hueco en la industria y mal harían si no la tuvieran en cuenta en futuras ocasiones, desde Black Mask publicaron una serie limitada suya en 2018 llamada The Wilds (no será la única) con 5 números dibujados por Emily Pearson, una artista muy peculiar, de corto recorrido, que se mueve entre esta editorial y Vault Comics, ofreciendo más fuerza en la narración que en el fondo. En esta obra se ve que lleva poco trabajando en el medio pero apunta bien, y va mejorando según avanza la historia, por ello la fuerza de este cómic recae más en el guion, aunque tiene escenas bastante buenas. Aun con esto, las autoras nos logran ofrecer un producto de calidad y con un cariz muy independiente.

The Wilds nos lleva a un mundo donde los pesticidas dieron lugar a un virus llamado The Reckoning que destruyó la sociedad, ahora solo están los que viven en fortificaciones y los runners, que sobreviven como pueden mientras entregan mensajes de un asentamiento a otro. Se trata de un entorno muy cercano al fenómeno zombi, con ciertas reminiscencias a la trama del videojuego The last of us, no solo por las plantas sino porque se sitúa años después, enfocando a una persona ya entrada en años que quiere sobrevivir a su manera como runner, dando largas a los asentamientos que le ofrecen un sitio con ellos. Es una obra con un potente fondo, tanto de crítica social, como es habitual en este tipo de obras, como de vivencias personales. La protagonista, Daisy Walker, toma su fuerza desde las primeras páginas y nos lleva de la mano toda la obra, formado una serie muy recomendable.

Kim & Kim, por Magdalene Visaggio y Eva Cabrera

Nominada a mejor serie limitada en los premios Eisner de 2017, Kim & Kim resulta la colección más larga de Black Mask, ya que a su primera serie limitada de 4 números le han seguido otras dos con el subtítulo Love Is a Battlefield y Oh S#!t It’s Kim & Kim, de 4 y 5 números respectivamente. Los guiones corren a cargo de Magdalene Visaggio, autora de diversos one-shots en Marvel, como el de Dazzler, Eternity Girl en DC y un buen puñado de series en otras editoriales como la actual de la Doctora Mirage, Vagrant Queen o Calamity Kate, que además ha hecho la recomendable Sex Death Revolution para esta editorial, y los dibujos son de Eva Cabrera, autora mexicana que ha trabajado en los cómics de Archie. La historia fue noticia en su día, en medios más generalistas, por la visibilidad de temas como la homosexualidad y la transexualidad en sus protagonistas, pero dentro del medio nos quedamos con ella por su calidad artística, su buen ritmo y su atractiva historia.

La historia nos presenta a Kim Q y Kim D, dos cazadoras de recompensas en un mundo de ciencia-ficción que, tras quedarse sin blanca, llegarán a meterse en un caso que les enfrentará a sus antiguos compañeros, haciendo un recorrido por distintos parajes de su peculiar universo. Una obra con acción, humor, fuerza en los diálogos y mucha personalidad, no exenta de su trasfondo como el resto de las de la editorial, pero un tono mucho más ligero que las anteriores mencionadas, resultando divertida en cada una de sus páginas.

Space Riders, por Fabian Rangel Jr. y Alexis Ziritt

Seguimos en el espacio, seguimos en la ciencia-ficción, pero cambiamos un poco de tercio con Space Riders, una obra que, sin estar carente de humor, se lanza más hacia la locura, como bien refleja el psicodélico y sobrecargado dibujo de Alexis Ziritt, autor de corto recorrido que o se ama o se odia. Por suerte para la historia de Fabian Rangel Jr. (Extint, NamWolf o Mouse Guard: Legends of the Guard) encaja como un guante.

En este caso nos vamos a una galaxia caótica donde, al más puro estilo space-opera, seguimos la vida de la tripulación de la Santa Muerte, una nave espacial con forma de calavera liderada por el humano Capitán Peligro, el simiesco Mono y la robot Yara, luchando contra motoristas espaciales y muchas clases de engendros, conociendo sexis extraterrestres, defendiendo ballenas espaciales o parando en bares para conocer gente, lo que viene siendo una historia con todos los tópicos que nos gustan a los seguidores de este subgénero pero muy bien enlazados y con personajes carismáticos, algo trastornados y con un pasado turbio. La obra es de 2015, una de las primeras de la editorial, y a su serie limitada de 4 números le siguió otra de la misma duración dos años después llamada Space Riders: Galaxy of brutality.

The Disciples, por Steve Niles y Christopher Mitten

Y no abandonamos aun el vacío del espacio exterior porque es el turno de uno de los creadores de Black Mask, la obra de Steve Niles para su editorial se llama The Disciples pero se aleja del tono aventurero y humorístico de las dos mencionadas antes para llevarnos al terror, un género que ha demostrado manejar muy bien el creador de 30 días de noche o la reciente The October Faction, autor que, siguiendo la línea de la editorial, también estuvo vinculado al mundo del hardcore cantando en una banda, Grey Matter, dentro de Dischord Records, una discográfica muy ligada al movimiento Do it yourself.

Aquí nos lleva a Ganímedes, enfocando el punto de vista de los tres tripulantes de una nave cuya misión es rescatar a la hija de un millonario dueño de una farmacéutica, seguidor de una religión extraña. Con un primer número muy ligado a la ciencia-ficción, donde se nos relata el viaje, parece mostrar cierta tranquilidad hasta la última página, en la que el primer monstruo asoma la cabeza y hace que no podamos apartar la nuestra de la obra que se mete de lleno en el terror espacial. Christopher Mitten, dibujante que ha trabajado en un buen número de obras independientes, entre las que podríamos destacar su paso por el universo de Hellboy, resulta un artista que encaja muy bien con Niles, logrando una atmósfera (o falta de ella) muy adecuada y manejando muy bien la acción durante sus 4 números.

Nobody is in control, por Patrick Kindlon y Paul Tucker

Richard y Nick se encuentran en un bosque de Georgia, Richard vive allí y lleva un rifle, Nick es un extraño que porta un maletín, ¿cuál de los dos tiene el control? La respuesta es que el control lo tienen los autores en todo momento. Estamos ante otra de las grandes obras de Black Mask, de la cual han salido tres números a la venta y sigue corriendo, como corren sus protagonistas mientras son perseguidos por alguien misterioso, que Nick se niega a revelar mientras le cuenta a Richard que todas las conspiraciones empresariales y gubernamentales que se pueda imaginar son reales y él está en medio.

Patrick Kindlon, autor de There’s nothing there, de la que hablaremos a fondo luego, se marca un impresionante guion plagado de interesantes diálogos, planteando multitud de teorías conspiracionistas y enlazando una con otra mientras que el dibujante, Paul Tucker, autor de Tet para IDW, va cambiando de estilo en cada una de ellas, ilustrándolas haciendo una doble narración que mezcla la persecución en el bosque con todo tipo de situaciones, a la vez que hace que cada página rebose de información de su entorno. Nobody is in control nos mantiene en una tensión constante por saber la verdad, una verdad que nos costará averiguar por nuestra incapacidad a percibir qué es real y qué no, haciendo referencia a ese ruido que oculta la verdadera información en internet y nos confunde.

Calexit, por Matt Pizollo y Amancay Nahuelpan

Finalizamos esta selección, a la que bien se podían añadir otras obras porque la editorial demuestra muy buena salud, con una historia dirigida por uno de los creadores, Matt Pizollo. Hace unos años el compañero Mariano Abrach reseñaba la primera obra de este en la editorial, Young Terrorists, aquí, por lo que os enlazamos ese texto para poder dedicarnos a otro de sus trabajos, Calexit, que nos plantea una historia en la que el gobierno de los Estados Unidos, dirigido por Trump, tiene problemas en una California en la que una parte importante, y armada, de la población quiere independizarse tras su orden de exiliar a todos los inmigrantes. En un contexto de conflicto armado imaginario, Calexit presenta las muchas visiones que hay dentro de Estados Unidos, y los autores no se cortan a la hora de ligar a la administración con los grupos neonazis.

El guión está muy bien construido, los diálogos son para quitarse el sombrero y Calexit se alza como una obra con mucha fuerza y a tener en cuenta en el panorama del cómic independiente, pero en este caso lo que llama continuamente la atención es el trabajo de Amancay Nahuelpan, a día de hoy trabajando para DC y del cual se puede recomendar sin problema su otro trabajo para Black Mask como autor completo llamado Clandestino. Tiene un dibujo muy claro, hermoso en su tranquilidad y en su violencia, además de una potente narrativa. A día de hoy la serie consta de 3 números que componen el primer acto.

Subscribe
Notifícame
2 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Pride
Pride
Lector
19 diciembre, 2019 0:32

1 – Buen trabajo! Todo artículo de Black Mask es bienvenido!xD
2 – No sabía que estaba en el ajo el de Bad Religion! Curioso!xD
3 – No sabía tampoco de la existencia de Occupy Comics. Va sin autores…Tengo que echarle un vistazo.
4 – No me canso de recomendar The Dredgs, 4 Kids Walk Into a Bank y Come Into Me. Son 3 series que me parecen brutales. Ejercicios cortos pero muy interesantes y muy bien llevados.
5 – The Disciples tenía muchas ganas cuando la empecé pero al final me quede un poco meh. No está mal, pero nada transcendente.
6 – Calexit la empecé, y no la seguí por los continuos retrasos (algo MUY MUY MUY MUY PRESENTE en Black Mask…y es una pena). Pero pintaba genial. Igual la retomo algún día.
7 – Tengo el número 1 de Nobody is in Control y me pareció que podia llegar al nivel de las 3 que comenté antes. A ver si la continúo también algún día.
8 – Otras que me ACUERDE que no figuren ahí, Breathless (ni fu ni fa) y Survival Fetish, que es del misom que Nobody is in Control, muy entretenida.
9 – Esperando a ver el comic de Mr Robot…que viendo como va esto mucho habrá que esperar.
10 – Su página web es una mierda. Lleva como está siglos.Está mas desatendido eso…
11 – Había un proyecto de Morrison con Vanesa del Rey que sonó mogollón y quedo en el limbo(Sinatoro). Una pena…tenía buena pinta.
12 – Ya no?