2019: el futuro que fue
Hay universos que cautivan. Universos con chispa, que quedan grabados para siempre en la memoria popular. Puede ser por un libro o una película, por una historia o por un concepto. Incluso aunque no te gusten esas obras, su mundo te atrapa, porque sientes que más allá de la historia original se esconden infinitas posibilidades con las que jugar, mundos en los que husmear y repasar cada uno de los misterios que se esconden entre sus callejones. Hoy vamos a hablar de uno de esos cosmos que ha conquistado miles de corazones a lo largo de los años y que recientemente ha comenzado a vivir una nueva vida en las viñetas. Poneos la gabardina y montad en vuestro spinner, porque vamos a adentrarnos en el futuro pretérito de Blade Runner 2019.
Pero antes, empecemos por el principio.
Polvo radiactivo y ovejas eléctricas
Para hablar de Blade Runner primero tenemos que retroceder un buen puñado de décadas. Concretamente, hasta 1968, año en el que vería la luz una novela llamada ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. En ella nos sumergíamos en un distópico 1992 en el que la Tierra se encuentra en sus últimas horas, devastada por una guerra nuclear que ha extinguido a la práctica totalidad de la flora y fauna y debilita cada vez más a los pocos humanos que no han migrado a las colonias espaciales erigidas más allá de nuestro planeta.
Pero irónicamente, también hay quien quiere volver. Gracias a sus increíbles avances tecnológicos, la Tyrell Corporation lleva años desarrollando robots humanoides orgánicos con el fin de servir a los colonos espaciales, androides tan perfectos que es prácticamente imposible diferenciarlos de los humanos; androides tan humanos que comienzan a anhelar la libertad y huyen a la Tierra para poder vivir sin amos. Ahí es donde entra en juego Rick Deckard, un cazarrecompensas encargado de localizar y ejecutar a los androides fugitivos establecidos en la Tierra.
Así se planteaba una obra que, sin saberlo, cambiaría las bases de la ciencia-ficción para siempre. Pero eso aún estaba por llegar: por aquellos tiempos su autor, Phillip K. Dick, se había convertido en la nueva estrella rutilante de la literatura de ciencia-ficción, lo cual, en aquel momento, no era gran cosa. El género aún no gozaba apenas de prestigio, y si bien su laureada El hombre en el castillo le valió una gran popularidad dentro de los círculos de seguidores de la sci-fi, el reconocimiento del público generalista se le escapó durante toda su carrera. Sin embargo, eso cambiaría gracias a una película.
Del papel a la pantalla…
Tras una serie de acercamientos que no llegarían a fructificar, finalmente un guion preliminar del escritor Hampton Fancher sembraría en 1977 la semilla para una adaptación que trasladara al cine la novela de K. Dick, que finalmente se estrenaría en 1982 bajo el nombre de Blade Runner. Detrás de ella se encontrarían dos nombres algo conocidos. En la dirección, un tal Ridley Scott, un cineasta recién descubierto por el gran público gracias a cierto xenomorfo con malas pulgas. En el papel protagonista, un tal Harrison Ford, al que algunos conocían como Han y otros como Indi. Junto a la no menos selecta compañía en el reparto de nombres como Rutger Hauer, Sean Young o Edward James Olmos, la cinta llegaría a las salas como solo las obras de culto saben hacerlo: con un rotundo fracaso.
Blade Runner fue una mezcla de bendiciones y maldiciones que la convirtieron en una película extremadamente singular. Por un lado, logró el esquivo privilegio de contar con el apoyo del autor original, y eso que la adaptación fue más que libre. De 1992 a 2019, de San Francisco a Los Angeles, el guion definitivo de la película obviaba numerosos elementos de la novela, tales como la religión, explorada a través del mercerismo; la deshumanización, representada mediante el Climatizador de Ánimo Penfield, o ese satírico díptico entre ecologismo y esnobismo que constituían los animales eléctricos y su importancia para el estatus social. Todo ello quedaba relegado en la película, que se convertía en un noir centrado en el conflicto con los androides, rebautizados como replicantes, y el dilema filosófico sobre los límites entre humano y máquina. Era, en definitiva, una obra completamente distinta, que sin embargo fascinó a su autor original. Dick mostró una enorme confianza por la adaptación, manifestando que ambos relatos se complementaban a la perfección, y aunque no llegó a verla estrenada, tuvo la oportunidad de disfrutar de un pase previo de 20 minutos del que salió entusiasmado.
Pero como decíamos, fue un fracaso. Hoy resulta curioso dada su increíble popularidad, pero Blade Runner fue una película con unos resultados paupérrimos en taquilla. La ambición de la obra, adelantada a su tiempo, y las interferencias de los productores, que esperaban contar con un blockbuster de acción futurista más que una sesuda reflexión filosófica teñida de noir, dieron al traste con sus ambiciones. Hasta que, curiosamente, el lanzamiento al mercado doméstico le concedió una segunda vida de la que salió finalmente elevada a los altares como obra maestra y base fundacional del subgénero ciberpunk.
A lo largo de casi 40 años, el universo de Blade Runner se ha sostenido únicamente por su película original. Más allá de algunas novelas que servían de continuación a la obra original y un par de videojuegos, la franquicia ha tenido suficiente para mantenerse viva con sus incontables montajes y la historia detrás de ellos. Sin embargo, en este siglo de falta de ideas y de exprimir las que haya, estaba claro que una franquicia tan popular no iba a ser intocable.
En 2011, la productora Alcon Entertainment se hizo con los derechos de la obra y comenzó a mover los engranajes para sacarle provecho. Lo principal, claro, sería una nueva película, una secuela con la que continuar la historia de Rick Deckard y regresar a esa Los Angeles engullida por los neones y los rascacielos. Con el celebrado Denis Villeneuve como director de orquesta y un reparto vibrante encabezado por Ryan Gosling, en 2017 la franquicia dio un nuevo salto con Blade Runner 2049, una película que, como no podía ser de otra manera, generó opiniones muy divididas, cautivó con sus increíbles efectos visuales y, en una suerte de lirismo cósmico, obtuvo un rendimiento en taquilla tan precario como el de su sucesora.
Este, por supuesto, solo era el primer paso para Alcon Entertainment. La compañía no se iba a detener ahí en su rendimiento de la franquicia, y qué mejor medio para expandir tus obras que nuestros queridos cómics.
…y de la pantalla al papel
En honor a la verdad, hay que decir que los de Alcon no serían los primeros cómics relacionados con el universo de Blade Runner. Ya en 2008, BOOM! Studios lanzó ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, una adaptación directa de la novela de Phillip K. Dick creada por Tony Parker, que continuaría con una precuela llamada Polvo al polvo, por Chris Roberson y Robert Adler. Sin embargo, la intención de la productora con estos nuevos productos era la de ahondar en el universo establecido por la película de 1982 y explorar su interesante historia mediante nuevos personajes.
Así, un año después del estreno de Blade Runner 2049, la productora anunció un acuerdo entre su división editorial, Alcon Publishing, y la londinense Titan Comics, especializada en el manejo de franquicias cinematográficas y televisivas. Con este acuerdo, ambas editoriales comenzarían a trabajar en distintas series encuadradas dentro del universo de las películas, explorando los distintos momentos de su historia, recientemente ampliada gracias a lo establecido por la secuela de Villeneuve y los cortometrajes previos a su estreno. La primera de ellas llegaría en el mismo año en que su trama se ubicaba, y daría el pistoletazo de salida a esta nueva línea de cómics. Su título: Blade Runner 2019.
Los autores
Sin duda, uno de los puntos más llamativos de este proyecto es la fuerte conexión establecida con el universo cinematográfico, personalizada en la figura de Michael Green. Este escritor estadounidense, guionista de cintas como Asesinato en el Orient Express, Alien: Convenant o Logan (que le valdría una nominación al Oscar), había sido unos años antes el encargado de desarrollar junto a Hampton Fancher el libreto de Blade Runner 2049. Así, el cómic de Titan se aseguraba de contar con un nexo entre la pantalla y las viñetas, con un autor que conociera a la perfección el statu quo de su universo. Además, Green contaba con cierta experiencia dentro del mundo del cómic, gracias a su trabajo para DC en las series Superman/Batman y Supergirl, por lo que fue el candidato perfecto para el proyecto de Alcon. Sin embargo, no estaría solo, ya que el escritor contactaría con Mike Johnson, veterano guionista detrás de numerosas series de Star Trek de IDW y compañero de Green en las citadas series deceítas. Juntos serían los encargados de darle forma al proyecto.
En el apartado artístico tenemos la suerte y el orgullo de encontrarnos con Andrés Guinaldo. Este artista segoviano comenzó a hacerse hueco en el mercado estadounidense gracias a distintos trabajos para Avatar Press hasta que logró dar el salto a las grandes, aunque su mayor desempeño ha tenido lugar en DC Comics. Tras colaborar en algunas series de Marvel como Dark Reign: Hawkeye o Skaar: Hijo de Hulk, Guinaldo comenzó a trabajar intensamente en la casa de Batman y Superman, realizando labores tanto de entintador como de dibujante principal en multitud de cabeceras tales como Gotham City Sirens, Green Lantern, Batman o La Liga de la Justicia entre muchas otras. Completaría su experiencia superheroica con distintos encargos para Valiant en series como Ninjak, Britannia o Generation Zero. Su arte en este nuevo proyecto se completaría con el color de Marco Lesko, artista brasileño con una extensísima carrera en multitud de editoriales del mercado independiente estadounidense, como Dynamite, Image, Aftershock, AWA o la propia Titan Comics. Rat Queens, Red Sonja o Doctor Who son solo unos pocos de sus trabajos para estas editoriales.
La serie
Con este equipo creativo Titan Comics lanza en julio de 2019 (perfecta sincronía) el primer número de Blade Runner 2019. La serie se extendería durante 12 entregas, limitando esta primera aventura en el universo de la franquicia a tres volúmenes recopilatorios, que en nuestro país han visto la luz de la mano de Norma Editorial. El sello catalán continúa así dando continuidad a su interés por el universo de Phillip K. Dick, tras editar previamente la citada adaptación de la novela publicada por BOOM! Studios.
En Blade Runner 2019 viajamos hasta ese mismo año, aparentemente muy poco antes de los eventos narrados en la película original. El contexto, por tanto, es el mismo: los Nexus, androides indistinguibles de los humanos, han sido declarados ilegales en la Tierra tras sufrir en una colonia espacial un motín organizado por un grupo de estos seres sintéticos, y los agentes de policía conocidos como blade runners se encargan de “retirarlos”. Aahna “Ash” Ashina es uno de ellos; según algunos, la mejor de todo Los Angeles. Es por ello que Alexander Selwyn, magnate de la ciudad y amigo personal de Eldon Tyrell, le encomienda un caso muy delicado: encontrar a su mujer Isobel y a su hija Cleo, desaparecidas en extrañas circunstancias. El problema, claro, es que según vaya sumergiéndose en el caso, la detective irá descubriendo implicaciones mucho más complejas que un mero secuestro, indicios de una conspiración que no solo pondrá a prueba sus facultades, sino también sus principios con respecto a los replicantes.
Adentrarse de nuevo de un universo conocido y reverenciado siempre es algo complicado, hay que ser capaz de meter el pie en el marco de la puerta sin llegar a allanar del todo el lugar. El principal acierto de Blade Runner 2019 es saber hacer eso con delicadeza. Green y Johnson tejen una trama en la que no dejamos de encontrar referencias y detalles que nos trasladan a las películas, pero lo hacen de manera tangencial, sosteniendo su serie sobre un argumento que vuela por libre y que no necesita saber nada sobre las vicisitudes de Rick Deckard y compañía. Los elementos imperantes en ese mundo, como la Tyrell Corporation, y los hitos cronológicos (como por ejemplo el apagón de 2022) que moldean la historia del universo levantado por las películas están muy presentes y cumplen el objetivo tanto de ubicarnos en la línea temporal como de hacernos sentir dentro de ese mundo que ya conocemos, pero no son necesarios para disfrutar del cómic. Los quebraderos de cabeza de la detective Ash son todo lo que necesitamos para que la lectura sea entretenida y completa, y todo contexto necesario nos es aportado por los guionistas con la mesura justa.
En esta autosuficiencia de la serie tiene mucho que ver su personaje protagonista. La detective Ash hace acto de presencia con una fuerza tremenda, con un aura arrolladora que destila por cada poro el espíritu del detective noir clásico pero con las aristas necesarias para hacer de ella algo más que el perfil arquetípico del género. Sí, su narración en off es cínica y su código ético ambiguo, como tanto nos gusta en este tipo de historias, pero su pasado y el hándicap que le acarrea le añaden las capas necesarias para hacer de ella una protagonista capaz de sostener la obra por sí sola.
Por supuesto, eso no significa que nos alejemos diametralmente del conflicto principal que siempre ha planeado sobre el universo de Blade Runner. La problemática replicante tiene una presencia primordial en la obra, y cómo sus experiencias moldean las ideas y los principios de Ash ocupa una parte fundamental de la obra. Lo hace sin embargo desde un prisma distinto al de la película original: mientras el catalizador del cambio en Deckard era el interés romántico por Rachael, en el caso de Ash el cambio no se aborda desde el interés personal, sino en cómo su involucración inesperada en los movimientos rebeldes rompen poco a poco sus prejuicios y su frialdad.
En el apartado artístico Andrés Guinaldo cumple con nota alta. El artista segoviano demuestra ser una grandísima elección para la cabecera, haciendo gala de un estilo que capta a la perfección el espíritu del universo en el que se sumerge. El autor realiza un gran trabajo para plasmar en las páginas el enfoque noir de la obra, tanto a nivel de pulso narrativo como en sus escenarios, en especial sus magníficos retratos de esa Los Angeles ciberpunk y lluviosa. Su trazo es complementado por los colores de Marco Lesko, que, con una paleta poco saturada, basada sobre todo en tonos azulados y anaranjados, logra evocar con acierto una estética ochentera que casa a las mil maravillas con la identidad del universo en el que se ubica la serie.
Más allá de Orión
Estaba claro que Blade Runner 2019 solo sería la primera piedra, y gracias a sus buenos resultados podremos disfrutar más de las nuevas puertas que se nos abren en este apasionante universo. Por un lado, podremos continuar con las desventuras de la detective Ashina en Blade Runner 2029, una nueva serie que da continuidad a la historia del personaje diez años después del inicio de la serie original, que cuenta con el mismo equipo creativo (a excepción de Michael Green) y que ya podéis encontrar a la venta de la mano de Norma. Por otro lado, Titan Comics ha comenzado a publicar simultáneamente Blader Runner Origins, una nueva historia ubicada en el año 2009 que sirve como precuela en la que se nos narran los orígenes del primer blade runner del LAPD. Detrás de ella se encuentran, además de Mike Johnson repitiendo, los guionistas K. Perkins y Mellow Brown y el artista Fernando Dagnino. Su primer tomo recopilatorio ha salido este mismo mes de agosto en Estados Unidos, por lo que probablemente antes de que termine el año podremos verlo por nuestra tierra editado.
Está claro que el universo de Blade Runner tiene la fama necesaria como para explotar más productos y un universo lo suficientemente interesante y vasto como para poder sorprendernos. Por el momento, el resultado de esta Blade Runner 2019 es más que satisfactorio, y mientras la calidad de sus nuevas historias mantenga el nivel de esta, desde luego seguiremos atentos a todo lo que Titan Comics nos pueda traer. Quién sabe, quizás incluso lleguemos a ver la Puerta de Tannhauser.
Lo mejor
• Green y Johnson logran un relato noir con una protagonista magnética.
• La serie funciona perfectamente para desconocedores del universo cinematográfico.
• La dupla Guinaldo-Lesko crea un retrato cautivador de la decadente estética de la franquicia.
Lo peor
• Es más noir que filosófica, por lo que quizás no satisfaga a los admiradores de la parte más sesuda de la cinta original.
Guion - 8
Dibujo - 8.4
Interés - 8
8.1
Lluviosa
Blade Runner 2019 es un gran trabajo para dar una nueva vida al universo de Blade Runner en el que destacan la compenetración de todo su equipo creativo para crear un relato fiel pero autosuficiente.
No estaba seguro si adquirir esta colección o no, pero después de vuestro excelente artículo la apunto en la lista de «próximas adquisiciones». Creo que incluso me voy a animar con ambas colecciones: 2019 y 2029. Muchas gracias por vuestros artículos y reseñas; os tengo como página de inicio de mi navegador.
¡Muchas gracias! Espero que te guste ^^