Edición original: Blue, Magazine House 1995.
Edición nacional/ España: Ponent Mon 2004.
Guión: Kiriko Nananan.
Dibujo: Kiriko Nananan.
Traducción: Shizuka Shimoyama y Miguel Ángel Ibáñez Muñoz.
Formato: Tomo rústica 232 páginas .
Precio: 14€.
Históricamente, la tradición de la historieta gráfica en Europa ha estado tremendamente asociada a la producción francófona que nos llegaba de la trinidad formada por autores de Francia, Bélgica y Suiza. Series como Astérix o Tintin, revistas como Spirou y autores del calibre de Hergé, Uderzo o Moebius saltan a la mente de cualquier persona, aficionada o no a este mundo, gracias al enorme impacto cultural que tiene la denominada bande dessinée, la historieta franco-belga. Siendo esta tradición artística una de las más extendidas en todo el mundo, no es de extrañar que autores de todo tipo hayan tomado cierta influencia de la misma, llegan incluso a un mundo tan culturalmente en contraste como el del manga. Se creó así el estilo denominado como la Nouvelle Manga, término acuñado por el editor de la revista Comicker, Kiyoshi Kusumi, adoptado por el francés Frédéric Boilet y aplicado a artistas de la talla de Jirō Taniguchi. Dentro de su labor de promocionar la obras de este tipo de autores, Ponent Mon se convirtió en el gran bastión de la obra de Taniguchi en España, y por extensión de otros de los autores pertenecientes a ese género. La que hoy nos ocupa es Kiriko Nananan y su obra Blue, todo un ejemplo de sensibilidad artística y formal enmarcado dentro del género josei.
El movimiento de la Nouvelle Manga en el que se encuadra Blue surge por varios motivos. Por un lado, las historietas japonesas siempre han tenido una gran capacidad y libertad para reflejar con profusión cualquier aspecto de la vida cotidiana y la condición humana pero sin un apartado artístico capaz de reflejar por entero esa sensibilidad; y por el contrario, la bande dessinée poseía los medios artísticos pero estaba encajonada en estilos y géneros estereotipados y superficiales. De esta manera la nouvelle manga da la capacidad al autor de reflejar la temática cotidiana, costumbrista e inherente al ser humano propia de la cultura oriental pero con las herramientas visuales y dinámicas de la producción europea. Ponent Mon, como ya hemos dicho, se ha caracterizado permanentemente por acercar esas historias más alternativas, más alejadas del producto best-seller, cargadas de una sensibilidad y un estilo especial, por lo que la obra de Kiriko Nananan es un imprescindible en ese sentido.
Kiriko Nananan (Niigata, 1972) es una mangaka reconocida como una de las máximas representantes del josei más realista, caracterizado por girar en torno a las relaciones, la soledad, la vida y la madurez. Comenzó su producción en el año 1993, publicando para la revista Garo, famosa por su especialización en manga alternativo y experimental. Nananan tuvo una gran profusión durante los años 90 y principios de los 2000, época en la que encontramos la mayoría de sus grandes éxitos: Water, Haruchin, Blue, Strawberry Shortcakes… Su obra se caracteriza por el especial mimo y dedicación que la autora pone en cada una de las páginas de sus títulos, utilizando cada uno de los elementos que le proporciona el medio para narrar y llegar al lector. Debido a esto, el valor de su trabajo va más allá del mundo del cómic y llega al del arte, hecho reconocido mundialmente con diversos reconocimientos internacionales, entre ellos el Premio de la Escuela Superior de Imagenen el Festival Internacional de Cómics de Angoulême en 2008.
Ciñéndonos a Blue, comenzó a publicarse en 1996 en la revista alternativa COMIC Are! y es una obra que ya desde el propio título y portada lanza un mensaje al lector. Azul es el color de la tristeza, de la nostalgia y la melancolía, un color asociado a los recuerdos, pero también a la inmensidad de la vida y que sirve a la autora para plantar los pilares de una historia que gira en torno a todo ello. Blue nos cuenta la historia de Kayako Kirishima y Masami Endô, dos estudiantes de bachillerato que ven como su relación de amistad se convierte en un amor desmesurado, obsesivo pero inalcanzable, que tiene que enfrentarse a las decisiones que la vida pone como obstáculo. Nananan usa está típica pero realista historia de amor predestinado, de los de hilo rojo invisible, para sumergirnos en la verdadera lección de la obra, el saber quién somos, o qué queremos ser, y el proceso por el que toda persona pasa en algún momento hasta que decide en un sentido u otro, dejando tras de sí un rastro de dolor y tristeza fruto de la inexperiencia y el desconocimiento.
El marco utilizado por la mangaka es clave a la hora de arropar a esa temática, ya que la historia nos sitúa en un instituto femenino japonés plagado de chicas que atraviesan esa etapa de la adolescencia en la que ya asomas al mundo adulto y te ves obligado a dirimir qué vas a ser partiendo de que aun no sabes ni quién eres en ese momento. Una etapa de la vida en el que las convenciones sociales lo son todo y sentirse diferente ya supone un aislamiento hacia los demás que condicionará todo lo demás, provocando que cada uno busque su espacio seguro, su propia coraza, pero que está llena de fisuras por la necesidad del resto para poder realizarse. Es un período en el que se busca el conocer el propio yo, en el interior y en el exterior, en el que se buscan referentes en cualquier parte y se admira a aquel que parece tener su camino marcado, pese a que esté tan perdido como tú. En un mar tan turbulento es donde Nananan sitúa el encuentro entre Kayako y Masami, la primera tímida e insegura, la segunda resuelta y digna de admiración, surgiendo de esta manera un sentimiento de amor y atracción entre ambas, fruto de esa necesidad que tienen entre ambas, retroalimentándose entre sí. Masami busca en Kayako ese mundo interior del que ella carece y Kiriko busca en Masami esa arrolladora presencia exterior que demuestra. Pero sin embargo, una vez superada la fase de apariencias, cuando empiezan a profundizar en el interior de la otra, se dan cuenta que el mundo de los sentimientos y las necesidades es enormemente complejo y que no porque algo parezca obvio, indestructible y casi predestinado tiene la capacidad de sobrevivir ante los golpes y las obligaciones de la adultez.
Una de las cosas que más atrae en Blue, por lo bien tratada que está, es la presencia femenina en la obra. Evidentemente al tratarse de un josei es obvio que vamos a encontrar una gran cantidad de personajes femeninos y que la voz de la trama, el peso del mensaje y su intención va a recaer sobre una mujer. En Blue esto está llevado de una manera deliciosa, realista y nada exagerada, y sobre todo fluida y sin forzar. Incluso al hablar de temas “controvertidos”, como puede ser el embarazo y el aborto, el amor lésbico o el sexo sin amor, la autora es capaz de tratarlos de manera natural, sin que generen un impacto más allá del que Nananan quiere que nos produzca. En este sentido es un manga con una gran capacidad de normalización y de visibilidad, porque trata el amor entre dos personas como lo qué es: amor. Un amor con las alegrías y las miserias que tiene en cualquier pareja, sea del género o la tipología que sea. Evidentemente se deja patente que son dos chicas las que se aman, pero no lo remarca a cada momento, no trata de destacarlo hasta el punto de ahogar el mensaje y convertirlo en propaganda. Al contrario, coge ese amor y lo equipara a cualquier otro y hace que cualquiera pueda identificarse con él por la manera de sentirlo y profesarlo que tienen los personajes.
Pese a la complejidad que puede traer consigo esta temática, Blue es una lectura sencilla y directa, sin líos ni enredos sentimentales, sin engaños ni giros de guión. Blue nos cuenta lo que nos quiere contar y termina, pasa como la etapa de la vida que nos quiere representar y deja ese sentimiento amargo y realista, ese color azul que llena la mente del lector al finalizar la lectura y pararse a reflexionar. Una de las cosas que más puede llegar a gustar en una obra de este corte, y que le otorga un gran valor de exclusividad, es que Nananan basa todo en lo que ella misma piensa de la vida, une lo que siente con unos eventos ficticios que utiliza como vehículo para llegar al lector. De hecho incluso trabaja sin ayudantes en el guión debido a que sus obras solo puede concebirlas ella misma, en soledad. Y eso se refleja en cada una de las páginas, porque se nota que Blue no es una obra que busque el éxito o satisfacer a un colectivo. Es una obra que quiere contarte algo que la autora siente y que tú mismo has podido experimentar alguna vez, logrando una gran comunión entre ambos aspectos.
La simpleza pero a la vez preciosismo y lirismo de la historia entronca directamente con la parte artística. Es un dibujo limpio, de línea clara y muy dinámica, que nos recuerda mucho a técnicas como la rotoscopia. Esto da un mayor valor de realismo y cercanía a Blue, cuyas viñetas en ocasiones se sienten casi animadas gracias a que su cercanía al mundo real hace que sea más fácil para el lector reproducir mentalmente lo que ven sus ojos. Es un dibujo sin excesivo detalle, que juega con el uso de los blancos en las viñetas y los espacios para dar un protagonismo especial a la figura humana y al rostro de los personajes, personalizando cada cuadro. Hay un predominio absoluto del blanco y el negro, con la excepción de algunas tramas en gris en los uniformes escolares para remarcar que ese mundo es distinto del bicolor en el que se mueve un adolescente en ese momento. Nananan usa la ausencia total de fondos para otorgarnos esa sensación de vacío y soledad que mencionábamos y para remarcar tanto la importancia tanto de las figuras principales y su intimidad, como la necesidad de leer entre líneas los pequeños detalles de una mirada, un gesto, un movimiento o la aparición de algún objeto. Además compone los paneles de cada página de manera individual, separados entre sí, haciendo cada página única y llevando al lector de la mano en cada paso de página. En conjunto es una composición sencilla, en ocasiones algo confusa debido a la falta de detalle, pero que sirve a la perfección al propósito de la autora.
Hay pocos puntos negativos que podamos ponerle a Blue. Como mucho podemos hablar de esa confusión que genera el estilo de dibujo y que puede hacer una obra algo lenta para alguien que no esté acostumbrado a este tipo de narración. Blue es un manga que rompe con todo y que no quiere encasillarse en nada, es único en ese aspecto. Supone un pequeño gran viaje por un mundo de sensibilidad, humanidad, amor, confusión y conflicto que en su final deja ese regusto agridulce que la vida proporciona cuando pensamos en lo que hemos hecho, hemos dejado de hacer y lo que nos queda por vivir. Una lectura directa y que trata magistralmente temas que en cualquier otra obra del corte hubiesen sido mucho más frívolos o exagerados. Un manga que puede generar nostalgia o remordimientos pero que nos ayuda a recordar, una vez más, que la vida consiste en ser, vivir y sentir, independientemente del resultado final de todo ello.
Edición original: Blue, Magazine House 1995. Edición nacional/ España: Ponent Mon 2004. Guión: Kiriko Nananan. Dibujo: Kiriko Nananan. Traducción: Shizuka Shimoyama y Miguel Ángel Ibáñez Muñoz. Formato: Tomo rústica 232 páginas . Precio: 14€. Históricamente, la tradición de la historieta gráfica en Europa ha estado tremendamente asociada a…
Blue
Blue
2017-06-29
Rubén Merino
Guión - 7.5
Dibujo - 7
Interés - 8
75
7.5
Blue es una ventana abierta a los sentimientos de su autora, Kiriko Nananan. Una obra a veces confusa y a veces lenta, pero plagada de sensibilidad, realismo, amor y humanidad, que aborda con sencillez y precisión temáticas vitales complejos. Uno de esos mangas que ayudan a aumentar la madurez de los lectores y con un apartado artístico más que interesante.
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