Bola Ocho 8 de Daniel Clowes
«¡Hola! Desde este mismo instante, ¡te he elegido al azar para acosarte e incordiarte durante el resto de tu vida!»
Espero que a muchos de los que os portasteis bien durante el año los reyes os dejaran ayer el integral de Bola Ocho y nos acompañéis en este análisis semanal de cada uno de los números de la serie que retomamos tras el parón navideño. No hay nada mejor que leer a Clowes para quitarse del sistema el exceso de azúcar y falso buerrollismo que se dan en estas fechas y volver a ver la cara más turbia y real del ser humano.
El octavo número apareció en mayo de 1992. Mismo mes en el que se producían sucesos como la absolución de cuatro policías que habían apaleado brutalmente al afroamericano Rodney King, el Parlamento de Crimea proclama la independencia, el papa Juan Pablo II beatifica al religioso español Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei o la ONU decreta un embargo total contra Yugoslavia. Un panorama que nos deja ver que no hemos mejorado el mundo en gran cosa.
Tras una de las portadas –inspirada en los cómics books de terror- que nos deja una sensación más turbia y desasosegante de todas las que componen la serie nos encontramos con la sección de número atrasado en la que podemos ver nuevamente el mimo que el autor ponía en el diseño de cada detalle de la serie haciendo que cada número tuviera un aspecto diferente del anterior, aunque manteniendo una personalidad propia. Este octavo número cuenta con más páginas que los anteriores por lo que nos encontramos con un mayor número de historias breves y más espacio para diferentes secciones de anuncios y correos.
Después tenemos la octava entrega de Como un guante de seda forjado en hierro en la que empezamos a ver como todos os personajes y misterios que se han cruzado en el camino de Clay van a comenzar a confluir para llegar al desenlace. Pero mientras eso sucede vemos como nuestro protagonista ve una snuff movie protagonizada por Barbara Allen, la mujer que le llevo a este infernal viaje por el lado más oscuro del sueño americano.
Tras una delirante sección de correo en la que volvemos a ver firmas ilustres del cómic alternativo y una novedosa página similar a un tablón de anuncios donde podemos ver las recomendaciones de cómics y discos de Clowes, además de una sentida queja por el cierre de Zipaton, una empresa en la que compraba tramas de grises que usaba en sus cómics, nos encontramos con Tías feas. Se trata de una historia corta de tres en la que vemos a una joven que es una especie de prototipo de Enid, una de las dos protagonistas de Ghost World. Una presencia de mujeres como eje central de la historia que se convertirá en algo recurrente en los siguientes años de su carrera hasta llegar a esa obra maestras que es Monica. En esta historia con encontramos con un sosias del autor que ejerce de narrador de un relato en que se trata de poner en valor la belleza interior y poner en solfa el canon de belleza imperante haciendo una crítica mordaz a los valores de una sociedad muy machista solamente preocupada por la imagen como símbolo de estatus, aunque siempre con el vitriólico sentido del humor de Clowes que hace que algún chiste no hay envejecido del todo bien. Una historia con un dibujo de reminiscencias del de Crumb y un gran uso del entintado y las tramas que sirven para dotar de volumen a las figuras que vemos en la obra.
La siguiente lectura es Materia Prima, una historia de humor con un dibujo más caricaturesco en la que Clowes se vuelve a poner en la diana para explicarnos de dónde saca la inspiración para algunos de sus cómics. Un ejemplo de cómo hacer una historia realmente divertida en solo dos páginas, algo similar a lo que nos encontramos en la Kueba del Koleccionsita de Kómics, una nueva entrega de las desventuras de Pussey, nuestro autor de cómics favorito, en la que el autor de Chicago se ríe de los movimientos especulativos que coparon la industria del cómic a principios de los noventa con portadas múltiples y cifras de ventas espectaculares de los cómics firmados por los nefastos autores que luego se fundaron Image, además de hacer un repaso por las partes más chuscas de los salones de cómics.
Hijo de la naturaleza deja de lado el habitual tono cómico de las historias cortas que encontramos en la serie para ofrecernos unas páginas de un dibujo barroco y preciosista con un gran uso del bitono que nos sumerge en una atmósfera inquietante nos recuerda a las de su amigo Burns. Una especie de what if que nos permite asomarnos a lo que hubiera sido su carrera de optar por esos temas, aunque es mucho mejor para el medio que su camino transcurriera por otros derroteros y poder disfrutar por igual del trabajo tan personal de ambos autores.
En ¡Desiste! nos encontramos de nuevo con el Clowes más pesimista y misantrópico que en una sola página a color no deja títere con cabeza de la sociedad occidental. En El foco cenital nos reencontramos con una nueva versión de su ya clásica historia de preguntas a un personaje peculiar que sirve como critica a las diferentes curas milagrosas que nos tratan de vender desde la pseudociencia.
Cierra el número Mi suicidio, una siniestra historia de humor negrísimo en la que Clowes nos lista algunas situaciones que piensa que le llevaría a suicidarse y a elucubrar sobre el tema. Una nueva nuestra más del sentido caustico del humor que tiene y de la absoluta libertad creativa que tenía en la serie pudiendo abordar casi cualquier tema sin ninguna cortapisa.
Otro número de Bola Ocho lleno de momentos brillantes y donde su estilo se va refinando cada vez más.
Entregas anteriores:
Primera parte.
Segunda parte.
Tercera parte.
Cuarta parte.
Quinta parte.
Sexta parte.
Séptima parte.
Nos vemos la semana que viene con el análisis del noveno número de la serie aparecido en septiembre de 1992.