Bola Ocho 9 de Daniel Clowes
«¡Sue quiere Tiramisú! ¡John quiere comerse un jamón! ¡Dana quiere una Tisana, berenjenas a parmesana y un pastel de manzana»
Este número vuelve a tener veinticuatro páginas tras el puntual aumento a treinta y dos que se produjo en el anterior. Apareció en septiembre de 1992, el mismo mes en el que Estados Unidos llevo a cabo dos pruebas con bombas atómicas, las últimas de las 1129 que hizo explotar desde 1945, y en el que fue capturado en Perú Abimael Guzmán, principal dirigente de la banda terrorista maoísta Sendero Luminoso.
Como siempre los primero con lo que nos encontramos es con una portada que llama la atención, por el diseño, lo colores y la brillante ejecución. En la parte central de la tira de abajo se presentan Zubrick y Pogeybait, una pareja de perdedores tan peculiar que solo podía salir de la mente de Clowes y que volveremos a ver en la siguiente entrega.
La primera historia que nos encontramos en el número es Sementales del pincel, una historia en la que en clave de humor compara a las estrellas de rock con los autores de cómic. Ambos protagonistas de una guerra que los primeros no saben que les ha declarado los segundos. Como es habitual se trata de una buena nuestra del ácido sentido del humor que ha cultivado siempre Clowes.
En la novena entrega de Como un guante de seda forjado en hierro vemos la acción dividida entre los principales personajes de la historia, con un Clay al borde del precipicio de la locura y que parece a punto de dejar de lado su incierta búsqueda y volver a su casa si es que tras su experiencia puede llamar de nuevo a algún sitio hogar. Sin embargo, el autor de Chicago ha dejado todas las piezas colocadas para un final que promete dejarnos tan boquiabiertos, fascinados y llenos de preguntas como hemos estado a lo largo de todos los capítulos de la serie.
Posteriormente nos encontramos con la página dedicada a la venta de números atrasados y un cada vez más abundante merchandising complementada con un chiste en el que aparece Erika Katz, su pareja en aquellos momentos. En la siguiente tenemos media página dedicada al delirante correo de los lectores y en la parte inferior la tira titulada Carapolla, protagonizada por un personaje sin cargo institucional en la capital del reino, pero igual de desagradable, rancio y gañan.
La vida del artista es una nueva entrega de las desventuras de Pussey, nuestro dibujante de superhéroes favorito. En esta ocasión vemos como se inspira cuando no sabe como componer una imagen para posteriormente darse de bruces con la hipocresía del mundo del arte. De nuevo nos encontramos con el Clowes más afilado que no deja títere con cabeza poniendo de manifiesto que cuando en el arte entra en juego el factor económico todo se envilece. Sin duda, se trata de una de las mejores historias del personaje.
Las últimas cuatro páginas son a color y nos encontramos con dos historias. La primera es Zubrick y Pogeybait, dos personajes que siguen la senda de los excéntricos perdedores asociales que protagonizan muchas de las historias de Clowes y que parecía que podían convertirse en los protagonistas de un nuevo serial que mezclara el humor con el surrealismo, pero que no tuvieron mucha continuidad en la serie. Cierra el número Bola Ocho, una historia hermosamente dibujada u coloreada en la que un sosia del autor visita un mundo en el que habitan los personajes que han poblado las páginas de la revista hasta ahora.
Entregas anteriores:
Primera parte.
Segunda parte.
Tercera parte.
Cuarta parte.
Quinta parte.
Sexta parte.
Séptima parte.
Octava parte.
Nos vemos la semana que viene con el análisis del décimo número de la serie aparecido en febrero de 1993 con el capítulo final de Como un guante de seda forjado en hierro.