El conejo te sigue a ti
El terror es un género muy utilizado en el arte, especialmente en aquel capaz de tener una distribución masiva, véase el cine, las series o la literatura de las últimas décadas. El cómic norteamericano está copado por los superhéroes, no exentos de tontear con el terror pero siempre más cercanos a la acción. Ahora bien, este género dispuesto a profundizar en nuestros mayores miedos ha estado presente, siempre y los clásicos de EC son un ejemplo. Además hay que añadir que el terror como género es tan sumamente amplio que da para un abanico de posibilidades prácticamente infinitas. Si bien muchas obras van a lo que van, a dar miedo en el amplio significado de este concepto para luego pasar a lo siguiente, hay algunas que tratan de jugar con él, de dar giros, de innovar o de dejar un poso profundo. “Terror elevado” que dicen algunas personas, aunque lo único elevado que debería haber en el cómic son aquellos que se ponen en la estantería de arriba, pero que aquí más bien se debería definir como «terror preocupado». Preocupado de ser diferente, no tanto de volarnos la cabeza con conceptos nuevos y diferentes sino de mezclar, de no ser la típica historia funcional que va a asustar. Y eso se agradece.
No es fácil. A nivel comercial las historias relativamente cortas de terror funcionan, pero hay mucha competencia. No son superventas, ni mucho menos, pero tienen su público, y lo cierto es que Paul Tobin y Andrea Mutti han sabido dar en el clavo. Para el lector y para la editorial, pues
Ambos tienen experiencia en el tema. Tobin ha sido el co-creador de Colder, ha escrito a los Aliens, a los Depredadores y ha pasado por Creepy, aunque ha tocado muchos otros géneros, pero precisamente con Colder tuvo buenas críticas. Por otro lado Mutti tiene un slasher también en Aftershock, Maniac of New York, y una limitada publicada en España llamada Fearscape, que iba por terrenos más oníricos, pero también con trabajos variados en diversas editoriales. Así que digamos que ambos tienen un bagaje similar que les da una amplitud de miras a la hora de tratar el terror y
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Pero además de mover a sus lectores por diferentes estilos y sentimientos tiene una magnífica reflexión sobre la vida y la supervivencia, solo superada por su tema central, a saber, la verdad sobre lo que nos rodea y si realmente nos interesa. ¿La ignorancia da la felicidad? Es una buena propuesta que aquí se cristaliza como personajes tangibles a la par que se une a una moralidad, tan dudosa como autocrítica, que hace de los personajes tan reales como temibles.
En lo que respecta a la edición de Planeta hay buenas y malas noticias. Las malas son el evidente aumento de precio, ya no cuesta lo mismo que valían los tomos de Aftershock antes, que por otra parte aguantaron mucho con el precio original. Sin embargo se ha mejorado el papel, ya no es tan fino, y tiene una cantidad de extras considerables, con todas las portadas variantes, bocetos y textos, además de su habitual introducción en este caso de la mano de su guionista.
En definitiva
Lo mejor
• Da gusto ver como un equipo creativo se preocupa porque su obra se salga un poco de la norma y trate conceptos más profundos que el simple susto.
• Los diálogos y la relación de Tyler y Bee son un punto muy fuerte.
• Andrea Mutti ha evolucionado de forma muy positiva en su dibujo.
Lo peor
• Puede que no sea para cualquier público, hay que ser amante del terror y entrar en su juego para disfrutarla, pero sí te gusta el género aquí hay algo bastante interesante.
Guión - 8
Dibujo - 7.8
Interés - 8
7.9
Conejero
Bunny Mask es una obra muy efectiva, pero más por el trasfondo y la fuerza de su protagonista que por causar terror.