Buzzkill #1-4

 

Edición original: Buzzkill #1-4 (Dark Horse).
Guión: Donny Cates y Mark Reznicek.
Dibujo: Geoff Shaw.
Color: Lauren Affe.
Formato: Grapa, 32 páginas.
Precio: $3,99.

 

Un cómic que en su portada tiene una frase de Mark Waid que dice “desearía haber pensado en esto”, ya tiene una muy buena carta de presentación que invita a la lectura. Su premisa, que puede también conocerse de antemano, tiene el mismo efecto intrigante: el protagonista de la historia es un superhéroe que obtiene sus poderes de consumir alcohol y drogas; sin ellas no tiene poderes.

Al introducirnos en sus primeras páginas, el interés se renueva al encontrarnos con que el héroe de esta historia quiere dejar el alcohol y las drogas y renunciar así a su actividad. La historia comienza, precisamente, con el personaje principal acudiendo a una reunión de Alcohólicos Anónimos (valga la redundancia, escondiéndose en el anonimato de una personalidad secreta). Desconocemos los motivos, pero se van dejando pistas de su historia pasada reciente que lo llevó a tomar esta decisión, al tiempo que se presenta brevemente un origen secreto. El buen #1 que aumenta el deseo de leer este cómic, siembra las semillas de la trama sin develar nada para desarrollarla rápida pero certeramente en el curso de los tres números restantes que componen esta miniserie de cuatro entregas.

Apoyándose en una buena estructura narrativa, los autores Donny Cates y Mark Reznicek se las ingenian para introducir en el poco espacio que tienen varios momentos climáticos, que van construyendo paulatinamente el clímax total de la historia. En su camino crean un puñado de personajes interesantes, curiosos y divertidos que generan que el cómic sea aún más disfrutable, entretenido y divertido, con varias cuotas de acción y otras tantas dosis de humor (a cargo de la narración interna del protagonista para los lectores, y también de otro personaje del reparto).

A su vez, este trabajo de guión se sostiene con el dibujo muy bien logrado, tanto en cuanto a la narrativa como al trazo, con algunas marcas de personalidad propia de parte de Geoff Shaw, como ser las líneas de lápiz aparentemente desprolijas pero perfectamente situadas, las marcas de los dedos en la tinta y el efecto para dar un toque de clásico a las escenas de flashback.

Retomando la frase inicial de Mark Waid, sin dudas esta refiere a que Buzzkill no es de ninguna manera la clásica historia de superhéroes ni tampoco es la típica que pretende no ser repetitiva pero lo es. Buzzkill tiene un puñado de elementos que lo separan del resto y ofrece algo nuevo a lo ya conocido, logrando verdaderamente hacer algo diferente desde las ideas que la ponen en marcha hasta la manera en que se llevan a cabo. Por supuesto que también recurre a algunos tópicos comunes (lo cual quizás sea inevitable) pero un poco de originalidad ya es algo para dar la bienvenida y más aún tratándose de nuevos autores que llegan al medio.

Con esta conjunción de ideas un tanto originales y la buena ejecución en guiones y dibujos, Buzzkill resulta un buen cómic, de lectura entretenida y divertida que bien merece una oportunidad. Además de ser interesante por sí mismo, se duplica el interés por sus novatos autores que se posicionan como nombres a tener en cuenta en el futuro. Estaremos atentos a ellos, sin dudarlo.