¡Las cruzadas…! Algunos regresaban a pesar de todo. No eran siempre los mejores, tampoco los peores. ¡Pero regresaban!
De Zidrou (1962) hemos hablado muchas veces en Zona Negativa, puesto que aparentemente es el guionista más exitoso del mercado francófono en nuestro país. Hemos publicado reseñas de gran parte de sus obras: Los buenos veranos 1. ¡Rumbo al Sur!, Los buenos veranos 1-3, Los buenos veranos 4 El descanso del guerrero, Shi 1-2, Shi 3 Revenge!, Marina 1-3, El crimen que tú cometiste, Naturalezas muertas, Una aventura de Spirou. La luz de Borneo, Lydie y El paseo de los sueños.
Francis Porcel es un historietista, ilustrador y animador nacido en Granada en el año 1977. Comenzó su carrera en la revista TRECE en el año 2000. En esta revista publicó los primeros capítulos de los que sería su primer álbum La ciudad de los muertos que vio la luz en 2001. Dos años después aparece el primer número de la serie Reality show, su primer trabajo en el mercado francófono, con guion de Jean-David Morvan. Reality show se prolongó durante cinco números hasta el año 2008. Su siguiente álbum El Folies Bergère, no apareció hasta 2012 y marca el origen de su colaboración con Zidrou. Una colaboración que se mantiene hasta hoy en día. El fruto han sido de momento cinco álbumes en los que su trabajo cada vez es mejor. En campo de la animación ha trabajado en El lince perdido y La dama y la muerte, entre otras.
El caballero Brayard regresa a su hogar en Porcela Santa Gerturdis tras el fin de la cruzada. Le acompaña el joven fraile Reinaldo que fue a Tierra Santa a recuperar las reliquias de Gertrudis la santa. En su camino de regreso se cruzarán con la princesa Hadiyatallah, cuyo padre ha prometido una cuantiosa recompensa si la devuelven intacta y sin mancha, que los llevara embarcarse en una nueva aventura, tras comprobar que su hogar no era como lo recordaban…
En el mercado francófono cada vez se estilan menos los tomos unitarios por el empeño en alargar las historias de manera artificial cuyo resultado suele ser álbumes en los que apenas se cuenta nada. Así que es una suerte que todavía haya autores como Zidrou y Porcel que nos traigan historias de un solo álbum, que nos permitan disfrutar de una aventura independiente y completa, con un final muy bien hilvanado pero que deja con una sensación de amargura y con una deliciosa ironía final.
El caballero Brayard es una historia que mezcla las novelas de picaresca, con las de caballería y las road movies en las que el viaje físico nunca es lo más importante. Está plagada de diálogos mordaces llenos de humor e ironía y de abundantes escenas de acción. Situada en la Europa de la Edad Media es un fiel reflejo de la situación socio-económica en la que se vivía en esa época. Somos testigos de la vida en los feudos europeos de manera realista, haciendo hincapié en la moral de la época, tan distinta de la actual. Podríamos decir que mezcla la crudeza y violencia que Hermann muestra en Las Torres de Bois-Mauri con el toque de humor y sensibilidad presente en toda la producción de Zidrou.
El peso de la historia se vertebra en torno a los tres personajes principales y las relaciones que se establecen entre ellos. Brayard es una figura enorme, no solo en lo físico, mucho más complejo de lo que parece a primera vista ya que parece alguien escapado de un cuento atrapado en el mundo real. Es alguien que ha pasado mucho tiempo fuera de su hogar y que cuando regresa a casa descubre que nada es como lo recordaba, sus hijos son una decepción enorme. Así que se estable entre él y Hadiyatallah un relación padre e hija que es el motor de la historia. Ella es mucho más parecida a él que sus propios hijos, a pesar de pertenecer a dos mundos distintos se forja entre ellos un vínculo inquebrantable. Es una mujer fuerte, valiente y decidida a pesar de la adversidad nunca se rinde. El otro personaje principal es Reinaldo, un fraile cobardica que le sirve a Zidrou para hacer una crítica feroz a la religión exponiendo todas sus contradicciones. Ninguno es un héroe, ni pretende serlo, solo son un reflejo de la época que les ha tocado vivir.
El humor es una de las partes más destacables del cómic. Está presente en toda la obra y va desde la pura sátira hasta los chistes más cafres, con una capa de ironía que está presente en toda la obra. Algo que se ve sobre todo en los nombres de los diferentes santos y santas que Reinaldo nombra. Otra de las partes más destacadas es el control del ritmo narrativo de la historia, Zidrou y Porcel saben perfectamente cuando hay que acelerarla y cuando hay que dejarla respirar, sobre todo en las escenas de acción.
Porcel hace un trabajo que funde la expresividad propia de los personajes de animación con el realismo del cómic histórico. Los diseños de personajes son fantásticos, en especial el de Brayard, y consigue transportarnos a la Edad Media con su trabajo de documentación. Es muy interesante el cambio de estilo que se produce cuando se cuentan escenas del pasado, con un dibujo que recuerda a las vidrieras románicas. La paleta de colores está muy bien elegida, con unos tonos que sirven para mostrar lo lucubre y miserable que era la Edad Media. Sin embargo, hay páginas que dan la sensación de estar dibujadas con más prisas que otras, con un acabado que da la impresión de ser menos trabajado. Pero a pesar de esa impresión, el resultado en conjunto es notable.
La edición de Norma es muy buena con gran tamaño, reproducción y diseño. Esperemos que pronto nos traigan Les Mentors para poder seguir disfrutando del talento de este tándem tan especial que han formado Zidrou y Porcel.
El caballero Brayard es un muy buen cómic que funciona a la perfección, un cuento medieval sobre las relaciones padre-hija repleto de humor, acción, aventuras e ironía, pero al que le falta un punto de genialidad. Si lo firmarán unos autores de menos talento sería su obra cumbre, pero Zidrou nos ha acostumbrado a un nivel excelso de calidad y cuando no llega a él nos da la sensación de cómic menor, algo totalmente injusto pero inevitable por su trayectoria.
Guión - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7.5
7.5
Medieval
Caballero Brayard es un buen cómic con una historia sólida, con toques de humor y bien documentada, pero le falta ese punto de genialidad que de Zidrou consigue en otras obras.
