Edición original: Marvel Comics – agosto-noviembre 1990 – marzo 1991 – diciembre 1990 Edición España: Comics Forum – enero 1998 Guión: Steven Grant, Jason Balgobis, Russell Lyman, Gregory Wright Dibujo: Scott Hampton, John Buscema, Tod Smith, Dave Cockrum, Alan Davis Entintado: Ernie Chan, Jose Marzan, Cristopher Ivy, Dave Cockrum, Paul Neary Color: Paul Becton, Mike Thomas, Gregory Wright Portada: Rafa Fonteriz Precio: 995 pesetas (tomo en tapa blanda de 102 páginas)
En 1998, Comics Forum inició la conmemoración de su décimo quinto aniversario con la publicación de una sucesión de números únicos –en lomo y en grapa- dedicada a recuperar material inédito de épocas pretéritas. Las portadas para la ocasión estuvieron realizadas por autores patrios como Rafa Fonteriz (en el caso de los tomos) o Jorge Santamaría (en el caso de las grapas). Durante ese año, personajes y grupo como Shang Chi, Alpha Flight o el Caballero Luna tuvieron ocasión de asomarse nuevamente a quioscos y librerías de las que la falta de la ventas les había echado. Los festejos comenzaron con un personaje que en los ochenta y los noventa del siglo pasado gozó de cierta popularidad, gracias a su integración en sendas alineaciones de la división neoyorquina de los Vengadores: el Caballero Negro.
Dane Whitman se presentó de la mano de Roy Thomas y John Buscema como el heroico sucesor de un viejo adversario de los Vengadores, su tío Nathan Garrett. Este último, que había militado activamente en los Amos del Mal- transmitió a su sobrino la identidad del Caballero Negro, la necesidad de limpiar el nombre familiar y un legado familiar que se remontaba a la época artúrica. Después de todo, resultaba que el manto caballeresco y la espada Ébano representaban el rescate para la causa de los pijamas de uno de tantos materiales elaborados por la casa de las ideas en los tiempos previos a la aparición de los Cuatro Fantásticos. El espadachín altomedieval caminaba por la senda que también pisarían los personajes del salvaje oeste o Patsy Walker, pero su participación en las aventuras vengadoras sería muy puntual durante casi veinte años. La reunión de todos los integrantes para el centésimo número o el origen del duelo con los Defensores determinaron que Dane diera con sus huesos –metafóricamente hablando- en los días de la Tercera Cruzada, cuando su antepasado, Sir Eobar Garrington, servía a Ricardo Plantagenet en Palestina. De allí volvería –previo paso por Avalón- para reunirse con los Vengadores a mediados de los ochenta. Roger Stern le seleccionaría para formar parte de la alineación resultante del aborto de la intentona de la Visión de hacerse con el control de los sistemas informáticos de defensa. Junto a John Buscema y Tom Palmer, Stern daría al grupo una de sus épocas más recordadas, en la que Dane intentaría –sin éxito- aproximarse sentimentalmente a la Avispa y jugaría el papel de científico de guardia en la mansión. Así seguiría durante Heavy Metal –la historia de transición en la que Ralph Macchio se hizo cargo de los flecos argumentales dejados por Stern tras su desencuentro con Mark Gruenwald a cuenta de los derroteros que debía tomar el equipo- y llegaría a manos de Walter Simonson, que planificó una serie de historias en las que el grupo quedaba reducido a cero. Al pobre Caballero Negro le tocó la china de caer víctima de la maldición de sangre de su espada oscura e ir perdiendo la movilidad. Junto a Thor, abandonaba el grupo para combatir en las guerras entre dioses nórdicos y egipcios (justo a tiempo para el cuadringentésimo número de la colección del rubiales, que no de sus aventuras) y dejaba a Jarvis para apagar la luz en el cuartel general (justo a tiempo para el tricentésimo número de la colección y las aventuras vengativas). Después de un par de años de idas y venidas creativas en la franquicia vengadora, Bob Harras se hizo cargo de la división neoyorquina y dio al grupo otra etapa memorable, en la que el Caballero Negro volvería a tener una posición destacada, pero en condiciones muy diferentes a las que había planteado Stern. El repeinado científico de los ochenta dejó paso a un greñudo con barba de tres días que había cambiado su espada maldita por un sable láser y la capa oscura por una cazadora al más puro estilo noventero. Una apariencia bastante más adusta y mal encarada que a cambio, brindó al personaje la oportunidad de tener un protagonismo como no había tenido previamente ni ha vuelto a tener hasta el momento presente. En cierto sentido, bien podría decirse que el Caballero Negro es a los Vengadores de Harras lo que la Capitana Marvel es a los de Stern o Luke Cage a los de Bendis. Un triángulo amoroso con Crystal y Sersi y un duelo con el misterioso Proctor (villano recurrente del período de don Bob) se cerraron con un alegórico final en el que podríamos haber dado por difunto a Dane… si no fuera porque hablamos de tebeos de superhéroes. El Caballero apareció en el recién adquirido Ultraverso para unirse a otro equipo de «los más poderosos de la Tierra» y para reencontrarse vía duelo interdimensional con sus viejos camaradas de los Vengadores. Cuando el negocio de los “ultras” se cerró, Dane y Sersi fueron recuperados vía conexión mutante (ya que años atrás se había dejado caer que en sus días medievales había tenido algún encuentro con Paris Benneth, Éxodo). Así estaba el Caballero Negro cuando Forum se dedicó a recuperar sus aventuras en solitario.
El tomo publicado en 1998 recoge historias publicadas en los años 1990 y 1991, esto es, cuando el personaje había ganado popularidad gracias a la labor de Stern, Buscema y Palmer. El leitmotiv de los tres relatos es la presencia de Dane Whitman en los días de la tercera cruzada. Al final del duelo entre Vengadores y Defensores (y de ambos grupos contra Loki y Dormammu) el espíritu del Caballero actual se había refugiado en el cuerpo de su antepasado, sir Eobar Garrington. Dane decide probar suerte en una época en la que, piensa, el ideal caballeresco ofrece un mundo más halagüeño para él que aquél del que procede. Sin embargo, pronto descubrirá que los libros de caballería –también en el universo marveliano- presentan más fantasía que realidad. Su experiencia en las cruzadas podría resumirse en la frase que menciona durante una de sus estancias en los Vengadores: «ninguna guerra es justa y mucho menos una guerra santa.» Con esta sentencia deja patente que la Inglaterra del S. XII que conoció no era la romántica de las novelas de Sir Walter Scott, pero había pues un campo en barbecho que bien podía servir para desarrollo del personaje.
La primera de las historias es una aventura en tres partes en las que el paladín vuelve a encontrarse con Steven Grant, el guionista que le recuperara para la edad contemporánea en los confusos tiempos anteriores a la llegada de Stern a los Vengadores. Un trío de entregas que plantea otros tantos relatos en los que descubrimos el hastío de un Dane Whitman que intenta imprimir unos valores más humanitarios a un tiempo –el medievo- y una práctica –la guerra- que no están muy por la labor. La oportunidad de presentar una visión más crítica y profunda se pierde –tampoco había espacio para más y tampoco era menester, que seguimos hablando de superhéroes- y el conjunto se transforma en una aventura de reminiscencias «cimmerias» (algo a lo que contribuye poderosamente la presencia de ilustradores tan vinculados a Conan como Ernie Chan o John Buscema). Dioses primigenios con cultos cuasi-olvidados pero no por ello menos temidos; brujería de diversas categorías; intrigas de campamento… todo ello pasado por el tamiz histórico de una versión de las cruzadas de película de la edad dorada de Hollywood: turcos que parecen salidos de las versiones de oropel de las adaptaciones fílmicas de Las mil y una noches; cruzados que portan el socorrido atuendo de casco redondo, sobreveste y cota de malla; duelos a espada al estilo Errol Flynn… y una conclusión que permite encadenar el duelo Vengadores / Defensores con el regreso al presente vía Avalón, pero que dejaba a la afición lectora con ganas de más.
La segunda es un relato corto cuyas conclusiones contradicen el trabajo de Grant, y que debemos a Dave Cockrum –tan competente como siempre- y a dos ilustres desconocidos en el ámbito literario, de los que nada se sabía y nada se volvió a saber. Una reliquia guerrera aportada por el Doctor Extraño –que ayudó a Dane con la maldición de Ébano cuando las aventuras de ambos las contaba Roger Stern- sirve para contar otra batallita de las cruzadas y reflejar el conflicto entre los dos Caballeros Negros: el del S. XII y el del S. XX-XXI. El único punto de conexión con la historia anterior –mejor armada, todo hay que decirlo- es la condición de Whitman como un guerrero cuyos valores y visión de las cruzadas le aproximan a nuestro Capitán Trueno (sobre todo en la evolución que Víctor Mora fue operando sobre él conforme en España la dictadura dejaba paso a su pesar a la democracia).
La tercera es quizá la más atractiva desde el punto de vista gráfico, ya que presenta una colaboración entre Gregory Wright, colorista habitual y guionista a ratos, y Alan Davis (que ya tratara al Caballero en sus días junto a Moore contando las aventuras del Capitán Britania). Ambientada en el presente, presenta a otro enemigo medieval que, por obra y gracia de la magia, ha vuelto a encontrarse con el paladín de Ébano. Buen dibujo y poco más.
En resumidas cuentas, tenemos tres visiones diferentes del Caballero Negro que habría que sumar a las múltiples aportaciones que autores de todo tipo han hecho del personaje. Desde la «avalónica» de Ostrander hasta la artúrica de Cornell, pasando por la más reciente –y bastante floja- de Tieri. A ratos en segundo plano, a ratos en el «candelabro» siempre habrá alguien que empuñe la espada forjada por Merlín.
Edición original: Marvel Comics – agosto-noviembre 1990 – marzo 1991 – diciembre 1990 Edición España: Comics Forum – enero 1998 Guión: Steven Grant, Jason Balgobis, Russell Lyman, Gregory Wright Dibujo: Scott Hampton, John Buscema, Tod Smith, Dave Cockrum, Alan Davis Entintado: Ernie Chan, Jose Marzan, Cristopher Ivy, Dave Cockrum,…
Pues fue en una saga que culminó en el número 400 estadounidense de la colección de Thor. Aquí se publicó en aquel título mensual que compartieron el Capi y el Melenudo entre 1993 y 1994. DeFalco, Frenz y Sinnott restauraban el statu quo que Simonson había vuelto del revés durante su memorable estancia y se volvieron definitivamente «Leekirbianos».
«Junto a Thor, abandonaba el grupo para combatir en las guerras entre dioses nórdicos y egipcios»
Tengo una pregunta, eso cuándo sucede? Tengo curiosidad para leer eso
Pues fue en una saga que culminó en el número 400 estadounidense de la colección de Thor. Aquí se publicó en aquel título mensual que compartieron el Capi y el Melenudo entre 1993 y 1994. DeFalco, Frenz y Sinnott restauraban el statu quo que Simonson había vuelto del revés durante su memorable estancia y se volvieron definitivamente «Leekirbianos».
Muchas gracias! El Caballero Negro siempre ha sido uno de mis favoritos!
Muy buen artículo aunque hay un detalle que no creo que sea así…
«Alan Davis (que ya tratara al Caballero en sus días junto a Moore contando las aventuras del Capitán Britania)»
En realidad en esa etapa no aparece mucho el Caballero Negro, si no recuerdo mal aparece solamente en el último capítulo y a modo de cameo 😉
En ese apretón de manos estaba pensando yo precisamente 🙂
Entonces se acepta 😉