Cable y X-Force: Vivo o muerto

 

Edición original: Marvel Comics – mayo-noviembre – 2013
Edición España: Panini Comics – mayo 2014
Guión: Dennis Hopeless, Frank Tiere, Cullen Bunn
Dibujo: Salvador Larroca, Gerardo Sandoval
Entintado: Salvador Larroca, Gerardo Sandoval
Color: Frank D´Armata
Portada: Salvador Larroca, Frank D´Armata
Precio: 18,50 euros (tomo de 200 páginas de la línea 100% Marvel)

 

No es un secreto a estas alturas que dentro de la prolífica franquicia mutante hay varias escuderías que al correr de los años han ido caminando por senderos bien distintos. Así, a partir de la primigenia Patrulla-X hemos tenido varias alineaciones, varias colecciones (tres en la actualidad) y cuando el negocio determinó que eran viables más productos-X, el editor de turno dio el visto bueno para que nuevas series vieran la luz, fuera del control del patriarca mutante. De ellas, creo que habría que destacar sobre todo a Factor-X (lo siento, la tradición forumniana es muy fuerte) y X-Force. La primera fue un capricho de Bob Layton (a partir de ideas previas) para recuperar a la Patrulla-X original. La segunda, uno de Rob Liefeld para militarizar a los Nuevos Mutantes (o lo que quedaba de ellos tras la llegada de Cable.) En ambos casos, la premisa original (bastante pobre, todo hay que decirlo) fue sustituida por otra más duradera e interesante. Así, Peter David logró convertir a Factor-X en una serie “de autor” (Louise y Walter Simonson habían hecho un buen trabajo, pero aquella una serie “de Patrulla-X” y después de la marcha del rescatador de la Masa la serie vagó sin rumbo) pero en el caso de X-Force, la cabecera se convirtió en campo de pruebas para todo tipo de experimentos. De todos ellos habría que destacar el de Milligan y Allred (hace ya más de diez años) y más recientemente, el de Remender (que pasó de ser un guionista del montón a un escritor a tener en cuenta.) Actualmente, la cosa ha dado para dos colecciones de las que ésta que toca comentar hoy es quizá la que evoque más recuerdos lejanos.

Cable y X-Force surge bajo la premisa de que Nathan Summers, el hijo seispesetas de Cíclope y Maddy Pryor, reúne a una nueva banda de mutantes dedicada a la prevención de desastres. Libre del virus tecnoorgánico que definía su existencia, los poderes mentales del antiguo mercenario empiezan a disparatar y, fiel a su premisa de actuar primero, preguntar después y explicarse nunca, el tuerto canoso decide arreglar las cosas “a su manera”. La alineación incluye a científicos como un recuperado Forja, un cambiadísimo Doctor Némesis (prefería su atuendo clásico, francamente), una vieja conocida del grupo como Dominó y un Coloso con necesidad de redención. En este segundo tomo se recopila el arco argumental que da título a aquél.

Vivo o muerto continúa la premisa de la serie, al tiempo que hace algo que de un tiempo a esta parte se echa un poco de menos en la casa de las ideas: interacción entre personajes y sensación de cohesión. Así, una vez queda patente que Cable está de nuevo en acción y que sólo respeta sus reglas, diversos conocidos del mismo empiezan a ponerse en contacto con él. Por un lado tenemos a Cíclope que, también fugitivo, quiere tener unas palabritas papi-hijito, de ésas que cada cierto tiempo escribe el guionista mutativo de turno. Por otro está Kaos, tío del susodicho y líder de los Imposibles Vengadores, el equipo de concordia y hermandad humano-mutante fundado por el Capitán América. Como héroe sancionado, Alex Summers debe echarle el guante a su díscolo sobrinito, pero habrá que comprobar si la sangre es o no más espesa que el carnet de miembro de un ya-no-tan-exclusivo club de pijamas. Por último tenemos a Hope, su hija adoptiva, que se niega a llevar una “vida normal” y desea reunirse con el hombre que la guió en sus primeros pasos (y le enseñó a manejar todo tipo de armas.) Entre medias tenemos una curiosa relación científico-tecnológica entre Forja y Némesis, un singular intento de conquista de Piotr por parte de Dominó y la recuperación de elementos y personajes del pasado de la franquicia y de los propios personajes como la relación entre Kitty y Rasputín (que pronto saltará por los aires una vez más), el regreso de Tabatha, la reaparición de Blaquesmith (el “Yoda” particular de Luke SkyCable) y una Dyscordia femenina cuya identidad evoca los clásicos trucos de confusión (a veces un tanto chuscos) que se estilaban en los noventa.

Hopeless se ve secundado en esta ocasión por dos guionistas de prestigio muy distinto. Por un lado tenemos al denostado Tieri (que ya pasó por la franquicia-X hace ya unos cuantos años) y por otro a Cullen Bunn, que había hechos cositas interesantes con algunos vengadores pero no como para ganarse el favor del público en forma de ventas. Juntos realizan un trabajo aceptable, donde sin embargo los pequeños detalles y guiños a la continuidad no ocultan el hecho de que la historia principal no es precisamente para tirar cohetes. La idea de Cable intentando prevenir un apocalipsis (o al Apocalipsis) está vista, como lo está su condición de fugitivo que no duda en mancharse las manos de y con lo que sea. El grupo hecho de retales de la franquicia no es ninguna novedad, y se necesitaría tener la habilidad de Peter David para sacar algo más allá de lo puramente anecdótico. En el apartado gráfico tenemos a Salvador Larroca, que continúa en su línea habitual, con lo que sus defensores y detractores ya sabrán a qué carta quedarse. De todas maneras, si se milita en el segundo bando y esta colección no es santo de su devoción, no desesperen, porque en Yanquilandia se ha producido un nuevo relanzamiento con otra alineación y otro equipo creativo. Con Cable, eso sí.